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CAPÍTULO 12: I NEED TO DESTROY YOU

—— I NEED TO DESTROY YOU ——

Los tres salieron del infierno como si aquello fuera la mayor victoria que podrían haber logrado, y tal vez para Matthew podría ser así, pero para Morfeo era una victoria más a las tantas que había tenido en sus miles de años; y para Davina no era una victoria que podía atribuirse, más bien lo consideraba una aventura que a decir verdad había salido de fábula, pues entrar y salir del infierno y con vida, no era algo que muchas criaturas podrían atribuirse.

—¿Creéis que Lucifer irá a por vos?— Le preguntó Matthew a Sueño asumiendo que el rey del infierno no dejaría pasar la humillación que había sentido.

—¿Por qué?— Inquirió Sueño sin comprender porque Lucifer querría reclamar venganza.

—Por que has humillado públicamente al señor del infierno.— Respondió Davina con obviedad, sabiendo que Lucifer no dejaría aquello estar, cualquiera lo podía prever, el problema que existía era que no sabían cómo iba a responder con respecto aquella humillación.

—¿Podéis ver con eso puesto?— Preguntó el cuervo al ver como el señor de los sueños se ponía el yelmo.

—Sí, y veo el rubí.— Respondió mientras dejaba caer un poco de arena para poder transportarles a los tres hasta el escondite donde se hayaba el tercero y último de los bártulos.

—Genial, último viajecito.— Comentó Davina cansada de aquello, por supuesto nunca la había importado ir de misión, pero siempre había aborrecido transportarse mediante la arena.

Los tres aparecieron en un contenedor, donde podían verse estanterías repletas de objetos y de cajas. Sin detenerse a admirar lo que había a su alrededor, Sueño se acercó a una de las estanterías donde había una caja de la que desprendía una luz rojiza, que indicaba que allí se encontraba el objeto por el que habían venido.

—¿Qué sucede?— Preguntó Matthew al ver que Sueño parecía dudar, como si algo no fuera según recordaba.

—Algo va mal, lo han manipulado.— Respondió con seguridad justamente antes de que el rubí aumentará su brillo, para a continuación crear una especie de explosión que provocó que los tres cayeran al suelo inconscientes.

✶⊶⊷⊶⊷❍❍⊶⊷⊶⊷✶

Los ojos de Davina se abrieron lentamente, estos ya estaban acostumbrados a la oscuridad así que no era difícil para ella ver que seguía en el mismo contenedor donde el rubí había explotado, aunque sí se sentía algo dolorida, ya que su cuerpo no solo había sentido en primera persona la explosión, sino que también había chocado contra una de las estanterías de metal, provocando que varias cajas cayeran sobre ella, por suerte no la habían herido ni roto nada, pero algo la decía que recuperar el rubí no iba a ser tan sencillo como Sueño había supuesto en el momento en el que le había localizado.

—Podías haber avisado de que iba a explotar.— Murmuró Davina mientras se quitaba varias cajas de encima.

—No creía que fuera a responder así, pero no está. Se le han llevado.— Respondió Morfeo con frustración, ya que lo que había supuesto que sería fácil se había convertido en una ardua tarea, ya que una vez más el rubí estaba en las manos equivocadas.

—Y estamos encerrados.— Puntualizó Matthew al ver que no existía forma alguna de salir, o por lo menos no una forma mundana.

—Genial, el rubí de nuevo perdido y encerrados en un contenedor con canciones de los sesenta.— Se quejó Davina dando una patada a una caja con viejos vinilos.

—Se donde esta el rubí, y se quien le tiene.— Sentenció Sueño sabiendo que nada ni nadie le separaría de nuevo de sus bártulos. —¿Seguros que estamos encerrados?— Inquirió de nuevo mientras la puerta se abría de golpe haciendo que Matthew se quedara perplejo.

—Estaba...— Murmuró el cuervo mientras Morfeo se marchaba.

—La arena, Matthew. Acabarás acostumbrándote o eso creo.— Le recordó Davina mientras los dos salían detrás de Sueño, para poder caminar apenas unos kilómetros, que les llevó hasta una cafetería de carretera, al entrar los tres vieron los cuerpos de personas inocentes, mientras que sentado en la barra se encontraba un hombre de avanzada edad.

—Hola, soy John. Me alegra veros aquí, no hay luz, por lo que no hay tele ni nadie con quien hablar.— Admitió el hombre creyendo que ellos no eran testigos de la masacre que había orquestado al hacer uso del rubí.

—¿Qué crees que estás haciendo?— Preguntó Sueño esperando que el humano fuera consciente de sus actos.

—Salvar al mundo de sus mentiras.— Respondió John, haciendo que Davina se percatara de que el rubí le estaba consumiendo, y seguramente era cosa del rubí que aquel hombre estuviera perdiendo la cabeza.

—El rubí no se hizo para eso.— Sentenció Sueño molesto por la utilidad que le estaban dando al rubí.

—¡Ah!— Exclamó John dándose la vuelta para poder mirarle. —Eres Sandman.— Asumió con obviedad. —Mi madre tenía razón, me dijo que vendrías a por él.— Añadió, mostrando que era conocedor de que tarde o temprano el legitimo dueño del rubí regresaría a por él.

—Tienes que devolvérmelo para reparar el daño que has causado.— Le pidió Sueño mostrando que no era su intención hacer daño a una persona mayor.

—Pues no pienso dártelo, es mío.— Sentenció el hombre, haciendo que Davina pusiera los ojos en blanco, ya que ambos parecían dos niños pequeños peleándose por un juguete, aunque en este caso el juguete era bastante peligroso.

—Os esta afectando a ti y a tu mundo.— Le informó el rey de los sueños esperando que comprendiera el peligro que corrían.

—Saca a la luz la verdad.— Afirmó John creyendo que ese era el verdadero objetivo del diamante. —La humanidad es así.— Sentenció intentando convencerles de que la humanidad estaba corrompida por dentro y que nadie podría llegar a ser salvado.

—No, te equivocas.— Intervino en ese momento Davina, puede que por años hubiera odiado a toda su especie, pero sabía que no todas las criaturas eran malas, muchas de ellas tenían bondad y buenas intenciones.

—La humanidad es así.— Añadió Sueño mientras hacía uso de sus poderes para mostrarle otra realidad, únicamente, a John.

—Se mienten a si mismos, todo mentiras.— Sentenció el hombre creyendo que en su mundo perfecto sólo podía existir la verdad, pero incluso a veces una mentira era mil veces mejor que una verdad.

—Mentiras no, John, sueños.— Insistió Sueño viendo que el hombre no era consciente de la diferencia que había entre un sueño y una mentira, había veces que compartían una delgada separación, pero no era aquel el caso. —Kate sueña con ir donde nadie la encuentre; Garry sueña con demostrarle a su padre que se equivocaba con él; Beth, sueña con crear algo que le importe a los demás. Sus sueños los inspiran, sus sueños los mantienen vivos. Pero si les robas sus sueños, entonces sí, está es la verdadera humanidad.— Le explico esperando que pudiera entender la gran diferencia que había, si la humanidad perdía la capacidad de soñar perdería la esperanza, y si perdía la esperanza acabarían convirtiéndose en monstruos sin sentimientos y capaces de hacer cualquier cosa por llenar un vacío que solo llenaba aquel sentimiento. —El rubí te hace mal, John. Contenía buena parte de mi poder y me quito aún más cuando intente usarlo.— Le explicó creyendo que así le podía convencer, pero Sueño no era consciente de que algunos seres humanos eran capaces de hacer cualquier cosa con conseguir poder, parecía que aquel siglo encarcelado, no le había enseñado mucho.

—Entonces si te robo el resto de tus poderes quizá me convierta en el rey de los sueños.— Asumió el hombre creyendo que si se volvía en el nuevo Sandman, sería capaz de crear un mundo perfecto donde no existieran las mentiras.

—Para robarle su poder al señor de los sueños debes de hacerlo en su reino. En los sueños.— Le informó mientras Morfeo hacia uso del poco poder que conservaba, para poder llevar a John a su terreno de juego.

—¿Otra vez?— Inquirió Matthew al ver que de nuevo ambos se habían quedado solos a la espera de ver algún ganador.

—Esperemos que no vaya tan confiado como con Lucifer, salimos de aquel...— Empezó a decir Davina mientras divisaba una sombra a través de los cristales, una sombra que jamás olvidaría y que reconoció en cuanto la vio, sobretodo por el escalofrío que recorrió toda su columna vertebral e hizo que su estómago se removiera a raíz del miedo.

—¿Qué sucede?— Preguntó el cuervo al ver que Davina no había terminado la frase, y su expresión se había endurecido.

—Quédate con Lord Morfeo, bajo ninguna circunstancia te separes de él, Matthew.— Le pidió, mostrando que tenía la intención de marcharse o por lo menos de no permanecer en la cafetería el tiempo que pudiera durar el enfrentamiento.

—Pero...— Empezó a decir el cuervo en señal de queja.

—Hazme caso, no te separes de él, no le abandones y si es necesario lucha por él.— Le pidió sabiendo que ese era su deber, un deber que en vida no podía relegar en nadie, pero necesitaba cobrarse aquella venganza, además de que no sabía el motivo por el que El Encapuchado estaba allí, y tal vez fuera por poder, no iba a correr el riesgo. —Yo vendré enseguida.— Añadió mientras salía corriendo, para ponerse en mitad de la carretera, a la espera de que su atacante diera la cara, porque Davina sabía que lo haría.

—Vaya, sobreviviste a mi ataque.— Comentó El Encapuchado, haciendo que Davina se diera la vuelta y le mirase.

—Y voy a devolverte con creces lo que me hiciste, maldito hijo de puta.— Garantizó mostrando el odio y resentimiento que tenía hacia él, al igual que su deseo de vengarse y de hacerle pasar por lo mismo, pero sin cometer el error de dejarle con vida.

—Cuidado con esa boca, no creo que quede bien en la protectora de uno de los eternos.— Comentó con burla haciendo que Davina cerrase con fuerza sus puños, mostrando lo muy enfadada que estaba.

—Ahora mismo no estoy en disposición de guardiana, sino de una guerrera y te garantizó de que hace un siglo le declaraste la guerra a la criatura equivocada.— Sentenció sabiendo que podía ser peor que cualquiera de sus antepasados o compañeros, porque ella era un dragón y la rabia de uno seguía corriendo por sus venas.

—Dime, Davina Draco, ¿como piensa la protectora dragón enfrentarse a mi? No cuentas con alas, con armas o con algo que te pueda salvar de una garantizada muerte, porque esta vez me aseguraré de cumplir con la tarea.— Respondió el hombre sonriendo, creyendo que esta vez estaba en ventaja, cosa que la anterior vez no lo estuvo, ya que si consiguió derrotarla fue por la magia que había robado y por la ayuda que había recibido del Corintio.

—Puede que me robaras mi don, pero aún puedo pelear.— Sonrió orgullosa mientras la vandana se deslizaba sobre su brazo, para acabar convirtiéndose en un látigo. —Esta arma solo responde ante mi, hecha con mi sangre y con mis huesos, con la magia que la señora Hecate deposito en ella como muestra de protección. Y con esta misma arma voy a matarte.— Le informó mientras una parte del látigo se aferraba a su muñeca, mientras Davina sonreía creyendo que con ello tendría la victoria asegurada.

—Eres muy ingenua, criaturita.— Comentó con burla.

—Solamente necesito destruirte.— Se limitó a decir, mientras alzaba el látigo con el objetivo de atacarlo.

✶⊶⊷⊶⊷❍❍⊶⊷⊶⊷✶

Sueño y Matthew se encontraban a las afueras del restaurante, donde eran testigos del destrozo que había tenido lugar en la calle. Pero a pesar de ello, el señor de los sueños todavía no había reparado en la ausencia de su protectora o por lo menos no le había dado la verdadera importancia que se merecía, Matthew en cambio lo había hecho. No sabía donde estaba ella, ni porque se había ido, pero lo que el cuervo sabía con seguridad es que no les abandonaria o por lo menos eso era lo que pensaba, pero en aquellos momentos incluso las criaturas que podían resultar de confianza no solían serlo.

—El rubí la ha liado buena, ¿podéis arreglarlo?— Le preguntó Matthew a Sueño, al ver los destrozos que la joya había ocasionado en el mundo despierto.

—No ha sido el rubí.— Le corrigió Sueño. —John sólo le usó para destapar heridas ocultas, pero no curadas.— Explicó esperando que entendiera que aquello estaba hecho porque el rubí no sólo no estaba bajo el poder de su legitimo dueño, sino también porque no estaba en las manos correctas. —Mañana empezara la reconstrucción, en este reino y en el mío. Pero al menos está noche, la humanidad dormira en paz.— Añadió, sabiendo que finalmente su deber había terminado, ahora sólo debía de hacer su trabajo, así como arreglar todo lo que se había deteriorado por sus años en el exilio. —¿Y Davina?— Preguntó al darse cuenta de que su protectora había desaparecido.

—Dijo que regresaría cuando vos os estabais enfrentando a John.— Respondió el cuervo sin saber con exactitud dónde podía encontrarse en aquellos momentos. —No creereis que la haya pasado algo malo, ¿verdad?— Inquirió el animal mostrando preocupación hacia la humana.

—No creo que se fuera por un motivo insignificante, y menos aún que dejara esto abandonado.— Comentó Morfeo viendo que en el suelo se encontraba su insignia de protectora, el broche con las tres cabezas de dragón que a su vez representaba las tres caras de Hecate.

—¿Creéis que quien la robo las alas se la ha llevado? Eso podría explicar el destrozo de este lugar, y la sangre.— Sugirió el cuervo mientras observaba aquel lugar, que indicaba que quien hubiera estado allí habría tenido un enfrentamiento bastante complicado y sangriento.

—Solo hay dos criaturas que saben la respuesta, una de ellas no la conocemos y la otra está desaparecida.— Se limitó a decir el rey de los sueños.

—Pero podéis dar con Davina, sigue siendo humana y sueña.— Le recordó el cuervo, creyendo que Sueño podría encontrarla de la misma manera que lo había hecho con Johanna, pero las cosas no eran tan sencillas como podía llegar a imaginar.

—Así como los protectores tienen sus normas, los eternos las tenemos, no podemos usar nuestro poder con ellos.— Explicó Sueño, mostrando que de aquella manera preservaban la privacidad que pudieran tener, puesto que su trabajo era literalmente morir por ellos, lo mínimo que podían hacer en compensación era brindarles la intimidad que un ser humano, ajeno a todo ello, podría tener.

—¿Ni aunque eso sea ayudarles?— Preguntó Matthew sabiendo que Sueño debía de saltarse aquella norma, principalmente porque tal vez Davina, en aquellos momentos, pudiera estar necesitando su ayuda.

—No podemos sin su permiso, y si lo hacemos lo sienten y les duele.— Aclaró Morfeo, haciéndole ver que aunque quisieran por una parte no querían hacerlo porque eso les haría daño y podría ocasionar que la confianza entre eterno y protector tambaleara, además de que podrían causarles daños que podrían llegar a ser irreparables.

★★★

Terminamos fuerte, pero sin duda creo que es divertido.

A ver no se exactamente que destacar de este capítulo, más allá de la explicación de que los Eternos no pueden hacer uso de sus poderes con los protectores.

Tal vez el gran aprecio que Matthew tiene por Davina, creo que lo muestro cuando él es el primero en preocuparse por ella, aunque, entre nosotros, Sueño también lo hace, a su manera.

Otra cosa que quería destacar es la sed de venganza de Davina un hecho que la va a pasar factura.

Y por último, la figura del Encapuchado, en esta parte sabréis más de él, pero de momento me limitó a decir que es el antagonista en la historia de ella.

¿Qué os ha parecido el capítulo?

Os leo ❤️


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