01│Único
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JiMin miró a su alrededor y soltó un bufido molesto, examinando el entorno. Rascó su nunca y buscó a su hermano con la mirada, pero no pudo encontrarlo. Había una enorme cantidad —realmente demasiadas— personas en el lugar y la música, con volumen muy alto, lo único que hacía era lograr que el castaño sintiera dolor de cabeza.
Sintiéndose muy exasperado, decidió alejarse del grupo de gente —esquivando a varios chicos y chicas en el camino, y sintiendo cómo su cuerpo rozaba el de otros— para poder respirar mejor y tener un poco de tranquilidad. Sin poder evitarlo, maldijo en voz baja a su hermano.
SeokJin amaba ir de fiesta en fiesta. Su hyung adoraba pasar todas las noches —específicamente los fines de semana— fuera de casa. Y generalmente, el rubio respetaba que JiMin no fuera igual que él.
Él aceptaba que su hermano menor prefiriera quedarse en casa leyendo, escuchando música o durmiendo; pero, aquella noche, SeokJin había decidido asistir a una reunión que se realizaría en el bosque. El lugar quedaba considerablemente lejos, así que el mayor no quería ir solo. Por lo cual, decidió que llevaría a su hermanito con él.
JiMin se negó rotundamente a asistir a la fiesta, pero SeokJin —por más egoísta que sonara— no pensaba ir solo en absoluto. Él haría que su hermano menor lo acompañara a la fuerza si era necesario, y así lo hizo; porque, al final de todo, SeokJin terminó convenciéndolo —o mejor dicho, obligándolo— para que lo acompañase.
En diversas ocasiones, detestaba a SeokJin; y es que el castaño no quería estar allí, se sentía incómodo. Las fiestas no eran lo suyo, mucho menos lo eran las reuniones que se hacían en un bosque; rodeados de insectos, y en el medio de la nada.
Joder, JiMin tenía mucho sueño, un poco de frío y unas notables ganas de irse al demonio cuanto antes.
Se alejó unos metros más y negó con la cabeza. Para colmo, su hermano se había quedado con las llaves; por más que quisiera, no podría dejar a SeokJin abandonado. Simplemente tendría que esperar a que la fiesta termine.
Se apoyó de espaldas contra un árbol, para luego cerrar sus ojos y suspirar una vez más. Necesitaba tanto ir casa y dormir; o al menos intentarlo, dado a que últimamente sus sueños no le permitían descansar como era debido.
JiMin no entendía por qué las pesadillas habían comenzado a presentarse. Simplemente una noche —hace dos semanas atrás— en la madrugada, se despertó sobresaltado y con una extraña sensación en su pecho. La primera vez no pudo recordar qué había sucedido en sus sueños, pero todo se volvió más claro luego.
El sueño se repetía noche tras noche. Iniciaba de forma confusa y poco clara, con un JiMin que caminaba solo por un bosque. El lugar siempre lucía muy oscuro y frío, tenebroso en verdad. El castaño no podía encontrar rastro de ninguna otra persona, hasta que él aparecía.
Era un chico alto, pelinegro y de cuerpo bien formado, que siempre llevaba ropas oscuras. Usualmente su vestimenta constaba de pantalones, zapatos y remera o camiseta de color negro. Además, él solía tener una chaqueta negra también; la cual poseía una capucha que el chico utilizaba, causando que JiMin no pudiese ver su rostro del todo.
No había contado con la oportunidad de ver su rostro por completo, pero sí había escuchado su voz. Era jodidamente excitante, y ronca en ocasiones. En más de una noche, JiMin había despertado con una dolorosa erección por culpa del misterioso hombre, el cual ni siquiera se había acercado a él.
Fue luego de dos noches que el chico se aproximó a JiMin, y lo peor comenzó entonces; porque las caricias del desconocido se sintieron tan reales, a tal punto de aterrorizar al castaño, quien se pasaba todo el día pensando en el desconocido y deseándolo.
Estaba enloqueciendo. JiMin lo sabía, por lo que comenzó a sentirse nervioso y preocupado. Los sueños se repetían día tras día y el castaño se levantaba en la noche perturbado e intentaba dormir nuevamente, pero el pelinegro aparecía una vez más.
De alguna forma, JiMin se sentía acosado. Había comenzado a escapar del chico, quien ahora lo seguía e intentaba alcanzarlo. El desconocido le gritaba que se detuviera y JiMin a veces quería hacerle caso, pero se convencía de que lo mejor era escapar.
—Hey. ¿Te encuentras bien?
Al escuchar que alguien le hablaba, JiMin se movió incómodo y posó su vista al punto de donde la voz provenía.
En ese instante, su respiración y todo a su alrededor se detuvo.
—No puede ser —susurró aterrorizado, mientras veía cómo aquel chico salía de la oscuridad absoluta y se aproximaba a él—. Esto no es real —se dijo a sí mismo.
Era imposible. Y es que, frente a él, se encontraba el hombre que llevaba días y días atormentándolo en sus sueños.
—¿Te sucede algo? —le preguntó el pelinegro con confusión e intentó acercarse más, pero JiMin negó con la cabeza.
Examinó con la mirada al joven y notó que ahora sí podía ver su rostro a la perfección. Y maldición, era realmente apuesto, tal como el mayor lo había imaginado.
—Tú no eres real —aseguró el castaño y el desconocido lo miró extrañado—. Estoy soñando otra vez, nuevamente el mismo y jodido sueño me atormenta —se dijo en voz baja y el chico dio un paso más—. Quédate ahí, no te me acerques.
—Escúchame, debes tranquilizarte —le dijo el contrario y se acercó unos centímetros más—. Mi nombre es Kim TaeHyung, ¿cuál es el tuyo?
—Park JiMin —respondió desconfiado.
—Muy bien, JiMin. —El chico posó sus manos en los hombros del mayor, quien tembló ante el tacto—. Tranquilo, no te haré nada —le prometió y el castaño se relajó un poco, tras notar sinceridad en los ojos del chico—. ¿Me explicarás qué sucede? ¿Qué es eso de los sueños?
—Es que tú...—comenzó a decir el castaño y mordió su labio inferior—. Es que yo ya te he visto antes.
—¿En dónde?
—En mis sueños —susurró JiMin y esperó a que el otro le dijera que estaba demente o algo similar, pero TaeHyung se limitó a llevar su mano hasta la mejilla contaria y acariciarla.
—¿Me viste en tus sueños? —le cuestionó y el castaño asintió, por lo que el menor sonrió de lado—. Me alegra saberlo, porque yo también te pude ver en los míos. —Y antes que el mayor pudiera decir algo, TaeHyung optó por unir sus bocas.
JiMin podía sentir la desesperación con la que el pelinegro lo besaba; y sabía que lo correcto era alejarlo, pero no pudo hacerlo. Para sorpresa de hasta su propia persona, el mayor suspiró y decidió corresponder el beso del chico.
—JiMin...—susurró el menor sobre los labios del nombrado, quien lo besó nuevamente—. Dios, eres precioso —mencionó en voz baja y JiMin mordió su labio otra vez, por lo que TaeHyung optó por atacar el cuello del mayor, haciéndolo suspirar—. Realmente hermoso.
—TaeHyung...
—Joder, eres demasiado. —El menor gimió y JiMin lo imitó, para luego posar sus manos en el pecho de TaeHyung y acariciarlo—. ¿Qué te parece si vamos a un lugar más privado? —susurró con voz ronca.
Sin estar muy seguro, el mayor asintió. Por lo cual, TaeHyung sujetó su mano y entrelazó sus dedos. Y siendo guiado por el pelinegro, JiMin caminó por el bosque hasta llegar a un lugar donde habían numerosos vehículos estacionados; y se acercaron a uno de ellos, el cual seguramente le pertenecía al chico.
De repente, el menor lo sujetó por el rostro y volvió a enfocarse su boca. TaeHyung abrió la puerta del asiento trasero de su auto sin dejar de besarlo, para que después ambos subieran con rapidez.
JiMin ingresó al vehículo y permitió que el menor se sentara, antes de posarse sobre las piernas del chico y besarlo otra vez.
Sentía las manos de TaeHyung recorrer sus piernas, trasero y espalda. Se perdió en los labios del menor. JiMin no sabía precisamente por qué ahora se encontraba haciendo lo que hacía, pero estaba disfrutándolo mucho.
JiMin sentía que se ahogaba de placer. El ruido que provocaban sus labios al chocar con los de TaeHyung, los jadeos que el menor soltaba al sentir cómo él movía sus caderas en círculos, todo era demasiado para su bienestar.
—Joder, JiMin —gimió TaeHyung antes de comenzar a besar el cuello del mayor, quien soltó un jadeo y siguió moviéndose sobre el bulto del pelinegro.
Definitivamente, si su hermano se enteraba de lo que estaba haciendo, lo asesinaría. Ya podía oírlo en su mente. ¿Cómo demonios pudiste revolcarte con el idiota que aparece en tus pesadillas y te hace despertar llorando?
Pero SeokJin no debería golpearlo ni culparlo por actuar así, porque —en tal caso— todo era culpa de TaeHyung por ser malditamente atractivo y caliente. JiMin no podía resistirse a un hombre como él.
TaeHyung lo miró a los ojos y JiMin sintió que su corazón se detenía. El menor era un chico realmente hermoso. Y el castaño se preguntó por qué razón, en sus sueños, podía llegar a asustarlo.
El mayor salió de sus pensamientos cuando las manos del chico se colaron en sus pantalones y comenzaron a brindar caricias en sus nalgas, ayudándolo a moverse con mayor rapidez y brusquedad. Por su parte, JiMin se sujetó de los hombros del menor y atacó su boca, sintiendo cómo TaeHyung ahora también se movía contra él y gemía en sus labios.
El pelinegro acercó uno de sus dedos a la entrada del mayor, para luego brindar caricias en la misma antes de meter su índice en el estrecho interior de JiMin, sacándole al mayor un fuerte jadeo.
—Mierda —gimió el castaño adolorido y excitado. Sus cuerpo seguía moviéndose, causando que el dedo de TaeHyung ingresara y saliera de su interior una y otra vez—. ¡Maldición, TaeHyung! —soltó un grito cuando el nombrado metió otro dedo más y mordió su cuello.
—Estás muy apretado —TaeHyung habló en voz baja y mordió los labios del mayor, quien no dejaba de quejarse—, no puedo esperar a estar dentro de ti.
—¡TaeHyung!
Entonces, JiMin detuvo sus movimientos y se hizo a un lado, sentándose junto al menor, quien lo miró confundido. El mayor, lejos de pensar en explicarle al chico lo que sucedía, se limitó a quitarse sus zapatillas y jeans como pudo.
Soltó un gemido y se acostó en el asiento, utilizando la puerta a sus espaldas para recostarse.
—Fóllame, TaeHyung.
El pelinegro tardó unos segundos en reaccionar, pero finalmente lo hizo. El chico sonrió con picardía y mordió su labio inferior. Se quitó su remera y JiMin jadeó ante el cuerpo bien formado que TaeHyung cargaba.
Inevitablemente, su mano se metió en su bóxer. JiMin comenzó a masturbarse, mientras veía cómo el otro desabrochaba su pantalón y lo bajaba lo suficiente como para liberar su miembro.
JiMin no pudo evitar pensar en lo bien que se sentiría tener esa polla en su interior, atacándolo constantemente. Y pensando en eso, movió su mano con más fuerza y velocidad sobre su miembro.
—Dios, TaeHyung —gimió el mayor, manteniéndose bajo la penetrante mirada del nombrado—. Estoy tan cerca...
El menor sonrió y se acercó al castaño, quien no dejaba de soltar quejidos. Posó su mano sobre la del mayor y lo ayudó a masturbarse con más rapidez. Pero, segundos después, obligó a JiMin a quitar su mano y le apartó la ropa interior, dejándolo desnudo de la cintura para abajo.
—¡Joder! —JiMin sintió que moriría, cuando TaeHyung introdujo su miembro en su boca y comenzó a chupársela—. Mierda, sí.
Sin poder evitarlo, sus manos se posaron en la cabellera oscura del menor, quien permitió que JiMin marcara el ritmo y comenzara a follar su boca.
—T-TaeHyung, no puedo. Oh, diablos. Sí, sí.
La mano derecha del menor jugaba con sus testículos, mientras que con la otra retomaba su tarea de penetrar a JiMin con sus dedos y lo hacía enloquecer.
Era demasiado placer para JiMin. Nunca antes se había sentido tan estimulado, y estar en un vehículo —el cual ni siquiera tenía vidrios polarizados, por lo que cualquier persona podría pasar y verlos— solamente lograba excitarlo aún más.
—Me vengo...—le notificó al menor e intentó hacerlo a un lado, pero el pelinegro no se movió ni se detuvo. TaeHyung comenzó a mover sus dedos más rápido y a chupársela de forma más brusca, haciéndolo delirar—. Joder, mierda —repitió una y otra vez el mayor, sintiendo que el orgasmo lo alcanzaba—. ¡TaeHyung, sí! —gritó el nombre del chico, mientras comenzaba a venirse en la boca del mismo.
TaeHyung tragó toda su esencia con gusto, para luego lamer todo su miembro y testículos, eliminando cualquier rastro de semen. Por otro lado, JiMin sentía cómo los espasmos lo recorrían y cómo los dedos del menor seguían follándolo.
El pelinegro besó con fuerza al mayor, quien sintió su propio sabor en la boca de TaeHyung. Eso, lejos de asquearlo, solamente logró que se sintiera muy jodido y excitado.
Los dedos de TaeHyung —los cuales habían pasado a ser tres, pero el mayor ni siquiera lo había notado— abandonaron su interior y JiMin soltó un quejido. Aún se sentía muy sensible por la corrida anterior, pero las suaves y sucias caricias y besos del pelinegro estaban logrando que se pusiera duro una vez más.
TaeHyung hizo que el mayor se recostara del todo sobre el asiento, y JiMin vio cómo el chico se posicionaba sobre él. Automáticamente, el castaño posó una de sus piernas en el respaldo del asiento trasero, mientras que con la otra rodeó la cintura de TaeHyung, quien le sonrió.
El pelinegro sujetó la cintura del mayor con su mano izquierda y besó los labios del chico, posando su brazo libre a un lado de la cabeza de JiMin. Mientras sus lenguas exploraban la boca del otro, TaeHyung comenzó a abrirse paso en el interior del castaño, quien soltó un quejido adolorido.
TaeHyung repartió besos por todo el rostro y cuello del mayor, mientras seguía ingresando poco a poco. No mucho después, se encontró a sí mismo completamente dentro de JiMin, y gimió complacido por la espectacular sensación.
—JiMin, tan estrecho. Joder —se quejó sobre los labios del nombrado, quien respiraba con dificultad—. Tranquilo, bebé. —Lamió su oreja y el castaño jadeó; moviéndose de forma no intencional, pero provocando que ambos gimieran—. Mierda. Es el jodido paraíso.
—Muévete, vamos —le susurró JiMin y sacudió sus caderas—. Anda, házlo. —El mayor sonrió con picardía y el otro gimió—. Fóllame, TaeHyung-ssi —le pidió al chico, enloqueciéndolo al instante.
—Te follaré, nene. —TaeHyung abandonó el interior del mayor, para luego ingresar nuevamente de forma brusca, causando que JiMin gritara—. Y después de esto —comenzó a penetrarlo una y otra vez—, n-nunca podrás dejar de soñar conmigo. —El castaño mordió su labio y rodeó el cuello del menor con sus brazos—. Pero ahora, en tus sueños, vas a sentir únicamente cómo te follo sin parar; arrancándote gritos y haciendo que te corras una vez tras otras, mientras me entierro profundamente en ti y susurro tu nombre.
JiMin quiso responder algo, pero no pudo hacerlo. Las sucias palabras de TaeHyung lo habían hecho delirar, y la forma en la que estaba follándolo era jodidamente placentera.
Definitivamente el castaño sabía que aquella follada iba a quedar grababa en él, y que él no podría dejar de fantasear con tener a ese hombre en su interior otra vez.
TaeHyung había encontrado su próstata y no dejaba de golpearla constantemente, haciendo que JiMin sintiera que iba a tener la corrida más fuerte de su vida. El mayor arañaba la espalda del pelinegro, quien había comenzado a gemir y moverse con más rapidez, indicándole al castaño que estaba cerca del orgasmo.
JiMin movió sus caderas también y besó a TaeHyung, quien no dudó en corresponderle con la misma desesperación. Sin dejar de comerse la boca del menor, JiMin sujetó su propio miembro y comenzó a masturbarse al ritmo de las embestidas.
Poco minutos después, JiMin se corrió nuevamente, manchando su pecho y el del menor también. Tras gritar el nombre del pelinegro, cayó agotado sobre el asiento, sintiendo cómo el chico seguía penetrándolo, aunque ahora de forma errática.
Luego de un par de embestidas más, TaeHyung clavó sus dedos en la cintura de JiMin. Gimió el nombre del mayor y eyaculó fuertemente en el interior del mismo, viendo cómo parte de su semen —a pesar que su miembro seguía dentro del castaño— caía desde la entrada de JiMin, quien suspiró.
—Joder, eso fue intenso —susurró JiMin.
—Sí que lo fue. —TaeHyung sujetó al mayor de la cintura e hizo que ambos se movieran, para luego quedar el menor sentado y el castaño sobre él. JiMin gimió al sentir cómo el pene del menor tocaba nuevamente su próstata—. ¿Así era en tus sueños, bebé? —Besó su oreja.
—En absoluto —respondió y comenzó a moverse de arriba a abajo, autopenetrándose—. En mis sueños, quería huir de ti, pero no creo querer hacerlo ahora. —Lamió los labios del menor.
—No permitiré que te alejes. —TaeHyung le quitó lentamente la prenda superior al castaño, dejándolo desnudo por completo—. Te he encontrado, y no planeo perderte —aseguró antes de atacar con su boca los pezones de JiMin y comenzar a mover su cuerpo, penetrando duramente a su amante.
El castaño sabía que las visiones rara vez son lo que parecen, pero así como también él siempre supo lo que el extraño haría si lo conocía.
JiMin sabía que TaeHyung lo amaría de la misma forma en la que lo había hecho —una vez— en un sueño.
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