Saikuru 933 D.F.

El sofocante calor del entorno lo envolvía con una opresión insoportable, haciendo que cada respiración se convirtiera en un desafío. Los gritos que resonaban por doquier eran como un eco en su mente, mientras su piel ardía y el mundo a su alrededor parecía tambalearse mientras colapsaba. Sus sentidos estaban descontrolados, lo cual le resultaba curioso, teniendo en cuenta que estaba acostumbrado a mantener la compostura en cualquier situación. Una punzada insistente martilleaba en su cabeza, y juraría que estaba a punto de estallar en cualquier momento.

Todo se había descontrolado en un parpadeo, dejándolo atrapado en la impotencia de no haber podido actuar a tiempo. ¿Cómo habían llegado las cosas a este punto? Incluso había quemado el maldito huevo de madera solo porque Jungkook se lo había pedido con una sonrisa.

Necesitaba levantarse con urgencia, debía actuar antes de que fuera demasiado tarde. Sin embargo, el fuego parecía devorar todo su interior. Cada fibra de su ser ardía y tenía la sensación de que podría desmayarse en cualquier instante.

Si prestaba atención, podía percibir el eco de su nombre resonando en su mente como un susurro persistente. Podría haber pensado que estaba alucinando, pero al enfocar su mirada, vio frente a él a alguien que parecía gritarle con desesperación. A medida que la imagen se volvía más clara, reconoció a su segundo al mando, su mejor amigo. Su rostro reflejaba angustia, pero por más que intentara agudizar sus sentidos, le resultaba imposible; el calor estaba quemando su cabeza.

De repente, una sensación de frescura envolvió todo su cuerpo. ¿Se había atrevido el muy imbécil a lanzarle agua?

—¡Vuelve, maldita sea!

Taehyung limpió su rostro con brusquedad, logrando recuperar un poco de sus sentidos gracias al agua que recorrió todo su cuerpo.

—¡Tenemos que evacuar, todo está por derrumbarse! Levántate, nos están llamando para defender la capital.

La desesperación resonaba claramente en la voz de su mejor amigo. Taehyung, quien conocía los protocolos mejor que nadie, se encontraba paralizado en ese momento. En medio del caos, no podía concentrarse en nada más. Ni siquiera la inminente amenaza de que el imperio se desmoronara en escombros y cenizas podía rivalizar con la sensación de su corazón siendo consumido por las llamas de su tormento interior.

—Se lo han llevado... —declaró con la mirada perdida, su pecho agitándose con desesperación.

—¿¡De qué mierda estás hablando!? ¡Necesitamos las malditas órdenes!

—¡Se lo han llevado! —exclamó con aún más fuerza, sintiendo cómo el fuego comenzaba a extenderse por cada rincón de su cuerpo, listo para estallar en cualquier momento—. Se llevaron a Jungkook...