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15: La segunda prueba (II).

Este capítulo fue escrito en tiempo récord solo para ti, mi amor.💚 Feliz cumpleañitos, esta actualización es otro regalito. Espero te guste, te amo mucho, Mein Mond. Por ti y siempre para ti. DAG_Moonchild 🌷

"Si te encuentras con un dragón de frente, no apartes la mirada. No te salvará, pero morirás con orgullo".

El estúpido lema de la academia resonaba en la mente de Jungkook como un eco distante, frío y vacío. No podía evitar pensar en lo absurdo que era, concebido por quienes veían la muerte en batalla como el mayor honor que se podía ofrecer al imperio. Palabras que buscaban enaltecer un sacrificio que, en este momento, no le ofrecían consuelo alguno.

Jungkook no quería morir. Ni con orgullo, ni con miedo, ni con nada que justificara una muerte prematura. Ese pensamiento era la única certeza que tenía en ese momento.

El dragón estaba ahí, inmóvil pero vigilante, como un juez inapelable que había detenido el tiempo para contemplar su próxima sentencia. La criatura no necesitaba demostrar su poder: cada respiro suyo era una amenaza, cada movimiento de sus escamas reflejaba una fuerza que superaba cualquier habilidad humana. Su mirada, penetrante y desprovista de piedad, lo observaba con una intensidad que hacía que todo lo demás desapareciera.

Justo ahora, no sabía qué debía hacer. Cada posibilidad que pasaba por su mente parecía desvanecerse antes de tomar forma, consumida por el pánico que lo atenazaba. En primera instancia, debía calmarse; respirar profundamente, estabilizar el temblor de sus pensamientos y recuperar el control. Pero incluso esa tarea parecía monumental frente a la realidad que lo envolvía.

Necesitaba encontrar una salida, pero la única opción que tenía disponible era avanzar o regresar por donde había venido.

Y esa última idea, le helaba la sangre.

No es que Jungkook quisiera ser pesimista, pero sabía lo que le esperaba si volvía por ese camino. No era una mejor oportunidad, ni una salvación. Era algo que, aunque distinto al dragón que tenía frente a él, cargaba un peso igual de abrumador. Sentía su presencia incluso desde aquí, como una sombra latente, como una amenaza que llevaba el nombre de Taehyung.

Por un momento, se debatió entre dos horrores: el colosal dragón que bloqueaba su camino hacia adelante y la figura que lo aguardaba detrás, cuya sola mención en su mente hacía que su pecho se contrajera de un modo que no quería admitir.

Normalmente, Jungkook no habría sentido un miedo tan paralizante frente al comandante. Sin embargo, la intensidad de la hostilidad que percibía a través del vínculo hacía que su cuerpo reaccionara con una tensión casi dolorosa, difícil de ignorar. Por más que intentara racionalizarlo, no lograba entender cómo era posible sentir de manera tan clara algo que no le pertenecía. Durante un instante, quiso convencerse de que todo era producto del pánico del momento, una confusión generada por la presión de la situación.

No obstante, había algo innegable: esas emociones que lo invadían no eran suyas. Había un desarraigo inquietante en cada punzada de enojo, cada ráfaga de resentimiento, como si provinieran de una mente ajena que se filtraba en la suya. Esa certeza lo dejó con una sola conclusión: esos sentimientos no podían ser de nadie más que del Aervox. Una verdad que solo intensificaba el peso de su presencia y hacía que el aire a su alrededor se volviera más denso con cada segundo que pasaba.

No había tiempo para titubeos ni análisis prolongados; la amenaza se cernía sobre él desde ambos lados, y su instinto lo llevó a priorizar la más inmediata: el dragón. Aunque el temor le recorría la espalda como un escalofrío helado, recordó las palabras de Seokjin. Había previsto esta posibilidad y lo había entrenado para ello, aunque también le había dejado claro que un encuentro con un dragón no era algo común, las posibilidades de que ocurriera eran mínimas. Pero el laberinto parecía haber conspirado en su contra, guiándolo deliberadamente hacia este enfrentamiento inevitable.

Tomó una respiración profunda para estabilizar su mente. El dragón que tenía delante era de una clasificación inferior. Eso, lejos de restarle peligro, le confería una pequeña posibilidad de enfrentamiento. Sabía que la diferencia en poder no era tan amplia como para desestimarlo, pero su categoría inferior significaba que aún tenía alguna oportunidad de maniobrar, de encontrar una brecha en su defensa.

Sus ojos, de un marrón profundo, revelaban su naturaleza: un dragón de tierra. Este conocimiento, aunque básico, era clave. Aunque no tuviera la capacidad de manipular el elemento a voluntad, el entorno mismo que parecía estar adecuado a la criatura, jugaba a favor de esta. Las formaciones rocosas y la textura de la cámara serían una extensión de la fuerza del dragón, y Jungkook tendría que contrarrestarlo con astucia, no solo con fuerza.

Era un reto de vida o muerte, pero en el fondo de su mente, Jungkook entendió que este dragón, aunque formidable, no era invencible. La única forma de ganar sería adaptarse a su entorno, y aprovechar todo lo que el entrenamiento de Seokjin le había enseñado para salir de allí con vida.

Con movimientos apresurados, rebuscó en su mochila hasta dar con lo que buscaba: una daga elemental. Era idéntica a la que le había entregado a Yoongi antes de entrar, su superficie brillante parecía captar la luz de manera casi mágica, como si en su interior se agitara un pequeño río en constante movimiento. Seokjin le había explicado que, frente a criaturas de tierra, no había arma más eficaz que una imbuida con el poder del agua. Con esa advertencia grabada en su mente, apretó con fuerza la empuñadura, preparándose para lo que venía.

El aire a su alrededor se volvió denso, cargado de una energía opresiva que le erizaba la piel. Frente a él, el dragón emergió completamente de entre las sombras, su cuerpo masivo cubierto de escamas ásperas como roca y sus ojos brillando con un resplandor amenazante. Cada uno de sus movimientos hacía temblar el suelo, y el gruñido grave que escapaba de su garganta resonaba como un trueno lejano.

Jungkook tragó saliva, aferrando con más fuerza la daga en su mano. La criatura lo observaba, estudiándolo, como si estuviera decidiendo el mejor momento para atacar. No podía darse el lujo de titubear. Recordó las instrucciones de Seokjin: atacar con rapidez, sin permitir que las garras o el aliento del dragón lo alcanzaran.

El dragón rugió, lanzando una bocanada de aire que levantó una nube de polvo y piedras pequeñas. Jungkook se lanzó hacia un lado, rodando por el suelo justo a tiempo para evitar un coletazo devastador que dejó un surco profundo en la tierra. La tensión en el ambiente creció, como si contuviera la respiración, expectante.

Con un movimiento ágil, Jungkook giró en dirección al flanco del dragón y trató de asestar la daga con toda la fuerza que pudo reunir. El filo cortó el aire con un silbido agudo, dirigiéndose hacia la unión entre las escamas del pecho del dragón. Pero la criatura, veloz pese a su tamaño, giró su cuerpo a tiempo, desviando el arma que le rozó sin causar daño significativo. El dragón rugió de nuevo, esta vez con furia, y sus ojos ardieron con una amenaza renovada.

—Maldita sea —murmuró Jungkook, buscando rápidamente otra opción. Su mente trabajaba frenética mientras el dragón avanzaba, sus movimientos más rápidos y letales con cada paso. Apretó los dientes, decidido a no ceder.

Sabía que intentar vencerlo sería una locura. Su única opción era resistir lo suficiente para encontrar una forma de escapar de ese lugar. El aire en la cámara era pesado, saturado de una oscuridad impenetrable que parecía devorar cualquier rastro de luz. Apenas podía distinguir las formas a su alrededor, los contornos de las paredes se desdibujaban en sombras profundas, y cada paso resonaba en un eco inquietante.

Cerró los ojos por un momento, intentando agudizar sus sentidos, conectar con el ambiente que lo rodeaba, pero la oscuridad no era su aliada. Jungkook nunca había sido particularmente bueno lidiando con esa energía; le resultaba esquiva, como si se burlara de sus intentos por comprenderla.

Sus dedos rozaron las dos runas de luz que llevaba consigo, una leve fuente de poder que podía ser su única salvación en esa oscuridad abrumadora. Podrían ayudarle a iluminar el lugar, a despejar las sombras y revelar lo que se ocultaba en ellas. Sin embargo, era consciente del peligro. No podía arriesgarse a usarlas sin pensar. Las runas eran un recurso limitado y, más importante aún, cualquier destello de luz podría delatar su posición al dragón, alertándolo antes de que estuviera preparado para actuar.

Jungkook sabía que los dragones generalmente poseían una visión excelente en la oscuridad, una habilidad que los hacía casi invencibles en entornos sombríos. Sin embargo, al ser este dragón de clasificación inferior, carecía de esa ventaja natural. Sabía que su visión era limitada en la penumbra, lo que le daba una oportunidad, aunque pequeña. Es por esa razón, que el dragón mantenía el fuego en su garganta, siendo esta la única luz que le orientaba.

Su mente trabajaba frenética. «No puedo enfrentarlo directamente, no así», pensó, evaluando sus opciones. Sabía que atacar de frente sería un suicidio. El dragón, aunque limitado por la oscuridad, seguía siendo más rápido y fuerte que él. Jungkook tenía que pensar como un cazador, no como una presa.

El rugido del dragón resonó de nuevo, llenando la cámara con una vibración que se sintió hasta en el suelo. La luz tenue que emanaba de su garganta, un resplandor rojizo que parpadeaba como brasas encendidas, iluminaba parcialmente el entorno inmediato. Jungkook apretó la mandíbula al notar cómo ese brillo se reflejaba débilmente en las paredes de roca y, peor aún, en su propia figura cuando estaba demasiado cerca. Cada movimiento que hacía dentro del radio de aquella luz lo delataba.

Sabía que tenía que alejarse, pero la oscuridad que envolvía la cámara lo desorientaba por completo. No tenía ni la más mínima idea de hacia dónde debía moverse, y el aire denso que lo rodeaba no ayudaba. Tenía que encontrar una salida, pero sin un claro camino o señal, sería imposible. Al no ver pasillos que lo guiaran, pensó que la salida debía estar más oculta, tal vez detrás de alguna pared o en una grieta en la roca que no podía distinguir en esa oscuridad impenetrable.

Antes de que pudiera formular un plan más claro, el dragón reaccionó, lanzando una feroz ráfaga de fuego hacia él. El resplandor iluminó la cámara por un instante, haciendo que el aire se volviera abrasador. Jungkook saltó hacia un lado, esquivando la lengua de fuego que arrasó con la roca y la tierra a su paso, dejando un rastro humeante en el suelo. Apenas logró evadir el ataque, sintiendo el calor intenso rozando su piel. Si no hubiera tenido que reaccionar tan rápido para salvar su vida, podría haber aprovechado el fuego del dragón de alguna manera, tal vez usándolo para iluminar el lugar y buscar la salida. Pero en ese momento, todo lo que importaba era moverse, mantenerse con vida, y encontrar una manera de escapar antes de que la bestia tuviera la oportunidad de atacarlo de nuevo.

Respiró profundamente, centrando su mente en el caos que lo rodeaba. Sabía que su única esperanza era mantener la calma, pensar de manera estratégica. El dragón lo observaba fijamente, sus ojos brillando como brasas, evaluando cada movimiento que hacía. No podía enfrentarse a él de manera directa; las probabilidades estaban en su contra. Si intentaba luchar cuerpo a cuerpo, la bestia lo aplastaría sin esfuerzo.

Siguió moviéndose con agilidad, calculando cada paso. El dragón, sin embargo, no se dejaba engañar. Con un rugido feroz, giró sobre sí mismo y lanzó una llamarada de fuego, buscando alcanzarlo en el momento en que salía de la sombra. Jungkook saltó hacia un costado, el calor abrasador de las llamas rozando su espalda.

—¡Joder! —exclamó, su voz ahogada por el dolor del calor abrasador que le rozó la piel. El rugido del dragón retumbó a su alrededor, y el aire estaba tan denso con el calor que le dificultaba respirar. No podía seguir avanzando sin más. Necesitaba un plan, algo que le diera una mínima oportunidad de sobrevivir a la bestia.

Sabía que no sería capaz de evadir todos los ataques del dragón por mucho tiempo. Cada paso que daba parecía acercarlo más a la muerte, y el tiempo se le agotaba rápidamente. «¿Cómo puedo usar esto a mi favor?» se preguntó, desesperado, observando cómo las sombras se deslizaban por las paredes mientras la criatura se movía, siempre a la espera de su siguiente acción.

Sin saber qué más hacer, optó por recurrir a una runa. Con rapidez, la sacó de su mochila y, en un movimiento fluido, la activó, lanzándola en dirección contraria con toda su fuerza. Un resplandor cegador emergió de la runa, iluminando la cámara en su totalidad. Jungkook recorrió el lugar con la mirada, buscando frenéticamente alguna salida, pero la luz apenas ayudaba a despejar la oscuridad que lo rodeaba. Antes de que pudiera hacer mucho más, el dragón se lanzó sobre él con una velocidad fulgurante.

Desesperado, intentó defenderse. Empuñó su daga, con toda su fuerza, y trató de clavársela al monstruo. Sin embargo, el dragón esquivó con astucia su ataque, y en un parpadeo, la bestia lo alcanzó, dándole un golpe brutal con el hocico contra sus costados. El impacto lo arrojó hacia atrás, dejándole poco margen para reaccionar antes de que el dragón volviera a abalanzarse sobre él.

El aire se le escapó de los pulmones con la fuerza del golpe, y por un momento, todo se tornó borroso. Intentó recuperar el aliento mientras su cuerpo aún vibraba por el impacto, pero la inercia del dragón lo mantenía atrapado en su sombra, como si la bestia ya tuviera su presa. El dolor en sus costados le recordó que no podía permitirse rendirse, no ahora.

Con un esfuerzo titánico, logró girarse hacia en el suelo, rozando apenas la punta de sus dedos contra las piedras frías, y se obligó a levantarse. El dragón, furioso, rugió con un sonido que reverberó en las paredes de la cámara, haciéndolo tambalear nuevamente. La presión de su presencia era insoportable.

Jungkook se incorporó con dificultad, el dolor en sus costados punzando cada vez que intentaba mover un músculo. La bestia no le dio tregua, su sombra oscureciendo el espacio a su alrededor mientras avanzaba con furia. Sintió el peso de la situación, pero no podía rendirse. Necesitaba hacer algo, algo para ganar tiempo.

Con manos temblorosas, sacó su última runa. La sostuvo con firmeza, cerrando los ojos por un momento, intentando reunir toda la calma posible. Esta era su última oportunidad, la única manera en que podría encontrar una salida o, al menos, ganar tiempo para pensar. El peso de la situación lo aplastaba, pero no podía rendirse ahora.

Antes de que pudiera lanzar la runa, un rugido ensordecedor de la bestia sacudió la cámara. La vibración del sonido fue tan intensa que le atravesó los huesos, haciéndole dudar por un segundo. En un impulso descontrolado, lanzó la runa hacia el dragón, en lugar de usarla para iluminar el entorno. La esfera de luz se disparó directamente hacia la criatura, estrellándose contra ella sin causar más que un resplandor cercano.

—¡No, no, no! —exclamó Jungkook, su voz llena de desesperación. Sus ojos recorrían frenéticamente la cámara, tratando de vislumbrar cualquier indicio de una salida, pero el margen de luz que tuvo tras el movimiento fallido era mínimo. La oscuridad no tardó en rodearlo rodeaba nuevamente.

El sudor le empapaba la frente mientras sentía cómo la ansiedad lo ahogaba. Cada respiración se hacía más difícil, cada segundo más pesado. No podía ver nada más que las sombras que lo acechaban. El rugido del dragón se intensificó, resonando en cada rincón de la cámara, y el miedo comenzó a apoderarse de él.

Cuando la oscuridad volvió a cerrarse por completo a su alrededor, el sentimiento de impotencia lo invadió. Jungkook, atrapado en su propio fracaso, sintió que se le escurría cualquier esperanza de escapar.

—Estoy... estoy jodido —murmuró para sí mismo, su voz apenas audible en medio de la tensión creciente. La realidad se le caía encima, y la desesperación lo abrazaba con fuerza, cada vez más cerca del abismo.

Posiblemente fue el miedo lo que lo hizo perder la noción de lo que sucedía a su alrededor. El peligro lo había nublado tanto que había olvidado por completo la razón de su prisa, el motivo de la urgencia que lo había impulsado a actuar tan precipitadamente. Sin embargo, lo que escuchó a continuación no solo lo sorprendió, sino que lo paralizó por completo.

—Si necesitabas luz, solo tenías que pedirlo.

La voz de Taehyung resonó en el aire, profunda y clara, y en ese mismo instante, toda la cámara se iluminó con una intensidad cegadora. Jungkook apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando vio cómo el comandante generaba una enorme esfera de fuego en su mano, su forma brillante y vibrante en medio de la oscuridad. La luz era tan intensa que incluso las sombras parecían retroceder, disipándose a su paso.

Jungkook no pudo evitar fijar la mirada en él, su mente luchando por procesar lo que estaba sucediendo. Pero antes de que pudiera asimilarlo, Taehyung lanzó la bola de fuego hacia él con una velocidad asombrosa. Instintivamente, el cuerpo de Jungkook reaccionó. No pensó, solo se movió. En un reflejo casi automático, saltó hacia un lado, esquivando el impacto por poco. El fuego pasó rozando su costado, dejando una estela ardiente en su piel. Su corazón latía desbocado, y aunque logró evitar el ataque, su mente seguía tratando de entender lo que acababa de suceder.

La cámara se iluminó una vez más, esta vez por una esfera de fuego aún más potente. El dragón, furioso con la nueva presencia, intentó abalanzarse sobre Taehyung con una rapidez devastadora, pero el comandante lo esquivó con una calma desconcertante, moviéndose con una precisión que parecía casi sobrenatural. Antes de que la bestia pudiera reaccionar, Taehyung lanzó la bola de fuego directamente hacia él, impactando de lleno.

El dragón, que antes se había mostrado desafiante, retrocedió ligeramente, sintiendo el peso de la diferencia de poder entre ellos. La postura de la criatura cambió, su agresividad suavizándose al darse cuenta de que no podía igualar la fuerza de su oponente.

Taehyung, por su parte, no mostró ninguna señal de incertidumbre. Sin hacer más que un leve movimiento de su muñeca, encendió una nueva esfera de fuego en su mano, su expresión imperturbable. Se giró hacia Jungkook, sin prestarle mayor atención al dragón, como si la presencia de la bestia fuera irrelevante ante la amenaza que él mismo representaba. La luz cegadora iluminó la cámara con una intensidad palpable, pero en su mirada no había ni rastro de preocupación, solo una fría determinación. El comandante se movía con una autoridad imponente, y en ese momento, Jungkook tuvo claro a quién debía temerle más.

—Es sorprendente cómo, cada vez que nos encontramos, siempre estás en una maldita situación como esta. —La voz de Taehyung se cortó en el aire, grave y cargada de desdén—. ¿No te das cuenta de que la muerte realmente te persigue? Y, sinceramente, estoy un poco dolido. Te dije que sería yo quien pondría fin a tu vida, pero sigues intentando arrebatarme esa oportunidad. Te lo advertí, Jungkook Xaldir. Traté de evitar que llegáramos a este punto, pero si insistes en buscar tu final, permíteme concedértelo.

Jungkook, con el pulso acelerado y la respiración agitada, no tuvo tiempo de replicar. Antes de que pudiera siquiera pensar en una respuesta, la bola de fuego salió disparada hacia él con una velocidad aterradora. Su cuerpo reaccionó por instinto; saltó hacia un lado, esquivando la explosión de calor y luz que casi lo alcanza. La energía del fuego quemó el aire a su alrededor, y el calor lo envolvió brevemente, dejándole la piel ardiente y la mente nublada.

Sin embargo, antes de que pudiera recomponerse por completo y ponerse nuevamente a la defensiva, algo lo alcanzó con brutalidad. Un golpe fuerte y preciso, directo a su estómago, lo derribó al suelo con tal fuerza que el aire fue expulsado de sus pulmones. La presión lo dejó sin aliento, y por un segundo, todo se volvió borroso. La visión de la cámara se distorsionó mientras intentaba levantarse, pero el dolor en su abdomen lo mantenía postrado en el suelo, incapaz de reaccionar con la misma rapidez de antes.

El silencio que siguió al impacto fue ensordecedor, y Jungkook, mientras luchaba por recuperar el control de su respiración, sintió el peso de la situación aplastándolo aún más.

—¡Te dije que aprendieras cuál era tu maldito lugar! —La voz de Taehyung retumbó con furia, cargada de rabia. Antes de que Jungkook pudiera reaccionar, sintió el impacto de una patada directa en su rostro, el golpe tan brutal que su cabeza se sacudió hacia atrás con violencia. El suelo lo recibió una vez más, el dolor surgiendo como una ola que le nubló los sentidos.

Apenas tuvo tiempo de procesar lo sucedido cuando un sabor metálico le llenó la boca. Al toser, la sangre brotó de sus labios, caliente y amarga, salpicando sobre el suelo. El dolor en su rostro era insoportable, como si cada uno de sus huesos estuviera fracturándose por dentro. La presión en su cabeza lo desbordaba, y el eco del golpe parecía resonar en su mente, dejándole una sensación de aturdimiento abrumadora.

Aun así, el dolor no fue suficiente para aplastarlo por completo. Aunque su cuerpo temblaba y su respiración era entrecortada, una pequeña chispa de resistencia se mantenía encendida en su interior. Pero, mientras el ardor de la sangre en su boca se mezclaba con la pesadez de la situación, Jungkook no podía evitar sentir que el control se le escapaba entre los dedos. Especialmente cuando el dolor más insoportable parecía quemar en su pecho.

De repente, un gruñido profundo y gutural resonó en la cámara, retumbando en las paredes y haciendo que el aire vibrara. Taehyung se giró con rapidez, como si, por un breve instante, hubiera olvidado la presencia del dragón. Su expresión cambió apenas, un destello de irritación cruzando su rostro, como si la criatura hubiera interrumpido algo de importancia. Una bola de fuego se encendió en su mano, iluminando de nuevo el lugar.

Mientras tanto, Jungkook luchaba por mantener la conciencia, su mente tambaleándose al borde de la oscuridad. El dolor en su cuerpo era tan intenso que cada respiro le costaba un esfuerzo monumental. La sangre seguía cayendo de su boca, y su visión se volvía cada vez más difusa. Podía sentir por medio del vínculo, la hostilidad que emanaba del comandante, como un torrente de furia que lo atravesaba sin piedad. El desprecio, la furia, todo en Taehyung apuntaba a un solo propósito: eliminarlo. Jungkook sintió con claridad la intención asesina que había detrás de cada uno de sus movimientos, el profundo deseo de acabar con él de una vez por todas. El peso de esa verdad cayó sobre Jungkook, haciéndolo sentir más pequeño e indefenso que nunca.

—Podemos hacerlo juntos, si eso es lo que te molesta —dijo Taehyung con una calma que contrastaba con la tensión del momento, su tono cargado con una ligera burla, casi como si el dragón pudiera entenderlo—. ¿Te parece?

Aprovechando que la atención del dragón se había desviado momentáneamente hacia Taehyung, Jungkook no perdió tiempo. La luz de la bola de fuego proyectaba un resplandor cegador que iluminaba cada rincón de la cámara, y fue bajo esa luz que comenzó a buscar una salida. No tardó mucho en encontrarla: detrás de un muro de tierra, casi imperceptible, había una grieta en la pared que Jungkook dedujo debía conducir hacia algún tipo de salida.

Una corriente de alivio lo recorrió, pero sabía que aún no podía relajarse. Necesitaba acercarse sin ser visto, y mientras evaluaba las opciones, una idea fugaz cruzó su mente. Sabía que si quería ejecutar su plan, tendría que reunir toda la determinación posible, pues por nada del mundo podría perder la consciencia.

Comenzó a moverse hacia la grieta, arrastrando sus pasos con más ruido del necesario, como si quisiera que Taehyung notara su desplazamiento. Al escuchar el sonido, el comandante no tardó en girarse, clavando su mirada en él con una mezcla de irritación y desdén.

—Admiro tu determinación. Ojalá la hubieras empleado en algo más eficiente, como en sobrevivir.

Jungkook pudo anticipar la patada antes de que llegara, pero no hizo el intento de esquivarla. La fuerza con la que Taehyung la lanzó lo derrapó hacia atrás, empujándolo un poco más cerca de la grieta. Cada centímetro ganado era un paso más cerca de la libertad, pero sabía que aún no podía relajarse. Necesitaba que toda la atención del comandante estuviera centrada en él, sin que sospechara lo que realmente tramaba.

—¿P-por qué haces... esto? —articuló Jungkook, con la respiración entrecortada, arrastrándose hacia atrás para pretender crear distancia, como si intentara escapar—. N-no te he hecho nada.

—Ya te lo dije, Jungkook. Tu sola existencia es una amenaza para el equilibrio de la academia.

—¿Soy una amenaza para la academia... o para ti?

Las palabras flotaron en el aire, y por un momento, Taehyung pareció vacilar, como si las palabras de Jungkook lo hubieran paralizado. Fue solo un instante, pero suficiente para que un destello de hostilidad recorriera el rostro del comandante antes de que se acercara, lanzando otra patada con una violencia renovada. Esta vez, el impacto lo estrelló contra el muro detrás de él, el dolor lacerando su espalda, pero había logrado lo que quería.

La grieta estaba justo a su lado. Jungkook, apenas consciente de su entorno, se aferró a la idea de que necesitaba mantenerse despierto, mantener la concentración. La salida estaba cerca. Ahora solo le quedaba un desafío: resistir.

—Realmente eres alguien intrigante, debo admitirlo. Y ya que estos son tus últimos momentos, puedo decir que también eres sumamente peligroso, más de lo que podrías imaginar.

—¿P-peligroso? —Jungkook apenas pudo articular, la incredulidad y la confusión tiñendo su voz.

—Creo que la parte de ti que no intenta ignorar lo que ocurre entre nosotros lo sabe bien —dijo Taehyung, su tono cargado de una fría certeza—. Es una lástima, ¿sabes? Pero debemos hacer lo que sea necesario para evitar que nuestras debilidades nos terminen matando.

En ese preciso momento, Taehyung formó una nueva bola de fuego en su mano, y sus ojos, reflejando la misma intensidad que la esfera, brillaron con una determinación implacable. Jungkook pudo percibir algo extraño a través del vínculo que compartían; una sensación demasiado confusa, que parecía recorrerlo desde el fondo de su ser. Los ojos del comandante reflejaban una incertidumbre, la misma que él sentía en ese instante.

Aprovechando el breve parpadeo de duda en el rostro de Taehyung, Jungkook metió la mano en su bolsillo y sacó la última runa que le quedaba. La runa que Seokjin le había advertido que solo  usara en caso de ser absolutamente necesario y se encontrara en extremo peligro, puesto que podría ser sumamente fatal para él. Las palabras del mayor resonaron en su mente, pero en ese preciso momento, el peligro inminente que lo rodeaba parecía justificar el riesgo.

Jungkook apretó la runa con firmeza, su mano temblando apenas, pero su determinación inquebrantable. Con toda la fuerza que pudo reunir, la lanzó hacia el techo de la cámara, mirando cómo el objeto ascendía en el aire con una precisión. El impacto de la runa contra la roca activó su poder inmediatamente, liberando una onda de viento tan fuerte que arrancó de raíz todo a su paso. Las estalactitas que colgaban del techo fueron arrancadas por la fuerza brutal del aire, cayendo como cuchillos afilados sobre todo lo que se encontraba debajo. La violencia de la acción era tal que, por un momento, pareció que el mismo techo de la cámara se tambaleaba, una amenaza inminente de derrumbamiento.

Seokjin le había advertido sobre los riesgos de usar esa runa, especialmente en un lugar tan vulnerable como este. El laberinto, situado bajo tierra, era una trampa mortal en sí misma, y activar una runa de tal magnitud podría desencadenar un derrumbamiento que lo sepultaría junto con todo lo que lo rodeaba. Pero ya no había marcha atrás. La onda de viento sorprendió a Taehyung, quien rápidamente alzó la vista hacia el techo, notando cómo empezaba a desplomarse bajo el poder desatado de la runa.

El dragón, aprovechando el caos que se desató a su alrededor, se lanzó hacia Taehyung con una rapidez feroz, buscando derribarlo en medio del colapso. Sin embargo, Taehyung no tardó en reaccionar. Con un gesto brusco, lanzó otra bola de fuego con precisión, alcanzando al dragón en pleno ataque y desintegrando cualquier intento de acercamiento. La criatura, herida y detenida, retrocedió, y Jungkook, consciente de la oportunidad que se le ofrecía, no perdió ni un segundo.

El miedo que había sentido momentos antes se desvaneció por completo. Sabía que, para sobrevivir, debía seguir adelante. Lo que le ocurriera al Aervox no debería importarle, especialmente cuando este había intentado matarlo. Así que, ignorando cualquier tipo de duda, se acercó rápidamente hacia la grieta en la pared, esa que representaba su única esperanza de escape.

Sin embargo, cuando estaba a punto de atravesarla, un grito desgarrador de Taehyung cortó el aire. Jungkook se giró rápidamente, y en ese momento, vio cómo una enorme estalactita se incrustaba con fuerza en el brazo del comandante, perforando su piel con una violencia que hizo eco en toda la cámara. Taehyung cayó de rodillas, su rostro contorsionado por el dolor, y el brillo de furia en sus ojos no hacía sino aumentar.

Jungkook no pudo evitar detenerse por un breve segundo, observando la escena. La oportunidad estaba ante él, pero en ese instante, el destino parecía estar jugando con ellos de una manera cruel y extraña.

Ni siquiera sabía por qué lo hizo, pero algo en su interior lo impulsó a moverse casi automáticamente. Cuando vio al dragón lanzarse hacia Taehyung, con la amenaza de una ráfaga de fuego dirigida directamente hacia él, Jungkook no pensó, solo actuó. Se lanzó hacia adelante con toda la fuerza que pudo reunir, empujando al comandante fuera de la trayectoria de la llamarada. El calor de la ráfaga lo alcanzó de lleno en el brazo, rozándole la piel con una quemadura abrasadora. Un siseo involuntario de dolor escapó de sus labios, pero no se detuvo.

La mirada de Taehyung era de una incredulidad total, como si no pudiera comprender lo que acababa de suceder. Los ojos del comandante reflejaban una mezcla de confusión y algo más, algo que Jungkook no lograba captar con claridad. A través del vínculo, todos esos sentimientos lo asaltaron con una intensidad abrumadora, confusos y caóticos, haciéndolo sentir como si estuviera siendo arrastrado por una corriente de emociones desconocidas, incapaz de descifrarlas.

—¿Por qué...? —La pregunta de Taehyung quedó suspendida en el aire, un murmullo lleno de desconcierto. Pero Jungkook no le dio respuesta. No podía permitírselo. No había tiempo.

Sin decir una palabra, agarró el brazo de Taehyung y lo arrastró hacia la grieta en la pared, su corazón latiendo con furia en su pecho mientras la adrenalina recorría su cuerpo como un torrente. El ruido del techo desmoronándose a su alrededor retumbaba en sus oídos, el caos de la destrucción inminente sumergiéndolo en un estado de pura urgencia.

Cuando el último fragmento del techo pareció desplomarse por completo, el resplandor de una llamarada iluminó la cámara, una explosión de fuego que habría alcanzado a ambos en un instante más. Pero en ese preciso momento, Jungkook y Taehyung lograron atravesar la grieta y salir al pasillo del laberinto, justo a tiempo para evitar la ola de calor de la bestia.

El eco de la explosión quedó atrás, pero el aire estaba cargado de tensión y desesperación. Jungkook, con el corazón aún acelerado, miró a Taehyung, tenía aún su brazo adolorido sujetándolo con firmeza, sin saber si lo que había hecho era un acto de valentía o locura.

Sin embargo, en ese momento no había espacio para preocuparse ni siquiera por sí mismo. El agotamiento lo golpeó como una ola implacable, drenando toda la energía que le quedaba. Su cuerpo, que hasta ese instante había funcionado únicamente gracias a la adrenalina, comenzó a fallarle. Intentó mantenerse firme, a pesar del temblor en sus piernas y el ardor punzante en su piel quemada, pero fue inútil.

Su visión empezó a volverse borrosa, los colores y las formas a su alrededor se mezclaban en un remolino confuso. Parpadeó varias veces, luchando desesperadamente contra el peso aplastante que lo arrastraba hacia la oscuridad. Su respiración era superficial y entrecortada, como si su propio cuerpo se negara a obedecer.

Antes de que pudiera comprenderlo, el mundo a su alrededor se desvaneció. Todo sonido, toda sensación, incluso la presencia del vínculo que lo mantenía conectado a Taehyung, todo desapareció en un vacío silencioso. Sus párpados cayeron como si fueran de plomo, y finalmente, su consciencia lo abandonó, dejándolo caer en un abismo profundo y oscuro del que no sabía si despertaría.

Cuando Jungkook abrió los ojos, la sensación de desconcierto lo envolvió de inmediato. Durante un instante, no sabía si debía sentirse aliviado por estar despierto o temer lo que podría encontrar al hacerlo. Lo primero que percibió fue el peso de su propio cuerpo, entumecido, como si cada músculo estuviera aún recuperándose de la batalla que había enfrentado. Se incorporó lentamente, sus movimientos torpes y pesados, mientras trataba de reunir fuerzas para recobrar la compostura. Parpadeó varias veces, intentando enfocar el entorno borroso que lo rodeaba, y poco a poco el sonido volvió a sus oídos. Un pitido agudo persistía, pero pronto se desvaneció a medida que sus sentidos regresaban por completo.

Confusión. Lo primero que su mente trató de hacer fue reconstruir los fragmentos dispersos de los recuerdos recientes, como si necesitara piezas para armar el rompecabezas de lo sucedido. Cerró los ojos un momento, forzándose a recordar. Y entonces, los eventos vinieron a él, golpeándolo con fuerza: la runa, el derrumbamiento, el dragón, la última imagen de Taehyung herido por la estalactita y finalmente, el momento en que la oscuridad lo reclamó. Recordó el peso de su cuerpo desplomándose, la sensación de impotencia, y supo que había perdido la consciencia.

Su mirada se desvió rápidamente hacia su brazo, el lugar donde el fuego lo había alcanzado. La quemadura aún ardía bajo la piel, pero cuando bajó la vista, notó que estaba cuidadosamente vendado. El leve ardor le indicaba que la herida seguía presente, aunque el alivio fresco que sentía y el olor de un ungüento medicinal le hicieron suponer que alguien lo había tratado mientras estaba inconsciente.

Entonces lo recordó: antes de desmayarse no estaba solo. Taehyung había estado con él, y esa certeza lo golpeó con fuerza. Como si el vínculo en su pecho reaccionara a sus pensamientos, una punzada le indicó la dirección en la que debía buscar. Sin dudarlo, levantó la mirada, sus sentidos ahora más alerta.

Y ahí estaba él.

—Pensaba que te demorarías más en despertar —dijo la voz profunda del comandante. Su tono era serio, carente de cualquier emoción evidente, pero había algo en su mirada que lo hizo estremecer. Esa intensidad, penetrante y casi insondable, era distinta a cualquier cosa que Jungkook hubiera visto antes en él.

Jungkook tragó saliva, tratando de aliviar la sequedad en su garganta. Al intentar hablar, su propia voz le sonó extraña, como si no le perteneciera.

—¿Qué ocurrió? ¿Dónde estamos? —preguntó, su tono débil pero cargado de una mezcla de confusión y alarma.

Taehyung no respondió de inmediato. Permaneció inmóvil, su mirada fija en él, como si buscara algo en su expresión o en sus palabras. El silencio se alargó lo suficiente como para tensar aún más el ambiente. Finalmente, sin decir una sola palabra, el comandante movió ligeramente la cabeza hacia un lado, indicándole una dirección.

Jungkook dudó. Había algo en la postura de Taehyung, en la calma tensa que emanaba de él, que lo hacía vacilar. Tragó con fuerza, sintiendo su corazón latir con rapidez, y finalmente giró hacia donde el comandante había señalado. Lo que vio lo dejó sin aliento.

Ya no estaban en el pasillo que había bordeado la cámara derrumbada. El espacio en el que se encontraban era completamente diferente. Las paredes, de un tono oscuro y rugoso, parecían absorber la escasa luz, como si estuvieran hechas de una piedra antigua que cargaba siglos de historia. Pero lo que más capturó su atención fue el centro de la sala. Allí, suspendida en el aire, había una reliquia que brillaba con una luz dorada intensa, casi cegadora. Sus bordes parecían ondular, como si no estuvieran hechos de materia sólida, sino de energía pura.

La luz de la reliquia bañaba el espacio con un resplandor cálido, pero su intensidad también proyectaba sombras alargadas y temblorosas en las paredes, dándole al lugar una atmósfera inquietante. Jungkook parpadeó varias veces, intentando procesar lo que veía. Su respiración se volvió irregular al darse cuenta de que se encontraban en el centro del laberinto.

Su mente trabajaba a toda velocidad, intentando procesar la situación. ¿Acaso Taehyung lo había llevado hasta ese lugar? Todo indicaba que sí, pero la pregunta que realmente lo atormentaba era: ¿por qué? Nada tenía sentido. Hasta hacía poco, el comandante parecía dispuesto a acabar con su vida sin el menor titubeo. Había sentido en carne propia la intensidad de su furia, el peligro latente en cada movimiento de Taehyung, y, sin embargo, ahí estaba ahora, ileso y en el centro del laberinto.

Las preguntas comenzaron a acumularse en su mente, cada una más angustiante que la anterior. ¿Qué había cambiado? ¿Por qué Taehyung lo había salvado? ¿Por qué lo había llevado hasta la reliquia y por qué la tensión entre ellos se sentía más densa que nunca? La incertidumbre era como una sombra opresiva que amenazaba con consumirlo.

Pero lo que más lo aterraba no eran las preguntas en sí, sino las posibles respuestas. ¿Y si no quería conocerlas? Cada intento de darle sentido a la situación lo llenaba de un pánico helado que lo dejaba paralizado. La posibilidad de que todo esto fuera parte de un plan aún más oscuro lo asfixiaba.

Trató de calmarse, de reunir sus pensamientos y encontrar alguna lógica en medio del caos. Pero incluso ese esfuerzo parecía inútil. Cada vez que sus ojos se posaban en Taehyung, veía en su rostro una mezcla de emociones que solo añadían más confusión a su ya tambaleante estabilidad. Había algo distinto en el comandante, algo que no lograba descifrar. Y, aunque no podía explicarlo, sentía que aquella mirada intensa cargaba un peso que iba más allá de lo que estaba ocurriendo en ese momento.

—El tiempo está por agotarse, deberías darte prisa si quieres salir de aquí —dijo Taehyung, su tono firme pero distante, mientras se dirigía hacia la reliquia que brillaba intensamente en el centro de la sala. Jungkook lo observó, sin poder apartar la vista cuando el comandante extendió la mano para tomarla. El sonido de un muro abriéndose inmediatamente después distrajo a Jungkook, haciéndole girar la cabeza hacia un pasillo que ahora se revelaba ante ellos. A diferencia del laberinto de caminos intrincados que había visto antes, este corredor era una línea recta, sin desvíos.

Taehyung avanzó hacia la salida con pasos decididos, dispuesto a marcharse sin más. Pero antes de que pudiera desaparecer en la oscuridad del pasillo, Jungkook sintió que no podía seguir callado, la incertidumbre dentro de él era demasiado fuerte para ignorarla.

—¿Por qué no me mataste? —Las palabras escaparon de sus labios antes de que pudiera detenerlas. El eco de su voz resonó en la sala vacía, llenando el silencio tenso entre ellos.

Taehyung se detuvo en seco, aunque no se giró para mirarlo. Por un momento, el comandante pareció perderse en sus propios pensamientos, su mirada fija en el techo, como si buscara una respuesta en las sombras. Una confusión visible cruzó su rostro, algo que ni él mismo parecía capaz de entender por completo.

—Sí, ¿por qué? —murmuró en voz baja, apenas un susurro que solo llegó a los oídos de Jungkook gracias a la quietud del lugar. Finalmente, Taehyung giró sobre sus talones, sus ojos oscuros reflejando la misma confusión que se había asentado en su mente. No había dureza en su expresión esta vez, solo desconcierto—. Demuéstrame que no cometí un error.

Y sin decir una palabra más, Taehyung se volvió de nuevo y salió corriendo por el pasillo, el muro cerrándose detrás de él con un estruendo que resonó en el vacío. El sonido reverberó en las paredes hasta que la sala quedó en completo silencio.

Por un instante, Jungkook se quedó solo en la penumbra, el frío de la sala calando en su piel. El aire se sentía pesado, como si las paredes mismas estuvieran presionando contra él. Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que la reliquia volviera a aparecer en el centro de la habitación, brillando con la misma intensidad de antes. «Magia», pensó, casi con resignación. Todo parecía estar calculado, como si la sala estuviera diseñada para estar a disposición de cualquier estudiante que llegara hasta ahí.

No podía permitirse seguir cuestionándose. Con el tiempo en su contra y sus dudas zumbando en su cabeza, sabía que debía actuar rápido. Con un último vistazo a la reliquia, se obligó a levantarse, aunque sus músculos dolían con cada movimiento. Se acercó lentamente al centro de la sala y, sin pensarlo demasiado, extendió la mano para tomar la reliquia. Tan pronto como sus dedos rozaron su superficie, el muro se volvió a abrir, mostrándole un camino similar al que antes había tomado Taehyung.

Jungkook miró el reloj en su muñeca. Le quedaban cuarenta minutos para salir. El tiempo era escaso, y si quería conseguir la escama, no podía permitirse más distracciones. Con una última inhalación profunda, se adentró en el pasillo. Cada paso que daba era más rápido que el anterior, pero su mente seguía girando en torno a las palabras de Taehyung. ¿Por qué lo había salvado? ¿Pensaba que hacerlo había sido un error? No tenía respuestas, pero algo en su interior le decía que pronto las encontraría... o las enfrentaría.

Ahora, todo lo que importaba era salir de allí con vida.

Salió apresuradamente por la abertura, el muro cerrándose detrás de él con un estruendo que resonó en sus oídos. No se detuvo a mirar atrás; sabía que hacerlo solo desperdiciaría tiempo que no tenía. En cambio, comenzó a correr, impulsándose con cada pizca de fuerza que le quedaba. Sus músculos protestaban con cada paso, los latidos de su corazón resonaban en sus sienes, pero Jungkook se obligó a ignorar el dolor. No tenía opción.

El pasillo se extendía interminablemente frente a él, una línea recta que parecía no tener fin. Cada segundo que pasaba sentía como si la salida estuviera más lejos, como si el laberinto estuviera jugando con su percepción. A pesar de ello, continuó, sus botas resonando en el suelo con un ritmo constante, casi frenético.

De repente, la sensación de ser observado se apoderó de él. Era como un peso invisible que se apoyaba en su espalda, haciéndole tensar los hombros. Su instinto le gritaba que girara la cabeza, que verificara qué era aquello que lo acechaba, pero no lo hizo. «No puedes detenerte», se dijo a sí mismo, obligándose a avanzar. «No importa qué sea, no importa quién sea. Solo sigue corriendo».

El silencio del corredor no tardó en romperse. Primero, un murmullo bajo, casi un susurro, seguido por ruidos guturales provenientes de las paredes cercanas. Eran sonidos inconfundibles: criaturas. Las bestias del laberinto, que seguramente estaban en salas adyacentes, comenzaron a rugir, como si hubieran percibido su presencia. Jungkook tragó saliva, sus pasos acelerándose mientras sus sentidos se mantenían alerta, aunque se rehusaba a detenerse para confirmar lo que ocurría.

El rugido de las criaturas se mezcló con otros sonidos: gritos. Voces humanas, cargadas de desesperación y pánico. Otros estudiantes estaban enfrentándose a su propia lucha, pero Jungkook no podía permitirse distraerse. Cerró los ojos por un breve instante mientras corría, tratando de bloquear la culpa que intentaba aflorar en su pecho. No era que no le importara, pero sabía que si se detenía a ayudar, no saldría de allí con vida. Además de que ni siquiera había manera de salir de ese pasillo.

Un golpe seco y distante resonó, seguido por un chillido que hizo que su piel se erizara. «No te detengas». Su respiración se volvió errática, pero mantuvo el ritmo, obligándose a pensar solo en un objetivo: alcanzar la salida. Cada paso era un desafío, cada ruido un recordatorio de que el tiempo no estaba de su lado.

El pasillo parecía interminable, pero Jungkook apretó los dientes, reuniendo cada gramo de determinación que le quedaba. Podía sentir que sus piernas temblaban, que el sudor le corría por la frente y empapaba su ropa, pero nada de eso importaba. Lo único que tenía en mente era sobrevivir... y la promesa de que, si salía de ahí, enfrentaría todas las preguntas que ahora lo atormentaban. «Pero primero, la salida».

Jungkook miró su reloj, la ansiedad apoderándose de él al ver que solo quedaban cinco minutos. A lo lejos, un muro apareció frente a él, una barrera que solo podía significar una cosa: la salida. Creyó que tendría que detenerse y encontrar la manera de abrirlo, pero antes de que pudiera siquiera pensarlo, la reliquia en su mano brilló intensamente, y el muro se abrió por sí mismo, permitiéndole pasar sin que tuviera que hacer nada más.

Al cruzar, se detuvo bruscamente, sus respiraciones entrecortadas y dolorosas. Su pecho subía y bajaba con cada inhalación forzada, y tuvo que apoyarse sobre sus rodillas, luchando por recuperar el aliento. Sin embargo, antes de lograrlo, un grito atravesó el aire, una exclamación llena de urgencia. Lo siguiente que sintió fue un golpe repentino que lo desbordó, y en un parpadeo, se dio cuenta de que no era un ataque. Era un abrazo.

—¡Kook! —La voz de Yoongi retumbó en sus oídos, cargada de una desesperación palpable que Jungkook pudo sentir incluso en su pecho. Fue entonces cuando el alivio lo inundó por completo. Allí, en los brazos del castaño, la tensión se deshizo, y supo con certeza que estaba a salvo. La sensación de seguridad lo envolvió, y en ese abrazo encontró el refugio que tanto había necesitado.

—Yoongi... —murmuró, su voz quebrándose mientras sentía que las emociones acumuladas amenazaban con desbordarse.

—Estás a salvo, Kook. Ya estás a salvo. Lo lograste. —La voz de Yoongi era baja, casi un susurro, pero la firmeza en sus palabras bastaba para calmar el caos en la mente de Jungkook.

Por primera vez desde que había entrado en el laberinto, sintió que podía respirar con libertad. Todo el peso de la experiencia, del miedo, y de las preguntas que aún le atormentaban, quedó momentáneamente a un lado. Ahí, en los brazos de Yoongi, Jungkook supo que, al menos por un instante, estaba bien.

Tuvieron que separarse cuando la encargada de la prueba se acercó a Jungkook, pidiéndole que le proporcionara sus datos para anotarlos, junto con la reliquia que había obtenido. Tras registrar todo, le entregaron la escama, y le dijeron que había llegado justo a tiempo y que si hubiera tardado unos minutos más, la oportunidad de conseguirla se habría desvanecido.

Justo en ese instante, una presión en su pecho hizo que Jungkook se detuviera, como si algo lo llamara, reclamando su atención. Sin pensarlo, giró hacia su izquierda, y ahí, sus ojos se encontraron con los de Taehyung. El comandante estaba recargado contra la pared, su postura tan relajada y su rostro tan sereno que parecía que no había enfrentado nada dentro del laberinto. Como si todo lo ocurrido fuera tan insignificante como un suspiro.

Ambos se quedaron mirando, sus miradas cruzándose en un silencio denso, lleno de una tensión palpable. No hacía falta pronunciar palabras; todo estaba ahí, entre ellos, cargado de emociones no expresadas. En ese momento, el jalón en su pecho se intensificó y sus ojos se abrieron ligeramente, sorprendidos. Por un fugaz segundo, creyó ver una pequeña sonrisa dibujándose en los labios de Taehyung. O quizás fue solo una sensación, un susurro de su intuición, algo que no podía confirmar con certeza.

Aunque Jungkook tenía la vaga impresión de que algo había cambiado entre ellos después de todo lo sucedido, no podía prever cuánto, ni cuán profundamente su vida estaba a punto de transformarse. Estaba parado al borde de algo mucho más grande, algo que aún no podía comprender por completo.

Holaaaaa, esta vez volví antes. Cómo mencioné al inicio, este capítulo fue escrito en un tiempo récord (6 horas) impulsado por el amor a mi omega que hoy está cumpliendo añitos y por supuesto tenía que traerle actu de su fic.💪🏻🖤 Feliz cumpleaños mi amor, espero que hayas disfrutado de este capítulo que fue especialmente para ti.🥳

Ahora, cuéntenme, ¿qué les pareció? Estuvo re intensa la cosa dghfdjkgfd debo admitir que escribir este capítulo me daba miedito, pero quedé muy satisfecha jeje. Las cosas entre el Taekook están por cambiar, ¿qué se esperan más adelante?😏

Ya estamos por terminar el primer arco, unos 3 capítulos más y puuum terminamos esta primera parte. Realmente espero que les esté gustando la historia, agradezco sus comentarios que me motivan a escribir esto con más ganas.🥹

Bueno, ya saben... procuraré volver pronto. Hasta entonces, manténganse sanos.🌷

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