❪LLEGADA❫

Miraba por la pequeña ventana del avión, ya estaba aterrizando en Buenos Aires, me sentía muy ansioso, desde hace años que no veo a Mia ni a papá, incluso extrañaba a Peter. El tiempo en el internado pasaba muy lento y desde la muerte de Ox, todo empeoró, solo necesitaba abrazar a mi hermana para que todo desapareciera.

Luego de unos minutos ya todos estaban bajando del avión, entre el mar de gente que se bajaba y la que había en el aeropuerto, pude distinguir a mi papá, sonreí y corrí lo más rápido que pude.

—¡Dorian! ¡Hijo! ¡Qué gusto verte, mi niño! —decía mi papá mientras me envolvía entre sus brazos.

—Papá... —. En verdad traté de no llorar, pero el nudo en mi garganta me lo dejó difícil y finalmente me rompí en los brazos de mi padre, llorando como un niño.

—Ya, ya. Todo está bien, ya estás de vuelta y eso es lo que importa. Vamos a casa —me consoló mi padre.

Me calmé y me separé del abrazo, asintiendo con la cabeza. Buscamos mis maletas y nos fuimos al auto, en donde nos esperaba Peter.

Dejando el llanto anterior de lado, sonreí con ganas y abracé al chófer. —¡Peter! Tanto tiempo sin verte —dije feliz.

—Ya hacía falta tu presencia aquí, eh. Mia en estos años anduvo como loca, de verdad que le hacías falta —contestó.

—A mi igual me hizo falta, por cierto. ¿Dónde está Mia? —pregunté al notar su ausencia.

—Hay muchas cosas que contarte, subí al auto. Te explico en el camino —me respondió papá.

Obedecí y entré al auto, una vez ahí papá me contó todo el drama entre Mia y un tal Manuel, que por lo que ya veo, no me agrada en lo más mínimo.

—O sea, que Manuel vino para vengarse de vos, pero tú no tenías nada que ver con el suicidio de su papá y él solo no lo quería aceptar, ¿me equivoco? —pregunté.

—Sí, es así. No te equivocas —confirmó papá.

—Y durante todo el año él estuvo con las dos amigas de Mía, además de andar con ella, cortar y volver. Además de tratarla mal —dije con un tono enojado.

—No es tan así, hijo. Él se equivocó y aprendió de su error —me contestó.

—Es exactamente así, y se equivocó más de una vez. Se burlaba de mi hermana, la trataba mal, ¿y aun así permitiste que estuvieran juntos y que encima fueran de viaje a México? —. No entendía cómo papá permitió todo eso.

—Mirá, hijo. No quiero discutir ahora que acabas de llegar, hay aún más cosas que contar. Por ahora quiero estar en paz y pasar tiempo contigo —me tranquilizó.

—Está bien, pero no esperes que trate a Manuel como si fuera mi amigo cuando ellos dos vuelvan —finalicé.

Papá asintió cansado.

Al llegar a casa me esperaba un cartel de bienvenida con todas las mucamas aplaudiendo, una torta y varios regalos. No me quejo.

Ahora solo falta abrazar a Mia.

Y pegarle a Manuel.