
¿Te encontraré?
¿Has soñado alguna vez con un sueño feliz y después te das cuenta de que todo se convertía turbio y acababa en pesadilla? ¿Qué todo lo que empieza pequeño se acaba haciendo más y más grande hasta llegar al punto en el que te come?
Que lo que era inocente ahora es perverso, y lo que era perverso ahora es puro.
Cuando tardas una vida entera creando una reputación que puede ser arrebatada en segundos, sobre todo cuando todo cambia radicalmente sin darte ningún tipo de tregua.
Cuando esa persona especial está enterrada en la miseria llamada culpabilidad y ansiedad a niveles elevados, haciendo que la maldad lo castigue sin piedad.
Cuando la chica que se portaba mal ahora pide perdón.
Cuando sabes que tu alma gemela se ha ido y vivir aterrada de miedo a olvidarte de algún recuerdo por más mínimo que sea.
Cuando tenías miedo de que cosas malas pasarán a tus seres queridos... O sin ir más lejos, cuando pasamos por esa taquilla a dejar nuestro pésame, flores y pequeños detalles que para unos fue un alumno y para otros un amigo.
Ahora me pregunto yo, Katherine Miller.
¿Cuándo es el momento de volver a vivir sin pensar en un "y si cuando?".
Hemos llegado tan lejos pareciendo que no hemos hecho nada y este posiblemente sea el peor discurso de fin de curso de la historia, pero solo puedo pensar que en un futuro podemos hacer que sea único y mejor. Como diría mi persona especial.
-Que les jodan, solo quiero ser feliz. ¡-Dije finalizando mi discurso con una pequeña lágrima en el ojo al recordar la frase de Jericho- Vamos a joder!
Todo el mundo levantó sus gorras al aire dejando caer gritos, silbidos y cantos felices. Bajé las escaleras para reunirme con mis padres que estaban aplaudiendo orgullosos debajo de las gradas.
-Lo has hecho genial, hija mía. -Dijo mi madre pasándome sus dedos por las mejillas
-Gracias mamá. -respondí con una sonrisa de oreja a oreja
Di un vistazo a todo el mundo que estaba dando vueltas alrededor mío, unos buscando a su familia y otros huyendo de ella. Paré los ojos en una persona en particular.
-Ahora vengo. -Di a mamá un beso en la mejilla
Caminé hasta unos árboles gigantes hasta llegar a mi destino, evitando pisar piedras con mis tacones de aguja.
-Te veo bien, Katherine. -Dijo James apoyándose al árbol, estaba sentado en un trozo de árbol con su mano derecha en su rodilla y la izquierda en la parte superior del muslo.
Yo me tropecé con una piedra nada más llegar a él y maldigo en voz alta, haciendo que él sonría por ello
-Permíteme que no diga lo mismo de ti. -dije mirándolo de arriba abajo- Tienes barba de homo sapiens.
A pesar de que seguía llevando su traje que le quedaba como un guante, tenía la barba larga y descuidada, apestaba a alcohol y tabaco. Sus ojos y pupilas dilatadas lo delataba desde muy lejos.
-Me alegra de verte a ti también. -sonrió de lado.
-Claro que me alegro de verte, tonto. -le di un manotazo en el brazo haciendo que yo abriera los ojos de par en par durante segundos al notar su fuerte bíceps- ¿Cómo estás?
-Bien. -tragó saliva y se aclaró la garganta- He venido para verte y darte apoyo, llevabas practicando el discurso meses.
-James, mientes muy mal. Sólo lo digo. -me crucé de brazos- No tengo claro si va a venir o no.
Los ojos color miel de James se abrieron de golpe con un destello de ilusión. Como si hubiera visto un fantasma se quedó blanco como la pared, me agarró la mano derecha y empezó a apretar. Le devolví el gesto al ver que se caía
-Por dios, James. ¿Cuántas has tomado antes de venir? -Lo agarré de la cintura y miré al frente.
Me quedé helada yo también. Los dos dejamos de apretar las manos pero nunca nos soltamos.
Ahí estaba ella. Preciosa, linda, radiante... brillaba. Me reí al ver que llevaba un vestido rosa de flores corto con volantes y un nudo que deja al descubierto la boca del estómago, unas zapatillas converse altas rosas pastel junto calcetines blancos y una coleta alta muy bien peinada. El vestido dejaba ver los tatuajes de sus muslos lo que hacían que brillará cual sol.
-Vaya una cursi se ha vuelto. -Dije intentando no llorar y empecé a reír- Ella nunca llevaría ese vestido.
-Está preciosa. -dijo James como si estuviera hipnotizado
Sentí como su mano quería avanzar y le di un tirón hacia mí
-No podemos hasta que nos avisen, ese fue el acuerdo. -sus pupilas pedían clemencia, un montón de agua apareció en sus ojos, ojos que pedían ser arreglados.
El comportamiento de James desde que Jericho perdió la memoria ha ido de mal en peor. Todos quisimos estar cerca uno de los otros para apoyarnos y mantener un contacto cerca de ella pero James desapareció en combate, sólo George sabía cómo estaba realmente. George me confesó que James bebía demasiado desde tempranas horas y que cuando terminaba el día acababa drogado y violento. Pasaba días sin dormir por qué decía que desde que ocurrió el accidente hace 3 años no hay ni un día que no haya soñado con ella.
James se echó las manos en la cabeza dejando asomar los músculos de los brazos en el ajustado traje, pude ver la transición de tristeza a ira en un chasquido de dedos. Antes de que pudiera ir a peor lo atraje hacia mí y lo abracé fuerte. Sonreí para darle la poca fuerza interior que me quedaba. Su respiración era agitada y su postura parada. No esperaba un gesto de cariño.
-Todo irá bien. Necesitas ser fuerte, los dos necesitamos ser fuertes. -Lentamente me devolvió el abrazo con sollozos de dolor. Lo único que pude hacer fue esperar a que se desahogara en mis brazos.
Jericho
Me encontraba mirando los planos de construcción y distribución, estaban acabados pero yo seguía dibujando y dando retoques a los planos que habíamos hecho en estos años.
Me coloco mejor la bata de seda azul que tenía y le hago suave nudo. Escuché el sonido de las llaves junto la puerta abriéndose, sonreí y di un sorbo a mí manzanilla con limón en una taza en forma de calabaza.
Saqué un poco el culo y me apoye a la mesa mientras seguía dando retoques a los papeles. Unas pisadas de zapatos y unas manos largas y grandes se posaron en mi trasero dulcemente.
-¿Cómo te encuentras hoy? -Dijo Ian con voz firme y a un tono de voz que hizo que se me erizarán el bello de los brazos con sus roces.
-Depende. ¿Ayúdame a elegir? -pregunté sonriendo tontamente a los planos
-¿Suave? -su mano derecha se posaba en mi cadera mientras la otra mano subía hacia mí cuello
- ¿Sumisa? -apretó mi cuello con su mano izquierda y me mordió el lóbulo de la oreja haciendo que me deshiciera como la gelatina.
Sentí la fría hebilla de su cinturón en mi trasero y gemí al notar el bulto que lo acompañaba, sigue con besos en el cuello hasta que quedó a un punto fijo succionando, bajaba sus largas manos hasta mi cadera para subirme la bata de seda fina que llevaba puesta. Él subió la cabeza haciendo un ruido brusco en mi oído
-¿No llevas nada? -me susurró sensual y terminó su camino hacia mí oreja pasando suavemente la lengua
-¿Desde cuándo llevo yo ropa interior? -di la vuelta para toparme con esos ojos que cada día me encadenaban más a ellos. -Son las tres de la madrugada. ¿Qué tal el trabajo?
Ian me abrazó y dejó caer su cabeza en mí en modo rendición
-Agotador. Los turnos de noche me matan, prefiero los de día. -dijo todavía abrazado a mí- Pero hacer esto no es tan agotador.
No me dio tiempo a decir que no cuando ya me había levantado en peso y llevado hasta la cama, durante el proceso de levantamiento de Jerichos mi cuerpo decidió que se asustó demasiado y soltó un grave pedo cuando estaba en el aire haciendo que los dos soltaramos carcajadas sin parar. Yo me quería morir de la vergüenza tanto que me tiré de la cama y me metí debajo de ella haciendo ruiditos.
Exagero mi vergüenza para que Ian venga a buscarme y veo sus botas aparecer en mi visión baja de la cama, se tiró al suelo dramáticamente y dijo
-Me alegra que haya sonado, así no olerá a pozo de dinosaurio muerto. -dijo tan serio que yo no pude parar de reírme de nuevo.
Rodé como una croqueta hasta él y me tumbé encima suya de manera provocativa haciendo que Ian quitará el pelo de mi cara
-Por fin he hecho una amiga aunque sea a final de curso. -dije feliz
-Me parece fantástico, amor. -asintió con la cabeza sonriendo de oreja a oreja
-El año que viene ya por fin podré graduarme y tendremos toda nuestra casa llena de cuadros deformes que nunca colgaremos. -me eché para el lado y los dos nos quedamos viendo el techo que estaba pintando.
Es mi proyecto de fin de artes, crear un dibujo de la hostia. Así que me creé mi propia capilla Sixtina con dibujos míos propios.
-Un momento. ¿Qué es ese muñeco? -dijo Ian acercando la vista hacia ello
-Pues que va a ser tonto, tú me regalaste ese muñeco cuando era pequeña. -dije obviando la realidad
-¿Recuerdas del día que te lo regalé? -miró con esperanza
-Uhm...no mucho, recuerdo llegar a casa con papá y tú me regalaste el muñeco de el profesor x de X-men...no recuerdo más. ¿Pasó algo importante?
-Para nada. -me dedicó una sonrisa compasiva y dio un beso en mi frente-Voy a ducharme, enseguida salgo.
Según me dijeron Papa y Ian tuve un accidente de coche en el que acabé perdiendo la memoria. Había cogido un taxi para ir a una fiesta y me topé con la desgracia, tenía una cicatriz enorme en los brazos y en las piernas. Toqué sobre ellas deseando recordar algún tipo de escenario o momento pero nunca venía nada. No tengo una mala vida, tengo trabajo, me queda un año para finalizar la carrera artística, estamos haciéndonos nuestra casa, una pareja estable... no podría pedir más.
Ya eran las 6:30 de la mañana y ya me tenía que preparar para ir a la universidad.
Empecé a buscar ropa en el armario y acabé cogiendo lo primero que vi. Hoy teníamos práctica así que... unos leggings negros, una camiseta azul oscuro de Coldplay que tenía pintura por siempre, unas zapatillas Vans azules y coloqué mi pelo en una coleta alta junto a una simple eyeliner que marcaba el ojo.
-Oye que yo solo he venido a por ti, no hace falta que provoques. -dijo Ian al ver que me estaba azotando para quitar los hilos de la parte de atrás leggings
-Si quisiera provocar ya estaríamos en la tercera ronda de hoy. -me acerqué a sus labios- Y tu estarías ardiendo dentro de mí dejándome saber que mi nombre es tu pura debilidad.
Me moví de su lado dando un latigazo a mí coleta al ver que posó su lengua dentro de la mejilla y levantó su cabeza, dejándome saber que había ganado. Cogí mi mochila morada llena de dibujos hechos en dos minutos y nos metimos en el coche. Entablamos temas de conversación al azar al estar veinte minutos de camino a la universidad.
-Ay, que mal lo del chaval de la universidad que fuimos ayer. ¿No? -Ian tragó saliva fuerte- Tenía mi edad.
-Si, la verdad que fue una verdadera tragedia. -cambió marcha y aceleró para adelantar
-Imagínate sus padres, hijos, familia...Estaría completamente destrozada su fuera alguien cercano a él o a alguien que haya muerto así.
-No te puedes ni imaginar. -se notaba que no quería hablar de ello
-¿Lo conocías? -Pregunté al ver que le afectaba y el inspiró hondo a mi pregunta
-Si. -dijo sin más- Algo así. Yo trabajé allí mucho tiempo.
Asentí y decidí dejar de hacer preguntas por qué sabía que le estaba afectando todas las preguntas, él acabó con una mano en la boca y con la otra conduciendo haciendo que su reloj se viera hectáreas atrás. Cuando llegamos a la universidad nos encontramos a Sydney, Joshep y Amanda. Sonreí y me puse en camino para salir del coche, fui a abrir la puerta pero Ian puso el seguro inmediatamente. Me giré para mirarlo y me atrajo hasta él para darme uno de los mejores besos que he tenido en mi vida, era gentil, posesivo, suave y húmedo. Posó la mano que ocupaba toda mi cabeza, podía sentir mi cuerpo temblar en todos los sentidos solo con un beso, me soltó y besó mi frente.
-Ten mucho cuidado. ¿Vale? Estaré justo enfrente trabajando. -Asentí y salí del coche para reunirme con Sydney
La mañana fue bastante productiva, pasamos toda la tarde haciendo esbozos rápidos y terminando los cuadros que teníamos pendientes en clase. La hora del almuerzo fue bastante rápida, Sydney y yo estábamos sentadas en el césped de la universidad comiendo cuando me sonó el móvil, respondí.
-Sabes, veo desde aquí algo tan reluciente que me duele mirarlo. ¿No sabrás algo sobre ese poder? -dijo Ian con una voz lenta y suave
-Búscalo y verás. -Sonreí como una tonta
-Solo llamaba para decirte lo preciosa que eres. -las arrugas de mi cara se extendieron aún más con mi sonrisa.- Tengo que colgar, un beso.
Colgó antes de que yo pudiera decirle nada.
-Tu novio es un cursi.-dijo Sydney riéndose
-Querrás decir.... -levante rápido mi mano dejando ver mi anillo- Mi prometido.
Las dos nos reímos con nuestros libros apoyados en las piernas cruzadas, miramos las dos hacia donde estaba Ian, el estaba ayudando a reparar el aire acondicionado que estaba escondido por la parte del cartel de la calle. Llevaba las mangas de su camisa blanca remangadas y los primeros botones de la camisa abiertos haciendo que se vieran los tendones de su cuello marcados y brillantes del sudor, los pantalones le quedaban perfectamente colocados a la cintura haciendo que su torso se viera tan deseable como realmente lo estaba. Se pasó el brazo por la frente para quitar las gotas de sudor y tanto Sydney como yo suspiramos a ese gesto.
-Te odio tanto. -dijo Sydney con deseo
-Yo también me odiaría. -dije riéndome
Al acabar las clases todo el mundo estaba disperso por la salida de la universidad, unos entraban y otros salían. Con patinetes, motos, bicis, coches... algunos andando y cogidos de la mano. Pasé por un pequeño sitio de comida rápida a dos minutos de dónde estaba y decidí entrar, estaba mirando la pantalla grande para ver había nuevo ya que sabía perfectamente lo que quería cuando la camarera grita siguiente sin mirar al frente di un paso adelante y me topé con un hombre, haciendo que se cayera su café hirviendo encima de mí.
-Lo siento tanto, discúlpame! -dije yo al ver que su café estaba en café en el suelo y la otra mitad encima de mí, levanté mi cabeza y vi a un chico con gafas y el pelo revuelto, un mechón que le bajaba por el centro de la cara y llevaba un traje azul.
No me dijo absolutamente nada de ello pero en cambio me miró durante bastante rato sin apenas pestañear, yo sonreí tímidamente y me dirigí a la camarera
-Ponga un café como el que se ha llevado y cóbremelo junto lo que voy a llevarme. -dije aún con miedo de que él hombre me gritara en medio de todos
-Lo siento mucho de verdad. -pedí perdón con mis manos
-No te preocupes, Veloce. -dijo él
-¿Perdón? -respondí a su comentario
-Italiano. Veloce significa rapidez, es lo que te ha faltado. -dijo el atento a mí
Los dos nos estuvimos mirando durante bastante rato hasta que la camarera aviso por su café, sonreí nerviosa y le di su café entero de vuelta.
-No tropiece más por ahí, no sabrá si volverá a tener un café gratis. -sonreí y lo dejé atrás para seguir con mi orden - Un bocadillo de pimientos, un café grande con leche condensada y dos chocolatinas T'ware.
Cuando dije mi orden me volteé para ver si ese hombre seguía ahí pero se había ido. Supongo que era un chico raro en general. Me puse de camino hacia el trabajo de Ian dando pequeños saltos de felicidad. Llegué y me hundió en su pecho sudado riéndose por que sabía lo que odiaba que hiciera eso, me intenté desenvolver de el pero fue imposible...se me olvida que sabe hacer llaves de lucha. Me suelta y me planta un beso en los labios y otro en la frente
-¿Has traído lo que yo creo? -dijo con ojos de niño pequeño
-Aja, quiéreme. -sonreí y saqué pecho al decirlo. -Ha pasado una cosa extraña en la cafetería.
-¿Qué ha pasado? -creo que fue eso lo dijo al menos por qué tenia su boca llena de pimientos.
-He tropezado con un chico en la cola del restaurante, se quedó un rato mirándome al pedirle disculpas y también me dijo una palabra en Italiano que ahora no recuerdo...iba con traje, me resultó conocido y pensé que trabajaba aquí contigo.
-¿Apestaba a alcohol? -preguntó más serio de lo que debería
Al asentir con la cabeza Ian salió disparado hacia la puerta en busca de alguien, miró hacia la derecha e izquierda y se fijó en un Audi negro que salía chillando rueda de la calle, lo siguió con la mirada y pude escuchar a Ian maldecir en voz baja. Entró de nuevo con una cara completamente distinta.
-¿Todo bien? -dije esperando respuestas de su reacción
-Si. -puso la sonrisa más falsa que pudo- Sólo vi a alguien que vino a buscar pelea antes por unos papeles y quería asegurarme que no volviera.
Asentí sin creerme nada de lo que estaba diciendo pero omití la mitad de todo eso de mi cabeza.
-Antes de ir a casa haré una visita a papá, ayer me enviaba emoticonos llorando y mensajes de flores dándome los buenos días. -dije robando un bocado de su bocadillo
-Haces bien, se alegrará mucho de verte. Yo hoy tengo turno completo no llegaré hasta la noche. -dejo su bocadillo en la mesa - ¿Sabes que te quiero muchísimo? -dijo en mis labios antes de besarlos
-Si...¿Qué ocurre? -miré confusa y sonriendo
-Nada, sólo eso. -dio un beso a mi frente- Tengo que irme, gracias por el bocadillo.
Odiaba que me diera besos en la frente por qué podría perdonar que hubiera matado a alguien con uno de esos malditos besos. Con un guiño de ojo se fue y yo seguí mi camino hasta casa de Papá. Cuatro calles más tarde por fin logré llegar a ella, una gran vaya separaba la calle de la casa, pequeños árboles, un naranjo, gnomos y muchas plantas en macetas se hacían camino hasta llegar a su puerta, un cabello castaño y ojos avellanas se dejo asomar.
-Ay, mi niña. -Dijo Elisa llevándome a sus brazos en un gran abrazo
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro