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treinta y dos

Noche buena, dulce noche buena.

Estábamos en casa esperando que llegaran nuestros invitados, por alguna razón todos habían dicho que llegarían hasta hoy, yo pensé que aprovecharían para llegar un día antes, pero cancelaron ese plan 

—Llevé a Mushu con mamá.— avisó Roier llegando al jardín, yo estaba sentado en el césped así que se sentó a mi lado —¿Qué haces aquí sentada?, pensé que estarías en casa arreglando algunos detalles faltantes.— 

—El viento se los llevó.— exclamé y me miró confundido —A los Dientes de León.

Escuché que empezó a reír y puso su mano sobre mi cabeza para acariciar mi cabello de forma tierna, yo sonreí al notar aquel gesto 

—Jamás pensé escucharte preocuparte por unas flores que volverán a crecer en algún momento.— se burló un poco 

—Había salido a buscar uno para pedir un deseo, por alguna razón recordé que tú habías encontrado unos por aquí y quise usarlos también.— conté con una pequeña sonrisa —Supongo que el viento quería todos los deseos.— 

—¿Qué querías pedirle a los Dientes de León?.— cuestionó bastante intrigado —Yo puedo cumplírtelo si quieres.— 

—No creo que puedas.— solté un pequeño suspiro 

—Aunque no lo creas soy mágico.— defendió su punto 

—No es que no crea en tu magia, sé que eres la persona más única en este mundo, pero no es algo humanamente posible.— intenté que entendiera, pero solo alzó una ceja —Solo quería pedir no sentirme mal durante estos días, no quiero ser un problema para nadie.— 

La mirada de mi esposo cambió drásticamente, él no me había dejado levantarme hasta esta mañana así que no habíamos probado si algo podía pasarme antes, era como si estuviéramos a la expectativa de todo 

—Yo sé que nada te pasará, estoy consiente de que tienes miedo, pero ese mismo miedo será el que te hará fuerte y de alguna manera te cuidará.— intentó tranquilizarme, pero ni siquiera parecía pensar lo que decía, aunque era bastante acertado —Todos los que vienen son nuestros amigos, no creo que se molesten si de repente te sientes mal, ellos querrán ayudarte siempre.— 

—Lo sé, es solo que no quiero arruinar la diversión de los demás.— avisé 

—Si alguien te hace sentir que lo arruinas, lo sacaré a putazos.— sonrió poniendo su brazo sobre mis hombros —Deja de preocuparte por esto, estamos en la época más linda del año, debemos pasarla bien.— 

Asentí estando de acuerdo con lo que acababa de decir, estaba llena de inseguridades, pero él me las alivianaba bastante, no quería seguir diciéndole todo lo que sentís, quizás así haría que se preocupara por cosas innecesarias 

—Quiero buscar Dientes de León.— regresé al tema principal —¿Sabes si hay en algún otro lado?.— 

—No tengo idea, tampoco es como si me pusiera a buscar esas flores por todos lados.— empezó a reír —Me gusta tu entusiasmo con esto, más cuando recuerdo que antes no creías en que funcionara.— 

Aún no creía que soplar aquellas flores me sirviera de algo, solo quería agotar todas mis opciones posibles, tendría fé en cualquier cosa mientras me mantuviera más tranquila 

—Para que veas que soy romántico, te haré una promesa.— habló y lo miré atenta, solía hacer promesas lindas o promesas tontas, siempre me sorprendía con algo de lo que decía —Algún día te traeré un ramo de Dientes de León.— 

Reí, no me estaba burlando de su idea ni de su promesa, pero ante mi perspectiva era algo imposible, los "pétalos" de la flor se caían prácticamente con el aire, pensar que él me traería un ramo intacto sonaba fantasioso 

—¿No me crees?.— cuestionó 

—Sé que sería un detalle muy lindo que apreciaría bastante, pero lo veo muy difícil.— indiqué 

—No hay nada difícil para un hombre enamorado.— me regaló una de las sonrisas mas lindas que había visto en mi vida, eso me dejó anonadada durante algunos segundos —Y menos para mí, sabes que haré hasta lo imposible para tener a mi Mulán feliz.— 

Me acerqué para besarlo, él claramente me correspondió. Cuando nos separamos simplemente sonreí 

—A veces pienso que tú haces mi vida más fácil y que yo te la complico demasiado.— exclamé riendo un poco 

—¿Y eso te hace sentir culpable?.— preguntó y asentí —Pues no debería, me gustan los desafíos y tú eres lo más complicado que encontré en mi vida, por eso me atrapaste, eres simplemente irresistible.— 

Me miró de una manera coqueta así que aproveché para darle un ligero golpe en su cabeza, él empezó a reír por como me sentía algo avergonzada por su comportamiento. Antes de que pudieramos decir algo más escuchamos el timbre... nuestros primeros invitados habían llegado

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