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sesenta y cuatro

Poco más de una semana pasó; yo ya había anunciado mi retiro de las redes e incluso ambos habíamos hecho público nuestro divorcio. Roier había tenido razón al decirlo que debíamos dar la noticia juntos, así la mayoría se quedó con la imagen de que aún éramos cercanos y a nuestras comunidades les daba una esperanza de reconciliación

Gracias al abogado que había conseguido, habíamos firmado la demanda de divorcio y no hubo la necesidad de un juicio tan público ni intenso, ambos estábamos bastante tranquilos por eso

—Dime de nuevo, ¿por qué tengo que hacer este tipo de labores si ya no estamos casados?.— preguntó él sacándome de mis pensamientos 

 —Porque sabes que yo no puedo sola.— respondí mirando como pintaba aquella recamara 

—Pudiste contratar a alguien y no decirme "ven a mi casa, tengo el plan perfecto para hacer juntos".— se quejó 

Me acerqué y con un poco de pintura embarrada en mi dedo, pinté su nariz. Roier tomó la brocha con la que había estado pintando una pared y pintó mi brazo, ambos reímos 

—Te quejas como si estuvieras haciéndolo bien, esa pared se ve cómo si la hubiera pintado un niño de preescolar.— me burlé 

—Esa pared es la que estabas pintando tú.— respondió cruzándose de brazos 

Analicé mi alrededor, tenía razón, pero no se lo iba a decir

—Como sea, debemos dejar todo esto listo antes de la visita de la del servicio social.— recordé para que ambos volviéramos a nuestros asuntos 

Asintió y seguimos pintando cada uno la pared que le tocaba. Desde la vez que fuimos al orfanato, le había preguntado a la encargada sobre la posibilidad de adoptar a Venecia, me dijeron que tenía que comprobar que tenía un buen ambiente en casa y los ingresos necesarios. Al principio pensé que iba a ser un problema mi divorcio, pero me dijo que mientras mostrara que podía hacerme cargo, todo estaría bien. Al parecer, lo que la encargada quería solo era que Venecia tuviera un buen hogar

—¿Me vas a dejar venir a visitar a Venecia?.— preguntó mientras seguía pintando 

—Jamás te he negado la entrada a mi casa, no sé porque me preguntas eso.— reí 

—Es que decidiste ser algo así como mamá soltera de la tripita, es extraño para mí pensarlo.— dijo y soltó un suspiro —Mi sueño era formar una familia a tu lado y ahora me doy cuenta que me tuviste que sacar para intentar formar una familia.— 

Deje lo que estaba haciendo y me giré para mirarlo. ¿Realmente pensaba que yo lo había sacado de mi idea de una familia?

—Sigues presente en mi sueño de tener una familia propia.— indiqué —Las cosas en nuestro matrimonio no salieron como esperábamos porque ambos aún somos jóvenes e inmaduros para sobrellevar un compromiso así. Pero te amo y por eso te quiero todavía en mi vida, como mi mejor amigo y novio. Sé que tener una dependencia por ti también está mal así que por eso no te pedí que te encargaras de Venecia conmigo, puedes venir y convivir con ella todos los días, pero déjame lo demás a mí.—

Era bastante incoherente decirle a Roier que yo aún era joven e inmadura para un compromiso como el matrimonio, cuando a su vez estaba alistando todo para adoptar a una niña, pero esto era totalmente distinto. Durante toda mi infancia y adolescencia viví en un entorno familiar bastante catastrófico, quizás eso me había ocasionado tener el impulso de soñar con tener una hija a la cual consentir y mimar como ninguna otra... Tal vez eso también me hizo querer renunciar a las redes cuando se me metió la idea de tenerla conmigo, quería darle toda mi atención

—Bueno, si aún estoy considerado en tu futuro, me conformo.— siguió pintando —No me pondré tan pendejo, sé que con todos tus planes de ahorita, lo único que quieres es que la tripita sea feliz y yo no me meteré con eso.— 

Sonreí y también seguí pintando. Si todo salía bien, este sería el cuarto de Venecia, quería pintarlo, decorarlo y llenarlo de tantas cosas hasta que ella no supiera a donde mirar.






















(.....)

Mi novio y yo nos encontrábamos en una sala de espera. Habíamos pasado más de dos semanas llenas de papeleos, visitas, entrevistas y procesos bastante estresantes, pero todo había valido la pena al saber que hoy era el día donde todo terminaría

—Ya me quiero ir.— susurró Roier 

Tenía un extraño temblor en su pierna, por eso pude darme cuenta que estaba nervioso

—Tranquilo, solo unos minutos más.— dije poniendo mi mano sobre su pierna, él me sonrió y asintió 

No era su obligación acompañarme, pero sabía que él no quería dejar que Venecia pensara que no estaba presente en un día tan importante. Pasaron aproximadamente 10 minutos hasta que algunas señoras salieron acompañando a Venecia, la pequeña traía un lindo vestido azul y un globo rojo atado a su manita, supuse que para que no se le fuera 

Ambos nos levantamos y la pequeña corrió hacia nosotros, yo por un momento creí que la primera persona a la que abrazaría sería a mí... pero estaba totalmente equivocada. Corrió hasta Roier, él como siempre la levantó en sus brazos mientras ella se aferraba a él 

¿Quién hubiera pensado que esa niña que había llegado a nuestras vidas gracias a mí ahora prefería a mi novio? No tenía problemas con eso, hasta veía tierna toda esa imagen 

—Papá.— soltó Venecia haciendo reír a todos 

La primera vez que tuvimos que despedirnos de ella, había dicho "Mamá"... Al momento de recuperarla para no soltarla jamás había dicho "Papá". Yo aún tenía el claro pensamiento de que Venecia era una gran y hermosa lección de vida

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