Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

cuarenta y ocho

El avión aterrizó con suavidad, y la familiaridad de volver a casa me dio un pequeño alivio. Había sido un viaje largo, no solo en distancia, sino también en todo lo que habíamos vivido emocionalmente. Aunque sentía que volver a casa era lo mejor, la inquietud seguía dentro de mí. 

Roier caminaba junto a mí en silencio, y aunque había algo de calma en su rostro, no podía ignorar la tensión que aún flotaba entre nosotros.

Cuando recogimos nuestras maletas y nos dirigimos al estacionamiento donde habíamos dejado el auto durante este viaje, el aire fresco de la ciudad me dio una sensación de hogar, pero también de incertidumbre. Sabía que, por mucho que volviéramos a nuestro espacio seguro, las cosas no se arreglarían por arte de magia.

El trayecto en el auto fue tranquilo. Mi esposo mantenía una mano en el volante y la otra la deslizó hacia la mía, tomándola con un gesto que me sorprendió. Sentí el calor de su piel, pero había algo diferente en ese contacto, algo que me dejó una sensación agridulce. ¿Era solo el cansancio lo que lo hacía más cercano, o estaba intentando cubrir lo que no queríamos hablar?

—¿Estás bien?.— pregunté mientras miraba sus ojos fijos en la carretera, buscando alguna pista en su expresión.

—Sí.— respondió con una sonrisa pequeña, apenas notable —Solo quiero llegar a casa y que todo vuelva a la normalidad.—

Eso fue todo lo que dijo, y aunque su tono era suave, no pude evitar sentir que me estaba ocultando algo. Había algo en su repentina amabilidad que no terminaba de encajar. ¿Por qué, después de días de tensión, de silencios incómodos, de discusiones apenas contenidas, ahora actuaba como si todo estuviera bien?

El pensamiento me carcomía por dentro, pero decidí no presionarlo. Sabía que, cuando Roier se cerraba, empujarlo solo lo hacía más distante. Sin embargo, una pequeña semilla de duda había quedado plantada en mí, no sabía hasta que punto estaría dispuesta a soportar tanta angustia

Cuando finalmente llegamos a casa, la familiaridad de nuestro hogar me reconfortó por un momento. El eco de la puerta al cerrarse, el aroma que reconocía de inmediato, todo parecía invitarnos a dejar atrás lo que había ocurrido durante el viaje

—¿Sabes? Se me antojó un poco de café, creo que iré a prepararlo.— dije mientras me quitaba la chaqueta y me dirigía a la cocina, intentando no pensar demasiado en todo lo que pasaba por mi cabeza

—Yo también quiero.— se animó a decir

Me siguió, y aunque sabía que estábamos casados, esta vez su cercanía me confundía aún más. Me ofreció una sonrisa más cálida que las de los días anteriores, como si estuviera intentando compensar por lo que había sucedido. Mientras sacaba las tazas y él ponía el agua a hervir, observé sus gestos, la forma en que sus manos se movían con una familiaridad que me reconfortaba. Pero al mismo tiempo, había algo que me inquietaba, algo que no lograba descifrar.

Esperamos unos minutos mientras el agua se calentaba, ambos evitábamos la confrontación. Cuando estuvo listo, él sirvió ambas tazas poniendo el café en cada una, al menos era tan detallista como para recordar con cuantas cucharadas de café y cuantas de azúcar me gustaba beberlo

—Mulán.— dijo de repente, rompiendo el silencio y pasándome mi taza. Su voz era extraña, podría ser algo así como un susurro totalmente claro

Lo miré, un poco sorprendida por la suavidad en su voz. Estaba de pie junto a la mesa, sosteniendo ahora su taza, pero había algo diferente en su expresión.

—Quiero que sepas que lamento mucho lo que pasó en el viaje.— dijo, con la mirada fija en el vapor que salía de aquel recipiente

Mis ojos se suavizaron al escucharlo. Sabía que no era fácil para él admitir sus errores, pero esa disculpa, tan repentina, no ahuyentó mis dudas, sino que las intensificó. ¿Por qué ahora? ¿Por qué de repente este cambio de actitud cuando había sido tan diferente en los últimos días?

—Yo también lo lamento.— respondí, con una pequeña sonrisa forzada, sabía que eso era lo que él esperaba de mí, pero por dentro, no podía evitar sentirme cada vez más insegura

El silencio que siguió fue denso, pero no incómodo, después de todo llevábamos bastante tiempo juntos como para que fuera incómodo. Sin embargo, algo dentro de mí me decía que aún no estábamos bien. Que esta tregua temporal, esta calma aparente, no resolvería lo que realmente estaba roto entre nosotros.

Aprovechamos los siguientes minutos para sentarnos a disfrutar de nuestro café juntos 

—¿No tenías lo de tu dinámica con Rivers?.— intentó recordar dándole un sorbo a su taza 

—Nos quedamos unos días más en el viaje, tuve que cancelarle.— murmuré 

—Lo siento.— volvió a disculparse 

—No hay problema, supongo que de alguna manera te lo debía.— solté y bebí un poco de mi café, él me miró dudoso —Por todo lo que abandonaste cuando me cuidaste en todo lo de mi enfermedad.—

—No me debes nada, lo hice por lo mucho que te amo.— dijo y soltó un suspiro —Además no abandoné nada si me quedé contigo.—

Sonreí un poco, no me animé a decir nada, solo seguí bebiendo mi café hasta que me lo terminé

—Necesito relajarme ahora que llegamos, ire a darme una ducha.— avisé, quería despejarme, aclarar mis pensamientos lejos de su mirada que, aunque suave, me resultaba demasiado penetrante en ese momento

—Yo aprovecharé para ir a recoger a Mushu.— indicó y asentí, extrañaba mucho a mi perro —Intentaré no tardar.—

Probablemente se tardaría ya que habíamos dejado a Mushu con mi suegra, igual para mí sería mejor que se quedara con ella un rato. No le dije nada más y subí al baño, cerré la puerta tras de mí, me preparé para entrar a la ducha y dejé caer el agua sobre mi piel.

El vapor llenó la habitación rápidamente, y el calor del agua me relajó al principio, pero pronto la duda volvió a colarse en mi mente. Mientras me enjabonaba, mis manos rozaron la cicatriz en mi pecho, una marca que había aprendido a aceptar con el tiempo. O al menos, eso creía.

Pero entonces recordé un comentario que Roier había hecho tiempo atrás. No había sido malintencionado, lo sabía. Sin embargo, en su momento, sus palabras habían dejado una pequeña herida, una nueva inseguridad que ahora, bajo el agua caliente en casa, comenzaba a abrirse de nuevo.

—¿Realmente crees que ese rasguño le da más valor?.— la voz de Roier resonó en mi cabeza —Yo creo que es muy feo.—

Había intentado hacer como si no me afectara, como si no me importara lo que pensaran los demás, pero sus palabras me habían calado más profundo de lo que me atreví a admitir.

Cuando terminé, me miré en el espejo empañado mientras me secaba el cuerpo, y al ver la cicatriz, ya no la veía como una señal de fortaleza, sino como algo que me hacía diferente, algo que ahora percibía como una debilidad, una vulnerabilidad que mi esposo, sin darse cuenta, había señalado.

Me quedé ahí, mirándome, sintiendo cómo una mezcla de emociones me invadía. ¿Por qué me sentía así ahora? ¿Por qué, después de todo este tiempo, las inseguridades volvían a la superficie? ¿Por que me daba asco esa parte de mi cuerpo en este momento?... No podía evitar preguntarme si el cambio repentino en Roier, su amabilidad inesperada, tenía algo que ver con lo que él también sentía. Tal vez él también se sentía inseguro, o tal vez estaba tratando de compensar por algo más.

Respiré hondo y me vestí lentamente, intentando recuperar el control sobre mis pensamientos. Sabía que no podía seguir así, dudando de todo, pero al mismo tiempo, no podía ignorar lo que sentía.

Cuando bajé de nuevo, Roier ya estaba sentado en el sofá, con el televisor encendido, pero su mirada estaba perdida en la pantalla, ¿me había tardado tanto?. Al verme, sonrió, esa sonrisa que siempre lograba derretir un poco mi resistencia, pero esta vez, algo en mí se resistió a caer tan fácilmente en su encanto.

—Te ves hermosa.— comentó, sus ojos recorriéndome con dulzura.

Sentí una pequeña punzada en el estómago. ¿Me lo decía porque lo pensaba de verdad, o era parte de su esfuerzo por suavizar lo que había pasado? ¿Era sincero o simplemente quería hacerme sentir mejor después de todo lo que habíamos atravesado?

—Gracias.— respondí, con una sonrisa débil, mientras me sentaba a su lado. Él me rodeó con su brazo, y aunque quería sentirme segura en su abrazo, la duda seguía ahí, instalada en mi pecho como una sombra que no lograba disipar.

Mushu apareció y se subió al sofá con nosotros, se acomodó a mi lado dándome aún mas calor

Nos quedamos así por un rato, en silencio, viendo cómo las imágenes en la televisión pasaban sin que ninguno de los dos les prestara atención. Pero mientras me apoyaba en él, solo podía pensar en lo que vendría después. Sabía que tarde o temprano tendríamos que hablar de verdad, que enfrentar lo que estaba mal entre nosotros. Pero por ahora, seguía atrapada en ese ciclo de incertidumbre, de sonrisas forzadas y abrazos que, aunque cálidos, no lograban borrar del todo las cicatrices que ambos llevábamos por dentro.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro