cincuenta y nueve
Un par de horas pasaron hasta que Iván regresó. Yo estaba esperándolo así que al verlo entrar me acerqué
—Despertaste.— me sonrió cerrando la puerta —¿Tenes hambre?.—
—No tanta.— sonreí un poco
Tenía unas bolsas en sus manos, las dejó sobre una pequeña mesa y me miró. Al ver la caja abierta solo soltó un pequeño suspiro
—¿Queres saber que es eso?.— preguntó y negué
—Ya sé que es, solo quiero saber quien la trajo.— indiqué ansiosa por saberlo
Él se recargó en una pared y se cruzó de brazos. Yo solo junté mis manos en forma de suplica
—Rodri la trajo, no sé más.— confesó
—¿Carre?.— intenté analizarlo, él asintió —¿No le preguntaste nada al respecto?.—
—Si queres saber habla con él, como ya te dije, no sé nada más.— recalcó
Se giró para empezar a sacar lo que había en las bolsas, parecía que había comprado la cena así que me acerqué a ayudarle. No quería cenar, pero si él tenía hambre lo acompañaría
—¿Volverás con Roier?.— preguntó de repente
Me había tomado por sorpresa. No sabía aún la respuesta a esa pregunta, aunque yo deseaba que la respuesta fuera que sí, aún necesitaba saber si su postura había cambiado
—No lo sé.— respondí —Hay un rompecabezas que necesito armar. Él se equivocó, pero yo también tuve mis errores ¿sabes?.—
—Si ya terminaron, ¿por qué pensas que las cosas serán diferentes?.— cuestionó auténticamente confundido
—¿Por qué no lo serían?.— pregunté —Los errores son necesarios para que existan las segundas oportunidades y las segundas oportunidades usualmente son para mejorar.—
—Frase de mierda.— murmuró y lo miré mal
Durante este mes había aprendido a vivir sin Roier, pero eso no significaba que quisiera hacerlo. Si él demostraba un poco más de madurez en los momentos indicados y si aprendiera a ser consiente del impacto de sus palabras, podríamos permanecer juntos hasta que la muerte nos separe
Iván cenó mientras yo hablaba de otras cosas, él al principio parecía tenso, pero después simplemente disfrutaba de mi compañía. Quizás nuestra amistad era extraña, pero de alguna manera funcionaba a la perfección y eso era lo que importaba. Estaba segura de que Roier era el amor de mi vida, pero Iván era mi alma gemela
Pasaron algunas horas hasta que cada uno fue a dormir. Yo me mantuve recostada algunos minutos mientras en mis manos jugueteaba con el broche que me habían regresado, esto podría ser una señal del destino para indicarme que las cosas estarían bien
Sin pensarlo demasiado, tomé mi celular y llamé a Rodri. Si él había traído el paquete es porque sabía algo de mi esposo. Tardó unos segundos hasta que respondió
—¿Hola?.— escuché su voz
—iRodriiii!.— alargué la "i" lo más que pude —¿Cómo andas?.—
—Con tanto sueño que te cagas.— se burló, yo sabía que ya era tarde, ahora me sentía apenada por no esperar a mañana para llamarlo —¿Vos, en que andas?.—
—En nada realmente, solo te llamaba porque me surgió una duda.— expliqué
—¿Es por lo de la cajita misteriosa?.— intuyó y asentí con un ligero sonido —Lo sabía flaca, sos tan obvia.—
—Sé que la envió Roier, la letra de la nota era de él.— dije —¿Por qué la tenías tú?.—
—El pelotudo estuvo jode y jode desde que perdiste tu maleta, llamó a la aerolínea y aunque estuvo en otro país logró que rastrearan tus cosas y se las enviaran.— contó —No debería decírtelo, pero él está acá. Creo que vos y él tenían algo pendiente así que como todo un romántico te siguió, pero me buscó para darte el paquete para no molestarte antes de lo de Iván.—
Al escucharlo decir que Roier estaba cerca sentí que mi corazón se aceleraba rápidamente... ¿había viajado solo para venir detrás de mí? quizás le daba miedo que huyera, pero ni corriendo lo más rápido podría escaparme de él, estaba tan segura de que era mi destino que no sabía si podría seguir posponiendo aquel encuentro
—Mulán, ¿me dejas decirte algo?.— la voz de Carre me sacó de mis pensamientos, nuevamente hice un sonido para indicarle que si —Vos sabes que somos re amigos, pero lo de ayudarle a Roier no lo hice ni por él ni por vos.—
—¿Entonces?.— no lo entendía
—Por Iván.— confesó —Si vos queres volver con tu esposo podes hacerlo, pero dejá de confundirlo. Para vos es sencillo porque él no suele demostrar mucho sus emociones, pero a í me preocupa.—
Yo jamás había hecho algo para confundir a mi amigo, aunque supongo que si hubieron cosas que pudo haber malinterpretado
—Busca tu felicidad y no te sientas culpable si al final se dan otra oportunidad.— aconsejó —Me gustaría verlos juntos de nuevo, podes hacer una segunda boda o algo así. Si la haces me invitas, me hace falta una jodita.—
Reí un poco aunque eso me había dado una idea... Habría una fiesta, pero claramente no sería una segunda boda. Ahora ya sabía lo que tenía que hacer
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