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𝗢𝟮𝟯. 𝖺𝗅𝗅𝗂𝖺𝗇𝖼𝖾𝗌

CAPÍTULO
VEINTITRÉS

❝ALIANZA❞

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       NI SIQUIERA PUDE PROBAR LA COMIDA DE mamá cuando los consejeros exigieron que saliera de la aldea dentro de media hora. Agradecía internamente que mamá me preparó un bento rápido junto a algunos onigiris para el largo camino de tres días con sus respectivas noches.

Me despedí de mis padres dándole un corto resumen de lo que se trataba mi misión sin un buen semblante en mi madre, pues haber asignado esa misión de un día a otro no era lo mejor y menos al ser una misión de alto riesgo.

Salí de la aldea antes de que fuera medio día y apenas habían pasado dos días, esta sería mi segunda noche, así que después de correr por los árboles me senté encima uno a comer un poco y beber agua.

Agradecí a mi sensei, ya que al tener una gran resistencia, casi no sentía la necesidad de beber agua o detenerme para descansar cada cierto tiempo. La única razón por la cual no seguía, era porqué no podía ver muy bien de noche.

Me había encontrado por el camino a varios bandidos o algunos ninjas renegados, pero nada que no pudiera resolver por mi misma.

Decidí dormir un poco antes de madrugar para llegar antes a Sunagakure. Recosté mi cabeza en el tronco sintiendo como mi sombra me cubría por completo brindando calidez a la vez que protección.

El "día" llegó o bueno, va a llegar dentro de dos horas. Decidí levantarme a las cuatro de la madrugada para seguir con el camino, no sin antes buscar un río para asearme un poco. Pequeñas cosas que odiaba cuando en las misiones largas no había donde hospedar una habitación.

Como no tenía hambre, retomé mi camino a una velocidad moderada para no cansarme. Iba atenta a mi alrededor por si se sentía alguna presencia. Este era mi tercer y último día, esperando internamente que llegará antes de que se pusiera la noche, pues dormía máximo unas seis horas.

Y fue así, que después de horas logré divisar las grandes rocas y acantilados indicando que había llegado a Sunagakure. Eran un poco más de las diez de la noche y parecía que los guardias me esperaban mañana por la tarde, pues su asombro fue muy bien visto.

──Nara Saiko, vengo de Konohagakure para entregar el pergamino de la alianza. ─anuncie a los guardias.

──La esperabamos mañana. ─soltó uno aún sorprendido.

──Espero que eso no sea un problema. ─dije, quitando el gorro de mi sudadera que había puesto en mi cabeza por el frío que hacía, y es que Suna era conocido por el inmenso calor de día y las grandes heladas en las noches.

──No, claro que no. ─negó. ──. Adelante, la llevaré a la torre y avisaré de su llegada.

Sin más, lo seguí de cerca mirando a los alrededores. No pude ver mucho por el hecho de que era de noche. Al paso de unos minutos llegamos a la torre del Kazekage, mismo que comence a sentir una pequeña mirada sobre mi. Al ingresar a la torre noté que por dentro no era muy colorido, usaban colores cálidos y se veían lindos a mi parecer.

──Espere aquí mientras informo de su llegada a mi superior.

Asentí viendo como él se perdía entre el pasillo, por mi parte me acerque a la ventana viendo algunas luces a la lejanía de las casa y las farolas que iluminaban las calles oscuras.

No pasarón ni veinte minutos cuando escuche pasos acercarse.

──Lamento la tardanza. ─giré mi cabeza encontrando al sensei de los hermanos. ──. Me sorprende lo rápido que llegó a la aldea, por desgracia, me temo que los consejeros están ocupados para recibirla.

──Sí, no se preocupe. ─hice una leve reverencia. ──. Puedo entender que mi llegada antes de tiempo fue sorpresiva.

──Puedo ofrecerle la habitación donde pasará los próximos días en los que se quedará. ─asentí gustosa a eso. ──. Sígame, por favor.

Realmente mataría por poder dormir en algo suavecito y no en árboles como un mono. Al llegar a la habitación me sentí bien al ver una cama.

──Mañana a primera hora podrá entregar el pergamino. ─anunció. ──. Puede descansar hasta entonces. Con su permiso. ─se retiró cerrando la puerta.

Me dejé caer en la cama y así como caí me quedé dormida profundamente en la suave cama. No se si fue mi falta de sueño, pero sentí un leve tacto cálido acariciando mi mejilla mientras una leve silueta se colaba entre mis párpados.

A pesar de que quería abrir mis ojos, mi sueño fue más fuerte.




















































      NO HABÍA PALABRAS PARA DESCRIBIR LO genial que era Sunagakure. La comida era tan exquisita al igual que sus diferentes telas de ropa, ahora entendía porqué la tela era más resistente y fresca.

Hace horas que había entregado el pergamino y ante la sorpresa de los hermanos, por ser yo a quien se le otorgó la misión, me recibieron con los brazos abiertos y me llevaron a pasear por toda la aldea.

Para sorpresa de ellos, Gaara nos acompañó. Y ahora era su turno de mostrarme las maravillas que su aldea escondía y me enamoré de la biblioteca, tanto que el pelirrojo me dio permiso de tomar un libro para regalarmelo.

Obvio no rechace su oferta.

La noche había caído y con ello me encontraba encima de la torre cobijada con una frazada admirando la luna que nos iluminaba, a mi lado estaba Gaara, quien como siempre, no podía dormir.

──Entonces, Kankuro intentó acariciar al ciervo y este lo mordió. ─reiteré lo que él dijo. ──. Debí haberle dicho que ellos no son cariñosos.

──Fue gracioso hasta cierto punto. ─comentó mirando la luna. ──. Hasta que el ciervo comenzó a perseguirlo.

Solté una leve risa.

──Umi no le gusta socializar. Una disculpa por eso. ─pedí. ──. Incluso a mi me perseguía de niña.

El silencio se presentó por unos momentos. No eran necesarias palabras para estar cómodos en lo que restaba de la noche. Su presencia bastaba.

──Quiero convertirme en el Kazekage. ─soltó de golpe rompiendo el silencio.

──¿En el Kazekage? ─miré su perfil en busca de alguna duda, pero solo encontré determinación en sus ojos turquesas. ──. Es un trabajo complicado y aburrido. ─solté un suspiró de fastidio al pensar en todo lo que tienen que hacer. ──. Pero supongo que sabrás sobrellevarlo.

Aunque no lo mostraba por dentro no me gustaba mucho que se convirtiera en Kazekage en un futuro cercano. Al ser un Jinchuriki, no solo su pueblo desconfía de él sino que habrá enemigos que querrán su cabeza. Y más con su pasado.

Con enemigos no es precisamente ninjas renegados, sino de cierta organización de criminales que iba detrás de Naruto hace casi dos semanas, por suerte Jiraiya-san estaba con la cabeza hueca y no pasó a mayores más que dejaran inconscientes al Hatake y el Uchiha. Según lo que escuche a escondidas se hacía llamar Akatsuki.

Además, no tendrá mucho tiempo disponible.

──Se lo que piensas. ─su voz me sacó de mis pensamientos. ──. Nadie confiaría en alguien que ha causado solo dolor y miedo. Pero no puedo vivir toda mi vida escondido en las sombras de lo que me convirtio mi padre, si quiero ganarme la confianza de las personas, les demostraré que puedo proteger esta aldea como a ellos.

Me quedé sin saber que decir mirando sus ojos. Parece que Gaara había cambiado para bien y ahora estaba haciendo las cosas de una manera más favorable.

──Me alegra saber que has cambiado, Gaara. ─sinceré enfocando mi mirada en la luna. ──. Estoy seguro que serás el mejor Kazekage de la historia.

Giré mi rostro para brindarle una pequeña sonrisa haciendo que él se quedara anonadado. Deje de sonreír cuando sentí un peso en mi hombro, era su cabeza escondida en el hueco de mi cuello.

──La mejor maravilla de Konoha, ¿sabes que es?

──Su comida. ─él negó. ──. La flora. ─negó nuevamente. ──. Entonces, ¿qué es?

──Tú. ─juró que sentí un leve sonrojo que escondí en mi cabello. ──. Le agradezco a los exámenes chunnin por haberte cruzado en mi destino.

No dije nada, me limité a acariciar sus cabellos rojos y fue así por unos segundos.

──Supongo que ambos tuvimos destinos cruzados, ¿no? ─murmuré por lo bajo.

Después de eso, el silencio reinó y poco a poco fui perdiendo la consciencia hasta caer en un profundo vacío en el hombro de mi compañero.

Cuando desperté ya era de mañana y para mi mala suerte, era el día que regresaba a Konoha. Pero no me iba con las manos vacías, llevaba algunos recuerdos como dulces para agregar a mi cajón de la engordación.

──Ten. ─Temari me entregó un bento. ──. Para que no comas puros onigiris en el camino.

──No te hubieras molestado. ─dije, guardando el bento en mi mochila.

──No lo hice yo, así que no me molesta. ─discretamente señaló a Gaara, quien miraba a otro lado.

──Suerte en tu viaje, enana. ─Kankuro me despeino mi cabello.

──Sí recuerdas que la enana te venció en un encuentro, ¿no? ─le recordó su hermana con cierta burla.

──¡No me lo recuerdes, Temari!

Supongo que así es como me veía cuando "peleaba" con mi pequeño hermano vago.

──Por cierto, Gaara tiene algo para ti. ¿No es cierto? ─Kankuro le dio un golpe en el hombro al nombrado.

El pelirrojo dio un leve paso al frente para estar cerca mío.

──Hace tiempo dijiste que querías uno, pero en Konoha no crecían. ─recordó mostrando un pequeño cactus entre sus manos. ──. Supuse que te gustaría tener uno de los míos.

Una pequeña sonrisa se mostró en mis labios cerrados. No creía que alguien se acordara de lo que me gustaba y menos regalarme uno de sus cactus. Desde muy pequeña, crecí siempre admirando las tipicas rosas que habitaban en Konoha, e incluso a pesar de llegar a tener una planta que pocas veces se visualizaba, siempre había alguien que tenía las mismas plantas que yo, así que cuando leí aquel libro con las distinta flora de los otros paises me enamore del cactus, pues no necesitaba muchos cuidados para una perezosa.

──Es hermoso. ─lo tomé entre mis manos, era pequeño y cabe perfectamente en mi mano. ──. Muchas gracias, Gaara. ─por respeto a sus hermanos, no agradecí con algún contacto hacía su persona.

No quiero que me llamen pedofila.

──No necesita muchos cuidados. ─comento el pelirrojo. ──. Mientras le dé el sol y lo riegues cada dos meses sería suficiente.

──Lo tendré en cuenta. ─miré a los tres hermanos. ──. Gracias por el hospedaje, pero ya es momento de irme.

──Ten un buen viaje, Saiko.

Di media vuelta mirándolos por última vez.

──Los veré después.

Con eso, desaparecí de sus vistas comenzando mi camino directo a Konoha. Esta sin duda fue una de las mejores misiones que me han asignado.


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