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Capítulo 20.

DESPUÉS DE TI.
Capítulo 20.

Despertar en esa isla paradisíaca, con el sonido de las olas rompiendo suavemente en la orilla y el sol filtrándose por la ventana, debería haber sido suficiente para hacerme sentir en paz. Y en cierta forma, lo era.

Habían sido días maravillosos. Días en los que había reído sin parar con mis amigos, días en los que había explorado playas escondidas, nadado en aguas cristalinas y sentido la arena caliente bajo mis pies. Pero sobre todo, habían sido días en los que había estado con él.

Miguel.

Cada momento con él me había hecho sentir que el mundo era perfecto. Sus besos, caricias, la forma en que me miraba como si yo fuera la cosa más preciosa que había visto en su vida. Todo en él me llenaba de felicidad.

Y sin embargo, en lo más profundo de mi mente, una sombra de culpa se aferraba a mí, recordándome todo lo que no le había dicho. Él había rechazado la oportunidad de su vida por mí.

Yo tenía una beca en París y aún no sabía que hacer con ella.

Y lo peor de todo, aún no sabía la verdad sobre mi corazón.

Hubo momentos en los que estuve a punto de decíselo. Momentos en los que abría la boca para hablar, pero los nervios me traicionaban. O momentos en los que Miguel simplemente no me dejaba hablar, porque cada vez que intentaba decir algo serio, él encontraba la manera de distraerme con besos que me hacían olvidar el mundo.

Me removí suavemente en la cama, sintiendo los labios de Miguel sobre mi rostro. Una sonrisa se dibujó en mis labios antes incluso de abrir los ojos. La primera imagen que vi fue la de él, con su cabello revuelto y sus ojos brillando con ternura, mirándome como si fuera la mejor manera de comenzar su día.

Su brazo estaba aferrado a mi cintura, como si no quisiera dejarme ir.

— Buenos días, preciosa.—Murmuró besando la punta de mi nariz.

— Buenos días.—Susurré sintiendo cómo su mano recorría mi espalda con suavidad.

— ¿Estás bien?.—Preguntó con un tono dulce.— ¿No te incomodó nada...anoche?.

Negué con una sonrisa.

— Estoy más que bien. Estoy feliz.

Y era cierto. Estaba más enamorada que nunca, y más segura de que él era el amor de mi vida. Pero también estaba más asustada que nunca, de que mi verdad lo alejara de mí.

Miguel pareció satisfecho con mi respuesta, porque dejó un último beso en mis labios y luego se incorporó.

— Voy a cambiarme. —Dijo estirándose.— Nos vemos en el comedor, ¿esta bien?. Si me quedo aquí más tiempo, no voy a querer salir.

Reí cuando él se puso de pie rápidamente y comenzó a vestirse. Me quedé en la cama abrazando la sábana mientras lo veía recoger su camisa, y ponérsela de cualquier manera y abotonarla rápidamente.

— Te amo. —Me dijo antes de marcharse, robándome un beso rápido.

— Te amo más. —Susurré contra sus labios, pero él ya había salido.

No tardé mucho en levantarme y buscar mi ropa para cambiarme, pero antes de que pudiera hacer algo, la puerta se abrió de golpe y Claire entró, chocando de frente con Miguel en la entrada.

— Vaya, Claire...¿noche difícil?.—Dijo él reprimiendo una risa al verla.

Mi mejor amiga solo le lanzó la mirada más asesina que le he podido haber visto.

— Cállate, Mora.

Y es que el aspecto de Claire era un completo desastre. Su cabello estaba revuelto, el maquillaje de la noche anterior estaba corrido y llevaba su vestido en los brazos, vistiendo solo la camisa de alguien más.

— No digas nada. —Dijo ella apuntándome con el dedo en cuanto Miguel se fue, cerrando la puerta tras de sí.

Solté una carcajada, mirándola de arriba abajo.

— Pues...tal parece que Mason no te dejó dormir en toda la noche, amiga.

Claire rodó los ojos pero no pudo ocultar la sonrisa traviesa en su rostro.

— Tú tampoco puedes hablar mucho.—replicó señalando la cama deshecha y una de las camisas de Miguel en el suelo.— Diría que estamos empatadas.

Sentí mis mejillas arder mientras recogía la camisa apresuradamente.

— ¡Eso no es lo mismo!. —Intenté defenderme.

— No, claro que no. —Se dejó caer en su cama con un suspiro dramático.— Lo tuyo fue romántico, tierno, lleno de amor y con promesas al futuro. Lo mío…bueno, lo mío fue un intento fallido de mantener el equilibrio en una hamaca.

No pude contener la carcajada.

— ¿En una hamaca?, Por Dios Claire, ¿cómo carajos lograste eso?.

— Con mucho esfuerzo y la falta total de coordinación de Mason. —Murmuró tapándose la cara con una almohada.— Nos caímos. Varias veces. En un momento pensé que Mason se había roto algo, pero solo se estaba riendo como un idiota.

Ya estaba llorando de la risa.

— ¿Y al final?.

— Al final terminamos en la arena, riéndonos como dos idiotas hasta que alguien nos mandó a callar desde otra cabaña.

Me tiré sobre la cama con ella, todavía riendo.

— Al menos la pasaste bien, ¿no?.

Claire se quitó la almohada de la cara y me miró con una sonrisa.

— Demasiado. Creo que me estoy enamorando como una tonta.

Me quedé viéndola, entendiendo perfectamente lo que quería decir. Porque yo también me sentía así.

Enamorada como una tonta.

────────────────

Caminar bajo una inmensa ola de calor en una isla no era precisamente mi idea de un plan perfecto para nuestro último día juntos. Pero allí estaba, con el cabello pegado a la frente por el sudor, y la piel ardiendo como si me hubiera metido en un horno.

Tenía la cara llena de sudor, o más bien todo mi cuerpo. El sol nos castigaba sin piedad y por si fuera poco, llevábamos al menos media hora caminando sin rumbo fijo porque Walker estaba convencido de que nos llevaría a una cascada de aguas cristalinas.

En vez de eso, solo nos había arrastrado a una jungla de calor insoportable, donde nuestra única salvación era la diminuta botella de agua que Claire tenía y que ya estaba en sus últimas.

Lo había dicho con tanto entusiasmo que hasta Emma, su novia, se emocionó. Pero ahora después de lo que parecían horas caminando en círculos, todos comenzabamos a darnos cuenta de lo obvio

Nos habíamos perdido.

— Walker…—La voz de Miguel era un gruñido bajo lleno de frustración.— Juro por todo lo que más quiero que si no encontramos esa maldita cascada que dices en los próximos diez minutos, cuándo lleguemos a la playa, voy a ahogarte en el mar.

Walker se encogió de hombros con una sonrisa nerviosa.

— Perdón, ¿si?. Pensé que era por aquí.

— ¡Pensaste mal, idiota!. —Se quejó Mason, que iba justo detrás de Miguel y parecía igual de harto.— Estoy muriendo de calor, de hambre y sed, y si doy un paso más voy a evaporarme.

— Si fuera así, ya te habrías desintegrado. —Bufó Emma fulminándolo con la mirada.

— Dios Walker, ¡Eres un inútil!.—Continuó Mason.

Emma resopló y se giró hacia él, claramente ofendida.

— ¡Tu también eres un inútil!.

— ¡Oh, por favor!. —Claire entró en la discusión rodando los ojos.— Tu novio es más inútil que el mío, querida.

— ¡¿Perdón?!.—Emma se giró con una mirada fulminante.

El caos estaba en su punto máximo. Todos sudando, gritando y quejándose al mismo tiempo, Todo se estaba saliendo de control, y estábamos lo suficientemente cansados como para pensar con claridad. Mientras yo sentía que me estaba derritiendo como un helado bajo el sol.

Llevaba mi traje de baño con unos shorts y la parte de arriba del bikini, pero ni eso ayudaba.

Mi rostro debía estar rojo como un tomate y Miguel tampoco se veía de la mejor forma. De hecho, en un arranque de desesperación se quitó la camiseta y la usó para secarse el sudor.

El calor me estaba volviendo loca, y la falta de agua estaba empeorando mi humor.

— ¡YA CÁLLENSE!.—Grité de repente sorprendiéndome incluso a mí misma.

Todos dejaron de hablar y me miraron con los ojos bien abiertos. Aproveché la atención para tomar aire y seguir.

— Si seguimos discutiendo, nos vamos a quedar aquí hasta que nos encuentren como esqueletos en un documental de supervivencia. Usen la maldita cabeza.

El grupo se quedó en silencio por un segundo procesando mis palabras. Luego Miguel se acercó y tomó mi mano con suavidad.

— ¿Estás bien?. —Me preguntó en voz baja.

Negué con la cabeza.

— No, el calor me está matando y ellos son un dolor de cabeza. —Respondí sin intentar disimular mi frustración.

Miguel soltó una risa baja y apretó mi mano en señal de apoyo, pero yo necesitaba aire. O al menos un momento sin el bullicio de todos.

Me solté de su agarre con suavidad.

— Voy a apartarme un segundo...—Dije.

— Voy contigo.—Se ofreció Miguel de inmediato.

— No, necesito estar sola un momento. ¿Si?. —Pedí, dedicándole una mirada cansada.

Se notaba que no quería dejarme ir, pero asintió. Caminé unos metros y me apoyé en un árbol tratando de calmarme. Mi cabeza daba vueltas.

No solo por el calor y la sed, sino porque había pasado días evitando el momento en que tuviera que contarle la verdad a Miguel.

“Tiene que ser hoy”, pensé.

Es nuestra última noche aquí y no puedo seguir con esto guardado en mi pecho.
Una figura se acercó y suspiré al ver a Claire.

— Ey, ¿todo bien?.—Preguntó mirándome con preocupación.

Negué de nuevo.

— No. No estoy bien, Claire. Me siento como la mierda.

— Claro que te sientes como la mierda, nos estamos rostizando vivos. —Bromeó, pero cuando vio que mi expresión no cambiaba, suavizó su voz.— Harp...¿esto es por lo que pienso que es?.

Asentí.

— No le he dicho nada a Miguel.—Admití en un susurro.— Y cada día que pasa, me siento peor. Pero…¿cómo lo hago, Claire?. ¿Cómo le digo que tengo el corazón de Olivia?.

Mi mejor amiga me tomó de los hombros con firmeza y me obligó a mirarla.

— Escúchame bien. Miguel te ama. Te lo he repetido mil veces. Jamás te odiaría por esto, y mucho menos te dejaría. Pero tienes que decírselo, Harp. Y tienes que hacerlo pronto.

La angustia en mi pecho aumentó, pero sabía que tenía razón. Respiré hondo y asentí.

— Esta noche. Lo haré esta noche.

Sentí un nudo en la garganta, pero sabía que tenía razón. No podía seguir posponiéndolo.

Finalmente, después de varios minutos, retomamos la caminata con el grupo, esta vez en silencio y con una determinación diferente. Ahora no solo quería salir de la selva…también tenía que prepararme para lo que iba a venir esa noche.

────────────────

El sol ya se había escondido cuando finalmente logramos salir de aquella selva. El cansancio nos pesaba en cada paso, y aunque deberíamos estar aliviados, la sensación de agotamiento y desespero seguía latente en el ambiente.

Esa noche, como despedida, haríamos una fogata en la playa. Todos nos dispersamos para ir a nuestras habitaciones, ducharnos y cambiarnos antes de reunirnos de nuevo.

Caminé junto a Miguel hasta la entrada de mi cabaña. Se giró hacia mí con una sonrisa cansada pero llena de ternura. Sus dedos acariciaron suavemente mi mejilla antes de inclinarse y depositar un beso sobre mis labios.

— Nos vemos allí.—Susurró, rozando su nariz con la mía antes de separarse.

Me quedé ahí, observándolo desaparecer en el pasillo con suelos de madera. Había algo en mi pecho, un peso extraño que no lograba identificar.

Cuando finalmente a la habitación, la atmósfera se sintió extrañamente densa. Me duche y cambié con movimientos mecánicos tratando de ignorar la presión en mi pecho. Claire me observó con el ceño fruncido.

— ¿Estás bien?. —Preguntó finalmente, mientras cepillaba su cabello sentada en su cama.

Dudé en responder. Porque no, no estaba bien. Algo me oprimía el pecho y no sabía por qué. Era como si mi cuerpo ya supiera que algo iba a pasar. Como si estuviera preparándose para un golpe que yo aún no veía venir.

— No lo sé...tengo un mal presentimiento.

Ella rodó los ojos sonriendo de lado. Dejando su cepillo en la mesita de noche para girarse hacia mí.

— Relajate, Harp. —Respondió con una pequeña sonrisa tranquilizadora.—Seguramente es porque nos vamos pronto. Siempre nos deprimimos cuando termina un viaje. Es normal.

Quise creerle, pero una parte de mí sabía que no era solo eso. Sin más solo asentí sin estar del todo convencida, pero no quería preocuparla.

Tal vez tenía razón. Tal vez solo era eso.

Termine de vestirme y peinar mi cabello algo enredado, dejando una diadema en él. maquillándome lo más sutil que pude y así salir junto a Claire.

El ambiente era animado, cálido. Había música, comida, bebidas…y por primera vez en mucho tiempo, nos sentíamos completamente libres. Los maestros y directrices estaban en una cena de despedida, lo que significaba que podíamos disfrutar sin restricciones.

Apenas llegué, Miguel apareció a mi lado, tomándome de la cintura y acercándome a él. Sus labios se curvaron en una sonrisa mientras me observaba de arriba abajo.

— Te ves hermosa. —Susurró antes de besarme nuevamente.

Me derretí en sus brazos, sintiendo cómo el mal presentimiento se disipaba por un momento. Nos unimos a los demás, riendo y compartiendo anécdotas del viaje. Miguel al final sacó su guitarra y comenzó a tocar una canción. Su voz llenó el espacio, y todos cantamos con él, aplaudiendo y disfututando.

Me dedicó varias miradas sonriendo en mi dirección, y por un momento, todo estuvo bien. Pero por alguna extraña razón, el mal presentimiento seguía pesando en mi pecho. No sabía por qué, pero algo no estaba bien.

Claire se inclinó hacia mí y me dio un leve codazo. — Relájate, amiga. Solo disfruta.

Intenté convencerme de que tenía razón, pero entonces Tessa se levantó con su copa en mano, y una sonrisa que no mostraba nada bueno.

— Quiero proponer un brindis.—Su voz cortó la conversación y las risas.— Quiero recordar a una persona increíble...una chica maravillosa, talentosa y con el corazón más grande de todos.

El silencio se extendió mientras todos la miraban con curiosidad. No tardé en darme cuenta de a quién se refería.

Olivia.

Mi estómago se encogió.

Miguel tensó su agarre en mi mano, dándome un pequeño apretón como si quisiera asegurarme que estaba bien. Pero no lo estaba. No tenía idea de lo que estaba a punto de pasar.

— Qué triste lo que le pasó, ¿no?.—Continuó Tessa con una falsa tristeza en su voz.— Tan joven, tan llena de vida…y de pronto, se fue.

Los murmullos comenzaron. Algunos asintieron con pesar, y otros simplemente bebieron en su honor. Miguel bajó la mirada y mi corazón se aceleró.

— Pero lo peor...— Tessa hizo una pausa dramática antes de seguir. — Es que aquí hay personas que no son lo que parecen. Personas que deberían asumir la responsabilidad por lo que han hecho.

La incomodidad en el ambiente era palpable. Emma frunció el ceño. Mason, que estaba junto a Claire, se puso tenso.

— ¿A qué te refieres?.—Preguntó Miguel con el ceño fruncido.

Tessa sonrió con malicia. — Oh, ¿aún no lo sabes?. Qué descuido el mío. Pensé que ya te habías enterado.

El nudo en mi garganta se hizo insoportable. Intenté hablar, pero las palabras no salían. No así.

Mason se levantó de golpe. — ¡Tessa, cállate!.

— ¿Por qué debería?. ¿No creen que todos aquí merecen saber la verdad?. —Sus ojos se posaron en mí, y sentí el aire abandonarme. — ¡Dinos, Harper!. ¿No crees que ya es momento?.

Todas las miradas se volvieron hacia mí. Miguel, confundido, buscó respuestas en mi rostro.

— ¿De qué está hablando?.

Mi voz se quedó atrapada en mi pecho. Quería decir algo. Quería gritarle a Tessa que se callara, que no tenía derecho, que no entendía nada. Pero mis labios no se movieron.

Tessa sonrió con crueldad y se acercó lentamente. — ¿Esa que ves ahí?. —Señaló directamente hacia mí.— Mató a la persona que más amabas, Miguel.

Un escalofrío recorrió mi espalda.

— ¿Qué…?.

— Oh, ¿No le has dicho?.— Tessa fingió sorpresa.— Vaya, qué descarada, Harper. —Volvió a mirar a Miguel.— Tu querida novia, tiene el corazón de Olivia.

El tiempo pareció detenerse. Se hizo un silencio tan profundo que solo se escuchaba el crujido de la fogata y el viento. Nadie habló. Nadie se movió. Todo el mundo me miraba, esperando mi reacción, esperando que desmintiera sus palabras.

Pero no podía.

Miguel parpadeó, su expresión pasó de la confusión al desconcierto y luego al horror.

— ¿Qué?.

Intenté hablar, pero solo salió un sollozo ahogado.

— No…—Miguel negó con la cabeza, dando un paso hacia atrás. — Eso no es cierto.

Mis piernas temblaban.

— Miguel…

— Dime que es mentira.—Su voz se quebró. — Dime que eso no es verdad.

Las lágrimas resbalaron por mis mejillas. Mi corazón latía con tanta fuerza que me dolía el pecho. Quise tocarlo, pero él se apartó bruscamente, como si mi piel lo quemara.

— ¡Solo responde!.—Gritó, su desesperación era palpable.— ¿Es cierto o no?.

Mis labios temblaron. No quería decirlo. No así. No de esta manera.

No con todos allí.

Pero ya no podía seguir escapando.

Con la voz rota y las lágrimas cayendo sin control, finalmente murmure.

— Sí.

Miguel me miró como si le hubieran arrancado el alma. Dio otro paso atrás y se giró, alejándose rápidamente entre la multitud.

Claire se lanzó sobre Tessa, pero Mason la detuvo antes de que pudiera golpearla.

— No vale la pena.— Susurró, pero Claire temblaba de furia.

— ¡Es una maldita, voy a matarla!. ¡¿Cómo pudo hacer esto?!.

Pero yo apenas podía oírlos. Solo pude quedarme allí de pie, perdida y rota.

Mi mundo se había desmoronado.

Y todo por mi culpa.

Y ahora si que había perdido a Miguel para siempre.

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NOTA DE AUTORA: Qué viva la pareja divorciadaaaaa

a. mis traumas, mis chistes.

Ni como defender a Harper, ella sólita se lo busco pues. 😾

Tarde un poco escribiendo este capítulo, este momento era muy importante, sabía que quería hacer, pero no como lo haría, espero haber plasmado de la mejor manera cada cosa que quería trasmitirles.

De nuevo muchas gracias por leer, apoyar y estar aquí.

Nos leemos en los próximos capítulos, faltan muy poquitos.

No olvides votar!.

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