DESPUÉS DE TI.
Capítulo 08
El pequeño plato de pastas frente a mí seguía intacto. No era la primera vez que me encontraba en esta situación, simplemente no tenía hambre. Con el tenedor, jugueteaba con los espaguetis mientras mi mente se perdía en lugares que no podía controlar.
Ya no era el vacío profundo que me consumía tras la muerte de Olivia, pero el eco de su ausencia seguía presente. Había prometido continuar, por ella y por mí, pero algunas veces sentía que no avanzaba lo suficiente.
Ahora, mi vida era una mezcla de momentos buenos y otros donde la nostalgia me arrastraba. Intentaba ser el mismo chico de siempre, pero la verdad era que ya no lo era. Había cambiado, no por elección, sino por necesidad.
Mi actitud se había vuelto más fría, distante, pero trataba de ser mejor. Mason había sido un apoyo invaluable. Si no fuera por él, probablemente seguiría encerrado en mi habitación, ignorando al mundo.
Mason nunca me dejó solo, aunque no tuviera nada que decirme, se quedaba conmigo en silencio, y eso era suficiente.
Hoy, sin embargo, algo más ocupaba mi mente.
Desde que Harper llegó a la universidad, no podía dejar de pensar en ella. Había algo en su cabello castaño, en la manera en que su luz dorada parecía bailar con el sol. Pero lo que más me desarmaba eran sus ojos verdes, que parecían atravesarme cada vez que se encontraban con los míos. No podía explicarlo, pero había algo en ella que me hacía sentir...extraño.
Era como...si la conociera de antes.
Suspiré pesadamente tratando de sacarla de mi mente. No tenía sentido pensar en alguien a quien apenas conocía. Además, después de Olivia, no había hablado realmente con ninguna chica de esa forma. Mi vida amorosa se había quedado en pausa, y no estaba seguro de si alguna vez volvería a ser diferente.
Estaba tan inmerso en mis pensamientos que no noté cuando Mason llegó a mi mesa. Su voz despreocupada me sacó de mi ensimismamiento.
— ¿En qué tanto piensas?.—Preguntó mientras se sentaba frente a mí.
Levanté la vista y forcé una sonrisa. —Nada importante. Solo vine a comer algo.
Mason miró mi plato intacto y levantó una ceja. —¿Vas a comer eso?
Solté una pequeña risa y empujé el plato hacia él. — Adelante, es todo tuyo.
Él no dudó en tomar el tenedor y empezar a comer. Mason siempre había sido así, directo y sin rodeos, lo que lo hacía más llevadero.
— Por cierto, Walker planea ir esta noche a la fiesta en la facultad de ingeniería. —Hizo una pausa para ver mi reacción. Yo solo seguía jugando con mi vaso con agua. —¿Por qué no vienes?. Sería bueno para ti. Además, es una buena oportunidad para hablar con Harper.
Sentí un ligero sobresalto al escuchar su nombre. Me incliné hacia atrás en la silla, tratando de aparentar indiferencia.
—¿Por qué querría hablar con ella?.
Mason rio con suavidad. — Vamos, Miguel. No me tomes por idiota. Apenas hablan y ya piensa que la odias, pobrecita. Además, ¿has visto cómo te mira?.
— No tiene nada que ver con eso. —murmuré.
— Exacto, porque no haces nada. Habla con ella, conócela, es linda. Tal vez eso es justo lo que necesitas.
No respondí de inmediato, pero después de un rato asentí. Quizás tenía razón. Quizás debía intentar algo diferente.
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La música podía escucharse incluso desde fuera de la gran casa donde se llevaba a cabo la fiesta. Las luces parpadeaban detrás de las ventanas, y un grupo de estudiantes reía y hablaba cerca de la entrada, algunos con botellas en la mano.
Mi corazón latía más rápido de lo normal, pero no solo por la emoción de estar allí, sino porque esta sería mi primera fiesta.
Durante toda mi vida, debido a mi enfermedad, esas experiencias habían estado fuera de mi alcance. Pasé años viendo desde la distancia cómo otros jóvenes vivían momentos que yo solo podía imaginar.
Pero ahora, tras mi trasplante y mi decisión de empezar de nuevo, estaba decidida a vivir lo que siempre había soñado.
Respiré hondo y ajusté la chaqueta sobre mis hombros. Llevaba unos shorts de lentejuelas que brillaban con la luz de los postes, una blusa corta y mis botas favoritas. Quizá era un poco atrevido para mí, pero Claire había insistido, según ella me haría lucir increíble. Y no se equivoco.
Caminé hacia la entrada y ahí estaba Walker, esperándome. Su cabello rubio brillaba bajo las luces, y me recibió con una amplia sonrisa.
— ¡Llegaste!.—Exclamó mientras se acercaba.
— Sí, aquí estoy.—Respondí con una pequeña sonrisa, todavía nerviosa.
— Te ves increíble, Harp. Realmente genial. —Sus ojos recorrieron mi atuendo, y pude notar la sinceridad en su tono.
— Gracias, Walk. Tú también.
— Ven, te acompaño adentro. —Dijo mientras me ofrecía su brazo. Dudé por un segundo, pero acepté.
Cruzamos la puerta y la escena dentro era mucho más caótica de lo que había imaginado. Algunos estudiantes bailaban al ritmo de la música en el centro de la sala, otros estaban sentados en el sofá tomando y riendo, y en una esquina ya había alguien claramente borracho que intentaba mantenerse de pie. Una mezcla de risas, conversaciones y la música inundaba el lugar.
Era abrumador, pero emocionante. No pude evitar sonreír.
— ¿Todo bien?.—Preguntó Walker al ver mi expresión.
— Sí, solo...nunca antes había estado en un lugar como este.
Él rio suavemente, pero antes de que pudiera responder, una voz familiar llegó desde detrás de nosotros.
— ¡Harper!.
Me giré y vi a Claire acercándose con una sonrisa enorme. Su energía siempre era contagiosa, y me relajé un poco más al verla.
— ¡Qué emoción que estés aquí!.—Exclamó mientras me abrazaba. Luego se giró hacia Walker y añadió en tono juguetón —¿Acaso me la estabas robando, Walker?.
Él levantó las manos con una sonrisa. —Relájate fiera, solo la estaba acompañando.
— Bueno, ahora yo me encargo de ella. —Claire me tomó del brazo y me llevó hacia el centro de la sala.
Fue entonces cuando lo vi.
Miguel estaba en una de las esquinas del pequeño living junto a Mason. Estaba sentado con una bebida en la mano, su postura relajada pero al mismo tiempo imponente. Llevaba unos vaqueros grises, una camisa del mismo color y una chaqueta negra que lo hacía lucir increíblemente atractivo.
Algunos mechones de su cabello oscuro caían sobre su frente, dándole un aire descuidado pero fascinante.
Mi corazón comenzó a latir más rápido, y no solo porque estaba nerviosa. Era como si algo dentro de mí lo reconociera, como si mi corazón, que ahora era nuevo, supiera algo que yo no entendía. Era una sensación extraña, casi magnética.
Entonces, sus ojos oscuros se posaron en mí. Sentí que el aire abandonaba mis pulmones por un momento. Era una mirada profunda, como si pudiera leer cada pensamiento que pasaba por mi mente. Él tomó un sorbo de su bebida mientras me observaba, y luego desvió la mirada, como si nada hubiera pasado.
Yo también aparté la vista sintiéndome avergonzada por haberlo mirado tanto. Walker notó mi incomodidad y me dio una palmada en el hombro.
— Vamos a saludarlos.—Dijo mientras me guiaba hacia ellos.
Cuando llegamos, Mason nos recibió con su habitual entusiasmo.
—¡Hey, chicos! ¡Qué bueno que vinieron!.—Se inclinó hacia Claire y añadió en un tono más bajo —Te ves increíble esta noche.
Claire sonrió ampliamente, claramente disfrutando la atención. Yo en cambio, apenas podía concentrarme. Miguel estaba justo a mi lado, y aunque no decía nada, su presencia era imposible de ignorar.
De repente, lo sentí moverse ligeramente, posicionándose un poco más cerca de mí. Fue un gesto sutil, pero suficiente para que mi corazón volviera a acelerarse.
— ¿Quieres tomar algo?.—Preguntó Miguel, inclinándose un poco hacia mí para que pudiera escucharlo sobre la música.
Me tomó por sorpresa. No esperaba que me hablara, ya que hasta ahora apenas habíamos intercambiado un par de palabras. Parpadeé, tratando de procesar su pregunta.
— Yo... nunca he tomado.—Respondí con honestidad, aunque un poco ansiosa.
Él sonrió, y por un momento su expresión se suavizó, haciéndolo parecer más accesible.
— Espera aquí.
Se giró hacia una de las mesas cercanas y regresó con un vaso rojo. — Ponche de frutas. Apenas tiene alcohol.
Acepté el vaso con una ligera sonrisa. Al probarlo, hice una mueca de disgusto por el sabor. Miguel dejó escapar una risa baja que hizo que mi rostro se calentara de vergüenza.
— No es gracioso.—Murmuré, pero no pude evitar sonreír.
— Un poco, sí lo es.—Replicó, todavía divertido.
Antes de que pudiera responder, Claire apareció a mi lado con una gran sonrisa.
— ¡Harper!, Mason y yo vamos a bailar. ¿Estarás bien aquí?
Asentí rápidamente. — Claro, ve a disfrutar.
Ella me dio un guiño antes de irse, dejándome sola con Miguel.
Por un momento, ninguno de los dos dijo nada. Pero extrañamente, no se sentía incómodo. Había algo en su presencia que, aunque intimidante, era tranquilizador.
Tomé otro sorbo del ponche, ignorando el sabor extraño, y decidí que, por primera vez en mucho tiempo, quería disfrutar el momento. Incluso si eso implicaba tener que tomar toda la noche ese asqueroso ponche.
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NOTA DE AUTORA: Tome como inspiración para este capítulo el nuevo post de Miguel en Instagram. Es que, sin palabras.
nueva actualización prontooo.
Nos leemos en el siguiente capítulo.
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