Me recuerdo siendo muy pequeño. Tan pequeño que no podía casi ver arriba de la mesa de la sala de mi casa.

Había una esfera de agua que llamaba mi atención por su inusual figura en el interior de esta.

Dentro de la esfera de agua, había un pequeño pez que resaltaba de su interior, tenía escapaz rojizas como mi cabello, estaba rodeado de agua que tenía brillantina, y lo hacías poco a poco brillar cada vez que agitabas el agua dentro. Los dos contemplabamos como esos brillos caían y se acomodaban alrededor del pez.

Aquel pez se encontraba solo, y yo, me preocupé, no quería que se sintiera mal por no tener a nadie.

Cuando se lo dije a mi padre, me dijo: «No te preocupes, Tanjiro; tiene una vida agradable. Está atrapado en un mundo perfecto»

Y yo le creí.