𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 𝟢𝟤
La primera vez que alguien supo de la persona de quién yo gustaba que no fueran mis amigos fue justamente Haganezuka, cuando toda nuestra familia fue al centro comercial a ver y hacer compras navideñas, ver los regalos que se promocionaban en las jugueterías.
Mis padres irán con mis hermanos menores, mientras que Haganezuka y su esposo, Kozo Kanamori, vendrían conmigo, al puesto de revistas al frente de la jugueteria.
Yo fingiría leer una revista mientras que en la legania de la ventanilla podía ver a una figura familiar para mí pasarse entre los pasillos exteriores del centro, con su mirada fría y seria, pero tan profunda como lo serían las grandes aguas; pareciese que en la superficie estubieran en calma, pero que por dentro, tal vez muy en el fondo, pueda albergar una gran tormenta.
— ¿Quien es?, ¿Le gustas tanto como tú a él?
Pegue un brinco. Hace un momento Hotaru estaba a varios pasos de mí y en un segundo a otro nuestros rostros estaban muy juntos para que el pudiese ver bien a quien estaba mirando.
— ¡Ha-Haganezuka-San! — Dí un pequeño grito, pero entonces noté algunas miradas de clientes en la tienda mirándome y oculte mi rostro nuevamente en la revista de moda que tomé sin analizarla muy bien. En susurro le respondí: — El es mayor que yo...
Mientras bajaba otra vez la revista hacia la ventanilla para verlo nuevamente en la lejanía, inesperadamente nuestras miradas se encontraron, sin notarlo, ambos apartamos la mirada rápidamente uno del otro. Haganezuka lo notó sin problemas.
— El no sabe que existo...
— Bueno, tienes buenos gustos, es lindo
— ¡Haganezuka-san!
Nuevamente las miradas de los clientes del establecimiento y nuevos me voltearon a ver otra vez, avergonzado, oculte mi rostro nuevamente y me fuí de esa sección con las mejillas rojas.
— Hotaru, ya déjalo.
— Mh, yo al menos era más valiente contigo, Kozo.
Haganezuka me siguió para susurrar en mi oído, y con ayuda de sus ojos me señaló al frente dándome una indicación para también mirar.
— Estás asalvo, entro a la tienda de discos.
El se alejo después de decirme eso, pero yo me quedé ahí, contemplandolo de lejos.
Asalvo. No estaba asalvo. Un vecino están viéndome. Si no hubiera estado tan distraído, me habría dado cuenta que algo andaba mal, porque ese tipo de cosas me dan cosquillas.
Pero estaba demaciado ocupado pensando en los ojos misteriosos y bellos de Giyuu Tomioka.
Los contemplaba, de lejos, viendo su profundidad como las aguas del mar cuando estaba concentrado leyendo en la biblioteca de la escuela, tenía un aura solitaria, y socializaba muy poco, pero me gustaba, y me hacía sentir especial, cuando lograba captar un aroma de felicidad y brillo en sus ojos cuando leía cosas que lograban atraparlo. Era sutil, pero lo suficiente para hacerme sonreír también.
— Así que — Haganezuka había aparecido, dejando en la mesa de la cafetería dos malteadas, uno para cada uno — ¿Ya lo besaste?
Kanamori había ido a la jugueteria con mis padres y mis hermanos a buscar a su hijo, Kotetsu, lo que le dejaba el camino libre para hablar conmigo de Tomioka.
En ese momento deseguro mis mejillas sonrojadas y mi mirada apartada de dónde originalmente estaba mirando debió a verle respondido.
— ¿Porque no?, Tu le gustas y él a tí, ¿Porque la demora?
Agarré la malteada, sintiendo las gotas que caían del envase dejando entendido que estaba frío, la sensación a de haberse sentido incomoda, pero estaba lo suficientemente nervioso como para sentirlo.
— Tengo miedo. No podría funcionar.
Haganezuka dió un resoplido mientras tomaba de su malteada, dándome una mirada irritada mientras sentía como me escaneaba con la mirada sin necesidad de mover sus ojos sobre mí.
— Mi primer beso, fué con Kozo. — Tenía la misma expresión desinteresada que solía tener, pero noté en él un aroma a nostalgia y felicidad sutiles.
— ¿En serio?, ¿Y como fué?
Mientras tomaba otro gran sorbo de su malteada, me miró nuevamente;— ¿El beso?, Oh... Maravilloso, grandioso... Glorioso — Me sorprendía como Haganezuka hablaba tan abiertamente de ese tema, cuando regularmente me esperaría a que se avergonzara y me maldijera por preguntar sobre su vida privada. — Me tomo mucho tiempo darme cuenta que algo así... Solo pasa una vez; así que ten cuidado a quien le das ese privilegio.
Me quedé pensando en cómo podría sentirse ese sentimiento, cuando Haganezuka puso una mano sobre la mía, reconfortandome.
— Tanjiro, solo diviértete.
Mi asesino era un hombre de nuestro vecindario. Mi madre era lo suficientemente amable y sociable como para acercarse a sus rosales y admirar sus creaciones, incluso una vez habló sobre cáscaras de huevo, desechos de frutas y composta casera con mi padre. Mi asesino tenía una notoria obsesión por obtener un tipo de flor rara que solo florecía una o dos veces al año por un día, aunque siempre terminaba marchitándose antes de tiempo. Después de compartir consejos de conocimiento común entre ellos sobre jardinería mi padre volvió a casa sonriendo y diciendo en broma que tal vez su jardín fuese bonito, pero que sus flores llegarían al cielo en cuando habría una ola de calor.
Estaba montando mi bicicleta mientras tomaba fotos al azar enfocando a mis padres en su jardín de flores. Tome aquella foto mientras trataba de llamar su atención en medio de mi entretenimiento. Yo estaba enfocando los arbustos cuando el se cruzó. Salió de la nada, arruinando mi foto.
Él arruinó muchas cosas.
¿Cómo podría haber sabido que ese hombre recordaba cada centímetro de mi de cada maldito día que me veía?, El pensar que solo jugar en mi bicicleta mientras tomaba fotos al azar le provocaba emociones perversas, recordar mi rostro sonriente al jugar le hacían delirar y ver mi cuerpo le hacían marear.
Otra vez estaba distraído, jugando, tomando fotos a mis papás, él hablaba con ellos, mientras era un día soleado normal. No sentía la intensa mirada posada en mí.
Que él, estaba pensando, en como atraparme.
Mientras hacía actividades de manualidad con mi papá, él estaba planeando con detalle y presión una jaula para mí.
Tan esmerado, estricto régimen, horas contadas, todo bien acomodado, para empezar un nuevo día y terminar las primeras faces de sus planes, teniendo todo el tiempo del mundo, pero al mismo tiempo tan apresurado por querer terminar todo de una buena vez.
Jamás detenerse hasta saber que todo está como quieres.
Recuerdo que algo parecido hablé con mi padre, pero en vez de enviarte escalofríos por la espalda, te enviaba calidez.
Estábamos en su estudió. Yo sosteniendo la plataforma de una figura de madera mientras que él estaba haciendo unos detalles con plastilina, utilizaba una gran lupa y luz para verlo bien, con ayuda de sus instrumentos minúsculos tallaba lo que era la espada de aquel samurai. Yo estaba presionando la plataforma de la figura ya que está tenía pegamento que debía secarse, pero necesitaba presión.
— Zenitsu me dijo que ama tus figuras.
Mi padre no se inmutó, teniendo su rostro casi inexpresivo, continuando tallando los detalles de la espada lenta, pero cuidadosamente.
— ... El... ¿Rubio?
Solté una risita, si solo supiera, que por una broma que le hicieron de niño de hecharle decoloración de pelo provocó que sus cabellos jamás pudieran volver a ser negros. Aún así, eso le hacía ser llamativo.
— Exacto. Su abuelo es el señor Jigoro Kuwajima, el que le sueles ir a comprar suministros para tú... ¿Obsesión?
Dije mientras echaba una mirada hacia los estantes de mi padre y alrededor de las paredes; había diferentes tipos, de colores, tamaños y formas, todos llamados igual por mi padre: Cazadores. Aunque más bien para ví parecían Samuráis aunque sus trajes no concordaban.
— ¿Mamá sabía de esto antes de casarse contigo?
— ¿El qué?
— Ya sabes Papi — Me acerqué lentamente como si le hubiera estado por decir el mayor secreto guardado del mundo — Tú obsesión.
— Tanjiro, los hobbies son sanos, nos enseñan cosas.
Seguía sonriendo. Sentí que el pegamento de la plataforma de la figura ya estaba secando, así que retire una de mis manos para ponerla a sostener mi mentón mientras seguía viendo trabajar muy concentrado a mi papá.
— ¿Como que? — Apesar que se pudiera escuchar brusco, lo pregunté en todo dulce y calmado, haciendo notar que no era una mala intención preguntar.
Me dió una mirada; el era regularmente inexpresivo, así que con el paso de los años logré descifrar varias cosas de lo que podía llegar a sentir con solo notar su olor y el brillo de sus ojos.
Cómo en ese momento. Cuando le hice pensar en que le traía de bueno hacer lo que más le gustaba.
Y a mí me gustaba hacer feliz a mi papá.
— Como... Empezar algo, lo terminas — su mirada volvió a los detalles de flamas de la pequeña katana de madera —, no paras hasta que esté correcto, y si no lo consigues, vuelves a empezar, y lo sigues tanto cómo debes.
Le miraba, pero mi mente estaba reflexionando sus palabras. Podía reflejar ese sentimiento con mi pasión por la fotografía, pero sentía que no era todo lo que debía comprender. — Así debe ser. Es lo que tú haces. — Me hecho una mirada, con un fantasma de una sonrisa pequeña antes de volver a lo que hacía. — Es muy normal.
Le miraba consentrado, analizando sus razones.
— Esto me lo enseñó mi madre — Supe que se refería a su talento para tallar — Y ahora te lo estoy enseñando a tí. — Está vez, si me sonrió, su olor era de alegría y melancolía. Me contagio su sonrisa. — Estamos creando algo para nosotros, recuerdos, Tanjiro; no solo los recuerdos se guardan en fotos, también en pequeñas acciones.
Su postura se enderezó, pareciendo a ver terminado empezando a quitar unas cosas cerca de él y otras guardandolas.
— En el futuro, cuando esto sea tuyo; recordarás, cada momento, cada plática, cada lugar de cada cosa, el escritorio desordenado, las sillas ocupadas, el lugar lleno de figuras — Empezó a enumerar las cosas, señalando con la mirada, y yo hacía lo mismo, detrás de la suya. — La memoria mental es la más extensa, ¿Sabes porque? —. Negué. — Porque es la que siempre guarda más cosas, que aunque sean mínimas, las extrañaremos en el futuro cuando menos nos demos cuenta. Estas no se pondrán perder, solo olvidar, Tanjiro, recuerda, lo malo es olvidar.
Le dí una sonrisa, — Lo sé — Conteste en susurro.
— Eres mi primer alumno, Kamado Tanjiro.
Solte una risita, en ese momento me sentía tan acogido.
— Cuando seas grande, le enseñarás esto a tus hijos, y tus hijos se lo enseñarán a sus hijos. — Su expresión de confort empezó poco a poco a decaer, dándome un olor a melancolía aún más fuerte. — Recuerdo que cuando era niño, aprendía esto con mi hermano.
— ¿El tío Michikatsu? — Le pregunté con voz tranquila, sabiendo el tipo de peso llevaba el nombre del hermano mayor de mi padre.
Después de que su madre murió, lo único que le quedó a mi papá fue su hermano mayor, apesar que tenían una tensa relación gracias a la interferencia de su padre; Sin embargo, un día había aparecido muerto, después de un largo distanciamiento de ambos por problemas políticos de su propio hogar; la policía dijo que se había suicidado, pero papá nunca lo creyó.
Cuando se casó con mamá, adoptó su apellido, tratándose de deshilar de su familia sanguínea, formando la suya propia.
— ¡Yoriichi, Tanjiro!, ¡Ha cenar!
El llamado de mamá nos hizo despertar de nuestra burbuja, yo ya me había bajado del banco donde estaba para ir corriendo escaleras abajo, si no fuera porque papá me había detenido en ese momento.
— ¡Ah, espera!
Me había señalado la famosa katana con la que había trabajado todo ese tiempo y con ella señaló la figura que había tenido que apretar a su base por media hora.
Me acerque contento, olvidando por un momento la deliciosa comida que mamá habría hecho.
— ¿Y como llamaras a este?, Siempre sueles darles nombres...
Sus figuras tenían nombres raros, no como normalmente llamarías a una figura de madera, nombres comunes; en cambio mi padre, nombraba lo que estaban haciendo, como: Respiraciones.
— Este fue el primer piloto de plano que hice hace mucho tiempo... De el vino las demás ideas para las demás respiraciones — Fuí a sostener la plataforma, primero verificando que el pegamento ya estaba totalmente seco, mientras él estaba acomodando la katana — Sin el, no existirían los otros...
— ¿Entonces porque tardaste tanto en hacerlo?
En ese momento, en los huecos de las manos se colocó la katana, que antemano había puesto un poco de pegamento para que cuando se seque, ya no se despegue.
— Quería que los dos lo hicieramos juntos.
Sonreí, mientras admiraba lo que habíamos hecho ambos.
— Estaba pensando en: Respiración Solar.
— Danza del Dios del Fuego.
Me volteo a ver con una expresión que apenas mostraba sorpresa, su mirada me dió a entender que quería saber lo que tenía que decirle.
— Creo que también le queda Danza del Dios del Fuego.
Después, un tenue sonrisa se formó en sus labios, olía a un gran afecto y sentía una gran sensación de protección paternal.
— Entonces, así será; Danza del Dios del Fuego, Respiración del Sol.
Nos quedamos en silencio, admirando la figura ya terminaba mientras hacía un movimiento con su katana, que a su vez tenía unas llamas recorriendo el camino que hacía parecer que recorrió la arma.
— ¡Yoriichi! ¡Tanjiro! ¡Solo faltan ustedes dos!
Mi padre me dió una última minúscula sonrisa.
— Vamos, Sumiyoshi y tus hermanos nos esperan.
Le correspondí la sonrisa, para salir casi saltando de la oficina de papá para ir hacia las escaleras que dan hacia la planta baja.
Papá se quedó, para apagar las velas, de un solo soplo.
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Akwkekkdkw Segundo capitulo publicado <3
¿Que el pareció el hecho que los papás de Tanjiro sean Yoriichi y Sumiyoshi? ¡A mí no me engañan tienen buenos puntos para estar juntos! Y pues, me tomé la libertad de hacerlo <3
Supongo que con esto también tienen una idea de quién es el asesino de Tanjiro. Esto parece el reverso del anime xd
¿Giyuutan? Si, ¿Porque no?, Soy multishipper, pero el Giyuutan me había atrapado primero hace ya como dos o tres años.
¡Hasta el siguiente capítulo!
— RinLian
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