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vete a la mierda

No me quedó de otra que dejarlos solos, tranquilamente podría haberme quedado ahí. Pero no tenía ganas de discutir. Por ese motivo, me fui a mi habitación. Cuando entré, rápidamente fui a acostarme. Tomé el control que estaba al lado de mí, y prendí la televisión. Estaban dando un pequeño resumen de las cosechas de cada distrito. En las del uno, hasta la del tres fueron muy normales. La nuestra, creo, que fue la mejor de todas. ¿Quién había presenciado tal escena? . Desde que me vi salir del departamento de justicia, hasta que me ofrecí como voluntaria. Estoy segura de que fueron las escenas más inéditas. Las cabezas de muchos habrán explotado en ese momento. Al igual en cuánto tocó la cosecha del siete. Johanna era muy sincera, y eso, aveces, me hacía temer por su vida. Sabíamos cómo era Snow, no dejaría pasar desapercibidas estas cosas. Él a todo costo, te haría pagar.
Iba a seguir mirando las últimas cosechas que me faltaban, pero el ruido de la puerta me interrumpió, haciendo parar la grabación.

—Si eres Kenny, Lea no está.

A los segundos de haber dicho eso, Finnick entró por el umbral de la puerta. Pero no solo, en sus manos tenía helado de chocolate. Que estaba segura, que era el que más me gustaba.

—¿Salimos bien?—preguntó, sentándose al lado de mí.

Sacó dos cucharas de su bolsillo, y colocó el pote de helado al frente de mí.

—Muy bien, nosotros fuimos los mejores—contesté, destapando el helado. Cuándo logré hacerlo, sumergí mi cuchara el apetitoso helado de chocolate—¿Qué quería?

Finnick sonrió, e imitó mi acción. Solo que él fue un poco más animal, y comenzó a escarbar el postre. Y a la vez, a meterse gramos y gramos de chocolate en su boca. Comía como si fuera el fin del mundo, cómo si éste fuera su último helado. Tenía un poco de sentido, pero yo haría lo posible para mantenerlo con vida, y así, que en el futuro pueda comerse kilos de helado.

—Vino a informarme que estamos en la lista de posibles aliados de los trágicos amantes.

—¿Debería sentirme importante? La chica en llamas, y el panadero nos eligieron.

Él rió, metiendo helado en su boca.

—¿Qué aliados pensaste?—le pregunté

—A ellos, Johanna...

—¿A mí no?—pregunte, con una de mis cejas levantada

—Tú eres mi amiga, no aliada.

—Johanna también es tu amiga. Además, no puedes tener amigos en la arena. Al fin y al cabo, nos mataremos entre todos.

—Tienes un punto—se quedó en silencio por varios minutos?—¿Qué aliados pensaste?

—Johanna, Blight, Cecelia, Woof, Beete, Wirres—enumeré con mis dedos—Gloss...y tal vez, la chica en llamas.

Su ceño se frunció al escuchar los últimos dos nombres. Sé que había dicho que no aceptaría la alianza con los del doce, pero, al verla usar el arco, cambié de opción. Ella sería una muy buena aliada, al igual de Gloss. Los demás profesionales ni los pondría en la lista de opciones, ellos me odiaban.

—¿Gloss?¿Los del ocho?

—Sí, tengo todo fríamente calculado. Si hacemos alianzas con los del tres, no nos electrocutaran mientras dormimos. Al igual que Gloss, si somos sus aliados tal vez no intenten matarnos en la cornucopia.

—¿Qué hay de Katniss?¿Y los demás profesionales?

—Ella no nos dará un flechazo en medio de la frente. Y los demás...no sé.

—Estas loca si piensan que me uniré a ellos—murmuró, observándome

Al escucharlo, dejé de comer helado.

—Nunca te pediría que lo hagas.

Después de eso, ambos nos quedamos en silencio. Era tan incómodo, que el helado era lo único que aliviaba un poco el ambiente.

—Me arrepiento de no haberte hecho caso ese día—soltó, pensativo—Hubieramos escapado, y ahora, no estaríamos pasando por todo esto. Tal vez, podríamos haber sido felices.

—Las cosas suceden por algo, tal vez en esta vida no merecemos esa felicidad—murmuré, recostando mi cuerpo en el colchón

Él me imitó, se acostó al lado de mí. Y comenzó a jugar con pequeños mechones de mi pelo.

—¿Entonces...en qué vida tendremos felicidad?

Nuestros ojos hicieron contacto.

—En la que no esté Snow—le respondí, para luego cambiar radicalmente de tema—Ya tengo planificado lo que hablaré con Caesar, será todo un show. ¿Tú tienes armado algo?

—Claro que si, será muy poético.

Ambos reímos, definitivamente Finnick sacaría su lado poético y amoroso. Por primera vez, todos los tributos habíamos quedado en hacer la misma cosa: decir lo posible para que cancelen los juegos. No sería algo tan sencillo de realizar, pero quién sabe, tal vez en un futuro no tan lejano, lo logremos. Ya que, haríamos lo imposible para no entrar a esa arena, nadie quería someterse a eso. Creo que la única excepción era Brutus, del distrito dos. Según lo que había escuchado, él estaba muy ansioso por regresar a los juegos del hambre.

—Creo que es hora de que vayas a descansar, mañana será un día muy agobiante.

—¿Me estas echando?—preguntó, levantado su ceja. Haciendo que su cara se vea divertida

—Sí te lo quieres tomar así—hice una pausa y sonreí—Sí, te estoy echando, Odair.

—No necesito que me eches, Sprintkount. Puedo irme sólo.

En pocas palabras, mi mañana había comenzó a gritos. Cómo de costumbre, me había quedado dormida, y eso, hizo Kenny se altere demasiado. Ni si quiera pude desayunar, ella ya me estaba llevando a rastas a la sala de preparación. Al entrar ahí, miles de personas se me acercaron. Me acostaron en la camilla, y comenzar a lavar y frotar cada parte de mi cuerpo. Hasta que, literalmente, quedó brilloso. Lo que procedió fue comenzar a pintarme las uñas, fue rápido. Eligieron un color azul bebé o algo así. Después, lo que era el maquillaje fue muy natural. Al igual que el desfile de presentación de los tributos.

Esta vez, plancharon mi cabello. Y también, lo tiñeron de un rubio un poco más oscuro. Debo admitir que no me gustó tanto la idea, pero no podía reprochar, teníamos el tiempo justo.

—Lea, ¿Gris Ártico o gris Siberia?—me preguntó uno de los nuevos ayudantes

—¿Cuál es la diferencia?—pregunte, tratando de no estornudar por el fijador que habían puesto en mi cabello

—Que uno es Ártico y otro Siberia.

Wow, sabes que me sirvió de mucho.

—Entonces...el Siberia suena lindo.

—No—contestó, asqueado. Me hacía sentir cómo si hubiera dicho lo peor de todo el mundo—Es horrible. Usaremos el gris Ártico.

No me quedó más que asentir.
Ellos siguieron con sus preparaciones, que duraron más de diez horas. Hasta que, por fin, terminaron. Lo único que faltaba era vestirme, la parte más sencilla de toda, y también, la que más temía. No sabía qué diablos era lo que habían hecho, ojalá que no sea como el anterior. No quiero estar semidesnuda, ya al estar con Caesar mí siento incómoda. Prefiero no estar el cuádruple.

Ackley se acercó, sonriente, hacia mí. Abrió una bolsa negra, dejando ver que era lo que estaba adentro. Ahí estaba lo que me pondría: un vestido color gris, con bastantes brillos. Era muy corto, pero siendo sincera, era hermoso. Si que estaba mucho mejor que la ropa anterior.

—¿Te gusta?

—Si, es lindo—admití, sonriente

—No es lindo, es maravilloso—me aclaró, cómo todo un padre orgulloso—Vístete.

Ackley y todas las personas que estaban adentro de la habitación, se fueron. Cómo sabía que no tenía mucho tiempo, rápidamente, me cambié. En menos de diez minutos estuve preparada. Sabía de lo que iba a hablar, pero aún no sabía desde donde arrancaría. Tenía muchas cosas que decir para tan solo cinco minutos.

Al frente de mí, había un espejo. Por lo que decidí acercarme, en cuánto me vi, no me reconocí. Ellos si que hacían magia. Desde los pies hasta la cabeza estaba perfecta. Y también, la ropa era muy linda.
Según lo que había escuchado, no los haría esperar en el pasillo. Cada uno estaría aguardado en su "camerino" hasta que sea su turno. Tenía una pantalla aquí adentro, así que sabía quiénes ya fueron entrevistados. Entre ese pequeño grupo, fueron los hermanos brillantina; todo fue exageradamente emotivo, Cashmere se largó a llorar. Los del dos; no demostraron ni un poco de sentimiento, básicamente, dijeron: prepárense, vamos por todos ustedes. Las del tres; Majara y Voltios intentaron convencer a Caesar de que esto era un error, pero lo único que recibieron fue una risa de su parte. Luego de ahí no supe más, ya que seguíamos nosotros.

—Ya es hora de salir.

Al escuchar eso, me levanté. En cuánto salí, Ackley me colocó un pedazo de tela. Que según él, era como una capa llena de brillos.
En cuánto termino, me despedí de todos los que estaban ahí. Un hombre de me acercó, y escoltó hacia donde estaba el escenario. Caminamos unos pocos metros, hasta que llegamos al pasillo. En el cuál, antes esperaban los tributos. Pero ahora, él único que se encontraba ahí era Finnick Odair.
En cuánto nos vimos, ambos sonreímos. Él tenía puesta una camisa blanca, abierta en el pecho. Tenía unos pantalones negros, ajustados, acompañados de una especie de cinturón raro. Y por último, tenía dos collares que decoraban su cuello. Uno era un diente de tiburón, y el otro eran como castañuelas.

—Te ves preciosa, Sprintkount.

—Opinó lo mismo, Odair—sonreí, tocando uno de sus collares—Te queda muy bien eso.

Él abrió su boca para decirme algo, pero fue interrumpido por el mismo hombre que me escoltó hacia aquí. Este nos informó que ya era mi turno de entrar al escenario.

Debía admitir que estaba bastante nerviosa, aveces las preguntas de Caesar Flickerman no son tan fáciles de responder. Y más, con todas las cosas bombas que lanzaré ahí adentro.
En cuánto escuché mi nombre, supe que era el momento de entrar. Finnick dejó un pequeño beso en mi frente, y susurró un haz que enloquezcan. Luego de eso, comencé a ir hacia donde estaba el entrevistador. Cuando puse un pie de ahí, miles de reflectores me iluminaron la cara. Haciéndome imposible ver quiénes estaban ahí, parecía que solo estaba con Caesar Flickerman, y miles de gritos que resonaban entre todo el estudio de grabación.

¡Bienvenida, Lea!—gritó, parecía que su garganta se iba a desgarrar—Querida, ¿Dónde estuviste todos estos años? . Tengo que admitir que te extrañe, bueno, todos lo hicimos. ¿No amigos?

Los gritos no faltaron al escuchar su pregunta, fueron tantos, que hizo que la sonrisa del hombre se ensanchará cada vez más. Al sentarme junto a él, pude observar un poco más de lo que estaba adelante de mí. Miles de espectadores habían: las primeras filas estaban llenas de mentores, ayudantes, jefes. Y las demás de gente importante del Capitolio. Podía ver muchas caras conocidas. La primera que encontré, fue la Margaret. Y al lado de ella estaba Annie Cresta. A unos sos asientos atrás estaba Kenny, que a su lado estaba Effie Trinket. Si no me equivocaba, esa era la acompañante del distrito doce.

—Bueno, yo también los extrañé muchísimo. Aunque no lo crean, yo siempre estuve ahí.

¡Todos te extrañamos!—gritó—Dime, ¿Hubo algún chico que cuidará ese corazón de cristal mientras no estábamos?—preguntó, curioso

Sus facciones eran tan exageradas que te hacían reír.

—Sí, si hubo alguien.

A partir de ahora, mi plan comenzaría. En mi interior, estaba sonriendo a más no poder.

Cuenta, cuenta, cuenta—repitió, constantemente

—Es algo muy doloroso, pero cómo son ustedes, lo haré. Hace unos meses me casé, era feliz hasta que él murió...

La reacción de todo en ese momento, fue inexplicable. En un momento, casi se me escapa una risita. Pero gracias al cielo, logré camuflarlo en un doloroso llanto. Que hizo que la multitud se ponga sentimental. Eso me animó a expandir mi obra teatral. Las lágrimas ya habían comenzado a caer, haciendo muy creíble la situación.

¡¿Casada!?—soltó, en shock—¿Quién?¿Cómo?¿Cuándo?—busco respuestas

—Con Seneca Crane—mi voz, sonó rasposa

Perdón por usarte mi buen amigo, pero era muy necesario en esta ocasión.
Cuando la multitud escuchó ese nombre, colapsó. Parecía que ellos también querían al vigilante, que, supuestamente, decidió dejar de respirar.

Nuestro vigilante favorito, y nuestra chica favorita del cuatro...eso es, ¡Maravilloso!—gritó, observando hacia el público—Es una lástima que haya acabado con su vida.

Mi Seneca nunca hubiera hecho eso.

—¿Estás insinuando que algo lo mató?

Todo el público, incluyéndolo, se tensó.

—La pregunta correcta es quién...

Lastimosamente, mi tiempo acabó. Él dejó un pequeño beso en mi mano, y me despidió.

Cuando ya estuve fuera de escena, una mujer se acercó hacia mí. Esta me pidió que me quedará aquí, ya que al final saldríamos todos juntos. A los segundos de que mi caótica entrevista haya terminado, Finnick salió al aire. Con esa sonrisa de superioridad, se acercó hacia Caesar. Y también, guiñó varias veces al publico femenino que lo miraba.
La primera parte de su entrevista fue aburrida, al parecer la gente que estaba aquí conmigo. Pero lo que dijo a continuación, me hizo reír. Era verdad que había preparado algo muy poético, que llegaría al corazón de cada chica.

Finnick, entiendo que tienes un mensaje para alguien de aquí...una persona especial—Flickman soltó una carcajada, y luego su semblante se endureció —¿Podemos oírlo?

Finnick miró hacia adelante, sin ningún punto fijo. Relamió su labio, y recitó:

—Mi amor, tienes mi corazón para la eternidad, y si muero en esa arena—hizo una pausa—Mi último recuerdo serán tus labios...

Miles de personas comenzaron a gritar al escuchar su poema. Estaba segura que toda la gente que estaba ahí creía que era para sí mismos. Pero no era así, era algo que él había intentado, para enloquecer a la audiencia. Y siendo él, su plan se desarrolló muy bien.
Cuando su entrevista terminó, él salió acompañado de la misma mujer que me había traído hacia aquí. Me dedicó una sonrisa, y ambos comenzamos a caminar hacia donde nos habían dicho que debíamos esperar. El trayecto fue en silencio, al igual que la espera. Ya que estábamos con terceros, no podíamos hablar cualquier cosa. Por eso, decidimos quedarnos callados. Hasta que luego de casi una media hora, la entrevista de Johanna comenzó a proyectarse en la televisión que estaba al frente de nosotros. Todo lo que dijo, nos dejó boquiabiertos. Creo que a todos, también, debíamos admitir que decía la pura verdad.

Hemos visto muchas lágrimas aquí esta noche, pero no hay lágrimas en los ojos de Johanna,  Johanna estás enojada, dime ¿Por qué?—pregunto, mirando a Mason

—Pues sí, a mi me han jugado muy chueco. El trato era que si ganaba los juegos del hambre, estaría en paz el resto de mi vida. Pero ahora, quieren matarme otra vez—una risa amarga se escapó de sus labios—¿Pues saben qué? A la mierda, ¡Váyanse a la mierda todos los que tuvieron algo que ver con esto!

Sus gritos hicieron que Finnick riera.

Excelente, la opinión de una mujer...¿Quién sigue?—dijo, tratando de cambiar el tema—Se que ha sido mala suerte para todos, pero así son estas cosas.

Las demás entrevista no fueron la gran cosa, hasta que llegó la última. Creo que ahora si podía aplicar la frase de: lo último queda para el final. Porque definitivamente, lo que sucedió hizo que los capitolinos enloquezcan.
Todo explotó en cuánto Peeta Mellark mencionó el futuro bebé que esperaba la chica en llamas. Ahí, todos querían suspender los juegos. Claro, por alguien que ni nace estas cosas no se tienen que hacer. Pero por nosotros que estábamos hace años aquí, sí, háganlo justo. Nos encantaría verlos matarse entre todos, sería un buen show.
Ya todos estábamos esperando en una pequeña plataforma, para cerrar el programa. Pero eso tuvo que acelerarse, ya que las cosas se estaban saliendo de control. Flickerman, en susurro pedía que todo acabe. Pero tampoco le íbamos hacer caso a él, por eso, nos tomamos de las manos. Y en unión, las levantamos. Demostrando nuestro total desacuerdo a estos nuevos juegos del hambre, y vasallaje. Luego de eso, las luces se apagaron. Dejando todo en una completa oscuridad, tuvimos que salir dolor de ahí. Ya que nadie nos guió hacia la salida. Con varios tropezones, logré salir ahí. La poca luz que había era la del pasillo. Y ya que todos estábamos ahí, no pude encontrar a Finnick tan fácil. No sé dónde estaba, la última vez estaba a mi derecha.
Cuando alguien tocó mi espalda, me di la vuelta. Y ahí lo encontré.

—¿Me buscabas?

—Sí.

—Vaya numerito que nos mandamos todos, definitivamente, los que se llevaron el primer puesto son Johanna y Peeta...y tú, una mujer casada. ¿Quién lo pensaría?—se burló

Él sabía que todo era una mentira.

—Johanna dijo lo que todos pensamos, solo que ella es la única que se anima a decirlo. No le tiene miedo a Coriolanus.

Ambos comenzamos a caminar por los pasillos oscuros, en busca de una luz que nos guiará a la salida. Cuando la encontramos, nos dimos cuenta que era la del ascensor. Inmediatamente, entramos  a él, subimos algunos pisos hasta que llegamos al nuestro. Al salir de ahí, nos topamos con Annie y Mags. Parecía que nos estaban esperando. Al vernos, rápidamente, se acercaron a nosotros. Margaret acarició mi brazo, y sonrió.

—Quería felicitarlos, lo hicieron muy bien—susurró la pelirroja—Es hora de que vayan a descansar, mañana serán...los juegos, ustedes deben estar con muchas energías...perdón...descansen—se disculpó, alejándose del lugar

Esa fue la única vez que la escuché hablar tanto, sabía que le costaba. El estar aquí nos traía bastantes recuerdos, aunque yo los reprimía, aún los sentía. Podía recordar todo lo sucedido con Steven, y los demás tributos.
Le hice caso a Annie, y fue a mi habitación. Me coloqué el pijama, y solté un enorme suspiro. Los juegos nos estaban rozando el cuello, eran mañana. Y sentía que no tenía esperanza. Si nos sucedía algo, no sé cómo diablos conseguiremos patrocinadores. Mags no habla, y Annie, ella simplemente no puede. Ninguna de las dos está capacitada para esta cosa. Incluyéndome, no me sentía lista.
Cuando termine de colocarme la ropa, me acerqué hacia el pequeño balcón que estaba ahí. Hacia un poco de frió, pero no me importó. Mis ojos quedaron fijos en la ciudad. Miraba todo como si fuera la primera vez que lo hacía, quería recordar cada cosa; cada último minuto de mi vida antes de entrar a la arena. Sabía que no tenía muchas oportunidades de sobrevivir.
Casi siempre todos me ven como una persona negativa, pero en este momento, estoy diciendo la verdad. Somos veinticuatro, la mayoría nos conocemos hace años, somos amigos, familia. Yo sería incapaz de matar a mi familia, los que más estuvieron conmigo en esos días de plena oscuridad. Y lo que aún lo seguirán haciendo.

—¿Pensando?

Al darme la vuelta, me encontré con Finnick. Ya vestido con la ropa de dormir.

—reflexionando—corregí.

Él se acercó hacia mí, colocó sus brazos en el balcón, y suspiró.

—Hace cinco días estaba lo más tranquilo, sin preocupaciones. Ahora, estoy a punto de presenciar en carne y hueso los septuagésimos quintos juegos del hambre—murmuró

—Que loco, ¿no?—una risa amarga se me escapó—No puedo decir lo mismo, yo estuve encerrada por muchos años. Nunca pude salir, ahora que lo hago, lo hago para morir.

Nunca había dicho algo tan sincero como eso.

—Yo también, siempre fuimos presos del Capitolio, de Snow—aclaró—Lo seguiremos siendo hasta nuestra muerte.

—¿Lo bueno es qué moriremos juntos?—más que pregunta, sonó como afirmación

—Eso es lo único bueno.

man como amo a Johanna, es la p*ta ama, Y TAMBIÉN MOS AMO A USTEDES. Gracias por todo el apoyó que le dan a esto.
GRACIAS, GRACIAS💖💖💖💖💖💖


Aquí un póster bien bonito, espero que el Cap les haya gustado. El siguiente...SERÁN LOS JUEGOS🤠🤠🤠🤠
Espero que anden bien, y que se cuiden💛

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