Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

un poco loca

Ya cuando ambos terminamos de beber agua, él guardó cuidadosamente la espita. Me alcanzó la rama de soporte, y pasó uno de mis brazos por su cuello. Y así, comenzamos a caminar por varios minutos. Si decía que me sentía mucho mejor, eso no era verdad. Tal vez la necesidad de tomar agua desapareció, pero los calores y temblores en mi cuerpo no lo hicieron. En este momento me gustaría saber si lo que pinchó es letal, porque si lo es, ¿Para qué me sigo esforzando por estar aquí? . La respuesta es: por las personas que me están viendo a través de la pantalla. Margaret, Kenny y también, Finnick, son los que me impulsan. Lucharé hasta donde pueda, por qué yo imagino que si alguno de ellos estuviera en una situación parecida a la mía, también lo harían.

—Yo soy de la época de las pastillas
potabilizadoras—dijo, tratando de establecer una conversación

—Creo que la mayoría de los que estamos aquí somos de esa época...

—Deberíamos parar, así le echamos agua a eso—soltó, mirando la picadura en mi cuello

—¿Cómo se ve?

—Más que horrible.

Chaff sé detuvo, me dejó apoyada en un árbol, y sacó la espita. Clavó su lanza en la corteza, para luego colocar el artefacto. Una vez listo, y que el agua comenzó a salir, se acercó hacia mí. Lentamente, me arrastró hacia el árbol. Me hizo agacharme un poco, y ladear mi cabeza. En cuánto las pequeñas gotas de agua hicieron contacto con mi piel, sentí un enorme ardor. Era horrible, para no quejarme, mordí mi labio inferior. Que a los minutos se volvió morado, gracias a la presión que ejercía. Cuando ya acabo, me dejó sentarme. Guardó todas las cosas en su respectivo lugar, y luego seguimos con nuestro pesado recorrido.
Estuvimos caminando por horas y horas, hasta que decidimos que era tiempo de parar. En todo ese transcurso, habíamos conseguido comida. A la primera vez que la vi, no se me apetito tanto. Pero Chaff dijo que ya los había probado, y no parecía tan asqueroso como se veía. Este hombre tenía muy buena vista, ya que en un árbol encontró unas pequeñas hojas llenas de unos gusanos grandes, blancos, del tamaño de un dedo. Me había dicho que se llamaban gusanos de chonta, y también, que estas larvas de escarabajo tenían muchas propiedades benefactoras. Supuestamente, servían para curar cualquier tipo de enfermedades. Si teníamos suerte, podría ayudarme a estar mejor. Estas cosas podían comerse crudas, pero no me gustó tanto la idea. Por eso, le aconsejé que podíamos cocinarlos en el campo de fuerza. Él aceptó, hicimos un pequeño campamento, y comenzamos a poner las manos a la obra.

—Se les quita la piel, y se come la grasa blanca de adentro. Son ricos, no los juzgues.

Cuando ya estuvimos cerca del campo de fuerza, nos sentamos al frente de él. Sacó las larvas que tenía guardadas, y lentamente comenzó a arrojarlas hacia el campo. Cuando hicieron contacto con este, hicieron chispas. No sé me habían quemado mucho, por eso, tomé uno. Recordé lo que hizo, y con uno de mis cuchillos lo abrí. Ignorando todos mis sentidos, metí esa grasita en mi boca. Pensé que me haría vomitar o algo parecido, pero estuvo buena. Tenía gusto a coco y carne.

—Tenemos que buscar a los demás—dijo él, metiéndose uno crudo a la boca

—¿Quiénes serían los demás?—luego de comer algunos de los gusanos, recosté la cabeza en mis rodillas

—Tus aliados.

—¿Y los tuyos?—le pregunté

—No los tengo, suelo adaptarme al momento, y  a las necesidades.

Ambos nos quedamos en silencio, hasta que él se acercó hacia mí. Colocó su mano en mi frente, y murmuró:

—Aún tienes temperatura...¿Qué te pico?

—Sonará estúpido pero fue una libélula.

Al escuchar eso, una carcajada se escapó de sus labios. Haciendo que no pueda ocultar una pequeña sonrisa. Este tipo era muy carismático, ya me caía bien. No sé cómo no lo había conocido antes, podríamos haber llegado a tener una buena amistad.

Sus carcajadas comenzaron a sonar más bajo hasta que, simplemente, ya no se escucharon. Ambos quedamos en silencio, no se me ocurría de qué cosa podríamos hablar. Con la intención de darle otro gusano, noté algo que no había visto. Estaba tan perdida en mis pensamientos, que no me di cuenta que no tenía una mano. Él parece que se dió cuenta que loestaba viendo, así que habló.

—Me la cortó un tributo.

Eso habrá dolido demasiado.

—Nunca dejé que me pongan una prótesis. Así me gusta, tiene onda.

Me sorprendía la agilidad que tenía este hombre. Yo en su lugar, no podría hacer ninguna cosa. Pero él, él es un ídolo.

—¿A qué edad fuiste a los juegos?—le pregunté, observándolo de reojo

—A los dieciséis.

—Yo a los diecisiete.

—No te pregunté.

En mi cara se reflejó sorpresa, y él dió cuenta. Ya que me quedé callada, y el ambiente se puso tenso. Ya no diría nada, no quería hacerlo enojar. Chaff era muy bueno, ni si quiera me conocía y ya se alió conmigo. No todos hacen eso, menos adentro del campo de batalla. Aunque no sé por qué digo tantas cosas, de una manera u otra terminaremos separándonos. Ya que, solo habrá un ganador.

—Era broma.

Pude soltar todo el aire que venía reteniendo al escucharlo, le iba hablar, pero él me chistó. Un fuerte click comenzó a escucharse cerca de nosotros, haciéndolo poner alerta. En silencio, se levantó, tomó su lanzó y se escondió detrás de un árbol. Desde ahí, me hizo una seña para que me acostara en la tierra. Le hice caso, y me acosté. Cómo pude, lo miré desde abajo. Él estaba asomando su cabeza, y cuándo alejé un poco más la mía, quedé sorprendida. Eran unos escarabajos gigantes: eran de color negros, con inmensas tenazas de metal, y unos dientes. Unos dientes tan filosos que podrían desgarrarte la piel en un instante. Si mi vista no fallaba mucho, eran del tamaño de un perro. Quién sabe, tal vez nos vinieron a buscar porque nos alimentos de sus hijitos. O entrando en la dura realidad, los vigilantes los habían puesto allí para matarnos.

Sin hacer demasiado ruido, se acercó a mí.

—Cuando acabé con el primero vas a correr lo más rápido que puedas, no me importa que te estés muriendo. Vas a correr—ordenó en un susurro

—No, te ayudaré.

—Estas muy mal, y no te ofendas—hizo una pausa, y miró rápidamente hacia atrás—Con tus cuchillos tramontana no vas a poder matar ni una de esas asquerosidades. Necesitas una bebé cómo está—se refirió a su lanza

Tenía menos de un minuto para decidir.

—Está bien—susurré, aceptando su propuesta—Pero si tardas más de diez minutos, volveré.

Él solo asintió, me ayudó a pararme. Y luego, me alcanzó la rama que estaba usando cómo bastón. Mi corazón latía un poco fuerte, pero no importaba, había que centrarnos en salir vivitos y coleando de este lugar.
Cuándo yo ya estuve lista, sigilosamente, comenzó a caminar hacia el árbol en el que estaba antes. Y cuándo me dió la señal de correr, lo hice, obviamente, rodeé el campo de fuerza. Tampoco tenía las intenciones de morir electrocutada ante eso. En esos milisegundos, pude ver cómo el hombre combatía a los mutos. Era demasiado ágil.

Mis pies corrían con una rapidez imaginable, y no sé cómo lo estaba logrando. La rama me estaba ayudando muchísimo aunque no parezca, en varias ocasiones casi caigo, pero por suerte no lo hice. Y como siempre, hablé temprano, ya que terminé cayendo de cabeza al piso. Todo había sido por unas estúpida rama que se atoró en mi pie. Parece que al caer, la adrenalina invadió cada parte de mi cuerpo. Ya que comencé a sentir todo lo de antes; sentí que los mareos, el calor y los temblores se multiplicaron al cien. Así, se me hizo imposible levantarme. Lo único que hice, fue levantar un poco mi cabeza, ya que tenía tierra en la boca.

No sé cuánto tiempo permanecí en esa posición, si mis pensamientos no fallaban, en pocas horas ya anochecería. Todo pasaba muy rápido, y cada día me encontraba a una persona nueva. Por suerte, eran los buenos.
En cuánto escuché unos gritos, pensé que estaba ilusionando. Pero al escuchar otra vez y  más cerca, supe que no. Esta vez, mi instinto no podía fallar.

—¡Pueden moverse más rápido!—se escuchó

Como cada vez se oían más cerca, levanté un poco mi cabeza. Si me quedaba así, no me podrían oír.

—¡Johanna!—grité, espero que si sea ella

A los segundos, conseguí una respuesta. Y al momento, comenzamos a gritar. Así fue, hasta que lograron encontrarme. En cuanto los vi, eran: Blight, Johanna, Wirres y Beete. El último tenía una herida en su abdomen, y un pedazo de alambre en las manos.
Johanna fue la primera en la que se agachó a mi altura, me miró con una de sus cejas alzadas. Y llamó a Blight, este, rápidamente se acercó hacia nosotras.

—Ayúdame a levantarla, idiota—habló Johanna, lanzándole una mirada a su compañero de distrito

Él, inmediatamente me ayudó. Ambas me levantaron, y recostaron sobre un árbol.

—¿Qué es lo que te pasó?—pregunto Wirres, curiosa

—Fue un muto...

No estaba tan consciente de lo que estaba pasando, pero en cuánto regresé a la realidad, me puse de pie.

—Debemos buscar a Chaff, esta solo.

Todos se miraron, y Johanna habló:

—¿Qué le pasó?

—Aparecieron más mutos.

—Yo opinó que lo vayamos a buscar después, está anocheciendo. Ahora que somos más, podemos hacer guardia—habló Blight

—Opinó que te calles—le cortó Johanna, rodando sutilmente sus ojos

Beete dejó sus cosas sobre el suelo, y se acercó hacia nosotros.

—Yo opinó lo mismo, debemos descansar.

Cómo todos decidieron quedarse aquí, Johanna no tuvo otra opción que acceder. Pero a pesar de eso, sabía que estaba enojada. Que las personas no le hagan caso la hacia explotar. Con pereza, tiró las cosas debajo de un árbol. Soltó un gran suspiró, y se sentó.

—Primero empieza Blight, él abrió el pico.

Su compañero ni rechistó.

Cómo pude, fui hacia donde estaba Johanna. Deslicé mi cuerpo sobre el árbol, hasta llegar a donde estaba ella.

—¿No te mandaron nada por tu pierna?—me pregunto, observándome

—No.

—¿A ustedes?

—Tampoco—contestó, mirando hacia un lado—Pero de tu lado lo comprendo, no puedes hacer tanto si tienes a esa loca como mentora.

Al escucharla, levanté mis cejas.

—Annie, me caes bien, no te lo tomes personal —carcajeó, mirando hacia arriba.

—Johanna, hay cámaras...

Parece que eso la hizo explotar, porque, rápidamente se levantó. Tomó su hacha, y apuntó hacia donde estaba el cielo, ya oscuro. Sin darme cuenta, ya había anochecido.

—Que me escuchen—bufó—¡No nos van a poder encerrar a todos aquí, adentro!—gritó, claramente abroncada

CORTITO PERO BONITOOO💛💛
espero que les guste💛
cuídense mucho que los amo💛💛💛
tal vez nos leamos esta noche 7u7

FALTAN SOLO TRES CAPÍTULOS

10: 🩸
11: 💧
12: 🤯

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro