
te extrañe
A lo largo de todo este tiempo descubrí que si un agente de la Paz está cerca mío, todo se irá al carajo. Lo puede verificar en cuánto desperté en una cama desconocida. Una pequeña punzada en mi cabeza hizo que me quejará en voz baja, y también, había un insoportable olor a podrido. Lo que me dejaba pensar qué, tal vez, habían cadáveres cerca de mí. O estaban escondidos por aquí.
Estas eran unas de las tantas consecuencias cuando te inyectaban un calmante. Podías sentir desde mareos, dolores de cabeza hasta alucinaciones, claro, si excedían la maldita dosis de aplicación.
Con un poco de pereza, me senté en la cama. Coloqué la mano sobre mi cabeza, y solté un gran suspiró. Estaba cansada de pasar por estas situaciones. Cansada de que mi vida dependiera ni más que menos de: Coriolanus Snow. En estos cuatro años que pasaron, comprendí que mi vida ya no me pertenecía. No podía hacer nada de lo que yo quisiera, ni si quiera podía optar por decidir. Todo lo decía él, o alguna de las personas que estaban en su pirámide. Era agobiante, si me dieran la oportunidad de seguir viviendo, no la tomaría. Porque sabía que mi vida aún dependería de él. Y al cabo de cómo son las cosas, estando muerta también. Ni si quiera podría descansar en Paz, que era la última divinidad que podría tener el ser humano.
Cuando me decidí por levantarme, la puerta se abrió. Dejando ver a un agente de la Paz. Confundida, retrocedí hacia atrás.
—Ya es hora—soltó, sin mirarme
—¿Hora de qué?—Pregunté, confundida.
No entendía nada de lo que estaba pasando. Aunque tenía mí sospechas de que algo no tan Bueno sería. Tal vez, Snow mandó a asesinarme. ¿Qué tal si salía y uno de estos me encajaba un tiro en la sien? Si iba a morir, por los menos, que no sea de una forma dolorosa. Pueden inyectarme cualquier cosa. Pero una bala en la cabeza, no lo aceptaré.
El hombre se quedó callado, lo único que hizo fue acercarse hacia mi y tomar bruscamente mi brazo. Tampoco iba a dejar que me traten cómo cualquier cosa, ya lo hacían, pero no dejaría que alguien más lo haga. Moriría con un poco de dignidad, si es que me quedaba.
—No me toques, idiota.
Me resistí tanto hasta que me cansé. Bueno, no, él logró tomarme. Y a la vez, me obligó a caminar hacia adelante. El tipo abrió la puerta, y los rayos de luz cegaron mi visión. No podía ver nada, pero era placentero. Hace tanto sueño con poder ver el cielo de nuevo.
Cuando coloqué la mano sobre mis ojos, lo que vi, no fue para nada lo que yo esperaba.
Sin darme cuenta, el agente de la Paz había desaparecido, dejándome sola. Bueno, no tan así. Miles de personas estaban al frente de mí. No sé cómo habrá sido mi cara, pero estoy segura que es un dibujo. No sabía cómo sentirme, y creo, que había entrado en shock.
Así me quedé por varios minutos, hasta que un toque en mi brazo me hizo reaccionar. Al darme la vuelta, pude encontrar a más personas. Claramente, no estaba sola. Estaba acompañada de gente muy conocida para mí. Aún seguía sin entender lo que estaba pasando, ni si quiera me podía mover. Un gigantesco nudo en mi garganta se había formado, al comenzar a atar todos los cabos; ahora mismo, estaba en el distrito cuatro. Acompañada de: Annie Cresta, Kenny, Mags, Finnick y Beaulfort Fallen. Sus miradas demostraban confusión e impacto. En específico, la del chico no tan chico, de Finnick Odair. Él estaba más alto, y mucho más musculoso. Vestía unos pantalones holgados y una sencilla camisa color blanco. Y en su cuello, había un lindo collar de diente de tiburón. Bueno, todos ellos tenían uno de esos. Tal vez habían hecho un acuerdo.
Era obvio que en ese momento ninguno sabía cómo diablos reaccionar. Hasta los mismos ciudadanos estaban desconcentramos, sus caras eran de una plena confusión. Pero también, al poco tiempo comenzaron a murmurar cosas entre todos ellos. Al igual que Beaulfort que susurraba: ¿ella no estaba muerta?
Y bueno, claramente, no lo estaba.
Estoy segura de que Snow ha dado a entender eso. Yo nunca me iría sin despedirme, y eso, lo sabían muy bien ellos. Por eso, me dolió el hecho de que no me buscarán. Sentí que todos estos años nunca les importe.
—Bienvenidos, bienvenidos a la celebración del septuagésimo quinto aniversario, y tercer vasallaje de los juegos del hambre.
La voz de Kenny resonó sobre todo el lugar, pero también hizo que mi sangre se congelará. Mi respiración comenzó a acelerarse, y mis manos a sudar. Así que este era el motivo por el cuál salí de esas cuatro paredes. Snow me lanzó a los lobos, al igual que a todos los demás. Creo que lo que quiere decir con esto es: no me desafíen, porque sabrán que tan mal les puede ir.
—Como siempre, primero las damas.
De reojo miré cómo metía su mano en una pequeña urna de cristal. Cuándo por fin selecciono uno de los tres papeles que había, lo saco lentamente. El aire podía sentirse muy tenso, y debo admitir, que sentía miedo. Temía que mi nombre salga, no quería volver a vivir traumas. Ya tenía demasiado, uno más, me haría desbordar.
—Y nuestra tributo femenina será...—hizo una pausa, para generar intriga. Y que justamente, el tiempo se detuviera para mí—Annie Cresta.
El grito de la pelirroja fue lo único que pude escuchar. Aunque suene mal, al escuchar su nombre, liberé todo el aire que venía conteniendo en mis pulmones. Tal vez, la suerte está vez si estaría de mi lado.
Me daba pena, nadie merecía volver a los juegos. A nosotros nos prometieron que nos dejarían en paz luego de eso. Pero bueno, las cosas claramente no son así. Te dejan todo, menos en paz. Y eso hasta la mismísima vencedora de los septuagésimos juegos del hambre lo sabía. Ella había quedado muy mal, no sé si soportaría poder estar ahí.
Mis ojos estaban fijos en las pantallas que estaban atrás de todo, proyectado cada una de las cosas que estaba pasando.
Pensé que Kenny continuaría con la elección de los varones, pero no fue así. En cambio, me llevé la sorpresa de que Mags había dado un paso adelante. Y había comenzado a señalarse, y a la vez a la pelirroja. Que estaba temblando y llorando cómo si su vida estuviera por acabar en este momento.
Si era lo que estaba pensado, eso no iba a suceder de ninguna manera. No iba a dejar que ella volviera a la arena. No en sus condiciones, no a esta edad. Mags no podía ofrecerse como voluntaria, no por Annie, ni por mí.
—Bueno, creo que tenemos una voluntaria—el tono de Kenny fue rasposo y serio
Sabía que lo que iba a hacer acabaría con lo poco que me quedaba. Que me iba a arrepentir, no lo iba a dudar. Que la iba a pasar muy mal, también. Pero todo sea por proteger a mi familia, aunque el tiempo haya pasado, yo aún los sigo queriendo como si fuera ayer. Si mi corazón duele o estoy muriendo en este momento, eso ya no me importa. Lo único importante es salvar a Mags, que es la única por la que podría hacer algo. Si Finnick salía cosechado, el único que lo podía salvar era Fallen. Aunque no lo veía como una opción.
Con el gusto amargo en mi boca y una plena desesperación que invadía cada vez más mi pecho. Di un paso adelante, haciendo que todas las miradas estén puestas en mí. Y cuando ya estuve decidida, hablé:
—Yo me ofrezco como voluntaria—murmuré, lo bastante alto para que me escucharán
La ganadora de lo undécimos juegos del hambre, inmediatamente negó con su cabeza. Se acercó hacia mí, y colocó su mano en mi pecho. Su cara reflejaba angustia, pero ahora, ella ya no podía hacer nada más. Yo ya había decidió, decidí meterme a los juegos.
Para que Kenny pudiera proseguir con la cosecha, le hice una pequeña señal con mis manos.
—Ahora, los varones...
Como antes metió su mano sobre la urna. En esta solo habían dos papeles. Estaba tan nerviosa que tuve que cerrar mis ojos Rápidamente.
Ella tomó uno de los papelitos y sin hacer esperar, lo leyó en voz alta.
—Finnick Odair.
Inmediatamente, mis ojos se abrieron. Debo admitir, que mi corazón se apretujó al escuchar su nombre. Él no merecía todo esto, ningún vencedor lo hacía.
Por las pantallas que estaban al frente de mí, pude observar todo lo que sucedía. Finnick levantaba su mano, y sonreía a la cámara.
Tuve la tonta esperanza de que Fallen se ofrezca cómo voluntaria, pero no fue así. Él ni en sueños volvería a la arena.
—Y aquí, tenemos a los dos valientes que nos representarán en esta tercera edición del vasallaje, y septuagésimo quinto de los juegos—hizo una pausa, y comenzó a aplaudir—Lea Sprintkount y... Finnick Odiar.
En cuanto dijo eso, un hombre de la tercera fila tuvo la intención de hacer el símbolo del doce. Pero antes de que eso sucediera, un balazo fue directo a su cabeza. Todos quedamos en shock, la gente comenzó a gritar y huir de ahí. Hasta que solo nosotros quedamos. Todo fue un caos; Kenny comenzó a maldecir por el micrófono; Annie a gritar y Mags a taparse los ojos con sus manos. Finnick y Fallen no habían dicho nada, ellos estaban inmovilizados. Tan en shock como todos los que nos encontrábamos ahí.
Mis ojos ya estaban vidriosos, habían matado a ese pobre señor. Por tan solo haber hecho eso, díganme, ¿hasta qué punto habremos llegado?¿no se supone que esta nación debía protegernos? Porque hacía todo menos eso.
Mi cuerpo fue arrastrado por un agente de la paz, hacía adentro del departamento de la justicia. Nadie dijo ni una sola palabra en el trayecto, ni si quiera se resistieron al arrastre de los hombres vestidos de blanco. Y de esa manera también nos llevaron hacia al tren. Pero de forma separada, a Finnick y a mí eran los primeros que habían subido y dejado ahí. Haciendo que una atmósfera incómoda se forme en todo el lugar. Él ni si quiera me dirigía la mirada, solo miraba el suelo. Tal vez, tratando de ignorarme. Pero a mí, obviamente, no me gustaba su actitud.
No esperaba que me recibiera con los brazos abiertos, con un hola me conformaba. Por eso, con toda la intención de huir de esta situación, comencé a caminar hacia la puerta. Pero no pude seguir, ya que él tomó suavemente uno de mis brazos.
—¿A dónde vas?—pregunto en seco
—Cualquier lugar que no sea aquí.
Por primera vez levantó su cabeza. Dejando ver todas sus facciones, que ahora, parecía que estaban sumidas en mi. Sus labios estaban semi-abiertos. La situación era tan tensa, que tenía la gran necesidad de huir de ahí. Como siempre lo hacía, esto se había vuelto un instinto.
—Pensé que estabas muerta—un brillo se reflejó en sus ojos—Y ahora, estás aquí.
No dije nada, le di una oportunidad para hablar.
—Hubiera preferido que lo estes.
Eso me cayó como un balde de agua helada. Sentí que en cualquier momento comenzaría a llorar. ¿Cómo se atrevía a decirme todo eso? ¿Cómo después de todo lo que sufrí?
Con todas las emociones a flor de piel, me solté de su agarre. Lo miré a los ojos, y fruncí levemente mi ceño.
—No me toques.
Él también frunció su ceño, y se acercó hacia mí.
—Prefiero que estes muerta a que, ahora, estés yendo en este tren hacia el Capitolio. Y en unas semanas, estar en los juegos.
Bueno, ahora las cosas tenían más sentido. Creo que yo había mal interpretado todo.
—Yo también hubiera preferido que sea así—admití, sin dejar de ver sus ojos verde mar
Cuando pensé que la conversación iba a terminar, lo que más temía, sucedió.
—¿Dónde estuviste todo este tiempo?—indagó, separándose de mí—Todos te lloramos, creímos que...que te habías ido—titubeó—Pero con el tiempo, nuestra esperanza de que aparezcas se reducio. Muchos te dieron por muerta, me incluyó en ese grupo.
—Esa historia es bastante larga.
—Tenemos bastante tiempo para que la cuentes, ¿no?—me interrumpió, levantando una de sus cejas.
Estaba claro, él, estaba dispuesto a escuchar todo lo que debía contar.
Con pasos indecisos, me fui a sentar en uno de los sillones. Coloqué mis manos sobre el terciopelo y solté un inmenso suspiro. Antes de comenzar hablar, le hice una seña para que se sentará. Pero no fue así, él se quedó quieto Observando cada uno de los pasos que daba.
—Todo comenzó en la semana de la victoria de Annie. El presidente Snow vino a visitarme, no tuvimos una charla muy buena. Yo cometí el error de desafiarlo...—apenada, miré hacia el suelo y luego hacía él—Eso me causo perder cualquier centésimo de libertad que tenía.
Su cara cambió, sus facciones se endurecieron
—La primera semana el castigo fue sumergirme sobre agua helada...—en ese momento, cada una de las cosas se reflejaban en mi cabeza, torturándome—Fue feo, pero soportable. Una vez que sentía que estaba a punto de morir, ellos sacaban mi cabeza—hice una pausa, y luego continué mi relato—Lo segundo, fue más cómo un castigo—susurré—No sabes lo horrible que era sentir como mí estómago gruñía, pidiendo una pizca de alimentación. Que nunca me dieron.
Al ver que había parado, se acercó hacia mí. Había quedado tildada, lo único que podía ver eran pantallazos de todo lo que había pasado.
Estuve así por varios segundos, hasta que el colocó una mano sobre mí. Haciéndome volver a la realidad, esta triste y dura realidad.
—Después de eso...lo peor comenzó. Me lavaron el cerebro, me inyectaban veneno de rastrevíspulas para manipular mis recuerdos—ahí fue cuando ya no soporté más, tuve que soltar todas las lágrimas que venía aguantando. Solo por sentirme fuerte—Al día de hoy, aún no se distinguir algunas cosas. No sé si es real o es más que un invento del Capitolio.
Él no hizo nada, solo me abrazó. Yo le correspondí, y a la vez mi llanto comenzó a ser más fuerte. Era la primera vez, que en tanto tiempo, alguien me abrazaba.
—No sabes lo horrible que era sentirse así, los síntomas secundarios eran lo peor. Pero con el tiempo, me acostumbré. Y ellos, también se cansaron de mí—. Me vendieron cómo un simple pedazo de pan. Y mi comprador...
Ahí sentí cómo sus músculos se endurecieron.
—Para mi gran suerte fue Seneca Crane.
Al escuchar ese nombre, él se separó de mí. Me miró con los ojos tan abiertos, que pensé que se saldrían de su lugar. Si no me equivocaba, creo que él había estado luego de los juegos de Annie. Y bueno, también había sido un nombre muy escuchado estos años. Porque él decidió dejar de respirar
—Él fue muy bueno conmigo. Fuimos pareja—admití—Y eso duró hasta que Snow lo asesino.
—¿Fue Snow?—por primera vez, habló
—No exactamente, fueron unos frutos venenosos—le contesté, al instante—Luego de eso me vendieron al jefe de los agentes de la Paz. No te voy a decir que la pase bien, porque no fue así. Eso hombre se aprovechó del momento, termino con lo poco que me quedaba.
Sin esperarlo, él se separó de mí y le pegó un golpe seco a la pared, haciéndome asustar.
—Tranquilo—susurré
—¿Tranquilo? ¿Cómo puedo estar tranquilo luego de esto? Luego de todo lo que te sucedió—soltó, cerrando sus ojos por un momento. Así permaneció por varios minutos—Lo lamentó, lamento no haber estado ahí en ese momento. Créeme que si las cosas hubieran sido así, no quedaría nada de esos tipos.
Una pequeña sonrisa se dibujó en mis labios.
—Te creo.
Raramente, la pantalla se iluminó. Dejando ver un pequeño resumen de todas las cosechas. En particular, fue la del siete la que llamó mi atención. En cuánto lo vi, tuve que acercarme para verificar qué era real. Johanna había salido cosechado, y no solo eso, ella gritaba y levantaba el dedo del medio hacia la cámara. Claramente, molesta. Justo en ese momento, caí en cuenta en todo lo que estábamos metidos. No solo nos habían elegido para matarnos, sino, que nos obligarían a hacerlo con nuestros amigos, familia. Porque eso éramos muchos vencedores, tengo muchos amigos que coseché a lo largo del tiempo. Nunca me daría el lujo ni el pensamiento en que debo matarlos. No lo permitiría.
—¿Cómo sobreviviremos ahí adentro?—me atreví a preguntar, con el nudo en la garganta—No va a ser un juego de niños, no esta vez.
—Tenemos amigos, podemos hacer alianzas—contestó, sin dudarlo—Somos vencedores.
—Todos los somos, Finnick—solté un gran suspiró, y otra vez, miré sus ojos—Las alianzas luego se romperán, ¿Crees que Snow dejará que comentan el mismo error otra vez? Porque yo creo que no, una solo persona saldrá con vida de ahí. Y quiero que seas tú.
Cuando dijo eso, reaccionó cómo si hubiera dicho lo peor. Parecía ofendido.
—¿Por qué decides mi destino?
—Finnick...—iba hablar, pero él lo hizo primero
—No, Lea...—suspiró—Te prometo que saldremos bien de ahí.
Mis facciones también se endurecieron al escucharlo, no iba a permitir que lo haga.
—No quiero que me prometas eso. Ya lo hicieron, y mira cómo fue el final.
—Mientras que yo esté ahí adentro, voy a cuidarte. Cueste lo que que cueste.
—No quiero que alguien más arriesgue su vida por intentar salvar la mía, no lo soportaría...
—Sprintkount, entiende. Si tengo que sacrificarme por ti, lo haría. Al fin y al cabo, sigues siendo parte de mi familia...Y ahora que estás aquí, no dejaré que te vayas tan rápido de mi lado.
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Holi💖
un viejo crackship
CÓMO ESTÁN? Les gustó?
LAMENTÓ HABER TARDADO MÁS TIEMPO, pero bueno. Aquí su cap
La verdad no me gustooooo tanto a mí, trataré de exprimirme más en lo que falta de esta parte .
Perdón si hay errores, lo escribí semi zombi
Recuerden que los amo muchito💛
Por fa, cuídense 💛💛💛
Para terminar, ¿tiene alguna duda? ¿Les gustaría que sucediera algo ?
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