Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

sentimientos


Mi cuerpo yacía al lado del cadáver del reciente fallecido. Mis manos estaban cubiertas de sangre, y ni hablar de mi cara. Por un momento, pude sentir el sabor de mental en mi boca. Me causo asco, pero no al hecho de tener nauseas, era mínimamente soportable. Esta vez no me sentía culpable, me sentía raramente conforme con el final de este chico. En otra ocasión estaría llorando un mar de lágrimas. Pero no, Maxwell me engañó, y también trato de asesinarme. Fue una lucha muy peleada, ambos estuvimos a punto de ganar. Tal vez aún estaba un cegada, porque quería venganza, aún sentía que necesitaba sangre derramada sobre esta arena. Necesitaba hacer justicia, por quién se preguntaran, la respuesta es: todos. No voy a parar hasta ganar, no tengo idea de cuánto tributos quedan, ni me importa. Lo único que se es que ya nadie se pondrá en mi camino, en mi meta de convertirme, de una maldita vez, en la vencedora de los putos sexagésimos juegos del hambre, de la muerte, como más les guste.

Con todas estas emociones que estaban a flote sentía que la pequeña niña asustadiza y tonta había desaparecido, me sentía algo grande. Que a los minutos supe que era ni más que menos el efecto de la adrenalina, ya que el dolor comenzó a invadir cualquier parte de mi cuerpo, hasta el punto que comencé a jadear y llorar en voz baja.

A la fuerza intenté levantarme, pero no pude. Cada parte de mi cuerpo dolía, y muchísimo. En menos de segundos mi grandeza había acabado, y la realidad me había pegado una bofetada. Haciéndome sentir demasiado mal, ahora si, me sentía una asesina sin piedad. Y eso ya me cansaba, lo único que quería era largarme de aquí, viva o muerta. Ese era el verdadero sentimiento que se escondía.
Algunos, seguramente, estarían disfrutando de esto; una simple chica, adentro de una arena, intentando sobrevivir-.pese a todos los inconvenientes impuestos en el camino.-. Ya me consideraba una vencedora, porque soy una simple adolescente de diecisiete años que mató para sobrevivir, y que ahora, está más sola que nunca. En plena oscuridad sin nada con que protegerse. Solo con un estúpido cuchillo manchado con sangre de inocentes, y una hacha que no le pertenece en lo absoluto. Solo estoy manchada con sangre-.literalmente.-juvenil e inocente. Y es así, todos los que no entrábamos a la arena como voluntarios éramos eso: Inocentes. Inocentes porque éramos obligados a matarnos unos contra otros, a pretender algo que no éramos para darle un buen show a los demás. Era una injusticia el solo de hecho de reprimirnos, de hacer elegir a dos personas para que, básicamente, vayan a la guerra. O a su muerte como otros también asimilan.

Aunque quería hacer justicia, también quería tener paz, interior tanto como mental. Y si yo ganaba estos juegos no lograría eso. Esta etapa me perseguiría por el resto de toda mi vida, ¿Qué sentido tenía vivir en pesadilla? . Una vez que te subes a este tren, ya nunca podrás bajar, porque si te bajas; lo tendrás que hacerlo con el tren en movimiento. Es una expresión que entendí al poco tiempo de entrar a todo este ambiente de los juegos. También te puedas dar cuenta desde todos los tratos y manías que te dan aquí adentro.

Finnick me habló de muchas cosas, pero en específico, de todos los traumas que sufrió en cuanto terminaron sus juegos. El pobre era solo un niño de catorce años, que lo marcaron de por vida. No pasaron tantos años de sus juegos, y él aún sigue sin tapar la herida. Ni si quiera un poco, por las noches se despierta asustado. ¿Cómo lo sé? Lo he visto, por las noches yo también solía despertarme. Me levantaba de la cama tratando de distraerme o también iba a beber un poco de agua. Un día hice eso, pero cuando iba a la cocina me sorprendió ver la puerta de Finnick abierta. Como lo chismosa que soy, me acerqué. Por un pequeño espacio de la puerta pude observar a Mags, que dejaba suaves palmeadas en su espalda. A simple vista parecía tranquila, eso es lo que todos hubiéramos pensado. Pero no, estaba sufriendo un ataque, por eso Mags estaba ahí. Sabía que él no tenía a nadie, ella era como su madre. Mags emana una esencia tan linda y tranquilizadora, es una buena mujer. Ambos son buenas personas, que no se merecían todo esta crueldad.

Estaba en un momento de reflexión, por lo que Mamá también vino a mis pensamientos. Mi madre: una mujer muy de piedra, nunca demostró nada hacia mí. Mi crianza fue sin amor, nunca recibí algo de ella. Sé que me quiere, incondicional, pero me hubiera gustado que alguna vez me lo dijera. A veces trató de comprenderla, pero no puedo. Sé que su infancia fue muy dura, en sí, toda su vida. Desde pequeña recibió tratos horrendos, no supo qué era el amor, hasta que en la adolescencia conoció a alguien. Esa persona que le hizo sentir cosas a flor de piel, con la que experimentó miles de cosas. Al poco tiempo, se casaron, ella me contaba que eran muy felices. Ambos tenían un empleo y una casa, no había mejor cosa que eso. Bueno, se suponía, porque en cuanto se embarazó, él se largo. Mi progenitor nos abandonó, nunca supe nada de él. Solo esta mínima historia que mamá una vez contó. Recuerdo que luego de ese día ella selló su boca, nunca volvió a hablar de él.

Eso pasó cuando era muy pequeña, obviamente, a esa edad era muy curiosa. Así que seguí preguntando, pero ella nunca respondió. Pasó el tiempo y yo fui creciendo, no quería ser igual que ella. Me negaba a ser una piedra, pero creo que las cosas aveces suceden por algo. Gracias a sus tratos supe crear una máscara, una me cuida de cualquier cosa, incluyendo de mis sentimientos. Eso es lo único que le puede agradecer, porque si no fuera por eso ni si quiera estaría aquí adentro. Hubiera sido tan cobarde de desaparecer antes de entrar a todo este mundo "nuevo" para mí.

El tanto pensar me dio una sola solución, la que haría que acabe con todo esto. Mi cuchillo estaba cerca, a unos metros de mi. Con todo el dolor que sentía, arrastre mi cuerpo hacía el artefacto. Con las manos temblorosas, lo tomé. No sé si estaba tan Segura de lo que iba hacer, sentía mucho miedo pero a la vez un poco de coraje. La única opción de salir del tren era saltar, yo saltaría. Este cuchillo me haría pasar a la otra vida, y tal vez, estar en paz. Si es que en verdad estás en paz cuando mueres. Hace poco tuve una teoría en la que explico que no se encuentra paz en ningún lugar, ni si quiera el cielo. Pero bueno, debía intentarlo.

Antes de cometer cualquier cosa miré hacia el cielo, algunas personas vinieron a mente. Tal vez estarían rogando que no lo haga, pero ellos no estaban aquí. Ellos no tomaban la decisiones, no dejaría que nadie más me use como un muñeco, yo movería mis propios hilos. Y no me importaba si algo o alguien iba a detenerme.

Ya estaba decidida, mis ojos estaban puestos en la luna artificial que estaba arriba de mi. Debía inhalar y exhalar para bajar mis nervios. Una vez que lo hice, coloqué mi cuchillo en mi cien. Si iba morir, trataría de que se la forma menos dolorosa, de otro caso me desangraría.

En voz baja comencé una cuenta regresiva, en cuanto llegue al cero: terminaré esto.

Diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos. Podía sentir como la punta del cuchillo se clavaba sutilmente, dejando solo un pequeño punto de sangre en mi cara. Solo faltaba un número, uno solo para acabar con esta pesadilla. Antes de terminar, inhale profundamente. No sé en qué momento lágrimas habían comenzado a caer sobre mis mejillas, tenía miedo. No quería morir sola, no aquí.

-lo siento...-jadeé entre lágrimas

Sentí como el filo intentaba cruzar las capas de piel de mi cabeza. Pero en un momento, todo cambió, esa fuerza que se ejercía ya no estaba. Por la timidez había cerrado los ojos, ¿Tan rápido había muerto? Fue la pregunta que invadió mi cabeza, en busca de respuesta, lentamente, comencé a abrir mis ojos. Pensé que encontrarlo una habitación toda blanca con el barba en el medio, regañándome de por qué lo hice. Pero no, en cambio, estaba en la misma arena. Y con la sorpresa de Steven Gray al frente de mí, con una cara de pocos amigos.

-¿Así es cómo se ve el cielo? Es horrible.

Sentía que estaba alucinado.

-¿Qué diablos hacías, Sprintkount?

-¿No es obvio?-respondí, recostando mi cuerpo sobre la nieve-¿Por qué me detuviste?

-¿No es obvio?-me imitó-No tienes porque hacer eso, me prometiste que seríamos un equipo. No rompas la promesa.

Comenzó a reír.

—¿Que te parece gracioso?

—Esta nevando.

—Si y qué. Es algo importante de lo que estamos hablando.

You are as pure as the driven snow.—tarareo en voz baja

—¿Qué es eso?

—Una canción que mi abuela me enseñó. Le agradarias.

Mi cara estaba tan seria y aún lágrimas caían de ella. Ya no sabía ni que sentir, él estaba vivo. Solo quedábamos nosotros y algunos más.

-Déjame hacerlo.-supliqué-Tú mereces volver a casa. Sé un buen vencedor.

-¿Qué si no quiero ser un vencedor?-reprochó, sentándose al frente de mi

-Si lo quieres ser, ¿Para qué sobreviviste entonces? ¿Para luego morir, y ya está?

-A veces haces las cosas porque si. A  veces acabaremos en el mismo camino impuesto por las circunstancias que nos rodean. Estamos en el mismo camino.

-¿Cuál sería ese camino?-susurré, observando sus ojos a luz de la luna

De repente, un cañón sonó. Ese ruido me hizo sentarme, y comenzar a analizar la situación. Lo último que recuerdo era que quedaban cinco: uno murió en el ataque de los mutos, otro lo maté yo, y ahora murió otro. Eso significa que quedan dos, nosotros dos.

-Nuestro equipo.

-No hagas las cosas más difíciles-solté, acurrucando mi cabeza sobre mis piernas.-Estamos en el juego final, no hay nada más que hacer. Mátame de una vez, Gray.

-¿Por qué debería hacerlo?

Parecía que todo lo hacía a propósito.

-Porque tienes que ganar-solté, elevando mi voz-Te mereces volver a casa, tienes una familia que está esperando allí.

-Tú también tienes una familia.-contestó

Su comentario hizo que una risita se escapara de mis labios. Una tan amarga, que hizo que ambos nos quedemos en silencio por varios minutos. Hasta que decidí hablar:

-Una imaginaría, Steve, aprovecha la que tienes en carne y hueso...

-Sabes...nos conocemos hace poco, pero tú también te convertiste en mi familia, Lea. Pasamos miles de emociones juntos, algunas que me alegran y otras que no tanto. En estas semanas reímos, celebramos y lloramos juntos. Eso no tiene que cambiar, la ley es una basura. Yo sigo la ley, no pienso que sea necesario un solo vencedor, ¿Qué mejor que dos?

-Estás loco, Gray-ese comentario fue con un poco de amor. Su teoría era linda, pero no posible-Nunca harán que las reglas se rompan. Nosotros no seremos una excepción, simplemente, seremos unos del montón.

-Prometí que no iba matarme, Sprintkount. Se lo prometi a tu...

—¿A quién?

—A mi.

—Se que no rompes tus promesas. Terminemos esto de una vez.

-No te voy a dejar hacerlo.

-¿Me estás desafiando? Steve, quiero ir a casa. No me importa de que manera.

Solo iba a haber un vencedor, y planeaba que sea él. En un pequeño juego de miradas que tuvimos, hice que se distrajera. Ahí fue el momento exacto para lanzarme arriba de él, necesitaba sacarle mi cuchillo.

Steven rápidamente reaccionó, y con un suave movimiento me dejó abajo de él, inmovilizada. Ni si quiera podía respirar por la presión que estaba ejerciendo, parece que se dio cuenta, porque aflojó su agarre. Y aprovechó ese momento, porque su cara estuvo tan cerca de mí que su respiración chocaba con la mía.

-Steve, solo uno va a ganar-solté, rendida.

Sus facciones se endurecieron en cuanto me escucho, estuvo así por varios minutos. Hasta que por fin dio una señal de vida. Él cerró sus ojos, y miró hacia el cielo. Susurró unas cuantas palabras que no pude oír, una vez que terminó, una gran sonrisa se dejó ver en su rostro. Esa sonrisa que marcaba sus lindos hoyuelos, una característica muy linda de él.

-Tienes razón.

Inesperadamente, comencé a ejercer presión en mi, al punto que sentía que me iba a quedar sin aire. ¿Tan rápido había recapacitado?

-Uno solo va a ganar, y esa vas a ser tú

En cuanto habló, dejó de ejercer su gran fuerza. Sus ojos estaban tan iluminados que podían ver hasta la mismísima Luna reflejados en ellos. Su boca estaba semi abierta, y recién podía notar que tenía varios rasguños en su cara. Marcas de guerra, como él diría.

-No lo creo, Gray.

Mis ojos se achinaron cuando respondí, y con las pocas fuerzas que me quedaban hice que me soltara. Ahora, yo estaba arriba de él, y adivinen: yo tenia el cuchillo ahora.

No sé por qué una risa se escapó de sus labios al instante en qué pasó eso. O bueno, si lo sabía. Rápidamente, él me dio la vuelta.

-Yo te enseñé todo esto. Aprendiste bien.

Todo se quedó en silencio, por varios minutos podría decir yo. Hasta que uno decidió romper el hielo que había, él, en específico.

-Me prometí a mi mismo que no iba a asesinarte-suspiró profundamente.-Prometí que iba a cuidarte y así será...No tenía algún motivo por el cuál volver a casa.-intenté hablar, pero él me detuvo.-Hasta que te conocí, en menos de semanas me hiciste sentir miles de emociones. Unas que nunca había experimentado-rió por lo bajo-No sé si fue real o un simple y estúpido sentimiento adolescente.

-¿De qué hablas?-pregunté, confundida.

Ambos nos mirábamos fijamente, demasiado.

-Algunos lo llaman esperanza, sé puede considerar que lo es. Pero, es mucho más fuerte que eso, yo lo llamó: amor a primera vista.

Mis ojos se abrieron a la para al escucharlo. No sabía qué decir, ni cómo reaccionar. No tenía un manual para estas cosas, tampoco sabía lo que era amar, nunca lo pude experimentar. Era un sentimiento ajeno al mío. Gray era un chico estupendo, pero no sabía si había amor aquí. Y si lo fuera, seriamos unos trágicos amantes, como Romeo y Julieta pero con un final más trágico. Yo lo quería ser eso, quería estar en paz. Pero él no me lo permitía, y era por esto. Por este supuesto amor que él tenía hacía mí.

Verdaderamente no supe cómo reaccionar, mi cabeza no podía pensar ninguna respuesta. Lo único que podía hacer era observarlo. Él también hacia eso, solo que, cada vez podía sentir su respiración más cerca de mi. Eso me hizo cerrar los ojos, tenía una idea de lo que podía llegar a suceder. Y así pasó, en cuanto sentí sus cálidos labios arriba de los míos, abrí mis ojos. El beso fue corto, pero muy lindo. Estoy segura de que fueron segundos. Unos que a él le bastaron mucho.

-Gracias, gracias por darme la oportunidad de conocerte. Y perdón-murmuró, mirando profundamente mis ojos

-¿Por qué...

No llegue a terminar mi pregunta, porque lo que pasó a continuación me dejó en shock.

Sin que me diera cuenta, Gray me había sacado el cuchillo de mi mano. Quise arrebatárselo, peor no pude. Él aún estaba arriba de mí. Hubiera querido que las cosas sean de otra forma, pero lamentablemente no era así, porque la suerte nunca estaba de mi lado. Lo volví a verificar en cuanto Steven clavó ese cuchillo en su yugular, para luego retirarlo y soltarlo en la nieve; que se tiñó de sangre al instante, y comenzó a derretirse.

Pegué un grito de horror y negación cuando lo vi, no podía reaccionar. Él se estaba desangrándose al frente de mi, y no podía hacer nada. Lo único que se me ocurrió fue tratar de tapar la herida con mis manos. No quería llorar, pero se me hizo inevitable. Las lágrimas caían y caían, al igual que la sangre que se derramaba de su herida. Era tanta sangre, que por un tonto motivo pensé que podría salvarse.

-No, no...no-negué repentinamente-Aguanta, solo aguanta.

Un vencedor, solo abría uno. La idea era esa, pero podía cambiar.

-Por favor...-suplique entre lágrimas-No te atrevas...Steven, escúchame.

Con movimientos tontos logré tomar el cuchillo, lo acerqué a mi pecho, intentado acabar con esto. Si yo moría, lo atenderían rápido. Pero él, con sus últimas fuerzas me detuvo. Sus ojos estaban brillosos, y juraba que unas lágrimas salían de ellos.

-No....haz...haz que paguen...-su voz era temblorosa, cada vez que soltaba una palabra se quejaba de dolor.

El cañón retumbó sobre toda la arena, indicando que él ya estaba muerto. Pero no solo eso, una luz comenzó a iluminar toda la arena. En cuanto vi mi ropa y mis manos, no lo pude creer, estaba llena de sangre.

Mis ojos se sentaron en el cuerpo de Steven, él ya había muerto, y por mi culpa. Había sido tan cobarde que no me atreví a terminar esto por mi misma. Él tuvo que sacrificarse por mí.
El dolor que sentía en ese momento no podía compararlo con nada, quería morir, porque sabía que de ahora en adelante todo cambiaría. Ya no podría ser la misma Lea Sprintkount, ¿Por qué? Porque estos juegos ya me mataron, y estoy segura que con el tiempo tendré el mismo sentimiento. Ya no soy una persona, dejé de serlo. Soy un fantasma, uno que deambula sobre su misma miseria.

-Damas y caballeros, les presentó a la ganadora de los Sexagésimos octavos juegos del hambre: Lea Sprintkount.

:( así

GRACIS POR LEER GENTEEEE, ¿les gustaría que suba un capítulo mañana?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro