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eres tú


Mi corazón latía con desesperación, y mi cuerpo comenzaba a sudar a gota gorda. Correr por una superficie llena de hielo no es fácil, agréguenle, el motivo de escapar de estos tributos; que me perseguían como si fueran un mismísimo animal hambriento, uno que no pararía hasta ver la sangre derramada sobre las finas capas de nieve.

También estaba muy asustada, nadie te prepara mentalmente para entrar aquí, solo te sueltan: como si fuéramos animales. Y así es como tendría que tratar de asimilarlo, éramos animales, que solo se saciarían al ver caer al último. En pocas palabras, entrábamos para morir porque el más fuerte persistirá y ganará la batalla final, la de los sexagésimos octavos juegos del hambre.

—Vamos, Lea. No te haremos daño.—escuché la áspera voz de la chica del uno.

No sé si era yo, pero cada vez podía oírla más cerca. Sentia sus pisadas detrás de mi, como si algo me estuviera arrastrando a ella y a su grupo de aliados. Que al final, uno de ellos sería el que termine con la alianza, incluyendo, a todos ellos.

En un rápido movimiento me volteé, pudiendo observar la escasa distancia que había entre nosotros. Eran solo unos dos metros, debía seguir corriendo porque si no mi asesinato ya estaba escrito por la mismísima muerte.

Intentaba ser optimista, pero la situación realmente no ayudaba; ellos cada vez estaban más cerca de mí, me iban a atrapar. Y no tendría nadie cerca que me defiende. En esos momentos fue cuando me di cuenta que estaba equivocada: la muerte siempre está a la sombra de nosotros, al igual que la vida, que hasta ahora me di cuenta que realmente nunca sabremos y entenderemos que tenemos un tiempo limitado en la tierra - y que no tenemos manera de saber cuando nuestro tiempo se ha acabado-.Pero, ahora, sabía que mi tiempo había acabado. Lo supe en cuanto mi pie se resbaló con un pedazo de hielo.

En cuanto quise levantarme, el pie de la chica se encontraba en mi pecho. Sus ojos estaban brillosos, y parecía que estaban llenos de irá. No pude evitar ver detrás de ella, que estaban sus aliados. Sutilmente, les había dicho que paren, que ella se encargaría de mí. Lo dijo de una manera tan macabra e irreal. Que tan solo con escuchar una sola palabra, hizo que un escalofrío resuene sobre mi espina dorsal.

—Así es como te quería ver. Ya no tienes escapatoria, princesa, todos verán tu trágica muerte. Lo lamento tanto...yo ya te lo había advertido ese día, ¿lo recuerdas? —sus ojos estaban abiertos y su sonrisa ensanchada a más no poder, obviamente, lo disfrutaba.

No hablé, prefería mil veces quedarme callada. De una u otra manera me iba a matar. Era una jugada perdida, imposible de ganar. Ya estaba presa de mi destino, mi vida dependía de ella. Colgaba de un hilo tan fino que con solo un suspiro se podría cortar.

—¿Te comió la lengua el gato o qué?

Lentamente, comencé a observar todo lo que estaba a mi alrededor. No me había percatado de que ya no estábamos en el bosque. Ambas nos encontrábamos en una especie de pasarela de hielo, muy gigantesca, algo como un lago congelado.

—Porque si es así, podemos solucionarlo.—murmuró en un tono pacificó, a la vez que sacaba una pequeña daga de su cinturón.

Ahí es cuando todo transcurría en cámara lenta. Desde que ella sacó su cuchillo y lo pasó de una a otra de sus manos en un pequeño pero rápido movimiento ágil.

Debía pensar, no podía terminar así. Prometí que debía ganar, y así lo intentaría. Hasta mi último minuto, si es que puedo. Por eso, mi cabeza comenzó a pensar todas las opciones posibles. Tenía los pros y contras en pocos segundos, ahora, solo quedaba intentar.

—Por favor, podemos ser aliadas—solté con rapidez, tratando de distraerla un poco.

Era una opción mala, pero no tan mala.

—¿Aliadas? Por favor—rió—Ni muerta, ni en sueños. Nunca—escupió

—Entonces...

—Entonces nada—me cortó.

Había funcionado, mágicamente, ella había aflojado su agarre. Ahí supe que era el momento exacto y único para actuar.

Sin pensarlo muchas veces, y con todas mis fueras pateé su estómago, haciendo que se tambaleara un poco. Al ver como eso sucedía, me levanté rápidamente Y comencé a correr lo más rápido que pude, alejándome de ella y todo lo que estaba cerca de mi.

Desde aquí pude escuchar las maldiciones que soltaba, pero también sus fuertes pisadas que corrían sobre el hielo resbaloso.

No quería darme la vuelta, porque sabía que en lo más mínimo iba a distraerme, y también, ver cuan cerca de mi estaba. Y eso no quería, lo único que pedía era poder escapar con vida de aquí. Pero aveces nuestras plegarias no son escuchadas, o tal vez si, pero los vigilantes se encargaban de hacer todo lo contrario. Ellos hacían todo lo posible para matarte y darle un buen show a todo la gente del Capitolio.
Aunque ahora que lo asimilo un poco más, no todo era culpa de ellos, si no, también mía.

En cuanto un inmenso dolor se posicionó en mi muslo izquierdo, pude jurar que un grito de dolor se escapó de mi boca. Pero gracias al cielo, no tuve tanta mala suerte, podría haber caído pero no, solo perdí un poco de equilibrio. Creo que estaba en una especie de shock, no sabía lo que pasaba o lo que sentía. Solo me di cuenta cuando vi una pequeña pero profunda herida, acompañada de una hilera de sangre que caía y manchaba el hielo de un color rojo carmesí.

A la distancia, también podía observar a la chica del uno, mejor apodada por la loba desquiciada por mí. La que no iba a parar hasta verme muerta, estaba segura de eso.

Traté de levantarme pero la sensación de dolor invadía cada parte de mi cuerpo, no quería ser pesimista pero ya nada podía salvarme. Estaba herida, primeramente  se sintió como un puñetazo caliente, y luego de manera lenta,  sientes como se pierdes una gran cantidad de sangre. Eso había pasado en pocos minutos, fue en cuanto mi adrenalina bajo. Y mis sentimientos comenzaron a manifestarse muy rápido: mis lagrimas caían, mi labio y manos temblaban y por último sentía como mi corazón latía a más no poder, como si en cualquier momento se saldría de su lugar.

Un minuto bastaba para decidir qué iba a suceder conmigo, si me iba a rendir o simplemente seguiría intentando. La verdad no sabía, estaba esperando una señal de algo, algo que me haga saber si me iba a salvar o si debería soltar los brazos y rendirme de una vez por todas. En cualquier aspecto sentía que la suerte no estaba de mi lado, que era todo lo contrario, pero tal vez todo no estaba perdido. Siempre había una pequeña luz en el túnel, por más mínima que sea, me servía. Y esa luz fue lo que sucedió a continuación:
Faltaban pocos metros para que Lucrecia pudiera alcanzarme, pero la maravilla—.o pesadilla—que sucedió fue lo que me hizo recapacitar de que tenía un pequeño porcentaje de esperanza de vida.
La arena en la que estábamos nos podía sorprender con cualquier cosa, y así fue. Una gran avalancha de hielo se desprendió de los glaciares más grandes que —.de suerte.— estaban cerca de nosotras, haciendo que la nieve comenzará a "moverse" rápidamente, y que también el hielo que esté bajo nosotras comenzará a romperse. Como un frágil vidrio.

En ese momento, parecía que la arena comenzaba a desmoronarse. La nieve y hielo comenzaba a arrastrar todo lo que estaba a su paso, hasta los mismísimos pinos que se desprendían de lugar, siendo arrancados por la fuerza que ejercía la mismísima naturaleza.

Con la poca cordura que me quedaba, y el dolor que me producía, me levanté, no sé cómo pero lo hice. Lo que si no pude fue correr, pero comencé a arrastrar mi pierna. Tal vez, teniendo la esperanza de que esa avalancha no me alcanzaría o el pensamiento de que no me iba a hundir en este río que poco a poco dejaría de ser congelado. Pero como siempre, aquí, es el mundo del revés. Y en el mundo del revés cuando estás a punto de salvarte, viene algo a hacerte la vida imposible.

nuevo cap, perdón por tardar tanto :c
espero que les guste

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