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dime que no fue un error

LOS DIAS PASARON y mis ganas de vivir cada vez eran menos. La gente decia que era peligrosa y eso era verdad. Ataque a una de las enfermeras del pabellón y la deje en terapia intensiva por varios días. Al día de hoy aún no desperto, ni lo hará ya que tiene muerte cerebral. Lo mismo con Coin, la cual recibio un fuerte golpe de mi parte. Aunque ella...lamentablemente aún estaba viva y mandando a la gente.

Tal vez es un castigo y es óptimo.

No recibia visitas, comia una vez al dia y estaba encerrada. Mis manos estaban esposadas, solo por el hecho protección al personal médico u terceros.

Hacia frio y era un lugar completamente cerrado, sin calefacción ni ventanas donde se visualice la luz.

Tal vez me merecia todo esto

Toque la cicatriz que habia en mi mano y suspiré. Me posicione sobre un rincón de la cama y comence a llorar silenciosamente.

Me sentia sola y lo peor, abandonada.

Todo esto me recordaba a mis dias de prisionera en el capitolio. Las torturas; los dias sin ver luz ni comer un pedazo de pan viejo con agua con azúcar. Porque eso era lo suficiente nutrivivo para no morir  allí.

Finnick nunca me habia venido a visitar y de hecho eso aún rompio más mi corazón. La única familia que me quedaba me dejo sola.

De pronto la puerta se abrio, los ojos me ardieron al ver la minima iluminación. En un rápido movimiento me acoste, cerre mis ojos y me hice la dormida.

—Se que estas despierta, Lea.

Una voz conocida resono en la habitación. Mis ojos se abrieron y mi cuerpo se relajo al instante.

—Steve...

Se quedo observadome en silencio, sin decir completamente nada.

—¿Tú tampoco me hablaras?

Me lo merecia.

Su rostro cambio a uno de preocupación. El se acerco a mi y me abrazo de  manera inesperada.

—¿Por qué piensas eso?—su voz salio suave y tierna

—Porque hice cosas malas.

—Y eso no te define, Le.

—¿Crees que estoy loca?

—Obvio.—se rió

De su bolsillo saco una pequeña llave, la cual era de las esposas. Sin justificar nada, las saco de mis manos. Y una vez estuvieron fuera, acaricio los moretones que habian alrededor de ellas.

—Mucho mejor.

—Gracias.

—¿Como están allá afuera?

—Eeeh, locos. Desquisiados. Coin esta inquieta y no sabemos lo que nos depara. Pero la mayoria esta en recuperación aún.

—¿Y él?

Su ceño se fruncio.

—¿Odair?

—Si.

—Bien, creo...superando las cosas.

Un pitido sono en su radio. De su mochila saco ropa negra y una pistola. La posiciono en la pequeña mesa junto a nosotros y fue serio:

—Tenemos poco tiempo.

—¿Para qué?

—Para escapar.

—¿Qué?¿Por qué?

—Cambiate rápido. Te espero afuera.

—Esta bien.

Fue sencillamente rápido cambiarse, una vez termine. Tome el arma con cuidado y la escondi en mi pantalón. Salí de la habitación y lo observe. Al darse cuenta de eso, sonrio y tomo mi mano. Comenzamos a caminar rápido por los pasillos, que por cierto, estaban deshabitados. No había ni un personal ni secretarios presentes.

—¿Dónde estan todos?

—¿Quieres saber la verdad o la mentira?

—La verdad.

—Celebrando el casamiento de Annie y Finnick.

Si era posible que un corazón se rompa y escucharlo. Eso exactamente había pasado. Diria que mi mundo se detuvo, pero ya hace mucho tiempo sucedio eso. Y nadie se dio cuenta. Tal vez sonaria como una infante e inestable, pero solo quiero estar en mi cama y llorar junto a mi mamá. Y que ella me diga que: todo estaria bien. Que es una pesadilla y nada de esto fue ni nunca sera real.

—¿Se casaron?

Él vio como poco a poco como me volvi inestable. Las lágrimas salieron sin esperarse acompañados de pequeños sollozos y temblores.

—Lo siento. Sé cuanto lo querías.

—Yo lo amaba a él. Pero no él a mí... sino a ella. La hermosa e increible Annie Cresta.

—Tú también eres incrible y hermosa, Lea Sprintkount.

—Eso es lo que tú piensas.

—Él seguramente piensa eso también.

—¿Y por qué la eligio a ella?

—....

Llegamos a la zona de los aerodeslizadores. Habia muy poca gente en el lugar; ninguno nos vio. Seguimos en silencio hasta que llegamos hacia donde estaban todas las municiones. Ahí el decidio volver a hablar:

—El próximo que sale, te llavara al distrito donde esta Paylor. Ella allí te dará comida y un lugar donde quedarte. Cuidate y no hagas locuras. Se que sabes defenderte, ganaste los juegos y estas en plena batalla. Pero no hagas estúpideces.

—¿Por qué haces esto? ¿No vendrás conmigo?

—Me encantaria, pero no puedo. Hay cosas que arreglar aquí en el trece. Si tu te quedas aquí, te mataran. Coin no te acepta y tienes al consejo en tu contra.

—¿Y a ti que te pasara?

—Sobrevivire.

—No me gustan las despedidas.

–A mí tampoco pero es necesario. Siempre estaras en mi mente y en específico en mi corazón. Por eso, esto ed para ti.

Me dio una pequeña medalla color dorada con un ave era:

—Un sinsajo.

—Es de mi abuela, de protección. Tal vez la conozcas como la primera vencedora y rebelde del distrito doce. Pero no importa, esa es otra historia que  te contare en otro momento. Tal vez cuando nos volvamos a ver.

Lo abrace. Sobe su espalda y deje un beso en su mejilla.

—Gracias por todo.

Se despego y alejo de mi sin decir nada. Me señalo el aerodeslizador y se fue.

Sin que me viera nadie, me adentre y escondi entre cajas de alimento.

Tal vez esta rebelión no la ganaría. Tal vez esta ya no era mi guerra. Sino la de otros.

Detras de mi escuche un ruido. Hubo movientos los cuales me alertaron. Me levante sin hacer mucho ruido y saque el arma de mi pantalón.

Estuve a punto de disparar hasta que:

—¿Katniss?

Ella se sorprendio, levanto sus manos y nego diciendo:

—Tranquila.

—¿Qué haces aquí? Una de las enfermera me conto que te dispararon.

—Lo hicieron.

—¿Y por qué no estas en el hospital?

—Pregunto lo mismo.

Baje el arma. Cerre mis ojos y suspire.

—Pensé...pensé que estarías en la boda.

—Tengo otra cosa importante que hacer.

—¿Qué?

—Asesinar a Snow.







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