Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo XII

Tienda Candy Shop Of Mrs. Poppis

06 de Octubre del 2012
Domingo, 3:20pm

―En verdad nos tenias muy angustiados, Mikela. ―Hugo agarra mi mano, apretándola contra la suya. Observo la unión de ellas sin verlo. ―¿Dónde estabas anoche? ¿Por qué no llamaste a la casa de Dortha?

―Después de haber salido del cementerio, pasee un rato por ahí y creo que me he quedado dormida en algún lugar... ―digo restándole importancia. Ayer no fue un buen día y no quiero hablarlo con él.―

―¿Estás segura, Mikela? ―Indaga buscando mi mirada, no cambio mi dirección y sigo plantada en la unión de nuestras manos, puedo sentir como me estudia. ―Si es sobre...―Mira para ambos lados y disminuye su tono como si hubiera gente en el local.― nuestros amigos ¿Te hicieron algo? ¿Te lastimaron?

―Estoy bien, Hugo. ―Aclaro secamente. Él retrocede un poco sorprendido. ―No... No me paso nada. ―Suavice mi tono, gire a verlo apenada y cansada. ― Lo juro, no sucedió nada malo.

Su mirada dulce paso a una liosa. Pero sin importar eso, no aleja su mano de la mía. Me aferro a la de él asustada y tan pequeña, buscando energía o motivación para poder hablar.

―E-El lugar donde dormir anoche era un escondite. Lo usaba para ocultarme de Padre y Madre. ―Confieso con la otra mano en la taza con chocolate caliente. El vapor que emerge de ella nubla mis ojos. ―Si te hace sentir más tranquilo. Es ahí donde me quede. Todavía es cómodo ocultarse ahí.

―¿Te ocultabas de tus padres?

―Sí. Casi todas las tardes, si era posible también algunas noches, pocas fueron las veces que podía liarme de ellos un día completo. Era algo habitual. ―Noto como las palabras se arrastran con nostalgia, la tristeza de los malos recuerdos las abrazan. ―Era mi zona segura. Oh, bueno, sigue siéndolo...

―Mik...

―Me disculpo contigo, Hugo ―Mi semblante se volvió serio, endureciendo mi mirada― la señora Weber, el señor Elías, la señora Poppis y a todos los del pueblo. Y en especial a ti, lamento haberte preocupado, Hugo.

Él se levanta de su asiento frente mío. Estamos frente a la barra donde se piden las bebidas. La tienda esta por completo vacía y la señora Poppis, la dueña, ha salido a buscar algo en el cafetín de la señora Weber.

Sus rizos estorban su verdosa mirada de mi ahora; el silencio de la tienda es puro, nada mas oyendo nuestras respiraciones y si se pudiera, nuestros pensamientos. Roza la palma de su mano contra mi mejilla en una dulce caricia que hace cerrar mis ojos por un instante.

¿Es normal que mi pecho se sienta así de calmado y ávido?

Mi corazón quiere volverse loco y perder la cuenta de sus palpitaciones porque baje su mano y roce la parte superior de mi pecho, que sus labios pasen por ahí y que de su boca salga palabras que solo podría escuchar estando a oscuras. Detiene su mano hasta mi cuello y la otra hace circulos con su pulgar sin despegarlo de mi mejilla.

―Te protegeré sin importar lo que pase entre nosotros... ―Murmura cada vez más cerca de mis labios.- Lo sabes, ¿No?

―Lo sé... ―Trato de pronunciar sin que salga un suspiro huya.― Y sabes que no me alejaré de ti sin importar lo que pase ¿No?

―Oh, mi pequeña Ratoncita. Mas que nadie lo sé. Y eso es lo que temo y amo a la vez.

¿Qué rayos? Mi respiración esta acelerada, mi corazón es un caballo salvaje que ha escapado de su establo y mis manos están entre las telas de su camisa, queriendo quitársela y poder tocar aquella piel que aseguro todo, impregna calor y deseo.

Hugo frota mis labios contra sus dedos con suavidad. Y abre su boca para volver a hablar, pero no puede hacerlo.

―A veces me pregunto si esta bien que diga que te amo, pero a la vez no saber que es lo que siento verdaderamente por ti.

―«Los pensamientos fácil te nubla al creer en ilusiones hechas de polvo, mientras la mente duda de si es verdad o mentira, el alma lo confirma con un bello susurro en sueños.

Y aquel que duda de los sueños no es mas que un afligido enamorado que agoniza al ver aquel lugar lóbrego que compartía con su amada».

Ambos nos quedamos en silencio mirándonos fijamente.

―¿Dudas de lo que sientes por mi? ―Inquiero― No conozco lo que siento cuando te veo, cuando solo rozas tu mano con la mía, pero ese curioso fogaje que brota en mi pecho es lo mas fantástico que he sentido y es provocado por ti, Hugo. Y lo... Lo amo.

Sonríe sonrojado, besa la punta de mi nariz, sin embargo ese brillo declina; frunce las cejas juntándolas y aprieta los labios.

―Solo no quiero lastimarte, no reconocer lo que siento por ti y romperte el corazón. Más me hundiría yo al saber que te he hecho daño, no me lo perdonaría.

―¿No te importaría verme con otro chico? ¿Hacer las cosas que hago contigo con él? ¿Cómo te haría sentir?

Suspira amargado como si la respuesta que sale de sus labios le fuera agria e insípida.

―No puedo decirlo sin ni siquiera sabemos que somos. No puedo exigirte algo sin que tu seas por completo algo para mi.

Una punzada. Eso que atravesó mi pecho fue eso al escucharlo.

―No somos amigos, ni novios. Somos dos desconocidos conectados por algo. ―Enuncio.

―Desconocidos. ―Repite él con aflicción.

―Soy una desconocida que cree que ama a un desconocido.

Gruñe al terminar yo de hablar. Nos irrita a los dos llamarnos así, pero es la verdad de esta situación, aunque nos duela.

―No quiero soportar decir mas el "creo", deseo decirlo cómo es ― Confiesa― , pero aun no sé lo que siento por ti, Mikela. Y odio no saberlo.

―Entonces no lo digas, solo demuéstrame que ese "creo" no significa nada y que, realmente significo algo mas de lo que sea que tengamos.

―No puedo hacerlo si no me das tu permiso.

―Te lo concedo.

―Di mi nombre, solo así podre hacerlo. No aguanto mas, Mikela.

―Hugo, demuéstrame que soy algo mas que una desconocida. Demuéstrame que me... amas.

Sus labios bajan a mi cuello marcando pequeñas zonas recorriendo poco a poco la parte superior de mi pecho, siento mi cuerpo caliente como si me abrazara un día de invierno sin ser pesada; su cabello me hace cosquilla al volver subir y besar mis mejillas y correr a mis oídos, susurrando cosas que me apena decir. El toque tan silencioso de sus manos por mis piernas me obligan a agarrarlo por el cuello y sentir su respiración en mi piel.

―Esto es algo de lo que me haces sentir, Mikela. Y deseo poder demostrarte más de esto. ―Su mano se acerca con cuidado a mi muslo casi cerca del comienzo de mi ropa interior. ―Solo lo haré si me lo ordenas. ―Farfulla en mi oído, mordiendo con cuidado la parte inferior de mi oreja.

Me siento tan avergonzada, al pensar por un segundo en como me trataría si solo estuviéramos en una habitación, ambos en la profunda transparencia de nuestra intimidad, el sobre mi y yo mirándolo con nerviosismo. Mi cuerpo responde al dejar salir involuntariamente jadeos extraños a todo lo que dijo. Apoya su peso en el asiento, introduciendo su pierna entre las mías, mi cuerpo se siente mojado al sentirlo.

―Hugo... ―Lo llame, gira su rostro, a escasos centímetros del mío. ― ¿Esto no es una simple relaciono de desconocidos?

Niega.

Sus labios se conectaron con los míos en un solo momento. Un beso que quizás pueda responder lo que él tiene miedo de pensar que es falso.

Pero para mi lo confirma.

No somos amigos. Ni novios.

Somos dos desconocidos enamorados.

Dulce, delicado y tímido.

Sus labios se mueven a la vez que su mano deja pequeñas líneas en mis muslos, elevo mis piernas a la altura de su cintura, una de sus manos atrapa mi pierna, y la otra sostiene mi rostro en el beso. El ritmo es tan pausado y detallista que en verdad fuera algo frágil lo que tocara con sus labios. No me muevo y ni siquiera sé como corresponder

¿Se mueve los labios para arriba o abajo? ¿Tendré que meter mi lengua como hacen en las películas para los de mi edad? ¿Tengo que decir algo obsceno? ¿Sueno como una estúpida? Sí, sueno como una tremenda estúpida.

¡Uy! Creo que entre en mal momento.

¿Es una broma no?

Ambos nos separamos al oír la peculiar voz de nuestro conocido. Nos separamos de inmedisto, Hugo retira sus manos debajo de mi falda y por inercia, mi culo en el suelo a la vez que la taza de chocolate caliente se derrama en la mesa, debido a que la he derribado con el brazo. Que gran disfrute, yo con los brazos que me duelen horrible con solo hacer un brusco movimiento y pasa esto, y no hay que olvidar que el corazón casi se me sale al no darme cuenta de quien era.

―¡Clarus! ¡Cabrón! casi me matas de un puto susto! ―Vocifero con un "poco" de molestia en el suelo. El pelirrojo esta recostado en el respaldo de una de las columnas de la tienda. Se le ve bien con el pasar de los años; ha ido mejorando su caminar con la pierna de madera, es cojo,

Nadie en el pueblo lo sabe la condición de Clarus a excepción de la señora Weber, Poppis, el señor Elías, su familia, novia y yo.

―En verdad nadie creería que teniendo una apariencia tan de mojigata fueras tan atrevida, mi querida querubín. Sobre todo lo que he visto hace minutos ―Comenta con cierta morbosidad juguetona. Yo solo lo fulmino con la mirada sintiendo mis mejillas sonrojarse.― Prefiero que me mate Medusa a tener que seguirte contemplando la mirada.

―Deseamos lo mismo, querido.―Agregue con una sonrisa espontanea, volviendo a mi cara de pocos amigos.

―Sé que me amas belleza, mas a que a... ―Finge tener amnesia. ―¿Como se llama tu novio?

―¡Cierra la boca! ¡Él no es... Él no es... ―¿Por que no puedo decirlo? ¡Hace poco me estaba besando! ¡Por los cinco tornillos de las tejas de la casa de Elías! ―¡Oh, sabes como se llama, tarado!

―¡Clarus, déjala que la vas hacer enojar! ―Interviene Hugo.

―Hola, sigo en el suelo. ¿Me van a ayudar?

―Ah, es verdad. La pitufa puede ponerse azul y no queremos que comience a pitujodernos ―Ríe― ¿Hugo no ayudaras a tu bella pitufa levantarse? Creo que el suelo no es el lugar mas cómodo para acostarse.

―Oh, ¿en serio? ¡No me digas!― Aparento sorpresa, para mirar con obviedad, aplanando los labios. Hugo me ofrece su mano para ayudarme a levantarme del suelo. ―Calla esa boca tuya, que solo dice estupideces. O'Main.

―La boca que quieres besar, linda. ―Se acerca a nosotros.

―Cállate ―Hablamos al unísono Hugo y yo para terminar en un abrazo de tres donde Clarus queda en el medio de nosotros.

Clarus es contemporáneo conmigo. Un chico pelirrojo, lindo, gracioso, sarcástico hasta por las bolas pero muy fiel y una persona super sincera. Su cabello rojo con zonas de luz que en realidad hacen cuestionarte sobre su color real, en un corte rebelde pero que le hace lucir mas sus ojos, con un cuerpo trabajado muy notable a través de esas ajustadas camisas a su torso, siempre con esa chaqueta de la preparatoria de la ciudad; El verde prado que se ve atreves de sus ojos es claro, pasando casi a ser un amarillo, agrio, fresco, y divertido como es él. Un rostro como de modelo, fuerte, trabajador y agotado, con una sombra en gran parte de su mentón, una barba que esta creciendo conforma a los días.

Es la misma figura que su padre.

Clarus es uno de los pocos en el pueblo que me hablan o entablan lo que es llamado por ahora "amistad", pero yo no lo considero, solo hablamos y nos entendemos.

―¡Eh, amigo! ¿Cómo has estado? ―Lo saluda con un fuerte apretón de manos que pasa a ser un abrazo entre ellos liberándome.― ¿Qué tal Londres?

―Pues, Londres sigue igual, un poco vandalizada pero, eh, deja que la viejita se entere, hará una orden para que todo se ponga en regla.

―¿Y Susan cómo ha soportado tus tontearías?― Participo en el inicio de la conversación.

El pelirrojo se sonroja al mencionar el nombre de su novia. Se ve adorable, lo fuera más si no dijera tantas idioteces.

―Esta fantástica. ―Suspira feliz, en sus ojos se ve un brillo danzante al mencionarla. ―Ahora tiene las pruebas para el ingreso a la universidad y esta super concentrada en eso, el ultimo día en que estuvimos juntos me ha presentado a su familia. Hemos pasado una tarde demasiado buena. Su familia y yo estamos orgullosos de ella.

―En serio, te tiene como un perrito faldero. ―dije divertida viendo al cejas raras. ―¡Solo la mencione y ya estas sonrojado! ¿Ahora quién es el que parece un tomate?

―Ummmh. Déjame pensarlo ―Coloca su dedo índice sobre sus labios. ―Sigues siendo tú, enana.

―¡No me digas enana! Mido uno setenta y cinco. Muchas mujeres no llegan a esa altura.

―Es verdad, eres más alta que los peluches de mi hermana, pitufa.

―Bastón de cables. ―Saque la lengua, enseñándole un ojo completo.

―Cara de higo.

―Cerillo andante.

Nos vamos acercando mas nuestros rostros en un enfrentamiento de apodos, las manos de Hugo nos separan y giramos a verlo.

―Infantiles.

Chasqueo la lengua al escuchar su reproche, y Clarus voltea los ojos.

―Clarus, por favor. Ponte serio. ―El pelirrojo cambia su postura, sus manos están en posición de jarra en su cintura, y acomoda su cabello. ―¿Trajiste lo que te pedí?

―¿Dudas de mi? ―Pregunto subestimado. De sus chaqueta saca un sobre.― Aquí están los pasajes, un mapa de los lugares donde pueda que consigan comida. Las zonas más peligrosas para que eviten entrar por ahí y el extraño pedido de las alcantarillas que buscabas. Todo esta listo, amigo.

―¿Listo qué? ―Me siento en la nubes mientras ellos hablan. ―¿Para qué todo esa información?

―Mikela, ¿no lo recuerdas? ―Cuestiono un poco extrañado. ―¿No se lo has dicho?

Joder, el viaje.

―Mierda. ―Paso mi mano por mi frente empezando a caminar en mi lugar. ―Le mencione que iba de viaje contigo, pero no le he explicado a extensas que iremos solos. Seguro preguntara si vamos acompañados por algún adulto o el motivo del viaje.

―Mikela, tranquilízate. ―Pide con pasividad, toma mis manos en sus suaves palmas, inmovilizándome― Sé que lo que... el asunto del que hablamos con anterioridad es un poco difícil, pero solo por esta vez, tendremos que mentirle.

―No, podemos. Por favor, ya bastante me hace mal lo que... lo que sabemos y hacemos.

―¿Chicos todo está bien? Se ven muy preocupados. ―Comento Clarus con notoria preocupación.― Puedo ayudar si ustedes...

―¡No!― Vocifero en seco, interrumpiéndolo― No... No, no es nada malo...

―¿Seguro Mikela?

―Sí. Es que... ―Mire a Hugo comenzado a sentirme ansiosa por las palabras, rasco mi nariz y no paro de mover las manos.― viajaremos solos... Y a la señora Weber no le gusta como tal esa idea.

―¿Cómo amigos o... ―Sus cejas se alzan a la vez que su boca pronuncia cada palabra como una consonante.

―Sabes que no me agrada esa palabra. Yo no tengo amigos, Clarus. ―Mi voz suena firme, pesada y sin muestra de debilidad ante lo que pueda pensar.

Un silencio incomodo se sentó en el salón.

―Gracias por buscar la información, amigo. ―La voz de Hugo vacila. Ofrece su mano a Clarus como muestra de gratitud ante el pedido. ―Nos valdrá mucho.

―Ah...

Se siente fuera de lugar ¿Mis palabras fueron tan duras que lo herí? Él sabe que nunca me ha gustado esa palabra con ese significado.

―Fue un placer, Hugo. ―Estecha su mano con la de Hugo, trata de sonreírle y subir su animo.― Eh, gracias a ti por los mandados, espero que el dinero que les condicione les sirva.

―¿Dinero? No, amigo. No puedo aceptar eso, es tu dinero Clarus.

―No te cierres con eso. Los mandados fueron correctos y mejores de los que yo pude hacerlos, mi madre ha quedado sospechando, no le quedo de otra que los acepto. Te mereces ese adicional, no me pesa, amigo.

Una sonrisa encantadora de emociones nace de los labios del azabache, a lo que éste alza al pelirrojo.

―¡Oh, dios mío! ¡Gracias! ¡Gracias!

―¡Eh, eh! ¡Estas de un ánimo increíble, amigo! ―Hugo lo baja y lo abraza.― Espero el dinero sirva para el viaje y lo que quede podrás comprarle algo bonito a tu madre ―La sonrisa de ambos es hermosa, siempre me ha gustado ver a los chicos así, alegres. No se, simplemente me llenan. Clarus se le acerca a Hugo "susurrando"―También a cierta enana que estoy viendo.

Mi rostro hierbe como agua calentándose al escuchar ese susurro no tan cuidadoso de Clarus.

―¿Ahora que decías, tomate? ―Ríe con elegancia, tipo, los comerciales de jóvenes con bebidas en un día de playa. ―Tengo que irme, ya he estado mucho tiempo aquí y seguro que Bryton me buscará para las tareas.

―De nuevo, muchas gracias, Clarus. ―Volvió agradecer

―Sí, gracias Clarus. ―Alego con timidez por hace minutos ser tan ruda con él.― Te lo agradecemos.

―No hay de que, Mikela. ―Posa su mano sobre el hombro de Hugo, dándole un pequeño apretón y la baja para atrapar mi mentón ― Eres mi amiga, y sabes que te ayudare en lo que pueda aun si no te gusta esa palabra, ten en cuenta que te valoro mas que esa palabra. ―Con sus labios dibuja un suave beso en mi frente para alejarse de nosotros. Ya cerca de la puerta este voltea su torso y nos dice:

―¡Y si van hacer cositas solos recuerden usar protección! ―Y sale de la tienda a carcajadas.

―¡En serio tenías que cagarla, no, fueguito!

¡Hola! ¡He aquí otra actualización!
Si, al fin la subo, tenía planeado subirla el viernes pero cosas de la vida -universitaria- que me obligan dormir o ha estudiar.

Me ha gustado este capítulo, aunque en el original el momento de Hugo y Mikela es mucho más tierno que ese momento 🌚, en serio, no se que me pasó que se volvió tan JSJDKSLIDBLASBLA

Igual, espero que disfruten el capítulo y como se menciona, ya Mikela y Hugo van directo a Londres dónde pasaran muchas cosas, señoritas 🌚🌝 y les aseguro que les encantarán :)

Otra de las cosas es que, ya falta poco para que yo salga de clases, es decir, vacaciones y amigas ¡Estoy súper emocionada ya que, eso significa que podré actualizar más seguido sobre nuestros niños! En verdad les agradezco el apoyo a DEMONS y a todas aquellas nuevas integrantes,
¡Bienvenidas!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro