Epílogo
Lleno mis pulmones con todo el aire que mi sistema me permite y me animo a mí mismo diciéndome que sí puedo hacerlo, que todo está en que yo sea claro y determinado en lo que voy a decir.
Pateando muy lejos de mí cualquier pensamiento negativo, permito que mi hermana me ajuste la corbata que me obligó a colocarme y retoque mi cabello un poco más.
—Siento como si estuviera a punto de casarme —le digo cuando asiente con aceptación al resultado.
—Si haces bien las cosas, tal vez en un futuro llegues al altar con Hyeonji —sonríe con gracia ante mi gesto de sorpresa. La vergüenza me embarga y hace de mí su presa predilecta.
—¡Noona!
—¿Qué? Es solo un comentario... que podría ser verdad si te esfuerzas —añade.
Me quejo ante sus burlas pero no digo nada porque, la verdad, empiezo a pensar seriamente en lo que mi hermana me ha dicho.
—¿Cómo te sientes? –pregunta un rato después, guardando su maquillaje porque a ella se le antojó ponerme un poco de su labial favorito para no verme tan pálido.
—Nervioso hasta la médula —confieso, arrancandole una nueva risa.
—Tranquilo, Ho, no hay de qué preocuparse —me anima, pero sus palabras no son suficientes para mí.
Inhalo y exhalo, lleno de oxígeno mis pulmones y luego elimino el dióxido de carbono de mi sistema. Me tiemblan las manos cuando alcanzo mi teléfono para contestar la llamada entrante.
—Hermano, ya está todo listo —la confirmación de Minkyu me hace sentir aún más ansioso sobre todo esto.
—De acuerdo, ahora voy para allá —cuelgo y miro a mi hermana—. Noona...
—Me encargaré de llevarla —asegura—, tú tranquilo —me sonríe y sale de mi habitación después de desearme suerte.
Tomando el ramo que fui obligado a comprar, porque según Minkyu así todo es más romántico, salgo de casa con cuidado de no encontrarme en la calle con Hyeonji y subo al taxi que llamé con anterioridad.
Durante el camino repaso las líneas que practiqué, pero es tanto el nerviosismo que casi siento ganas de vomitar debido a la ansiedad. Inevitablemente mi mente viaja al momento en que decidí hacer esto, a cómo acepté la ayuda de mis hermanos, a cómo decidí ser valiente y hacer frente a mis sentimientos.
Descubrí que, después de todo, sí se trata de Hyeonji detrás de las cartas anónimas, así que ese fue mi impulso para terminar de decidirme. Si ella decidió ser valiente y expresar sus sentimientos por mí de esta manera, ¿qué me impide a mí el hacerlo también? Nada. Absolutamente nada. Ella no tiene un novio escondido por ahí, yo tampoco; su ex dejó de acosarla después de la intervención que su madre hizo en cuanto le expliqué lo sucedido en el parque de diversiones en aquella ocasión —que hoy me resulta muy lejana—, yo ni siquiera he tenido novia en mis dieciocho años de vida; caí en cuenta de que, aunque somos jóvenes, su madre y la mía nos apoyan. Así que no, no hay nada que nos impida estar juntos. A no ser, claro, que ella prefiera no darme una oportunidad.
Ahí sí que estaría acabado.
—Llegamos —anuncia el taxista deteniendo el auto.
Le extiendo el dinero de la tarifa y le digo que se quede con el cambio cuando intenta dármelo.
—Puede quedárselo —repito ante su insistencia—. Gracias —bajo del vehículo y camino hasta la entrada al lugar.
No sé cómo, pero Minkyu consiguió alquilar una especie de jardín privado, lo arregló todo para la ocasión y se encargó de dejar todo lo necesario ya listo. Ingreso al terreno y veo la pequeña mesa dispuesta, en donde ya hay bocadillos y otras cosas para ser degustadas. Me encuentro con un arreglo bastante llamativo, pero lindo, y que jamás imaginé que mi pequeño hermano pudiera hacer.
Madre santísima, realmente pareciera que fuera a pedir la mano en matrimonio en lugar de un noviazgo.
Me acomodo en donde mi hermano me indicó por mensaje, y espero un par de minutos hasta que finalmente recibo de mi hermana el mensaje avisándome que han llegado. Mi tensión se dispara, así como los desbocados latidos de mi palpitante corazón, y antes de permitirle a la ansiedad hacerme su víctima una vez más, me llevo a la boca un poco de agua de la botella que alcancé mientras me ordeno calma.
—Todo estará bien —me digo—. No pasará nada, todo irá bien —me repito y de esa manera consigo relajarme.
Claro, hasta que veo el inicio de un precioso vestido blanco asomándose. Justamente es blanco. Espero con una pequeña sonrisa a que Hyeonji termine de entrar. Primero el desconcierto, luego es la sorpresa lo que invade las facciones de su fino y delicado rostro.
No puedo. Es demasiado hermosa para mi cordura.
—¿Hoseok? —escuchar su voz es un deleite para mis oídos, como una canción angelical que me han permitido escuchar antes de morir—. ¿Qué...? ¿Qué se supone que es todo esto?
—Quiero decir tantas cosas que no sé por dónde empezar —le digo, manteniendo la distancia—. Hyeonji, siempre me pregunté por qué las parejas se forman, no lo entendía y tampoco tenía intenciones de hacerlo. Pero cuando hablé contigo aquella vez en el patio de nuestra casa, comprendí realmente porqué se relacionan entre sí las otras personas —mi voz tiembla un poco, aunque no sabría decir la razón—. ¿Quieres saber cuál fue mi conclusión?
Niego cuando intenta acercarse, pidiéndole en silencio que me permita terminar primero.
—Por favor.
—Necesitan expresarlo. Necesitan expresar el amor, cariño y devoción que sienten por la otra persona. Necesitan hacerles ver que aunque puedan ser un desastre, también merecen recibir amor. Así que, Hyeonji, ¿aceptarías dejarme cargar con tu desastre?
Sé que ella es complicada, que muy pocos consiguen entenderla, que generalmente tiende a soltar palabras sin antes pensar en ello; pero también sé que es amable, tiene un alma bondadosa y un corazón que vale oro. Por eso no me importa tener que cargar con eso, porque yo también necesito expresarle todo lo que me hace sentir.
Aunque parezca inesperado. Aunque parezca precipitado. Quiero hacerlo. Quiero estar con ella todo el tiempo que me permita y compartir a su lado los mejores y peores momentos de nuestra juventud.
—¿Hyeonji? —su falta de respuesta me angustia—. Puedes escoger no responder ahora si te parece bien —susurro al ser consciente de su estado de mudez.
Bajo la cabeza, sintiendo una pequeña opresión en el pecho y un ligero picor en la palma de mis manos. Luego, sin verlo venir, siento cómo sus brazos se envuelven alrededor de mi cintura.
—Sí, Hoseok, acepto ser tu novia —responde, y eso es todo lo que necesito para que la calma vuelva a mí.
*Total de palabras: 1120.
Bueno, y eso es todo. Oficialmente esta historia ha llegado a su fin. El epílogo quedó un poco largo porque no quise dividirlo en dos partes, además de eso, he quedado conforme con el resultado ya que se explica un poco más a detalle todo lo que aparentemente en los capítulos anteriores no. Así que eso es todo.
Agradezco de todo corazón a quienes han estado leyendo Dear boy y han brindado su apoyo. Tienen un lugarcito especial en mi gélido corazón. 🫶
Una vez más, quiero agradecer a moonstarbn por los bellos gráficos que realizó para esta historia. Los amé de principio a fin y me alegra que se refleje la esencia de la historia en ellos. Gracias. ❤️
✨️ Nos estaremos leyendo en Soft boy. ✨️
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