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26. Algo que decir

Hyeonji

La tarde cae y la luna no tarda en aparecer mientras nosotros terminamos de guardar todo lo que ya no vamos a utilizar. Me pongo de pie llevando conmigo los vasos y dejándolos en el interior de la cesta de mimbre vacía, ya completamente limpios y secos. Acomodo mi cabello un poco y le digo a mamá por un mensaje de texto que iré a dar una vuelta por el lugar.

En vista de que no recibo ninguna respuesta por su parte, termino de marcharme.

Mientras camino por los alrededores de la colina, me doy cuenta de que realmente no soporto la idea de no hablar con sinceridad con Hoseok. Quisiera hacerlo. Quisiera confesarle que soy la persona tras las cartas. Decirle que nunca fue mi intención engañarlo. También quisiera decirle lo mucho que me gusta. Cuánto me gusta su voz. El cómo sus ojos se achican de tal manera al sonreír que casi pareciera que los fuera a perder.

Pero, a su vez, tengo miedo de su reacción. Si se enojará. Si no querrá volver a verme. Si hará como si no nos conociéramos a pesar de que nuestras madres son mejores amigas.

—No creo poder soportarlo de nuevo —hablo conmigo misma.

Llego a un pequeño lago y me doblo sobre mis rodillas cerca de este, las lágrimas han empezado a salir de mis ojos y no sé cómo detenerlas. Tampoco conozco la manera para poder desacelerar el ritmo desbocado de mi corazón. Pero más que todo, desconozco el método más eficaz para arrojar todo el miedo y la ansiedad lejos, lo más lejos que me fuera posible, para poder enfrentarme a todo lo que he callado y me agobia.

Pasan minutos en los que yo continúo en la misma posición, hasta que siento el vibrar en los bolsillos de mis pantalones. Saco mi teléfono y veo el número de mamá brillando en la pantalla, aún con unas cuantas lágrimas empañando mis ojos, sin embargo no consigo contestarle puesto que la batería llega a su fin.

Suspiro. Me pongo de pie y doy vuelta para regresar, pero entonces me doy cuenta de que perdí el rumbo de mis pasos y ahora no sé en qué parte me encuentro.

—Lo que me faltaba —gimo con dolor cuando tropiezo con una rama y caigo, llevo mis manos al tobillo pero el dolor es tan punzante que casi consigue arrancarme nuevas lágrimas—. No puede ser.

Un nuevo quejido brota de mis labios cuando intento ponerme de pie y caigo con una fuerza estrepitosa. Estoy segura de que me hice un esguince, solo espero que no sea nada grave.

Muerdo mi labio tragándome el dolor que me recorre al ponerme de pie y avanzo lo más que mis piernas y el dolor en una de ellas me permite. Voy a un paso tan lento que incluso me asusta no poder llegar nunca, pero todo empeora cuando escucho cómo las ramas secas crujen y pasos comienzan a acercarse a mí con gran velocidad. Paso saliva y sigo, empezando a transpirar ya debido al miedo.

Un poco más. Solo un poco más.

Inevitablemente las lágrimas se agolpan todas al borde de mis ojos y amenazan con escapar. Entonces pasa, siento unos brazos sujetar con fuerza mi anatomía y el grito que suelto seguro pudo haber alertado a medio mundo, pero nadie aparece. Solo estamos esa persona y yo; dicho ser sosteniendome con fuerzas, y yo intentando en vano escapar de su agarre.

—¡Soy yo! ¡Hyeonji, soy yo! —escucho el grito y luego cómo me gira para que pueda verle.

Los ojos de Hoseok, brillando en preocupación, me hacen sentir una horrible persona. Y no sé si sea por lo que su hermana me dijo temprano, por el peso de esconder un secreto, por haberme lastimado o simplemente porque no soporto más, pero empiezo a llorar. Lloro tanto que Hoseok teme y me estrecha entre sus brazos con fuerza y un cariño que no sabría cómo expresar.

—Lo siento —lloro—, lo siento mucho —me aferro a su abrigo mientras siento sus manos ascender y descender en una caricia que denota cariño y que intenta transmitirme paz.

—Está bien, no hay por qué pedir perdón —susurra—. ¿Estás lastimada? Déjame verte —suelta el abrazo y siento como un frío cuando dejo de sentir sus brazos alrededor de mi cuerpo—. Te vi cojear, ¿cómo te has hecho daño?

Se inclina sobre una de sus rodillas y revisa por encima mi pie lastimado.

—Tropecé y caí —mi voz tiembla cuando hablo lo cual hace que sus ojos regresen a los míos.

—¿Puedes caminar? —niego—. Ven, te cargaré.

No me deja objetar y de inmediato carga conmigo entre sus brazos. Paso mis brazos por su cuello con un poco de timidez y escondo mi cabeza bajo el mismo al tiempo que empieza a caminar.

—Hoseok —susurro—, tengo algo que confesarte.

—Lo sé.

Su respuesta me sorprende. ¿Qué sabe?

—¿Lo sabes? ¿Qué sabes?

—Nada por lo que debas atemorizarte —responde con su habitual tono de voz tranquilizador.

—En serio, Hoseok, ¿qué es lo que...?

—Después, Hyeonji, después —deja un beso en la cima de mi cabeza que quisiera alargarlo todo cuanto me fuera posible.

Llegamos al estacionamiento, donde ya nuestros padres y sus hermanos nos esperan. Nos acercamos a ellos y puedo ver con claridad el gesto de sorpresa en cada uno. Hoseok no tarda en decir lo que pasó y cómo me encontró, entonces entiendo que estuvieron buscándome por mucho tiempo lo cual me hace sentir mal y avergonzada de mí misma.

Soy colocada en el auto de mamá, en la parte trasera de este, mientras escucho a mi progenitora despedirse de la familia Jung.

—Avísame cuando lleguen a casa y ya hayas sido atendida por tu mamá —asiento, sus ojos claros mirándome con intensidad no se despegan de los míos y provocan que mis instintos primitivos quieran escapar—. Descansa —presiona sus labios brevemente sobre mi frente y se aleja.

Regresa junto a su familia y tanto ellos como nosotras volvemos a nuestras casas.

*Total de palabras: 1094.


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