09. Sospechoso
Toco el puente de mi nariz con la yema de mis dedos. Por dentro estoy pidiendo a los gritos el no exasperarme y perder los estribos.
—Mamá, por favor —pido con lentitud—. Ya hablamos de esto.
—Lo sé, lo sé, mi cielo, pero...
—Entiendo perfectamente tu preocupación —coloco ambas manos sobre sus hombros—. Pero entiéndeme también tú a mí, déjame seguir trabajando, ¿sí?
—Sigo sin comprender porqué tanto afán en ello, ¡no lo necesitas!
—Mamá, no todo el tiempo van a estar tú, papá o noona cubriendo mis gastos —mi seriedad parece sorprenderla, pero no le tomo atención. Mi progenitora sabe muy bien que soy determinante y no doy mi brazo a torcer con facilidad.
Al cabo de unos segundos en silencio, suspira con resignación.
—Está bien, no pienso hablar más al respecto. Por ahora.
—Mamá.
Llamo, pero ella decide ignorarme y refugiarse en la cocina, en donde seguramente empezará a sacar ingredientes para hacer algún postre. Ese es su pasatiempo y, en sus propias palabras, la mejor manera que tiene para relajarse.
—¿Y esa sonrisa?
Mi compañera de trabajo, que ahora tiene sus turnos de medio tiempo nada más por las mañanas, da un brinco en su sitio al escucharme hablar.
Uhmmm, sospechoso.
Lleva una camiseta negra con un símbolo extraño en el centro, unos shorts cortos y un pequeño bolso cruzando su pecho, haciendo juego con los tenis y su ropa. Adicional a ello, sostiene su teléfono con una sonrisa tonta tirando de sus labios. Lo cual no es raro, pero sí extraño viniendo de ella.
—¿A dónde tan llamativa? —digo a manera de broma.
—Mi jornada laboral ha concluido, te toca.
Sale del otro lado del mostrador y se va sin responder mi pregunta.
Doblemente sospechoso.
Decido no darle vuelta al asunto y me preparo para volver a abrir la pastelería. Hoy es sábado, por lo que me ha tocado el turno de la tarde. Mi celular vibra, así que lo saco y leo el mensaje que me ha llegado.
Ah, solo es Youso diciéndome que hay algo para mí a un lado de la caja registradora y que...
Voy a donde indica el mensaje y me encuentro con una caja medianamente grande, con un listón decorando la superficie, y un sobre pequeño encima de este.
No. Puede. Ser. Creí que dejarían de llegar después de que estuve casi dos semanas sin recibir más cartas. Ya veo que me equivoqué.
« Ninguna sonrisa podría compararse nunca con la tuya,
porque la tuya es suficiente para hacer brillar el mundo
y todo alrededor.
-J. »
Eso es todo lo que pone la carta.
Por un instante todo mi interior se remueve y mi corazón parece saltarse un latido ante las palabras escritas. No sé si esta persona busca que me interese por ella, pero de ser el caso debo confesar -muy a mi pesar- que lo está consiguiendo.
Madre mía, ¿qué se supone que deba de hacer ahora?
*Total de palabras: 488.
Capítulo cortito porque
#ya_se_viene_lo_bueno👍
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