01. Una broma
—¡Hoseok, Hoseok!
Escucho el grito, pero no me giro a ver en ningún momento al emisor porque ya sé de quién se trata y también porque estoy más interesado en ver el resultado de los muffins que metí al horno que en lo que pueda decirme.
—¡Jung Hoseok! —vuelve a gritar, esta vez más cerca.
Me quito los guantes de hornear y admiro complacido el resultado. Sin embargo, aquel sentimiento de satisfacción no dura mucho y termina siendo reemplazado por uno de desagrado total.
—¡Oye! Préstame atención —exige.
Hago un mueca.
—¿Qué sucede?
—Hasta que por fin hablas, ya comenzaba a pensar que habías perdido la facultad para hacerlo.
La miro mal.
—Dime de una vez qué sucede.
—Cierto, casi lo olvido.
—Sí, bueno, sea lo que sea dilo rápido porque no demora en llegar algún cliente.
Se mueve un poco y es entonces cuando alcanzo a ver que trae algo en la mano. Me aterro.
No puede ser lo que estoy pensando.
Por favor, que no sea lo que estoy pensando.
—Toma, es para ti —me hace entrega de un sobre con la sonrisa más grande que he visto en toda mi corta vida.
Al final, sí ha sido lo que he pensado.
—¿Y? ¿Qué dice?
La insistencia con que mi compañera pregunta me abruma igual que lo hace el volver a recibir una carta.
—Léela si quieres —no duda en tomarla.
Youso es muy curiosa. Tal vez demasiado. Pero también es alguien muy expresiva. Así que en cuanto empieza a leer el contenido del sobre, me arrepiento puesto que sus expresiones y los brinquitos que hace por la emoción me hacen sentir más abrumado.
—Dios mío —canturrea alargando la vocal y soltando risitas tontas—. ¿Qué vas a hacer?
He perdido la cuenta de las veces que me lo ha preguntado ya, y mi respuesta siempre es:
—Nada.
Es que es hasta obvio. No voy a ir por ahí preguntando a cada clienta que vea —porque en unas de las cartas ha mencionado ser mujer— si acaso ha sido el emisario de aquellas cartas.
No, no podría. Además eso sería pasar vergüenza y quedar como un loco. Y estoy muy joven todavía como para que me cataloguen de esa manera.
—¿No te da curiosidad? —insiste.
Mientras tanto, yo continúo en mi tarea con los postres. Ahora estoy batiendo la mezcla para hacer unas mini donas.
—No —miento un poco—. Ahora lleva los muffins al mostrador antes de que se enfríen, por favor —resopla—. Y no me vuelvas a interrumpir si no es para algo importante ¿sí? —casi que suplico.
Se aleja resoplando, llevando los postres consigo y susurrando en voz baja que soy un aguafiestas. Pero no me importa.
Sigo con mi tarea preparando postres y así es como consigo distraerme por un rato. Aunque de tanto en tanto el pensamiento sobre de quién podría tratarse —respecto a las cartas— me invade.
—Quizá solo sea una broma —me digo a mí mismo, pero luego vuelvo a pensar—. Aunque... tantas cartas, y tan seguido ¿Podrían ser consideradas solo una broma?
Niego con la cabeza, arrojo lo más lejos posible todo pensamiento relacionado en la persona tras las cartas y su razón de enviarlas, y me concentro en seguir con mi trabajo.
Amo hacer postres, además de que me ayuda a relajarme cuando me siento inquieto, supongo que por eso ahora trabajo en una pastelería.
*Total de palabras: 564.
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