06. bye, mohawk
chapter six : daylight
bye, mohawk
' now we got problems '
Logan golpeaba el saco con furia descontrolada, cada impacto resonando como un grito ahogado en el silencio del dojo. El cuero crujía bajo sus puños, como si pudiera romperse, pero no cedía, igual que el odio que bullía en su interior. Hawk merecía algo peor. Esa sonrisa arrogante, esas palabras llenas de desprecio, lo tenían al borde.
Su respiración era errática, su pecho subía y bajaba rápidamente mientras ignoraba el sudor que le empapaba la frente y las manos que ya comenzaban a arder. Había perdido el control, y lo sabía, pero no le importaba. Necesitaba sacar todo lo que lo carcomía por dentro: la rabia, la impotencia, la humillación.
Los demás en el dojo lo observaban con mezcla de incomodidad y desconcierto. Nadie se atrevía a acercarse. El ambiente, cargado ya por la presión del torneo, ahora parecía aún más pesado, como si la furia de Logan se hubiera convertido en una amenaza tangible.
Entonces, el eco de pasos firmes llenó el dojo, y las puertas se abrieron con un golpe seco. Kreese y Silver entraron, irradiando autoridad, seguidos de cerca por Astrid, quien caminaba con la confianza de alguien que sabía perfectamente el impacto que tenía su presencia.
—Es suficiente, LaRusso. Ponga atención —ordenó Silver, su tono helado cortando el aire.
Logan detuvo su ataque con un último golpe que sacudió el saco, dejando una huella visible en el cuero. Respiraba con dificultad, y su cuerpo temblaba de puro agotamiento. Con el dorso de la mano limpió el sudor de su frente y se giró lentamente hacia el resto, evitando la mirada de Kreese pero sin mostrar arrepentimiento alguno.
Astrid avanzó sin dudar, como si el silencio incómodo que se había instalado en el dojo no existiera. Llegó hasta Logan y, sin pedir permiso, tomó su brazo entre el suyo. La frialdad en su gesto contrastaba con la ligera sonrisa que Logan le dedicó, un gesto torpe y nervioso que no pasó desapercibido para nadie, mucho menos para Tory.
Desde su lugar, Tory lo observaba con una mezcla de incredulidad y dolor. Esa sonrisa... esa misma sonrisa que él solía dedicarle a ella, ahora pertenecía a alguien más. Cada vez que intentaba convencerse de que lo que había visto días atrás no era nada, algo como esto sucedía. Astrid no era solo una compañera de dojo; era algo más, alguien que estaba ocupando el lugar que alguna vez fue suyo.
El nudo en su garganta crecía con cada segundo que pasaba, pero no iba a llorar. No podía permitirse ese lujo, no ahí, no frente a todos, y especialmente no frente a Logan. Él no merecía verla quebrarse.
Quería apartar la mirada, pero sus ojos parecían traicionarla, atrapados en la escena frente a ella. Todo lo que habían compartido, las risas, las peleas, los momentos robados entre entrenamientos... ¿realmente no habían significado nada para él? ¿Había sido tan fácil para Logan dejarla atrás?
Una mano cálida se posó de repente sobre su hombro, sacándola de su trance. Tory giró la cabeza con brusquedad, esperando encontrarse con una mirada crítica o condescendiente, pero no fue así. Era Jaeho, y en sus ojos no había compasión ni lástima, sino algo mucho más profundo: entendimiento.
—¿Estás bien? —preguntó él, su voz baja y firme, pero carente de juicio.
Tory no respondió de inmediato. Lo miró con atención, buscando algún motivo oculto en su gesto, pero lo único que encontró fue honestidad. Jaeho no estaba ahí para hacer preguntas ni para consolarla; estaba ahí porque él sabía exactamente lo que ella estaba sintiendo.
La ironía del momento no pasó desapercibida para ninguno de los dos. Robby había elegido a Tory, dejando a Jaeho relegado en un rincón oscuro donde no quedaban ni migajas de lo que alguna vez soñó. Y ahora, esa misma Tory, quien de alguna forma era la "culpable" de su dolor, se encontraba en la misma posición que él: ignorada, desechada, irrelevante para la persona que lo era todo.
Tory relajó los hombros y soltó un suspiro que llevaba demasiado tiempo conteniendo. Aceptó el gesto de Jaeho, inclinando ligeramente la cabeza en señal de agradecimiento. No eran amigos, ni lo serían jamás, pero en ese instante, él era la única persona que no intentaba minimizar su dolor o darle falsos ánimos.
Mientras Kreese empezaba a hablar, anunciando la tregua con Miyagi-Do, ni Jaeho ni Tory prestaron atención. Sus mentes estaban demasiado ocupadas lidiando con el peso de sus respectivas heridas.
Jaeho apartó su mano con suavidad, sin decir nada más. Sabía que no necesitaban palabras. El dolor tenía formas de unir incluso a las almas más rotas, y aunque ese vínculo pudiera ser efímero, en ese momento era suficiente.
Tory cruzó los brazos, cerrando los ojos un instante para bloquear las imágenes de Logan y Astrid juntos. Había aprendido a pelear por todo en la vida, pero esto... esto era una batalla que no sabía cómo ganar.
Por su parte, Jaeho echó un último vistazo a Robby desde el otro lado del dojo. Su corazón dolía, pero había algo de consuelo en saber que no estaba completamente solo. En un mundo que parecía girar sin detenerse, ambos habían encontrado un pequeño refugio, aunque fuera solo en la sombra de su propio sufrimiento.
El dojo estaba sumido en un silencio incómodo, roto únicamente por las quejas de Kyler mientras se masajeaba los hombros adoloridos.
—Este tipo está loco, ¿quién entrena hasta que no puedes mover los brazos? —gruñó, refiriéndose a Silver. Se dejó caer en un banco cercano, lanzando una mirada molesta al resto del grupo—. Y además, ¿qué es eso de que no podemos tocar a Miyagi-Do? ¿Cuál es el punto de todo esto si no podemos acabar con ellos?
Kenny, sentado a su lado, asintió, aunque más por costumbre que por verdadera convicción. Sus ojos buscaban a Robby, como si esperara algún tipo de dirección o respuesta.
—Es una estrategia, Kyler —interrumpió Robby, aunque su tono sonaba distraído. Estaba apoyado contra la pared, con los brazos cruzados, pero su atención no estaba en las quejas. Sus ojos se cruzaron con los de Logan, y por un instante compartieron una expresión que iba más allá de las palabras.
Logan, sentado al borde de un banco, dejó escapar un leve suspiro. Aún podía sentir la presión del entrenamiento en cada músculo de su cuerpo, pero la chispa de una idea empezaba a formarse en su mente.
—No necesitamos los golpes para vengarnos —dijo Robby de repente, rompiendo el hilo de quejas y llamando la atención del grupo.
—¿Cómo que no necesitamos golpes? —preguntó Kyler, arrugando la nariz en señal de desdén—. ¿Qué otra forma hay?
Logan sonrió de lado, aunque su mirada permanecía fija en un punto invisible frente a él.
—Hay una forma de golpear a Hawk sin usar los puños. Y créanme, esto le dolerá más que cualquier golpe o palabra —añadió, dejando caer sus palabras con una calma calculada.
El grupo quedó en silencio, procesando lo que acababan de escuchar. Era extraño ver a Logan y Robby trabajando en sintonía, pero aún más extraño era la reacción del resto: una mezcla de curiosidad, desconfianza y, para algunos, resentimiento.
Jaeho, que había estado apartado, inclinó ligeramente la cabeza hacia Robby, aunque su expresión permaneció impasible.
—¿Qué tienen en mente? —preguntó, su voz suave pero cargada de un matiz de interés.
Robby lo miró, y aunque no lo expresó, sintió una incomodidad latente. La tensión entre ellos era un elefante en la habitación que ninguno estaba dispuesto a nombrar.
—Espera, espera, —interrumpió Tory, su tono cortante mientras cruzaba los brazos. Su mirada iba de Logan a Astrid, que estaba cerca de él, demasiado cerca para su gusto—. ¿Esto incluye al resto o es un plan de "solo nosotros"?
Logan la miró directamente, su expresión endurecida pero con un destello de algo más: una mezcla de culpa y frustración que no podía ocultar.
—Por supuesto que están incluidos. Esto es Cobra Kai, y lo hacemos juntos.
—Ah, claro, "juntos" —replicó Tory con sarcasmo, aunque bajó la mirada por un segundo, sintiendo que sus palabras traicionaban lo mucho que le dolía esa distancia creciente entre ellos.
Kenny intervino, intentando aliviar la tensión. —Si esto significa poner a Hawk en su lugar, yo estoy dentro.
Kyler, que parecía más interesado en recuperar el aliento que en el plan, levantó una mano perezosamente. —Lo que sea, mientras no tenga que correr cinco kilómetros más hoy.
La cercanía de Astrid a Logan no pasó desapercibida para Tory, quien apretó los labios y desvió la mirada. Jaeho también lo notó, pero su atención regresó rápidamente a Robby, sus ojos reflejando un torbellino de emociones que nadie más parecía notar.
—Entonces, ¿van a decirnos qué es este gran plan? —preguntó Jaeho, alzando una ceja.
El silencio se instaló de nuevo, pero esta vez estaba cargado de algo diferente: la intriga y el peso de las emociones no dichas. Las tensiones seguían ahí, palpables entre Tory y Logan, entre Jaeho y Robby, pero al menos, por ahora, había una dirección. Un objetivo común.
Y mientras el grupo empezaba a dispersarse, cada uno perdido en sus pensamientos, solo una cosa quedaba clara: lo que fuera que Logan y Robby tenían planeado, iba a cambiarlo todo.
El ambiente del pequeño estudio de tatuajes estaba cargado de un zumbido de máquinas y el olor metálico de la tinta fresca. Era un lugar discreto, escondido en una esquina de la ciudad, pero para el grupo de Cobra Kai, el lugar perfecto para su venganza.
Cuando Hawk los vio entrar, su cuerpo reaccionó automáticamente. Se levantó de la silla, sus ojos recorriendo a cada uno de ellos con una mezcla de desafío y sospecha.
—¿Qué hacen aquí? —preguntó, su voz cargada de tensión mientras se ponía en posición defensiva.
Pero el grupo no dijo nada al principio. Logan iba al frente, sus pasos eran lentos, medidos. Robby estaba justo detrás de él, con una mirada igual de determinada. Los demás se repartían por la sala como una manada que rodea a su presa: Kyler, Kenny, Jaeho, Astrid y Tory, todos con expresiones que oscilaban entre el desprecio y el entusiasmo por lo que estaba a punto de ocurrir.
—Relájate, no vinimos a pelear —dijo Logan finalmente, su voz cargada de una tranquilidad inquietante que solo incrementó la tensión.
—¿Ah, no? Porque parecen bastante preparados para algo —replicó Hawk, sus ojos moviéndose con rapidez, buscando una posible salida. Pero no había escapatoria.
Antes de que pudiera reaccionar, Jaeho avanzó con la precisión de un cazador. En un abrir y cerrar de ojos, lo inmovilizó, pasando un pedazo de tela alrededor de su cuello y asegurando su movimiento. Kyler y Kenny lo agarraron de los brazos, manteniéndolo firmemente sujeto. Hawk forcejeó, pero era inútil.
—¡Suéltenme! —gruñó, su voz rota por la frustración y un toque de miedo que no pudo esconder del todo.
Jaeho sonrió de lado, su agarre firme pero sin esforzarse demasiado. Había algo casi clínico en su expresión, como si esto fuera un simple ejercicio para él.
—No fuiste tan difícil de encontrar —comentó Logan con tranquilidad, inclinándose un poco hacia Hawk para susurrarle al oído —. después de todo, tú me recomendaste el lugar.
Hawk dejó de forcejear por un momento, su mandíbula apretada y su mirada fulminante clavada en Logan, quien se mantenía al frente, observándolo con una indiferencia fría que dolía más que cualquier palabra.
—¿Vas a ignorar la regla de no pelear? —escupió Hawk, intentando recuperar algo de control sobre la situación.
Logan alzó una ceja, su sonrisa apenas visible pero cargada de desprecio.
—Oh, no vinimos a pelear —respondió con una calma casi burlona.
Robby dio un paso al frente y extendió unas tijeras hacia Logan, mientras sacaba un peine especial del bolsillo trasero.
—Pero eso no significa que no podamos divertirnos —añadió, su tono casi casual, como si estuviera hablando de algo trivial.
El corazón de Hawk se aceleró al ver las tijeras. Su confianza habitual, esa que siempre llevaba como una armadura, empezó a resquebrajarse. Él sabía lo que venía, y esa certeza lo llenó de una impotencia que lo dejó sin palabras.
—No te atrevas —gruñó, pero su voz carecía de la fuerza de antes. Era una súplica disfrazada de amenaza.
Logan inclinó la cabeza, su sonrisa creciendo mientras tomaba el peine de las manos de Robby, y lo colocaba contra el cuero cabelludo de Hawk.
—¿Qué no me atreva a que? —preguntó, su tono lleno de falsa inocencia—. ¿A quitarte esto que tanto amas? ¿A destruir lo único que te hace sentir especial?
—Voy a disfrutar esto —añadió Robby, mientras cortaba el primer mechón de cabello.
El sonido de las tijeras al deslizarse por los mechones fue como un eco en el silencio del lugar. La primera pieza de su distintivo mohicano cayó al suelo, y con ella, algo en Hawk se rompió.
Logan lo siguió, trabajando con una precisión casi meticulosa. Cada corte parecía una sentencia, y con cada mechón que caía, las risas del resto del grupo se hacían más fuertes.
—¡Miren esto! Hawk va a necesitar un nuevo apodo —se burló Kyler, casi doblándose de la risa.
—¿Qué tal "Pollo desplumado"? —añadió Kenny, ganándose otra ronda de risas.
Tory no decía nada, pero había un destello en sus ojos, una mezcla de satisfacción y algo más profundo. Su mirada se cruzó brevemente con la de Logan, y aunque ninguno dijo nada, la distancia entre ellos era palpable.
Jaeho aflojó su agarre por un momento para permitirle a Hawk mirar los mechones de cabello que ahora yacían en el suelo.
—¿Sabes? Pensé que serías más difícil de quebrar —murmuró, con un tono de decepción fingida.
Hawk no respondió. Su mirada estaba fija en el suelo, en las piezas de su identidad esparcidas como si no valieran nada. Su confianza, esa arrogancia que siempre lo definía, se había evaporado.
Cuando Logan dio un paso atrás, satisfecho con el trabajo, Robby lanzó el peine sobre la mesa cercana y sonrió con aire triunfal.
—No nos agradezcas —dijo Robby con sarcasmo—. Después de todo, esto es mucho más creativo que un simple golpe, ¿no?
El grupo estalló en risas, pero Hawk permaneció en silencio, su cuerpo rígido y sus ojos cargados de una mezcla de rabia y humillación. Lo peor de todo no era lo que le habían hecho, sino quién se lo había hecho. Logan, el mismo que alguna vez había sido alguien en quien confiaba, había liderado esta humillación pública.
Mientras el grupo salía del estudio, Kyler seguía haciendo comentarios burlescos, y Kenny se unía con entusiasmo. Tory y Jaeho se quedaron un poco más atrás, sus expresiones más reservadas, como si la escena hubiera despertado algo más en ellos.
Logan y Robby caminaban al frente, sus rostros tranquilos, pero cargados con una satisfacción oscura que los unía de una forma que nunca antes habían experimentado. Habían enviado un mensaje, y lo habían hecho sin romper las reglas... al menos, técnicamente.
que resulta irónico el giro que está tomando la historia, mi idea inicial era que logan y robby no se soportaran, demasiados celos, y mírenlos, lo mismo con tory y jaeho, bueno, con astrid habrá rivalidad con tory, pero esto será cuando den la noticia de que el torneo tendrá división por géneros.
he estado pensando que en más adelante astrid invite a logan a su casa, y se lo presente ya bien a silver. no sé si les gustaría ver eso, aunque ni idea porque para los principios del acto 4, logan y tory "vuelven" (se besan).
bueno, ¿qué opinamos?
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