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❛ 𝑪𝑨𝑷𝑰́𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑻𝑹𝑬𝑺.

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DARKSIDE
el lado oscuro.
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03. 𝕴𝖑𝖞𝖗𝖎𝖔𝖘.

Crímenes.

Kyoko juzgaba los hombres por sus crímenes. Devlon le había confesado que era la única forma de poder hacerlo era a través de sus acciones, porque allí estaría la verdadera respuesta a sus preguntas, sin embargo, no era del todo cierto que los castigos eran la mejor parte para algunos. Thassan era uno de los encargados, seguido de su atractiva mascota, una especie de sabueso grande, ceñudo e inclusive muy amigable. A ojos de Kyoko, era suficiente para temerle al ilyrio que estaba por juzgar a un grupo de seres desquiciados, como diría el otro guerrero en voz baja.

── ¿Por qué lo castigan, padre? ──preguntó la niña al macho que la sujetaba de la mano, dejando en claro su curiosidad. 

──El asesino a su esposa y a sus hijos ──le susurró mientras la cargaba en sus brazos, dejando así que una pequeña cabecita se asomara a ver el castigo impuesto por el Alto Lord.

Kyoko observó a lo lejos como Thassan ─el hombre criado en Ciudad Tallada─ estaba a nada de rozar con las venas palpitantes del cuello del otro macho que ni siquiera se había molestado en hablar. La pequeña niña askari reconoció las sombras a su alrededor como si fuera una especie de karma agobiante donde susurros inconscientes volaban mentes débiles e inmaduras. «El filo de aquella hoja afilada cortó sin mucho esfuerzo el cuello del macho que rodó hasta los pies de la hija del Alto Lord, ocultándose detrás de él, sollozando por la impresión, pero la niña askari observaba cada movimiento, analizándolo hasta el punto de nombrar cada uno de los pasos con cuidado». En cambio, los altos mandos solo siguieron en sus desdichas; seguida por su curiosidad, Kyoko acompañada por Devlon fueron directamente donde estaba el otro ilyrio, quien al verla se acercó a saludarle con una sonrisa que reconfortaba a la criatura.

──Señor ──saludó ella.

Thassan al notarla, se dio vuelta para recibirla a su altura, seguido del enorme animal que se aventó a ella a escabullirse por sus palamas en busca de cariño.

──Kyo ──susurró ocultando su felicidad.

La pequeña askari había caído al suelo, riendo, mientras aquel sabueso jugaba con ella y recibía sus anheladas muestras de cariño adicionales. Devlon la observaba con atención, escondiendo su sonrisa de orgullo al verla tan feliz, sin embargo, Thassan era demasiado listo para notarlo, por lo que sonriendo se acercó a él, solo que agradeció a su silencio por brindarle una rápida respuesta. «Lord Devlon se sentía feliz junto a la pequeña».

──No ──susurró entre dientes el lord para el macho que no paraba de sonreír ──. Ni se te ocurra mencionar nada de lo que creo que notas, Thassan. 

La amenaza era evidente, aunque no lo suficientemente fuerte para asustarle.

──No era mi intención provocar tu furia, ──aseguró el contrario── sabes que las visitas de Kyoko son bienvenidas. Los aprendices quieren volver a saber de ella en los entrenamientos, aunque escuché por ahí que recibiste tres nuevos aspirantes, todos bastardos

──El ser bastardos no quita su manera de aprender o de ganar un título de guerrero.

──Lo sé, pero si te soy sincero, creo que Kyoko merece tener un lugar aquí. 

Devlon lo observó por el rabillo del ojo. ¿Acaso planeaba postularla para el Rito de Sangre? No era una mala idea, pero necesitaba que sus entrenamientos fueran constantes para así estar a la altura cuando llegara el momento de sobrevivir horas lejos de sus manos. ¿Estaba de acuerdo? No. El cariño que le había contagiado esa pequeña niña era suficiente para suprimir sus exigencias, entre ellas, obligarla ser una guerrera digna de una Corte oculta en las Penumbras. Kyoko había dejado al sabueso, logrando así volver a tener la atención de ambos machos.

── ¿Te has divertido, Sygh? ──preguntó Thassan al ver como el animal movía s cola con atención, dispuesta a seguirlo. ── ¡Oh dulce Kyo, no se como haces que obedezca tan rápido! A mi solo me presta atención cuando debo darle de comer. 

── ¿Será porque eres su dueño, y es tu deber? ──Devlon lo miró divertido, logrando molestar al macho fae. La pequeña solo los miró con atención sin entender.

──Antes de que me olvide ──murmuró el contrario ──. Kyoko ──la niña pasó su mirada en Thassan. ── ¿Querrías formar parte del grupo de aprendices para demostrar tu valor en el Rito de Sangre? 

La pequeña askari escuchó con atención la propuesta del señor que consideraba como un mentor, sin embargo, su mirada se dirigió hacia Devlon que la miraba como si esperara su respuesta ─para matar su agonía lentamente─, pero nunca llegó. Confundida, se sentó en el suelo para ver a los ojos a ambos, extendiendo sus manos para recibir ayuda a levantarse de nuevo, seguida de Sygh, quien solamente seguía las ordenes de la niña. Devlon la siguió, mientras Thassan no quiso soltar la mano de la niña en ningún momento, abrumado por su silencio. Kyoko era una de sus mejores aprendices de Portadores de la Oscuridad, ya que, su percepción era maravillosa, pero su confianza era algo muy enigmático de apreciar.

──Papá, ¿qué es el Rito? ──le preguntó Kyoko a Devlon.

Su orbes obsidianas atravesaron con facilidad a aquellos ojos color hazel que la observaban con cuidado, tratando de descifrar sus planes, algo que inconscientemente era innecesario. Devlon temblaba, llamando la atención de su amigo, llenando de dudas al maldito silencio que volvía a atacarla sin razón. «Kyoko proyectaba unas diminutas manos manchadas de sangre, gritos saliendo de bocas donde los alaridos se convertían en suplicas, lágrimas envueltas en lamentos de seda e incluso admirando el poder de volar de otros que ella jamás volvería a poseer». El Lord miraba con atención a su hija, intentando buscar las palabras correctas ante esa situación. 

──El Rito de Sangre es una prueba para que los ilirios demuestren su verdadero valor. Algunos se vuelven guerreros, otros asesinos, todo depende si cruzan las montañas y encuentran el tesoro que los traerá de vuelta al campamento. 

La joven askari asintió ante su respuesta, y guardó silencio. Ambos machos no podían dejar de mirarla mientras que otros observaban a escondidas, debido a que la presencia de esa niña no era un gran augurio, pero la criatura no se molestaba ni siquiera en voltear a responder a lenguas tan viejas, prefería susurrar cuentos donde la princesa le sacaba el corazón al príncipe para espantar a los que tanto amaban la oscuridad. Algunos gemían por la normalidad con la que eran tratados, otros lloraban ante el triste final, o también, lograban llamar la atención de Nyste, la anciana ciega que amaba escuchar esa pequeña vocecita cantarina.

──Papá ──susurró tirando de la mano de Devlon con fuerza.

──Cuéntame, Kyo ──le devolvió en el mismo tono su padre ──. ¿Qué opinas?

── ¿Cuándo empezamos? 

Thassan sonrió de oreja a oreja, logrando que Devlon maldijera por lo bajo.

──Mañana mismo, pequeña.

──Perfecto ──sonrió.

──Que seco eres ──se quejó el otro macho en silencio, llevándose la mirada de odio del contrario ──. Iba en broma, iba en broma.

──Solo cállate, Thassan.

── ¡Papá! ──se quejó la menor.

──Es su culpa ──se defendió Devlon mientras que el macho restante se quejaba en el camino.









































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━━AVISO RANDOM:
querida/o lectora/lector si lees esto
me hace sentir feliz, por lo que
te aviso que a partir de mañana
habrá maratón de esta historia.
En fin, me despido de ustedes.
¡Adiós! 💜

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