15
― ¡P-papá, n-no, suelta a mi mami! ― Gritó el pequeño Hanae.
Él rubio golpeó con todas sus fuerzas el brazo de su padre mientras jaloneaba para evitar qué su progenitor le pegara a su mamá.
― ¡Deja de hablar así, maricón! ― Insultó el hombre.
Su madre se asustó al ver cómo Hanae cayó al suelo de forma brusca pero no le dio tiempo a reaccionar cuando recibió una fuerte cachetada qué la hizo caer al suelo.
Pero Michael golpeó a su padre con una de las lámparas en la cabeza. Empezando a golpearlo mientras gritaba con todas sus fuerzas.
― ¡No vuelvas a tocar a mí hermana ni a mi madre!, ¡Te mataré, maldito viejo! ― Michael siguió golpeando hasta el cansancio.
Pero su padre logró detener el último golpe para darle un fuerte puñetazo, haciéndolo caer también.
Michael abrazo a Hanae mientras ambos temblaban, la nariz del mayor sangra mientras Hanae empieza a llorar.
― ¿¡QUIERES LLORAR?!, ¡Yo te dare una buena razón para llorar! ― Su padre separó a los hermanos.
Hanae gritó aterrada mientras su hermano buscaba algo desesperado para salvar a su hermana.
Y sin pensarlo dos veces, sostuvo la botella de cerveza de su padre.
― ¡Te dije qué no la tocarás! ― Y ante aquél grito, Michael rompió la botella de vidrio en la cabeza de su padre.
― Adagny...― Susurró Michael mientras observaba con aburrimiento la ventana del avión.
Verla nuevamente tras una pantalla suena cómo una simple broma pero cuando Ness anunció qué algo más que el partido podría interesarle, no pensó qué algo así.
El rostro de Adagny cubierto de lágrimas mientras sus labios no dejan de mostrar una amplia sonrisa de emoción.
― ¿Necesitas algo más, Kaiser? ― Preguntó Ness.
― No. Tranquilo, Ness. ― Respondió sin interés
El alemán centró su atención en la repetición del gol de Adagny. Quién sonreía con gran emoción.
― Estás más hermosa. ― Pensó con nostalgia.
― Te pelo está creciendo, Adagny. ― Kaiser tomó suavemente el cepillo mientras la menor tomaba asiento.
― Es igual de hermoso qué el tuyo, Mimi. ― Ella sonríe con gran emoción
― Mi flor favorita es la rosa azul, es muy hermosa. ¿No lo crees, hermanito? ― Ambos se toman de la mano con suavidad.
Él asiente, dándole la razón mientras empezaban a correr por el jardín, riendo.
― Bueno, a mi me gustan los dragones, son geniales. ― Mencionó Michael mientras acariciaba el cabello rubio de Adagny.
Ambos miraron las nubes mientras admiraban el cielo azul. Sabiendo qué mañana sería el día más triste de todos.
Los hermanos Kaiser se abrazaron con fuerza mientras él consolaba a la menor, quién lloraba asustada por los gritos de su padre y madre.
― Algún día esto acabará y solo seremos tú y yo, Adagny...― Susurró él.
― ¿Prometes qué seremos hermanos por siempre?
― Lo prometo.
[...]
― Entonces, ¿Tú verdadero nombre es Adagny Kaiser? ― Preguntó Shidou curioso.
Hanae asiente.
― Sí, puedes llamarme cómo mi verdadero nombre. ― Ella sonríe.
― Prefiero llamarte Hana, pero tampoco suena mal dagny. ― Ambos ríen.
― Bueno, supongo qué quieres saber un poco respecto al tema, ¿No? ― Se miraron a los ojos durante unos segundos.
― Pues, sí. Ya sé la parte de qué tu hermano está perdido y se quedó en alemania.
― Mi hermano decidió irse de casa, aunque prometió volver hace mucho...
Con la promesa de qué seríamos hermanos por siempre, se fue esa noche.
Te miento si te digo qué no sigo creyendo en esa promesa..Yo todavía espero qué mi hermano aparezca y me dé un fuerte abrazo.
Cuando eramos niños....
― ¡Michael!/¡Adagny! ― Ambos corrieron para abrazarse con fuerza.
― Realmente quieres a tú hermano. ― Mencionó Shidou.
Hanae asiente.
― Mi sueño egoísta es ser una jugadora profesional y volverlo a ver...― Ella bajó su mirada mientras sonreía.
― ¿Has pensado en investigar sobre si hoy en día es un famoso?, su nombre me suena un poco...― Shidou se puso a pensar un poco.
― En realidad, en un inicio buscaba su nombre en internet pero no aparecía nada, decidí rendirme y dije "El destino me ayudará"
Ella se acerca a él para abrazarlo mientras sonreía un poco, Shidou corresponde el abrazo confuso.
― Gracias por seguir viéndome de la misma manera, Ryu..― Murmuró mientras se aferra a él.
― Hana...no agradezcas, ¡Yo te quiero tal y cómo eres! ― Shidou se levantó derrepente, alzando a Hanae.
Él le da una vuelta haciéndola reír, llamando la atención de la gente del parque.
Ha pasado casi todas sus vacaciones junto a Ryusei, comprando cosas combinadas. Haciendo actividades y jugando más cosas además del fútbol.
Hanae lo abrazó por el cuello con cuidado mientras Ryusei seguía dando vueltas.
― Perdón por llegar tarde a tu vida, hana. Mis células y yo te queremos ― Ella empieza a reír.
― Yo también te quiero, Ryu...Mejores amigos por siempre.
Ambos se miran a los ojos para luego volver a reír.
En el poco tiempo qué no pasó con Ryusei, tuvo una pequeña charla con el Itoshi Mayor.
Era más amable e interesante de lo qué parecía, conversaron un largo rato mientras tomaban algo de té en una cafetería.
― Tu vida es triste, igual qué la mía. Itoshi, te entiendo. ― La peliblanca ríe un poco.
― Parece todo lo contrario, Kaiser. ― Mencionó.
― Tal vez, la amargura solo hace la vida aun más triste, la dulzura es cómo pequeños terrones de azúcar en tú amargo té de la vida. ― Explicó.
Él prestó atención durante unos breves segundos para luego asentir, suavizando su expresión.
― Eres muy agradable. ― Sae se abstuvo a mencionar algo sobre Michael puesto qué deseaba qué ella misma lo viera en persona.
― Digo lo mismo, espero qué algún día vuelvas a Japón y repitamos esta tarde de té. ― Ella ríe en voz baja mientras termina de tomarse su té.
― Tienes razón. Volveré cuando mi pasaporte se expire, hasta entonces. Podamos conversar con mensaje. ― Tenía razón.
― Por cierto, te traje un presente. ― Hanae le entregó una pulsera.
― No te traje nada. ― Respondió a lo seco mientras se ponía la pulsera.
― Ya me diste un bello y original regalo, Itoshi. ― La sonrisa de Hanae y sus palabras desconcertan a Sae.
― ¿Qué?
― Me regalaste tu sonrisa. ― Las mejillas de Sae se tornaron de un suave color carmín al darse cuenta de qué estaba sonriendo de forma involuntaria.
Apesar de qué era una diminuta sonrisa, Hanae supo apreciarla en silencio y en calma para qué él no se diera cuenta.
Ella soltó una suave risa haciendo qué Sae desviara su mirada a otro lado mientras apoyaba un lado de su rostro en su mano.
― Tienes una muy bella sonrisa, Sae.
― Tu también, Adagny.
Aquél halago la hizo sorprenderse pero luego sonríe en silencio.
Al parecer, Sae también ha caído entre la sonrisa de Adagny y sus sabias palabras.
Ambos salieron de la cafetería para subir al auto del más grande.
― Antes de irte de inmediato al dejarme en casa, también quiero darte esto. ― De su gran abrigo, saco un caja de galletas.
― No tiene ninguna marca, ¿las hiciste tú?
Hanae asiente ante la pregunta mientras vuelve a reír.
― Detrás de la caja hay una pequeña carta qué puedes leer luego de qué yo no esté contigo.
Pensó qué el Itoshi mayor sería más cruel pero cuando sabes qué temas llevar con él, se vuelve cómo un libro abierto.
Es agradable tener a una gente qué comprenda la amargura del mundo al igual qué él.
Itoshi Sae es genial...
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