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𝐈

Hay un espejo en mi casa. Esta detras de un panel corredizo en el pasillo del piso de arriba. Nuestra faccion me permite parame frente a el en el tercer dia del segundo mes, dia en que mi madre corta mi cabello.

Me siento en el taburete y mi madre se para detras de mi con las tijeras, recortando. Las cortas ebras de mi corto cabello caen, transformando mi cabello rubio un tanto brillante a uno completamente opaco.

Cuando termina, peina mi cabello de lado dejando al aire mi frente. Noto a mi madre tranquila como si no tuviera ningun interes por lo que la rodea y solo enfocandose en lo que le importa. Ella esta completamente estable, demostrando el arte de perderse a si misma; todo lo contrario a mi.

Miro mi reflejo en aquel espejo un tanto prohibido mientras ella no tiene su atencion en mi- no por simple vanidad si no por mas que una simple curiosidad. Una persona pude tener una gran variación de cambios en dos meses. Durante mi observacion a mi mismo, vi una cara un tanto rellenita de las mejillas, nariz perfilada, ojos pequeños con orbes oscuros y labios un tanto delgados, pero no demasiado, y rosados- todavía no me veo como aquel niño pequeño de hace años, ahora veo a un joven que hace pocos meses cumplio los dieciocho años. Mientras otras facciones celebran los facciones, en nuestra facción no lo hacemos. Eso seria auto-indulgente.

-Ahí-pronuncia mi madre cuando termina de acomodar mi cabello. Sus ojos un tanto cansados por la edad se encuentran con los mios en el tortuoso espejo. Demasiado tarde para que pudiera apartar la mirada, esperando resivir un regaño por parte de mi madre, en cambio ella sonrie a el reflejo de nosotros juntos. Frunzo mi ceño un poco ¿Por qué no me regaño por mirar tanto tiempo mi reflejo?

-Asi que hoy es el gran día-dice ella manteniendo una pequeña sonrisa casi innotable.

-Si-fue mi respuesta vagamente.

-¿Nervioso?-cuestiona con una risilla.

Miro a mis propios ojos por un vago momento. Hoy era el día de la prueba de aptitud que demostrara a que faccion pertenezco. Y ya mañana durante la Ceremonia de Elección, decideré a que facción me trasladare, y con ello seguire deciendo en mi vida; tomare la decisión de quedarme con mi familia o abandonarlos y dejarlos atrás.

-No- después de un pequeño plazo de segundos respondo a su cuestionamiento- las pruebas no tienen por qué cambiar nuestras elecciones.

-Correcto- sonríe- entonces vamos a desayunar.

-Gracias. Por cortarme el cabello.

Ella en respuesta besa mi mejilla y después desliza el panel sobre el espejo. Siempre eh pensado que mi madre podría ser hermosa en otro mundo. Su cuerpo es delgado debajo de la túnica gris. Tiene pomulos bien defínidos y largas pestañas, y cuando se suelta el cabello durante la noche, este cuelga con suaves ondas por sus hombros. Pero ellas esconde esa belleza en Abnegación.

Caminamos juntos a la cocina. En estas mañanas es cuando mi hermano hace el desayuno, y la mano de mi padre, roza mi cabello en un acto cariñoso mientras lee el periódico, y mi madre tararea mientras limpia la mesa, es principalmente en este tipo de mañanas que más me culpo por querer abandonar a familia.

El autobús apesta a gases de escape. Cada vez que choca con un pedazo de pavimento irregular, me hace mover de lado a lado, a pesar de que estoy agarrado al aciento delantero para no moverme pero es inútil e incomodo.

Mi hermano mayor, Baekbeom, se encuentra en el pasillo, agarrado de una barandilla arriba dee su cabeza para mantenerse firme. No nos parecemos en nada. Su cabello es oscuro y denso, tiene la nariz de mi padre, con ojos un poco más grandes con orbes claros y los oyuelos en las mejillas de mi madre. Cuando era más joven esas características no le favorecian y hacían verlo extraño, pero ahora si que le favorecen. Si él no fuera de Abnegación, estoy seguro que en la escuela tendría a varias chicas detrás de él.

También heredo el gran talento de mi madre con el desinterés. Él había cedido su asciento a un hosco hombre de Sinceridad en el autobús sin pensarlo más de una sola vez.

El hombre llevaba un traje negro con corbata blanca, el cual era el "uniforme" de Sinceridad. En su facción valoran la verdad y esta la ven de dos colores blanco y negro de ahí sus vestimentas.

Las diferencias entre los edificios y calles se van haciendo mas visibles como vamos acercándonos cada vez más al Centro de la ciudad. La identificación que alguna pudo llamarse la Torre Wonderpping- nosotros la llamamos "El Cubo Tempo"- emerge de la niebla un gran pilar color negro desde el horizonte. El autobús pasa por debajo de las vías elevadas. Nunca he subido a un tren, aunque este nunca se detiene y hay huellas por todas partes. Sólo los de Intrepidez pueden usarlo.

Hace unos años, los trabajadores de construcción de Abnegación se ofrecieron a la reparación de carreteras empezando desde el centro de la ciudad hacia las afueras de la ciudad deteniéndose cuando se acabó el material para continuar. Los caminos por donde yo vivo están agrietados y desnivelados, lo cual no es seguro viajar por ellos. De todos modos mi familia no cuenta con auto.

La expresión de Baekbeom, es relajada casi complacida mientras el autobús esta en movimiento en la carretera. Su manto gris cae un poco por su brazo mientras se aferra a una barra para mantener el equilibrio. Puedo observar en su mira que esta observando a la gente al rededor de nosotros, como si estuviera analizándolos; tratando de fijarse más en ellos que si mismo. Sinceridad aprecia la honestidad, pero la acción a la que pertenezco, solo valora el desinterés.

El autobús se detiene anunciando que hemos llegado a la escuela haciéndome levantar de mi asiento, yéndome rápidamente pasando del hombre de Sinceridad. Agarro el brazo de mi hermano cuando tropiezo con los zapatos del hombre. Mis pantalones son largos, lo cual nunca eh estado mas agradecido por eso.

El edificio de los niveles superiores es el principal más antiguo de las tres escuelas presentes en la ciudad: Niveles Bajos, Niveles Medios y Niveles Superiores. Al igual que todos los edificios que la rodean, están hechos de cristal y metal. Frente a él se encuentra una gran estatua de acero que de los Intrepidez escalan retándose entre si para ver quien llega más alto; y si mal no recuerdo hace un año atrás vi a uno caer y romperse la pierna, por mi parte corrí en su rescate llamando a la enfermera.

-Las pruebas de aptitud son hoy-suelto después de un silencio. Baekbeom es un año superior a mi, por lo tanto estamos en el mismo año en la escuela.

Él en respuesta asiente mientras pasamos por las puertas principales del lugar. Mi cuerpo se ve tensado en el segundo camino dentro. La atmósfera del lugar se ve hambrienta, como si todo aquel individuo de dieciocho años quisiera absorber todo a su alrededor para él mismo del último día. Es muy probable que no volvamos a pasear por estos pasillos después de la Ceremonia de Elección, una vez hayamos elegido, nuestras nuevas facciones se verán encargadas de nuestra educación.

Nuestras clases se ven cortadas a la mitad por el día de hoy, para así después de todas ellas poder pasar a la prueba de aptitud, que será realizada terminando el almuerzo. Ni siquiera ha pasado mitad del día y ya mi ritmo cardíaco está elevado.

-¿No te preocupa en absoluto lo que te dirán hoy?-cuestione a Baekbeom.

Paramos en medio de la división de pasillos ya que él iba a Matemáticas avanzadas por el contrario a mi que yo me dirigía a Historia de las Facciones.

Él levanta una ceja en mi dirección y contesta mi pregunta con otra- ¿Tú lo estás?

Podría decirle contarle mi preocupación de semanas con respecto a la prueba, me tiene muy en la duda que me tocará: ¿Abnegación, Sinceridad, Sabiduría, Concordia o Intrepidez?

En lugar de contarle mi inseguridad sonrío a el y le contesto- No realmente

Él regresa el gesto y antes de retirarme dice- Bueno... Ten un buen día

Luego de su despedida me encamino a mi clase mordiendo mi labio, pues Baekbeom nunca contestó mi pregunta.

Los pasillos de la escuela son estrechos, aunque la luz que entra por las ventanas da la ilusión de que no es así; este lugar es el único donde las facciones se ven mezcladas, a nuestra edad. Hoy la gente tiene una energía renovada, la manía del último día.

En eso una chica de cabello lacio y largo pasa a mi lado saludando a alguien gritando un potente "Hey" lo cual lastima mis oídos y cara cuando levanta el brazo para saludar y la manga de su chaqueta choca contra mi mejilla. Después un chico de Sabiduría de un sweater azul pasa empujándome haciéndome perder el equilibrio y caer al duro suelo.

-Fuera de mi camino, estirado- me tira en la cara mientras pasa de largo.

Mis mejillas se calientan por la vergüenza del momento mientras me levanto y sacudo mis pantalones. Un pequeño grupo de personas se detuvieron ante mi caída pero ninguno me ofreció una mano, sus ojos permanecieron todavía en mi persona cuando me encaminé al borde del pasillo. Este tipo de acosos es muy común en los últimos meses a los de Abnegación, los de Sabiduría han estado haciendo informes antagónicos de nosotros, y eso ha comenzado a afectar a mi facción en la forma en que nos relacionamos en la escuela. El vestuario gris, el peinado nada sobresaliente, sin pretensiones y la conducta de mi Facción se supone que deberían hacer que me olvidara de mi mismo, y más fácil para los demás de olvidarse mi existencia; pero ahora mismo soy un blanco.

Me detengo un momento junto a la ventana de la sala E esperando a que los de Intrepidez lleguen. Es una de mis rutinas de todas las mañanas. Exactamente a las 7:25 se le ven saltando del tren en movimiento que los trae aquí.

Mi padre los considera como "los infernales", ya que ellos cuentan con perforaciones, tatuajes y lo que más destaca es su ropa negra. Ellos son los encargados de proteger la valla que rodea toda la ciudad. ¿De qué?, no lo sé.

Deberían dejarme perplejo, hacerme preguntar que coraje; que es con lo que mas cuenta en aquella facción y la demuestran con un anillo de metal en los orificios nasales. En cambio mis ojos se fijan a donde sea que vayan.

El sonido del silbato del tren me despierta de mis pensamientos, y queda resonando en mi pecho. Las luces del tren de la parte delantera se prenden y apagan mientras este se precipita más allá de la escuela, haciendo un chirrido en las frías vías de hierro. Y mientras pasan los últimos automóviles, un éxodo masivo de hombre y mujeres jóvenes de ropas oscuras se comienzan a lanzar de los vehículos en movimiento, algunos cayendo y rodando, mientras otros a tropezones para mantener el equilibrio. Uno de los chicos envuelve su brazo en los hombro de una chica, riendo.

Verlo es una costumbre estúpida, por lo tanto me aparto de la venta y me dispongo a entrar al salón atravesando la multitud de alumnos dispuesto a entrar de manera segura la clase de Historia de las Facciones.







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