Capítulo 1
El viento mecía con lentitud las hojas y los pétalos, la luz del sol ayudaba en que esos colores sean relucientes y hermosos, el canto de los pájaros resonaba en el área, al igual que el sonido de los autos y de la gente hablando mientras caminaban a direcciones distintas entre la banqueta, Félix sonrió con suavidad antes de despedirse de una mujer de tercera edad, después de haberle cobrado por ese ramo de girasoles, vio como aquella se retiró hasta oír el tinteo de la campanilla cuando la puerta es abierta.
Echó un vistazo al reloj de su celular, marcaban las 4:46 de la tarde y su turno terminaba hasta las seis, lo dejó guardado en los bolsillos delanteros de su pantalón para después tomar una escoba y un recogedor.
Lee Félix, un chico que estudia en la universidad en la facultad de contabilidad, empezó a trabajar en la florería de su abuela al cumplir la mayoría de edad, el negocio es familiar y siempre adoraba visitar el local, apreciando cada planta y flor que hay, con la esperanza de estar detrás del demostrador, poniendo en práctica sus conocimientos para cuidarlas, era muy tranquilo y le gusta hablarles. A sus veintiún años, es bastante organizado para no angustiarse con ambas responsabilidades, aunque a la vez no era fácil, en ocasiones las tareas lo tienen despierto a las altas horas de noche o incluso, le quitaban el ánimo. La razón de lo segundo, es evitar a las personas que suelen burlarse o le hacen bromas pesadas de vez en cuando. Desde que demostró y confesó su gusto hacia los chicos, las críticas no tardaron en salir. Unos, tomándolo como de mal gusto. Otros, dándole apoyo o restándole importancia. La familia Lee han aceptado demasiado la decisión del menor, lo que más importa es verlo feliz con la persona que ame, sin importar si es hombre o mujer.
Félix sabe perfectamente que no es el único que es molestado en la universidad, es tan seguro de sí mismo y no cambiará su preferencia en el amor, no permite que nadie le haga dudar sobre su forma de ser, solo por ser alguien en este cruel mundo.
—Hijo, no olvides sacar la basura antes que acabe tu hora. — Elevó la mirada al oír la voz de su madre, asintió con lentitud antes de barrer debajo de los estantes.
Tiene objetivos como cualquier persona, al igual que sueños, nada le detiene por ser como tal, solo es un ser humano como todos los demás, ya que diferente y único.
Le empezó a encantar las flores a los ocho años, su abuela le ha enseñado como cuidar bien unas margaritas que recién había plantado en el jardín, para que no se marchiten en los próximos días, escuchando bien los consejos de cómo cuidar las flores y las plantas, demostrándole la gran importancia y las maravillas que la naturaleza le brinda al planeta. Félix empezaba a buscar libros en la biblioteca de la escuela para saber un poco más, cuando aprendió a tener acceso al internet, después de hacer sus tareas tomaba sus horas libres para descubrir una gran variedad de especies, donde se encuentran, donde crecen, si son venenosas, curables o comestibles. Encontrando sus propias flores preferidas, dibujándolas a mano o en pintura, imaginándose las combinaciones que podrían ser perfectas para resaltar su belleza.
Tiró la basura y dejó el recogedor junto con la escoba en el sitio correspondiente, cerró bien la bolsa y empezó a buscar si hay algo más a cual juntar.
Su celular resonó un poco, dándose la idea que pudo haber sido el correo de su compañero de equipo para la exposición de este viernes.
Prefirió checarlo después, abrió la puerta trasera y salió, se dirigió al contenedor correspondiente del local para dejar la basura dentro, estuvo a punto de volver cuando escuchó el llamado de un chico, aquel posee una mirada burlona y no se encontraba solo, YongMin ese es su nombre, es el hijo del peluquero en unas cuadras antes de la florería, tragó seco cuando este empezó a caminar.
Lo que jamás pudo hacer en su vida, es defenderse como cualquier chico haría, eso demostrando lo cuán débil es ante los ojos de ellos, siendo su mayor diversión.
—¿Aún cuidando el sitio, florecita? Creí que lo dejaste después que te hemos tirado la lechuga podrida encima y te hicimos tragar pasto. — Recordó la aquella vez, Félix no dijo nada cuando el amigo de YongMin soltó una pequeña risa. — ¿Qué dice tu padre de ti, eh? De tener un hijo así como tú, ojalá supieras que eres un fenómeno y dejes de asquear a todos con tu presencia.
—¿Y crees que esto es una enfermedad?
—Da igual lo que pienses. — Soltó sin interés. — Al final de cuentas, no es normal, florecita.
Félix soltó un quejido al recibir un golpe por su brazo por parte del otro chico, ha sido tan fuerte que como respuesta ha sido que fue muy suave.
—¿Por qué no te defiendes como los hombres? — Cuestiona burlón. — Digo, si es que quieres dejar de ser un saco de boxeo.
—¿Puedes dejar de decir estupideces y decirle a tu amigo que no vaya a golpear? Quiero que me dejes de molestar, YongMin.
—La florecita quiere llorar, hay que irnos antes de que le hable a su mami. — Se burla el otro chico fingiendo una voz infantil.
—Ya sabes que es muy divertido jugar contigo. — Dijo pegándole donde había sido el golpe anterior y después en el labio inferior, había sido un movimiento rápido, Félix había chocado con la pared. — ¿Ves? ¿Así te vas a dejar agredir? Venga, Lee. Atrévete a golpearme por lo menos.
El rubio llevó las yemas de sus dedos en el área afectada, sintiendo ardor en la comisura de sus labios, mirándolo con desprecio y teniendo pequeñas lágrimas en sus orbes, el otro chico hizo un sonido de burla.
—¡Oh va llorar la florecita! — Ríe bajo. — ¡Vámonos antes que nos quiera aventar un tulipán!
—¿Por qué no lo haces? — Lo empujó un poco. — Es simple. Con tu puño y con fuerza. El lugar donde quieras golpearme lo haces, veremos si eres tan fuerte o necesitas práctica.
—Si quieres le doy una muestra. — Asiente el pelinegro.
—Me convence.
Félix empezó a retroceder mientras pedía de que lo dejen en paz, negando con la cabeza antes de ser golpeado por el estómago, YongMin fingió asombro mientras felicitaba a su amigo de que el chico no pudo hacer algo al respecto, como siempre lloriqueando.
—Dejemos a la florecita, no queremos que termine en el hospital por una pequeña práctica.
—Se retuerce por lo débil que es.
—Y una patada en los huevos hará que llores. — Soltó Félix adolorido, YongMin arqueó una ceja, el chico no dijo nada solo soltó una risa nasal con sorna.
—Ni te atreverías, tú con tan solo mirarme andas temblando, que buen chiste eh.
Eso dijo antes de retirarse, despidiéndose de una manera divertida para ellos, sonando lo más femenino posible para hacerlo sentir mal.
Félix jamás ha entendido porqué hay gente así, que le ven extraño las maneras de amar entre géneros, solo lo ve con normalidad y hermoso, pero la sociedad no está lista para aceptar dichas realidades, así que cuando estuvo finalmente solo se regresó de nuevo dentro del local.
Teniendo en mente que tal vez no podrá comer algo por ahora, ya que el golpe ha sido sumamente fuerte para recibir algún bocado, al menos puede caminar con normalidad y soportando ese dolor. Guio dos de sus dedos para tocar su labio con delicadez, notando ver un poco de sangre, siempre ha sido molestado con esos chicos, los golpes son tan horribles pero jamás lo mandaron al hospital, eso no es muy seguido como las burlas y bromas, ya que cuando sucede buscan sitios perfectos para "darle lecciones de hombres", siendo obligado mientras oye aquella excusa.
Por más que quisiera defenderse no puede, haciéndole verse muy cobarde y divirtiendo demasiado a esos bastardos, desde que se ha juntado con Han JiSung las burlas empezaron, y bueno, YongMin ha escuchado la mayor parte de su plática donde menciona su orientación, haciendo que todo se volviera peor.
—Félix. — Escuchó el llamado de su madre detenerse de golpe preocupada, al verlo golpeado. — ¿Qué te pasó? — Dijo tomándolo por el mentón con suavidad, notando ver la poca sangre que salía del labio.
—Estoy bien, mamá. — Por más que quisiera ocultarlo, no podía, Félix no es bueno mentir.
—Hijo, hay ocasiones que llegas golpeado. Dime ¿Alguien te molesta? Tienes que decírmelo, no estás solo. — Niega el menor.
—Solo es gente que se atreven a golpear a personas como yo. — Encoge de hombros, intentando en que no sea de mucha importancia. — Eso es un golpe diminuto, estaré bien.
—Lee Félix, sabes que a mí no me puedes engañar, pero si tu lo dices, te creeré. Solo ten cuidado, igual en tu escuela te molestan y a tus amigos, si alguien te molesta de verdad, no dudes en avisarme.
—Está bien.
—Ve al almacén y revisa si las semillas de girasoles, rosas y dalias han llegado. Tienen que ser cinco cajas de cada una y que el repartidor no se haya equivocado. — Asiente de nuevo el menor. — Iré a buscar algo para curarte el labio.
Las horas pasaban, todo ha sido como su rutina diaria, al llegar a casa su padre preparó un buen platillo pero había olvidado que es el aniversario de bodas, felicitando a sus padres por eso, Félix está tan apegado en querer pasar los próximos exámenes, solo un poco nervioso en lo que dirá su profesor de economía cuando vea su proyecto, aquel hombre supo tal cosa y hay ocasiones en que hace cosas injustas, le sucede lo mismo a JiSung por defenderlo, bajándoles la calificación o rechazar tales proyectos con la excusa de que falta más investigación o solamente está mal hecho, en los exámenes rara la vez se las cancelan. Lo que luego no tolera son los chistes homofóbicos que hace, lo tendrá que soportar o reprobará el semestre por esa materia de nuevo, ¿La razón? Se atrevió a reportarlo, el mismo profesor confesó que no es verdad y será cuidadoso con lo que dice, una acción totalmente injusta para ambos jóvenes.
Félix ha escuchado varias veces que si quiere en que lo dejen en paz, de que esos comentarios se detengan y ser feliz, tiene que dejar de ser gay. Unas palabras totalmente estúpidas para él, la felicidad la puede conseguir él mismo, puede ser con el tiempo, no seguir consejos que le impiden ser como es, ser una persona homosexual no es nada de malo, es una manera de amar y ya, todos son libres de querer sin importar si es hombre o mujer, solo es una preferencia.
Recibió un mensaje de JiSung, diciéndole que tal vez no van a correr con la suerte de pasar tal materia, haciendo que suspire pesado, su expresión mostrando molestia después de ver el porqué, otro proyecto más sin razón alguna solo para hacer la "excepción" de la queja que ha metido su amigo y pasar la materia.
Le agota demasiado dichas circunstancias, deseando que todo eso se detenga o que el tiempo pase rápido para pasar otro semestre y librarse de algunas personas. Solo es evitar lo que hacen ese tipo de comentarios e ignorarlos, pero si se trata para pasar una materia, es hacer lo posible para mantener esa nota.
—Félix, hijo ¿Todo bien? — Elevó la mirada al oír la voz de su padre. — Te ves molesto, ¿Sucedió algo?
Simplemente negó con la cabeza, no quiere que las cosas empeoren y encontrar otra solución.
—Estoy bien. Solo es otra cosa, nada más.
Sabe que sus padres no quedan convencidos cuando les miente, ¿Qué puede hacer? Está bien recibir ayuda por parte de ellos sin importar la edad que tenga, es su hijo y ellos harán lo posible para protegerlo de todo, pero para Félix no puede ser nada a cambio como agradecimiento muy seguido, igual intenta resolver sus problemas por su cuenta, pero al parecer esta situación en la que está pasando si va necesitar demasiada ayuda, hay demasiadas pruebas pero el punto es pasar esa materia como dé lugar.
JiSung es su mejor amigo, y se siente bien tenerlo a su lado, los demás solo se han alejado de él, dándole la espalda y haciéndolo sentirse mal a través de indirectas o comentarios. Félix supo que hay probabilidad que la reacción de las personas que querías puede ser buenas o malas, solo se dará cuenta que las indicadas siempre se quedarán y es mejor tener menos amigos a que fingir que todo lo que ha dicho, ha sido mentira, una simple broma solo para hacer sentir bien a otros.
Félix solo es un ser humano como los demás, detesta fingir para estar con demasiadas falsedades, le gusta ser él mismo y nada de eso va cambiar.
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