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「Epílogo 」

TaeHyung

JiMin gimió mientras apoyaba el plato en su voluminoso vientre. El disgusto que le provocaba la repentina habilidad de poder sostener objetos grandes sobre su cuerpo era tan evidente que Taehyung tuvo que apretar los labios con rapidez para contener una carcajada. Su mejor amigo fruncio el ceño aún más.

–Cierra el pico, Min Taehyung. Lo estoy pasando fatal. ¿Por qué no sale ya esta niña? Lleva dos semanas de retraso y el médico no para de decirme que debo tener paciencia. Quiero que salga ya. ¡Ya!

Taehyung tomó el plato, donde no quedaba ni una sola miga del bizcocho, y le ofreció un vaso de leche a JiMin. El evidente malestar físico de su amigo lo invitaba a hacer cualquier cosa para ayudarlo, pero lo único que podía hacer a esas alturas era ofrecerle postres y masajes en los pies. Incluso había intentado regalarle unos zapatos rosas con pedrería, pero no podía usarlos porque sus pies estaban hinchados. Chasqueó la lengua de forma compasiva y se sentó en El brazo del sofá gris.

–Lo se, cariño. Es un asco. Pero apuesto a que dentro de un par de días la tendrás entre tus brazos y estarás deseando que te deje dormir un poco más. Me han dicho que se pasan los días y las noches llorando.

JiMin movio sus pies hinchados y suspiro.

–A estas alturas ya ni duermo.

–Pobrecito –dijo mientras acariciaba los cabellos largos del omega–  Le he traído un regalo a Jiyoon. –Tae tomó la bolsa y lo agitó en el aire, frente a Jimin– Es de Milán, de uno de los diseñadores más importantes de moda infantil

–Tae, deja de comprarle cosas. ¡Tiene más ropa que yo!

–Me alegro. Eso significa que estoy haciendo bien mi trabajo. –Tae observó a su amigo mientras apartaba el papel de seda y descubría los vaqueros negros, la camiseta rosa fucsia y la cazadora de piel. Las minúsculas botas de piel estaban adornadas con diminutos diamantes rosas–¿Te gusta?

–¡Por la Diosa Luna, es hermoso! ¡Es increíble que hayas encontrado esto en una talla pequeña!

TaeHyung sintió un remalazo de placer.

–Ningún niño hará de menos a mi ahijada en el patio de la escuela. Empezaremos a educarla pronto para que sea la más mala de todas.

JiMin se echó a reir.

–Yoon , ven a ver lo que ha comprado tu hermano.

Su hermano llegó procedente de la cocina, cogio la ropa y su expresión reflejo su espanto.

–No, mi hija no irá disfrazada de una motera nada más llegar al mundo.

JiMin lo miró echando chispas por los ojos.

–No insultes a tu hermano ni menosprecies su regalo. Es el conjunto perfecto para traerla a casa desde el hospital.

Taehyung se acomodó para presenciar el espectáculo. Su amigo, que solía ser muy pacifico, era víctima de unos cambios de humor tan radicales que lo asustaban incluso a él. Las hormonas eran un horror, pero su hermano parecía sobrellevarlo con calma. De hecho, Tae se percató del brillo socarrón que aparecía en sus ojos al enfrentarse al desafío de su omega.

Las batallas que libraban le recordaban a la rivalidad que desplegaban de pequeños. ¿Quien iba a pensar en aquel entonces que estaban hechos el uno para el otro? Si el destino no hubiera intervenido, obligándonos a contraer matrimonio, tal vez jamás hubieran acabado juntos. JiMin, por supuesto, insistía en que era obra de su hechizo, y Tae le seguía la corriente. Total, no le había mal a nadie.

–Por encima de mi cadáver –replicó YoonGi – Le pondremos el conjuntito que ya acordamos la semana pasada.

JiMin hizo un puchero para expresar su oposición a la idea.

–Si voy a parirla yo, seré yo quien elija la ropa.

–Mmm... tengo la impresión de escuchar eso mismo varias veces al día. Si pudiera parirla yo, sabes que lo haría por tí.

JiMin se enfado aún más.

–Mentiroso. Todos dicen lo mismo.

YoonGi levantó las manos, a modo de fingida rendición.

–¿Es que nadie va a apoyar ni a apoyarme en mis decisiones? ¿Alguien con testosterona a poder ser?

Como si la misma Diosa Luna hubiera arrojado uno de sus rayos, de repente se escucharon pasos en el pasillo. Los pasos de alguien que atravesó la cocina y se detuvo detrás de ellos.

Tae volvio la cabeza despacio.

–Ah, Cara, esta vez creo que YoonGi lo dice en serio. ¿Qué Alfa no querría ahorrarle dolor a su omega?

Tae sintió un hormigueo en la piel que la puso sobre aviso de... algo. Algo que se negaba a nombrar. El Conde Jeon acortó la distancia que los separaba y le dio una palmadas a YoonGi en un hombro. Él intentó no poner los ojos en blanco al percatarse del gesto y de su ensayada sonrisa. La mirada cómplice que se dirigieron no podía ser más masculina. Un Alfa rescatando a otro de las garras de un omega enloquecido. En realidad, YoonGi no necesitaba ayuda. Porque a esas alturas estaba inclinado sobre JiMin, ayudándolo a ponerse en pie al tiempo que le murmuraba tonterías y le bajaba la camiseta a fin de que cubriera su abultado vientre.

La ternura del gesto y la expresión de su cara fueron como un latigazo para Taehyung. El antiguo YoonGi había desaparecido para siempre. En su lugar había un hombre rebosante de amor por su esposo y por su hija nonata. Un hombre totalmente cambiado, porque por fin se había permitido creer que en el mundo existía una persona que podía quererlo tal como era, con sus defectos y todo.

Tae sintió un nudo en la garganta y se vio obligado a reprimir sus emociones, aunque ya tenía mucha práctica. ¡Por la Diosa Luna! ¿De donde había salido la envidia que lo corroía? YoonGi y JiMin se merecían toda la felicidad del mundo.

Y él debía superarlo.

–¿Por qué tengo la impresión de que siempre estás involucrado cuando hay algún problema?

El acento Italiano con el que se formuló la pregunta le acarició los oídos y otras partes de su cuerpo, pero Tae se negó a responder la burlona cuestión. ¿Por qué había aparecido Jungkook? Pasar el viernes con Jimin y su hermano era ya una tradición que Taehyung adoraba. Pizza, pasta y chianti. Aunque alternaban la casa donde se reunían cada semana, era algo importante para él. Un ancla a su alocada vida a la que se aferraba con fuerza.

Hasta que Jeon Jungkook llego, arrasando con todo.

De repente, comenzó a aparecer los viernes en la noche, con alguna tarta o con una bandeja de pastas irresistibles como esos ojos negros. Actuaba como si la cita a ciegas no hubiera ocurrido nunca, como si fuera inocente.

Pero Taehyung sabía la verdad.

Ese hombre estaba enamorado de su mejor amigo.

Si, trataba de disimular, pero él se percataba de las miradas tiernas que le dirigía a JiMin. Escuchaba los apelativos cariñosos que le decía en italiano y la risa que le arrancaban todos y cada uno de los comentarios de JiMin. La frustración le resultaba insoportable. Porque nadie parecía sospecharon, y mucho menos su hermano. YoonGi había superado los celos que sintió en otra época debido a la marca y le había abierto las puertas de su casa a su nuevo amigo. De algún modo, enamorarse de JiMin lo habia llevado a creer en las buenas intenciones de la gente.

Por suerte, Taehyung no estaba tan ciego.

YoonGi le lanzó una mirada de advertencia.

–Taehyung siempre ha sido la fierecilla de la familia –dijo, esbozando una sonrisa, mientras dejaba caricias en el vientre de su omega– Recuerdo una noche que mamá llegó a casa con uno de sus novios. Estaba borracho y era alguien muy desagradable.

JiMin fruncio el ceño.

–Por favor, dime que nadie acabó herido.

–Solo él. De vez en cuando me daba alguna bofetada, y a Taehyung le preocupaba que alguna noche se metiera en mi dormitorio después de que mi madre se durmiera. Así que le tendió una trampa. Y, efectivamente, una noche abrió la puerta de mi habitación.

–¿Qué pasó? – quiso saber JiMin.

–Que se tropezó con la cuerda y el acabó en el suelo. Taehyung y yo despertamos, montamos un buen alboroto como para que mi madre lo echará de casa.

Taehyung se rió y agitó su mano para restarle importancia al asunto.

–No fue nada del otro mundo. Estaba aburrido y quería divertirme un poco.

Jungkook lo miró con una ceja enmarcada, como si intentará comprenderlo. Él sintió que se acaloraba hasta tal punto que creyó abrazarse. ¡Ni hablar! No le permitiría adueñarse de sus pensamientos otra vez. Con una fue suficiente.

–Bueno, creo que hemos tenido bastante entretenimiento por hoy. Es mejor que me vaya. –dijo.

JiMin suspiro.

–Sí, yo también me voy a la cama. Por lo menos tendré los pies en alto y veré algún programa basura en la televisión hasta que empiecen los ardores de estómago– de repente, se quedó paralizado. Abrió la boca y soltó un chillido– ¡Ay, Diosa Luna! Estoy mojado.

YoonGi miro hacia abajo.

–Cariño, derramaste la leche. No pasa nada. Te traeré otro vaso.

Taehyung se percató de la expresión de JiMin y el corazón comenzó a latirle con fuerza.

–YoonGi no es leche.

–¡Ah! –exclamó su hermano, cuya confundida mirada pasaba de uno a otro sin parar– Entonces ¿que es?

JiMin contesto con voz tensa:

–Ha llegado el momento.

–¿De qué?

Taehyung soltó un grito impaciente.

–¡De que nazca el bebé, imbecil! ¡Acaba de romper aguas! Esta de parto.

Como si fuera una escena sacada de una pésima serie de televisión; todos se quedaron inmóviles mientras JiMin jadeaba, asustado, y la mancha oscura se extendía por sus pantalones. Al cabo de unos segundos, la habitación pareció estallar.

Taehyung y JiMin contemplaron a los dos Alfas, que comenzaron a correr de un lado para otro como si se hubiera declarado el fin del mundo.

YoonGi corrió hacia el dormitorio y regresó con la bolsa de viaje ya preparada.

Acto seguido, cogio unas cuantas botellas de agua de la cocina y unas cuantas mantas, como si él bebé fuera a nacer de camino al hospital. Jungkook comenzó a marcar números en su móvil y le dijo a la madre de JiMin que se sin demora al hospital. YoonGi le lanzó a Jungkook las llaves del auto, como su hubiera una ventisca y durará de que el motor pudiera arrancar, aunque fuera un dichoso BMW. Jungkook desapareció y YoonGi enfiló el pasillo a la carrera en dirección al garaje, cuya puerta cerró de un portazo.

Taehyung miró a su mejor amigo.

–¿Que mierda esta pasando? Ni que estuviéramos en los cincuenta. Vas a estar de parto unas cuantas horas.

JiMin suspiró y se frotó la espalda.

–Cuando se emocionan se quedan sin riesgo sanguíneo en el cerebro. No pueden evitarlo.

–Supongo. ¿Quieres cambiarte de pantalones antes de ir al hospital?

–Buena idea. Ahora mismo vuelvo. Quédate aquí para que a YoonGi no le dé un ataque cuando vuelva.

–Bien.

TaeHyung empezó a limpiar los restos de la cena de la mesa y después observó que su hermano llegaba a la carrera por el pasillo con los ojos desorbitados.

–¿Puedes darle de comer al Viejo Holly y sacarlo a pasear? Acabó de llamar al médico para decirle que vamos de camino. Gracias, Tae, nos vemos en el hospital.

Tomo la bolsa y cerró la puerta.

Taehyung clavó la vista en la puerta y apuró su copa de vino mientras se preguntaba cuando se daría cuenta de que su omega no iba con él en el auto.

Al cabo de segundos, JiMin apareció en el vestíbulo con unos pantalones anchos y una camiseta

–¿Dónde está YoonGi?

–Se ha ido.

JiMin masculló algo.

–¿Estas bromeando? Esto es como el episodio de Te quiero, Lucy. ¿Te acuerdas de cuando Ricardo se fue al hospital y se dejó a Lucy en casa?

–¡Ay, por la Diosa! Me encantó ese episodio. ¿Te acuerdas de episodio del chocolate?

JiMin se echó a reir.

–¡Sí! No paraba de meterse bombones en la boca porque no era capaz de envolverlos tan rápido como debía. ¡Me encantaba Lucy!

–Desde luego.

La puerta se abrió de repente. YoonGi y Jungkook entraron a la carrera, con las caras desencajadas y mirando hacia todo lados, como si hubieran perdido algo importante. Un omega en labor de parto, para ser exactos.

–¿Qué haces? –grito YoonGi – Pensaba que ya estabas en el coche.

JiMin sorbio por la nariz.

–Tenía que cambiarme de ropa y estábamos recordando los episodios de Te quiero, Lucy. No me grites o le diré a Tae que me lleve al hospital en otro auto donde no vayas tú.

YoonGi quedo boquiabierto.

– ¡No me apetece hablar de Te quiero, Lucy! La niña esta en camino... Vámonos ya –Como si de repente hubiera comprendido que estaba perdiendo los papeles delante de su omega embarazado, respiro hondo y añadió con voz más calmada.– Lo siento, cariño. Estoy nervioso. ¿Estas preparado para que nos vayamos?

JiMin lo miró con una sonrisa de oreja a oreja.

–Si– se inclino hacia adelante para abrazar a Taehyung y darle un beso. Por un instante, sus miradas se encontraron y algo profundo, una emoción eterna, pasó entre ellos. –La niña viene de camino –susurró con emoción.

Taehyung parpadeó para librarse de las lágrimas y le dio un apretón en las manos.

–Ánimo, que tú puedes. Yo iré dentro de un rato.

–Te quiero.

–Y yo a tí.

–¡JiMin! ¡Vamonos ya!

JiMin se marchó caminando con dificultad. Taehyung escucho sus voces alejarse, enzarzadas en otras discusiones, y la casa se quedó en silencio.

La niña estaba de camino.

Se llevó los dedos a los labios. Las cosas cambiarían en breve. Una emoción extraña crepitaba en el aire, robándole el aliento. Peligro.

Miedo.

–Nunca serán los mismos.

Levantó la cabeza, como un lobo que oliera a su pareja. Jungkook se acercó a él con esa forma de andar lenta y elegante, como si, estuviera torturando a su presa al acecharla. En esa ocasión Tae decidió replicar.

–No, no lo serán. Ahora serán más fuertes.

Lo vio esbozar una media sonrisa.

–¿Por qué me ha parecido una amenaza, cara? Llevo semanas cenando contigo todos los viernes y apenas me diriges la palabra. Me vigilas como si estuviera apunto de robar las joyas de la familia. Te burlas de los regalos que le hago a JiMin y a YoonGi, te ries de mis cumplidos. Así que ahora que por fin estamos a solas, ¿Te importaría decirme qué te pasa?

La ira lo abrumó de repente y, gustoso, dejo que lo inundará.

–Sé la verdad. Ah, sí, la ocultas muy bien, pero he estudiado tus movimientos. Esperas cualquier oportunidad para estar a solas con JiMin. Has buscado congraciarte con mi hermano hasta que te ha recibido en su casa como si fueras parte de la familia. Me he dado cuenta de todo y no te saldrás con la tuya mientras yo esté aquí.

El omega le reconoció el mérito de no inmutarse. No fingió asombrarse, ni retrocedió por la sorpresa. Por un instante, atisbó un brillo extraño en sus ojos que no tardó en desaparecer. Después, ladeó la cabeza y lo miró, deteniéndose en cada una de sus curvas.

–¿Eso es lo que crees de verdad?

Taehyung experimentó una vacía sensación se triunfo al ver que no negaba la acusación.

–Pues sí.

–Muy bien. Así que da lo mismo que niegue tus palabras, porque ya tienes una opinión al respecto, ¿Verdad?

–Ah, eres bueno, sí. Pero yo soy mejor que tú. Y tengo muchas más cosas que proteger.

Cuando habló, Jungkook lo hizo con un extraño orgullo en la voz.

–Sí, estas protegiendo a tus seres queridos, ¿Verdad?

Ni siquiera le dio tiempo para que contestara. Se limitó a hacer un breve asentimiento se cabeza antes de alejarsemb

–Que pases una buena noche. Nos veremos en el hospital. Después, ya veremos qué pasa.

Y se marchó.

Taehyung estuvo un buen rato con la vista clavada en la puerta. Unos sigilosos pasos se escucharon de repente, y el viejo Holly se sentó a su lado, como si hubiera sentido su repentino malestar. Le acarició la cabeza, le ajustó el pañuelo de los Mets que llevaba al cuello y dejó que lo inundará la paz que trasmitia el animal.

Si Jeon Jungkook quería jugar. Que así fuera. Él se encargaría de mantenerlo alejado de JiMin y YoonGi.

A toda costa.

–Vamos, precioso. Tu vas a comer, yo voy a acabar de limpiar la cocina y después iremos a conocer al nuevo miembro de tu familia.

De alguna manera, Jeon Jungkook hacia estragos con su lobo, con su mente, con su cuerpo y con su tranquilidad. Y ahí se detuvo porque se negaba a incluir el corazón en esa lista. Habían pasado muchos años y había sufrido muchos malos momentos que lo habían convertido en hojalata. Ya no tenia nada que ofrecer.

Sin embargo, recordó una escena de su película favorita, Mary Poppins. Era como si el viento estuviera a punto de cambiar y a su alrededor ya nada sería lo mismo. Una ridiculez

Desterro la idea y se puso manos a la obra.

Me gusta más el KookV que el VKook. Subiré algunos extras hablando un poco de la relación de esta pareja.

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