Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

「043 」

Al escuchar las palabras de su esposo, a JiMin le dio un vuelco el corazón, que después siguió latiendo desbocado. No sabía qué era, pero había algo distinto esa vez, como si hubieran llegado a una encrucijada y YoonGi hubiera elegido el camino menos transitado.

Desde que fueron a la fiesta de Jungkook habían hecho el amor todas las noches. A veces, despacio. Otras veces, con pasión y abandono. YoonGi le susurraba cosas eroticas y lo halagaba; le decía que era precioso y que lo deseaba. Que era su omega.

Sin embargo, jamás lo había mirado a los ojos como si supiera quién era. En ese momento parecía haber arrancado las capas exteriores, de modo que la fruta escondida debajo había quedado expuesta. Así se sentía bajo su mirada. Contuvo el aliento y esperó a que él se apartara.

En cambio, YoonGi le tomó la cara entre las manos y le dijo, rogándole los labios:

–Eres mi omega y quiero hacerte el amor.

JiMin observó esos hermosos ojos dorados, señal de que su lobo había tomado el control.

Entonces lo beso. Fue un beso tierno, lento y abrasador que lo derritió por completo, como si fuera caramelo líquido que se vertiera sobre unas tortitas, hasta que su cuerpo cedió, separó los labios y sus lenguas se fundieron y comenzaron a moverse en una danza primitiva, bailada en millones de ocasiones por un Alfa y un omega.

YoonGi lo invito con delicadeza a tenderse en la alfombra y lo desnudó, deteniéndose para saborear cada centímetro de piel que quedaba a la vista con una veneración que lo excitó, lo postró de rodillas y avivó el deseo que sentía por él.

Con silenciosa orden, le separó los muslos y se arrodilló entre ellos, tras lo cual separó sus mejillas con suavidad dejando su paraíso a la vista. Lo acaricio con los labios y con la lengua, arrastrándolo hasta el borde del abismo y desoyendo sus súplicas para que se apartara. Siguió acariciandolo así hasta que se corrió y se arqueo bajo él. Sin embargo, lo mantuvo inmovilizado y no se apartó de él hasta que lo escucho sollozar y le suplico que... que...

Se incorporó al instante y se detuvo justo cuando estaba apunto de penetrarlo.

–JiMin, mírame.

Ebrio del placer, él abrió los ojos y miró al Alfa que amaba con toda el alma, aguardando que lo poseyera, aguardando para recibir lo que él pudiera entregarle.

–Siempre has sido tú –Hizo una pausa como si quisiera asegurarse de que lo había escuchado, de que había entendido el significado de sus palabras. Un brillo intenso iluminaba las profundidades de sus ojos ambarinos. Entrelazo sus dedos con los de JiMin, en un intento por comunicarse con él más allá de las palabras –Y siempre serás tú.

Se hundió hasta el fondo en él, arrancandole un grito.

Sin apartar los ojos de los de JiMin y con los dedos entrelazados, comenzó a mover sus caderas. Cada vez que salía y entraba en él, reclamaba algo más que su cuerpo. Las apuestas habían cambiado y a esas alturas estaba dispuesto a conquistar su corazón mientras se entregaba a fondo a él, amandolo despacio y con un ritmo constante hasta dejarlo al borde del abismo. En esa ocasión, cuando se dejó caer, YoonGi flotó con él y ambos levitaron tomados de las manos. Cuando volvieron a la realidad, lo abrazó a la luz del fuego, lo beso en la sien y ambos se sumieron en el agradable silencio que cayó sobre ellos como caia la nieve sobre el suelo en el exterior.

El omega fue consciente de que algo había cambiado entre ellos, algo que YoonGi todavía no estaba dispuesto a compartir de modo que se aferró a la esperanza, aunque al mismo tiempo se reprendió por pensar que su corazón le perteneciera.

Un rato después, adormecido por su delicioso calor corporal, lo oyó susurrar:

–El perro puede quedarse.

JiMin se incorporó de inmediato y se preguntó si lo había escuchado bien.

–¿Que?

–Es mi regalo –murmuró mientras acariciaba el cabello del omega – El perro puede quedarse.

Abrumado, JiMin intento buscar las palabras adecuadas para expresar lo que significaba lo que acababa de hacer, pero al igual que le habia sucedido a YoonGi, fue incapaz. De modo que extendio los brazos, lo instó bajar la cabeza y se lo demostró de otro modo.

Al día siguiente, YoonGi miro a su esposo enfermo y negó con la cabeza.

–Te lo dije.

Él gimió y se dio la vuelta para enterrar la cara en la almohada, tras lo cual tosió.

–Se supone que no debes decir eso –reclamó el omega – Necesito frenadol.

El Alfa dejó a su lado una bandeja en la que le llevaba un tazón de caldo de pollo, agua y Jugo de naranja.

–Ni lo pienses. Ya estas tomando antibiótico y jarabe como codeína para la tos. El médico lo dejo muy claro. Además, nada de spray nasal. Leí un artículo sobre el tema.

El omega fruncio el ceño.

–Quiero a mi madre.

Él pelinegro solto unas carcajadas y dejo un beso en los alborotados rizos del omega.

–Tienes televisión, una caja de pañuelos; una novela romántica de las que te gustan y el teléfono. Descansa un poco y dentro de nada estaré otra vez aquí.

–Tengo que ir a la librería. Tae ya tiene suficiente con su pastelería. Ya sabes como se pone si tiene muchas cosas encima.

–Hoy tendrá que vérselas el solo. Debes contratar más gente. Tómate el caldo.

JiMin refunfuño algo mientras el cerraba la puerta sin hacer ruido.

Subio al Volkswagen con aire satisfecho. Con el omega en la cama, por fin tenía la oportunidad de cambiarle las ruedas y el aceite a esa birria oxidada. Lo había acompañado al médico, había llevado las recetas a la farmacia para comprar los medicamentos y después lo había metido en la cama.

Parte de él contemplaba la escena desde afuera y se percataba de que estaba actuando como un esposo. Un esposo de verdad, no ficticio. Lo peor de todo era la profunda satisfacción que le provocaba ese papel.

Cuando llegó a su destino, tomó los papeles del coche de la guantera y se dispuso a esperar. Esperaba que JiMin tuviera el historial mecánico del coche entre todo ese lío de papeles, de modo que empezó a hojearlos.

La carta del banco los dejó pasmado.

Lo leyó de arriba abajo y se fijó en la fecha. Era de hacía un mes. Mucho después de la boda. Después de que JiMin hubiera conseguido el dinero. ¿Qué narices estaba pasando?

Lo llamaron por teléfono y sintió la vibración en sus bolsillos. Contestó distraído.

–¿Diga?

–Ya era hora de que contestaras el teléfono.

Los recuerdos del pasado lo asaltaron de repente. Fruto de mucha práctica, el corazón se le heló de la misma manera que le sucedía a su voz.

–YoonJae. ¿Qué quieres?

Su padre soltó una carcajada.

–¿Ese es el saludo que me merezco por parte de mi hijo? ¿Qué tal estas?

YoonGi soltó la carta en su regazo y siguió hablando con su padre de forma automática.

–Bien. ¿Ya has vuelto de México?

–Si. Me he casado.

Por cuarta vez YoonGi pensó que su madre saldría de repente de su escondite para armar un escándalo. Ese era el patrón habitual. Taehyung y él no eran más que peones que hacían el juego más interesante. Se le recolvio el estómago.

–Felicidades. Oye, tengo prisa y no puedo seguir hablando.

–Hijo, necesito discutir un asunto contigo. Quedamos para almorzar.

–Lo siento, estoy ocupado.

–Será una hora como mucho. Hazme espacio en la agenda.

La amenaza resonó con fuerza del otro lado de la linea. YoonGi cerró los ojos con fuerza mientras luchaba contra el instinto. Sería mejor hablar con él por si acaso YoonJae tenía la retorcida idea de ir por Genius e impugnar el testamento. Sería un lío.

–De acuerdo. –acepto – Nos vemos a las tres en punto. En Omelas.

Cortó la llamada y clavó la vista en la carta.

¿Por qué le había mentido JiMin al decirle en qué había usado los cientos cincuenta mil dólares? ¿Estaría involucrado en algo que él jamás había sospechado? Si había solicitado un préstamo al banco para ampliar la librería y este lo había rechazado, ¿en qué había empleado su dinero?

Las preguntas siguieron asaltandolo, pero todas carecían de sentido. Por algún motivo, JiMin no quería que él descubriera la verdad. Si necesitaba dinero para algo, debería haber acudido a él a fin de que solicitaran el préstamo juntos, porque de esa forma se lo habían concedido sin dudar. ¿Qué narices estaba pasando?

Como tenía que esperar hasta que el mecánico acabará con el coche, se marchó a la oficina para hacer tiempo.

Llamó a JiMin para ver cómo se encontraba y preguntarle si estaría bien hasta que él acabará de almorzar con YoonJae.

La tentación lo instaba a preguntarle cosas más serías, pero una parte de sí mismo dudaba, porque no tenía claro si quería saber la verdad. Aunque estuviera enamorado de él, había algo básico que no había cambiado: no podía ofrecerle estabilidad ni niños. Al final, si JiMin seguía a su lado, acabaría odiándolo. La idea le provocó un pánico abrumador.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro