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「039 」

YoonGi observo a su esposo disfrutar de la cercanía familiar y recordó las reuniones familiares que celebraban durante su infancia en su casa. Su madre bebía sin cesar, mientras que su padre les tiraba coqueteos a todas las invitadas, que fueran atractivas.

Él podía esconder todas las botellas de licor y las cajetillas de tabaco que quisiera, porque nadie le prestaba atención. Recordaba el enorme pavo con un excesivo relleno que cocinaba la cocinera y era más que un símbolo para presumir, y los regalos de Navidad que abrían sin sus padres, ya que nunca estaba con ellos.

Los Park parecian distintos. Bajo el habitual caos, había verdadero cariño. Hasta JoongKi parecía encajar de nuevo, aunque su cuñada hubiera tardado años en perdonarlo del todo. La familia de JiMin había sufrido un duro golpe, pero habían superado todo y en esos momentos parecían mucho más unidos.

YoonGi se esforzó por representar el papel de recién casado sin dejarse atrapar en el hechizo. La sensación de bienestar fue creciendo poco a poco, pero logró desterrarla sin miramientos. Esa no era su familia y sólo los toleraba porque se había casado con JiMin. Necesitaba recordarlo. Sintió un dolor sordo en el pecho, pero se desentendió de él. Si, parecían aceptarlo abiertamente, pero solo porque creían que el matrimonio entre ellos era real. Al igual que sucedía con todos los demás, dicha aceptación llegaría a su fin.

De modo que era mejor acostumbrarse a la idea con tiempo.

JoongKi le dio unas palmadas en la espalda y le dijo a su hermano.

–Joongkyu, ¿Te has enterado de lo que YoonGi quiere hacer en la zona del río?

El Tío Joongkyu negó con la cabeza.

–Su empresa es una de las que van a participar en la licitación para renovar todos los edificios. Es fantástico. –Añadió, orgulloso– Ahora puedo presumir de un médico y de un arquitecto. No está mal.

El tío Joongkyu asintió y ambos comenzaron a hacerle un montón de preguntas a YoonGi sobre su profesión. De repente, sintió algo en su interior. Aunque respondió a todas las preguntas, las defensas que protegían sus emociones comenzaron a requebrajarse. JoongKi no le hablaba como si fuera un yerno, sino si fuera su hijo, al compararlo con NamJoon.

Hye Kyo se había percatado de cuales eran su platos favoritos y se los señalo con una sonrisa, mientras él se ruborizaba al ser objeto de semejante atención. El Tío Kihyun lo invitó a su casa para enseñarle su flamante televisor de pantalla plana y ver juntos algún partidos de los Giants, al ser parecer encantado de contar con otro miembro Alfa en la familia.

Ansioso por disfrutar de un momento de paz para aclararse las ideas, se excuso y enfiló el pasillo en busca de un cuarto de baño. Al pasar por una de las habitaciones, vio a un grupito de omegas y alfas hablando muy bajito y riéndose. JiMin tenia un bebé en brazos, el bebé de alguna de sus primas, supuso, y lo mecía con elegancia natural de un omega. La conversación no se detuvo, y YoonGi capto un:

El sexo es genial.

Justo cuando se detenía al pasar frente a la puerta.

En ese instante lo vieron y todas guardaron silencio mientras lo miraban.

YoonGi cambio el peso del cuerpo a la otra pierna al sentirse muy incómodo de repente bajo las miradas de los primos de JiMin

–Hola... estoy buscando el cuarto de baño.

Todos asintieron, pero sin dejar de mirarlo fijamente. Al final JiMin le respondió.

–Utiliza el baño del último dormitorio, cariño. Y cierra la puerta por favor.

–Claro.

YoonGi cerró la puerta y escucho una risa tonta, tras lo cual el grupo entero estalló a carcajadas. Negó con la cabeza y siguió hasta el final del pasillo. De repente, lo detuvo SoYeon, que apareció prácticamente de la nada.

–Hola.

–Hola –replicó YoonGi. La niña lo miraba con los ojos abiertos y el tragó saliva, preguntándose si debía entablar una conversación con ella y si seria aceptable que se limitara a rodearla para seguir con lo suyo –Estoy buscando el baño.

–Yo también tengo que hacer pis –anunció la niña.

–Ah, Bien. ¿Y por qué no vas a buscar a tu papi?

–No está aquí. Tengo que hacer pis. Vamos.

Le tendio una manita y el pánico lo abrumó. Ni de coña iba a llevar a una niña pequeña a hacer pipí. No sabía que hacer. ¿Y si había algún problema? Retrocedió un par de pasos y Meneó la cabeza.

–Esto... no, SoYeon. ¿Por qué no le dices al Tío JiMin que te acompañe?

La niña hizo un puchero.

–Tengo que ir ya.

–Espera aquí.

Se volvio y llamó a la puerta de la habitación donde estaban reunidos los primos. Al otro lado se hizo silencio.

–¿Quien es?

–YoonGi... JiMin, tu sobrina quiere que la lleves al baño para hacer pis.

Se produjo un silencio.

–Cariño, estoy ocupado. Acompañala tú, ¿bien?. No tardarás nada.

Acto seguido, se escuchó un murmullo y una carcajada. El alfa se marchó temeroso de admitir delante de esas personas que analizaban cada uno de sus movimientos que era incapaz de manejar la situación. Regresó junto a la niña.

–Bueno, ¿Puedes esperar un minuto más? ¿Y si le digo a la abuela que te acompañe?

La niña negó y sus rizos dorados se agitaron y empezó a dar saltitos.

–Tengo que ir ya, por favor, por favor.

–Un momento –corrió por el pasillo hacia la cocina, donde Hye estaba rellenando el pavo –¿Hye Kyo?

–¿Si, YoonGi?

–Verás, Soyeon necesita ir al baño y quiere que la acompañes.

Se limpio la frente con un brazo, pero siguió a lo suyo.

–Ahora mismo no puedo. ¿Por qué no la llevas tú? No tardarás nada.

El alfa se preguntó que pasaría si de repente se echará a llorar. El espanto de la situación lo golpeo con fuerza y comprendió que no le quedaba más remedio que llevar a Soyeon al baño o se haría pis encima, le echaría la culpa a él y entonces sí que se metería en un buen lío.

Corrió otra vez hacia El pasillo y la encontró dando saltitos.

–Bien. Vamos. Aguanta, aguanta, aguanta –repetía una y otra vez mientras cerraba la puerta del baño y le levantaba la tapa del inodoro.

Soyeon se alzo el vestido y esperó, de modo que YoonGi supuso que necesitaba ayuda con la ropa interior. Cerró los ojos y le bajó las braguitas, tras lo cual la levantó para sentarla en el inodoro. La escucho suspirar, aliviada, y al instante escucho la confirmación de que todo iba bien. Recupero la confianza. Podía hacerse cargo de una niña. No habría nada que temer.

–Quiero helado.

Mierda -pensó

Decidió repetir las mismas palabras que había usado JiMin y que tan bien funcionaron.

–Despues de cenar.

–No, ahora.

Respiro e intentó de nuevo.

–Podrás comer helado, pero tendrás que esperar un momento, ¿Bien?

El labio inferior de Soyeon empezó a temblar.

–Quiero helado y ya espere mucho; y te prometo que me comeré toda la cena si me das helado. ¿Sí?

YoonGi se quedó boquiabierto al escuchar sus lacrimogénas súplicas. ¿Qué se suponía que debía hacer? Se recordó que era un arquitecto prestigioso. ¿Tan difícil era controlar a una niña?

Mantuvo la voz firme y dijo.

–Primero tienes que comerte la cena y después, el helado. Debes hacerles caso a tu padre y tu Tío.

El labio inferior tembló un poco más. Las lágrimas aparecieron en sus ojos azules.

–Pero Papi Jin y el tío JiMin nunca me hacen caso. Te prometo de verdad, de verdad que me comere todo, pero quiero helado ahora. Puedes tomarlo del congelador sin que te vean, yo me lo comeré aquí y no me ensuciare ¡Y serás mi mejor amigo! ¡Por favor!

Yoongi se estremecio, aterrado, pero se mantuvo en sus trece.

–No puedo.

Soyeon empezó a llorar.

Al principio, el alfa creyó que podría hacerlo. Unas cuantas lágrimas, la tranquilizaría, la llevaría de vuelta con su padre y seguíria siendo el adulto que manejaba la situación. Sin embargo, la niña comenzó a sollozar con gran sentimiento mientras las lágrimas se deslizaban por sus sonrosadas mejillas. Los labios temblaban tanto que YoonGi no pudo soportarlo más. Tras suplicarle que dejara de llorar sin que sus palabras tuvieran efecto alguno, hizo lo único que le quedaba hacer.

–Bien, te traeré un poco de helado.

La niña se sorbio la nariz con delicadeza. Las lágrimas le mojaban las pestañas rubias y seguían deslizándose por sus mejillas.

–Te espero aquí.

Tras dejarla en el baño, YoonGi volvió al pasillo, donde pensó que encontraría a su padre, a su abuelo o a alguna tía que lo detuviera. Sin embargo, al entrar en la cocina descubrio una escena caótica. Abrio el congelador y vio un Bolt. Espero por sí lo descubrían.

Nada.

De modo que tras quitarle el envoltorio al Bolt, cogio una servilleta y regreso al cuarto del baño.

Soyeon aún estaba sentada en el inodoro.

Le ofreció el Bolt y ella extendio una manita regordeta mientras esbozada una sonrisa más dulce que YoonGi había visto en la vida. Se le derritió el corazón al tiempo que Soyeon lo miraba a los ojos y le prometía lo que quisiera.

–Gracias. ¡Eres mi mejor amigo!

El orgullo lo abrumó mientras la observaba comerse el Bolt. Los niños siempre tenían hambre, pensó, así que estaba seguro de que después se comeria la cena, si bien decidió recordarle que todo el episodio era un secreto.

–¿Soyeon?

–¿Si?

–No olvides que el Bolt es un secreto, ¿eh? Es nuestro secreto.

Ella asintió con la cabeza, muy seria.

–Nayeon y yo tenemos muchos secretos. Pero no podemos contárselo a nadie.

YoonGi hizo un gesto afirmativo con la cabeza satisfecho.

–Exacto. Los secretos no se cuentan a nadie.

Alguien llamó a la puerta.

–Yoon, ¿Estas ahí?

–Vete, JiMin. Estamos bien. Saldremos enseguida.

–Tío Jim. ¿Sabes que? –grito la niña– ¡Me estoy comiendo un Bolt de helado!

YoonGi cerró los ojos.

La puerta se abrió y YoonGi vio la escena desde el punto de vista de JiMin.

Soyeon estaba sentada en el inodoro, comiéndose el polo, mientras que él la miraba sentado en el taburete con un trozo de papel higiénico en la mano.

–Mierda.

–Mierda, mierda, mierda, mierda –repitió la niña con alegria–¿Has visto mi Bolt Tio? ¡Me lo dio él! ¡Es mi mejor amigo!

El alfa espero el estallido. Las carcajadas. Cualquier cosa salvo el silencio que reinaba en el vano de la puerta. Cuando por fin logró reunir el valor para mirarlo descubrio que su esposo lo observaba con una mezcla de asombro, sorpresa y otra emoción que no supo identificar. ¿Ternura?

Lo escucho carraspear antes de decir.

–Te superaste esta vez, Bicho. Un mordisco más y me lo das.

–Bien.

YoonGi se preguntó por qué la niña no discutía con JiMin, y después supuso que debía sentirse agradecido. Su esposo envolvió el Bolt en un montón de papel y lo dejó en la papelera. Después, aparto a YoonGi y le quitó el trozo de papel de las manos para limpiar a su sobrina. Una vez lista, la bajó del inodoro, le subió las bragas, le bajo el vestido y ambos se lavaron las manos. Por último, JiMin le lavo la boca a la niña para borrar cualquier rastro de helado.

El omega salió del baño con una niña de tres años muy contenta y un adulto confundido. De repente, se agachó al lado se su sobrina para decirle algo al oído.

La niña asintió con la cabeza y corrió para reunirse con los demás invitados.

–¿Que le has dicho? –quiso saber YoonGi.

Él sonrio.

–Le dije que si dice algo sobre el helado, jamás le daremos otro. Confía en mi, esa niña habla nuestro idioma.

–¿No estas molesto?

JiMin volteo para mirarlo.

–¿Estas bromeando? No tienes idea de cuantas cosas le he dado a escondidas a ese angelito. Lloró ¿Verdad?

El alfa quedó boquiabierto.

–¿Como lo sabes?

–Conmigo lo hace siempre. Eras un caso perdido desde El principio, Ah, una cosa más.

–¿Qué?

–Todo esto merece una recompensa –dijo mientras se acercaba a él y pasaba sus dedos por sus mechones largos.– Estoy al cien y pienso demostrartelo esta noche en casa. –le dejo un beso en el cuello.

El asombro lo dejo plasmado.

–Me gusta eso. Por qué mejor no te quedas conmigo. –lo tomó de las caderas.

JiMin lo beso con frenesí, metiendole la lengua en la boca. Una vez satisfecho, se apartó con una sonrisa.

-No. Pero estaré el tiempo que quieras cuando estemos en casa.

Acto seguido se alejo contoneando las caderas, dejándolo empalmado y con expresión confundida.

Omegas...

Omegas, no -dijo su lobo- Min JiMin..

Y el pelinegro asintió con una sonrisa de lado.

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