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「037 」

JiMin se incorporó en la cama. La sábana y bajo del todo y se quedó arrugada en torno a su cintura. Con el torso desnudo, se apoyó en un codo y apartó algunos mechones de su rostro. Hizo oídos sordos al sonido estrangulado que soltó el alfa e hizo una nota mental de contárselo.

–¿Solo bien?

–No, no, estuvo genial –Hizo una pausa– Más que genial, omega.

Si, estaba perdiendo los papeles. Insistió.

–Me alegró. He estado pensando en nosotros y en como continuar a partir de ahora. Podemos olvidar lo de anoche y no volver a acostarnos. Así las cosas serán menos complicadas. ¿Te parece?

El asintió con la cabeza sin apartar la vista de sus muslos que contenían marcas de sus dientes. Ladeo la cabeza para observar mejor debajo de las sabanas.

–Bien.

–O podemos continuar.

–¿Continuar?

–Acostandonos.

–Mmm.

–¿Que te parece?

–¿El qué?

JiMin se preguntó si se le habría frito el cerebro o si era verdad que la sangre abandonaba la cabeza de los alfas para concentrarse en otra parte. Una miradita de reojo confirmó sus sospechas, además de su aroma. Su plan estaba funcionando a la perfección. Solo necesitaba que admitiera que quería seguir acostandose con él para que todo lo demás se arreglara por si solo.

–¿YoonGi?

–¿Sí?

–¿Me vas a contestar o no?

–¿Qué me preguntaste?

–Que si seguimos acostandonos hasta que se disuelva el matrimonio o volvemos a ser solo amigos.

–¿JiMin?

–¿Sí?

–Yo votó por el primero.

El omega pasó de estar disfrutando de esa lenta tortura a encontrarse bajo su cuerpo, aplastado contra el colchón, mientras lo instaba a besarlo.

El beso fue un cálido saludo. Sus labios lo devoraban mientras su lengua lo atormentaba y bebía de su boca con ansia. Cuando YoonGi le frotó la cara, la áspera barba le irritó la piel. Transcurridos unos segundos, el alfa acabó de apartar la sábana para acariciarlo y excitarlo, para aumentar la pasión con movimientos rápidos y eficaces que le arrancaron un gemido y lo hicieron separar los muslos.

YoonGi extendió la mano hacia la mesilla de noche, pero él lo detuvo.

–Tomó supresores –le dijo– para controlar mis celos.

Eso era lo que necesitaba saber. YoonGi se quitó los pantalones, le colocó las manos en los muslos y lo penetró.

JiMin jadeo, le clavó sus cortas uñas en los hombros y se aferro a él con fuerza.

El alfa lo castigo por haberlo atormentado, llevándolo al borde del orgasmo para después apartarlo cuando estaba a punto de alcanzarlo. Inclinó la cabeza para saborear su cuello, le lamió los pezones y volvió a excitarlo una vez más solo para dejarlo otra vez a las puertas. JiMin movió la cabeza de un lado a otro, pero al final lo agarró de la cara y lo obligo a mirarlo. Sintió la aspereza barba en las palmas de las manos.

–Ahora.

YoonGi se negó, con un férreo control que detestaba y admiraba a la vez. Tenia una sonrisa muy sexy en la cara.

–Pidemelo por favor.

–Te detestó.

–No lo creo, cariño. –El omega solto un grito cuando el alfa lo volvió a penetrar de golpe.

Él soltó una maldición cuando volvió a llevarlo hasta la cima. Lo consumía una ansia enloquecedora y se juró no volver a utilizar jueguitos de poder con su esposo, porque su venganza era letal. Levantó las caderas con exigencia.

–Por favor, Alfa.

YoonGi lo volvió a penetrar de golpe y lo catapultó al orgasmo. Su cuerpo comenzó a estremecerse y se aferró a él con fuerza mientras el alfa alcanzaba su propio orgasmo. Sin salir de él, cayó sobre su cuerpo cuando el nudo se formó y apoyo la cabeza en la almohada, junto a la suya. En la habitación solo se escuchaban sus jadeos.

JiMin cerró los ojos un momento. Sus aromas mezclados con él café y el sexo, inundaron sus sentido. De repente, sintió una punzada de miedo. Había pasado una sola noche y su cuerpo lo acogía como si fuera su media naranja. Él no era de los que mantenían encuentros sexuales sin ataduras. Era de los que se enamoraban hasta las cejas y soñaban con finales felices.

Sin embargo, no habría final de cuento de hadas con Min YoonGi. Se lo había dejado muy claro desde principio. Necesitaba recordarse las limitaciones de YoonGi todos los días, sobre todo después del sexo. Necesitaba separar lo físico de lo emocional. Necesitaba proteger su corazón en una torre tan alta y tan fuerte de la que ni siquiera Rapunzel pudiera escapar. Necesitaba disfrutar de los orgasmos y de la amistad, y después marcharse.

Claro sin problemas.

Su lobo le grito que era un mentiroso, pero lo ignoró.

–Supongo que esto cierra el trato.–dijo

YoonGi soltó una carcajada y le pasó un brazo por encima, un gesto que él aprovecho para acurrucarse contra él.

–Creo que hemos tomado la decisión más lógica. Ahora tenemos algo más interesante que hacer que jugar al ajedrez o al póquer.

Le dio un golpe juguetón en el brazo.

–No te vas a librar de nuestros torneos, guapo. Solo vamos a darle más vida a esta relación.

–¿Cómo?

–¿Has jugado al strip póquer? –preguntó

–JiMin, eres un omega increíble. –dijo mientras volvía a su posición, arriba de él.

–Lo sé.

Y lo besó, dando paso a una mañana llena de pasión.

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