「032 」
Sus palabras lo golpearon como un gancho de derecha que lo pillo desprevenido. Dio un respingo, pero se recupero enseguida. La tristeza que le provocaban las mentiras se esconde, pero JiMin se recordó que todo era un asunto de negocios, aunque de alguna manera supiera que había hecho daño.
La cara de YoonGi mostró desinterés.
–Bien, si lo prefieres así..
–Es que me gustaría que nos atuvieramos al trato en nuestra relación. Que te involucres con el proyecto de mi cafetería no es una buena idea. ¿No crees?
–Claro lo que tú digas.
El silencio los rodeó, empezando a ser incómodo. Carraspeó.
–De vuelta a lo de la reunión, tienes que ir. No te queda otra.
–Diles que tengo trabajo.
–Vas a ir. Es importante para mi familia. Si no vamos sospecharan que pasa algo malo.
–Detesto las reuniones familiares.
–Te oí –rodo los ojos– pero no me importa.
–Las reuniones familiares no estaban en el contrato.
–Hay ocasiones en las que no podremos ceñirnos al contrato al pie de la letra.
Al escucharlo, YoonGi levantó la cabeza de repente, como si le estuviera prestando atención.
–Creo que tienes razón. Debemos tener cierta flexibilidad y admitir que tal vez cometamos algunos errores por el camino.
JiMin asintió con la cabeza y se llevó los últimos espaguetis a la boca.
–Exacto. ¿Vas a ir?
–Claro.
Ese cambio de opinión tan drástico hizo que sospechara, pero se desentendió del asunto. El plato vacío se burlaba de él. Joder ¿que había hecho?
–Y es curioso que hayas mencionado lo del contrato –Continuo él– Porque ha surgido un pequeño problema, pero ya está resuelto.
A lo mejor podría hacer algo más de ejercicio en la cinta de correr. Y un poco de pesas. Incluso volver a la clase de yoga.
–No iba a comentartelo, pero quería ser sincero. Seguramente ni te importara.
Llamaría a Taehyung por la mañana para ir a clase de Kickboxing. La clase quemaba un montón de calorías y la defensa personal se le daba muy bien.
–HoSeok me beso.
Levantó la cabeza al instante.
–¿Que has dicho?
YoonGi se encogió de hombros.
–Me llamó y me dijo que quería verme. Dijo que se iba a mudar a California. Fue él quién me besó, así que supongo que era su idea de despedida. Fin de la historia.
Entrecerró los ojos al escucharlo. Esa aparente despreocupación ocultaba algo más. Además, sabía que la manera de sonsacarselo consistía en fingir que el asunto no era nada de otro mundo.
–¿Un beso de despedida? Eso no suena muy grave.
El alfa se sentó de nuevo, muy aliviado, mientras él hacía como que comía las hojas de ensalada que le quedaban para eliminar parte de la tensión.
–¿En la cara o en la boca?
–En la boca. Pero fue visto y no visto.
–Bien. Así que nada de lengua, ¿no?
La silla hizo crujido cuando YoonGi se removió. Acababa de pillar a ese hijo de puta.
–Pues no...
–¿Seguro?
–Tal vez un poco. Pasó tan deprisa que no me acuerdo.
Incluso de niño se le daba fatal mentir. Siempre acababa metido en líos, mientras que Taehyung se libraba del castigo porque era muy bueno mintiendo. Era como si le creciera la nariz y le gritara la verdad al mundo.
–Bien. Lo importante es que me has contado la verdad. ¿Donde fue?
–En el Río.
–¿Despues de la reunión?
–Si.
–¿Te llamó por teléfono?.
–Le dije que no fuera, pero según él era importante, así que lo espere. Le dije que no quería verlo más.
–Y después él te beso y tú lo apartaste.
–Eso es.
–¿Donde tenia las manos?
YoonGi parecía confuso. Parecía estar pensando la respuesta, como si se tratara de una pregunta trampa.
–¿A que te refieres?
–Sus manos. ¿Donde las puso? ¿Te las colocó en el cuello o en la cintura? ¿Donde?
–En el cuello.
–Y tú ¿Donde pusiste las tuyas?
–¿Antes o después de apartarlo?
Bingo -pensó.
–Antes.
–En la cintura.
–Bien. Así que parece que tardaste un poco en apartarlo, que hubo lengua y que su cuerpo estuvo pegado al tuyo... ¿durante cuánto tiempo?
El alfa miro con cierta desesperación el vaso vacío de Whisky, pero respondió la pregunta.
–No mucho.
–¿Un minuto? ¿Un segundo?
–Un par de minutos. Después lo aparté.
–Si eso ya lo mencionaste.
JiMin se levantó a recoger los platos. El alfa titubeó como si no supiera bien qué hacer, pero al final se quedó sentado. Se hizo un silencio incómodo. JiMin terminó de recoger sin pronunciar las palabra, dejando que la tensión aumentará. El momento de su rendición fue como un chasquido.
–No tienes motivos para enfadarte. –le dijo el alfa.
Él metió los platos en el lavavajillas y después fue hacia el frigorífico. Con movimientos precisos, sacó el helado, el jarabe de chocolate, la nata montada y las cerezas.
–¿Por qué iba a enfadarme? Ese beso no significó nada, aunque tú violaras el contrato.
–Acabamos de decir que a veces no se puede seguir el contrato al pie de la letra. ¿Que haces?
–Preparándome postre. Bueno, ¿qué hizo HoSeok cuando lo apartaste?
Siguió montando el helado y dejando que el sintiera la presión.
–Se enfadó porque lo rechace.
–¿Por qué lo apartaste, Yoon?
Parecía incomodísimo.
–Porque nos hicimos una promesa. Aunque no nos acostemos, prometimos que no seríamos infieles.
–Muy lógico. Me sorprende que pudieras pensar con tanta claridad después de un beso así. Conmigo lo entiendo. Pero con Hoseok parece inspirarte una respuesta apasionada.
El mayor quedo boquiabierto. JiMin puso la nata montada sobre el helado y esparció unas cuantas cerezas por encima, tras lo cual se alejó un poco para admirar su obra.
–¿Crees que reacciono de forma más apasionada con Hoseok?
Él se encogió de hombros antes de contestar:
–Cuando lo conocí, me resultó evidente que saltan chispas cuando están juntos. Nosotros no tenemos ese problema. A mi solo me has besado porque estabas enojado o aburrido.
–¿Aburrido? –YoonGi se frotó la cara con las manos antes de enterrar los dedos en el pelo. Se le escapó una carcajada seca. –No me lo puedo creer. No tienes ni idea de lo que he sentido cuando HoSeok me besa.
JiMin sintió que le clavaban un puñal en el corazón, con tanta precisión como el bisturí de un cirujano. En esa ocasión no le sangro la herida; se limitó a aceptar con resignación que el hombre con el que se había casado siempre debería a un supermodelo, no a él. Que siempre sucumbiria a la tentación de dar un último sorbo antes de que se impusiera la dichosa ética. Era legalmente fiel, pero en su cabeza era infiel.
Él era algo secundario, y YoonGi nunca lo desearía como deseaba a su ex. Al menos, no en el plano físico.
La furia se apodero de él, una furia candente y satisfactoria, mientras contemplaba su postre perfecto. Min YoonGi adoraba la lógica y la razón, y había analizado en profundidad su respuesta. Empleaba la sinceridad porque era un hombre justo. Sin embargo, a él le enfurecia su aparente incapacidad para reconocer que tenia todo el derecho del mundo a enojarse tras enterarse de que su esposo había besado a su ex amante. YoonGi esperaba que se compórtase con tranquilidad, con mesura, y que perdonase su indiscreción para dejarlo en el olvido.
Con movimiento muy elegante, cogió el pesado cuenco y se lo volcó en la cabeza.
YoonGi chilló y se levantó de un salto, luciendo una expresión de auténtica incredulidad, mientras él helado de chocolate, el jarabe y la nata montada le resbalaban por la cabeza y las mejillas.
–¡Maldición!
Su rugido fue un grito de indignación y de confusión, y una demostración de emoción tan sincera que JiMin se sintió mejor de inmediato.
Satisfecho, se limpio las manos en el paño de cocina y retrocedió. Incluso consiguió enbozar una sonrisa educada.
–Si fueras el hombre tan inteligente y razonable que pareces ser, deberías haber apartado a HoSeok de inmediato y haberte ceñido al trato. En cambio, te has dado el lote con él en público, junto al río; le has metido la lengua en la boca y lo has acariciado. Pues esta es mi respuesta inteligente y razonable a tu traición, hijo de puta. Que disfrutes del postre.
Se dió vuelta y subió la escalera.
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