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「029 」

El omega no estaba dispuesto a que él se explicara. Estaba convencido de que ya tenía una larga lista de excusas en la punta de la lengua. Se había enojado y perdido el control. La falta de sueño lo había instado a besarlo y mandar al infierno las consecuencias. Su lobo se había apoderado de él.

Después de que la policía apareciera de repente, cayendo sobre él como un balde de agua fría, seguro que había reflexionado al respecto y había decidido que a ninguno de los dos le convenía echar un polvo. Al fin y al cabo, eso era lo acordado. Al fin y al cabo, era un matrimonio de conveniencia.

Al fin y al cabo, no era real.

La neblina sexual se había evaporado, y lo había dejado con un dolor sordo y molesto. El policía era el destino. La Diosa Luna por fin le había ayudado.

-JiMin...

-No.

Levantó la mano y el alfa guardo silencio.

JiMin supo que en ese momento que las emociones que le provocaba Min YoonGi eran muy peligrosos y no tenía nada que ver con su lobo. Eran sentimientos reales y complicados. Se enfrentó a la verdad como si fuera una cucharada de jarabe amargo y asumió los hechos con entereza.

Si se acostaba con el alfa las cosas se complicarían mucho para él, pero para YoonGi todo seguiría igual. Él se enamoraría y el alfa se la pasaría en grande. Él acabaría con el corazón destrozado después del año de conveniencias y él mayor se largaría sin mirar atras.

Sin embargo, reparó en otro detalle que le golpeó la cabeza como si fuera un ladrillazo.

Si YoonGi se lo pedía, se acostaria con él.

Estuvo a punto de estremecerse por la vergüenza. Cuando él lo tocaba, era incapaz de controlarse porque se le revolucionaban las hormonas. Ni siquiera podía prometer que no fuera a claudicar en el futuro. Sin embargo, había algo que tenía muy claro: sólo se acostaria con el alfa si el se los suplicaba.

Quería verlo loco de deseo por él, tan excitado y caliente que una simple caricia lo hiciera perder el control. Como había sucedido esa noche. No quería que se escudara tras excusas como el genio, la falta de sueño o el alcohol. Quería que el sexo con él fuera fabuloso, natural y apasionado, que YoonGi tuviera las ideas claras y la mente puesta en él. No en Hoseok. No en el fin del celibato.

Quería que lo deseara solo a él.

Esa sería la gota que colmaría él. Porque esa noche tenía claro que YoonGi no estaba convencido de querer meterse en la cama con su esposo.

Se felicito por ser tan lógico con él. Si no podían tener sexo, tendría que seguir alejandolo de él, caminando por la delgada línea que separaba la amistad del deseo. Ya estaba cansado de luchar. De modo que decidió ser honesto, más o menos. Al fin y al cabo, nada como endulzar la medicina para que entrará mejor.

-Yoon, lo siento. -Se enderezó y uso la dignidad como si fuera una capa envolvente- Me equivoque al esconderte la presencia de todos los perros. Lo limpiaré todo y los llevaré de vuelta al refugio mañana. Si alguna vez necesitan de nuevo mi ayuda, te lo diré y estoy seguro de que podremos arreglarlo.

-JiMin...

El omega lo interrumpió, ya que no quería detenerse.

-Y sobre lo que pasó entre nosotros, no te preocupes. De igual manera me deje llevar por el enojo, y tengo entendido que entre la ira y la pasión solo hay un paso. Además, ambos estamos algo frustrados en el ámbito sexual. Es normal que pase esto. No quiero hablar de tema. Estoy harto de analizar nuestro matrimonio de conveniencia. Sólo nos une el dinero, así que tenemos que ir de acuerdo al trato. ¿Bien?


YoonGi se esforzó por mantener la compostura mientras escuchaba el sermón de su esposo. El hormigueo que sentía en la espalda le dejó claro que JiMin estaba ocultando muchas cosas. Sabía que las tornas podían cambiar por completo cuando se iba por la lógica.

Aparto sus pensamientos y lo miró. A medida que pasaban los días le parecía más atractivo. Sus ojos, su sonrisa y su corazón irradiaban luz. Sus conversaciones habrían puertas que hasta él había pensado que estaban cerradas, y el resultado era una extraña marea emocional con la que no se sentía cómodo. Con la que jamás se sentiría cómodo.

JiMin era un omega que necesitaba una relación estable. Joder, se merecía una relación estable. Y el solo podía ofrecerle sexo y amistad. No amor.

Había tomado esa decisión hacia ya muchos años. De lo contrario, el coste sería demasiado grande.

Así que fue testigo, con una mezcla de emociones y bastante arrepentimiento, del momento en el que él frágil vínculo que los unía se rompió de nuevo.

Se obligó a asentir con la cabeza y a esbozar una sonrisa.

-Disculpas y explicación aceptadas. Se acabaron los análisis.

Él le devolvió la sonrisa, pero mantuvo una expresión distante.

-Me alegro. ¿Por qué no subes mientras yo limpio todo?

-Te ayudare

-Prefiero hacerlo solo.

YoonGi camino hasta la escalera y se fijó en el Golden acurrucado en acurrucado en el ricón.

Era muy alargado, tenia El pelaje amarillento y una cara feísima. En sus ojos descubrió el reflejo de su propio pasado: mucho dolor y soledad. Tenía el pelo enredado y no meneaba la cola, que descansaba en el suelo. Definitivamente, era un solitario, como un niño grande en un orfanato, rodeado de bebés bonitos.

Seguramente lo habían descubierto intentando robar comida. Seguramente ni tenía familia, ni hijos, ni amigos. El perro se mantuvo inmóvil al pie de la escalinata y lo siguió con la mirada mientras él subía.

Recordó el verano que encontró un perro abandonado en el bosque. Estaba famélico, con el pelo sucio y sin brillo, y una mirada desesperada. Lo llevó a casa y le dio agua y comida. Al final, sus cuidados le devolvieron la salud y así ganó si amistad.

Durante un tiempo logró mantenerlo escondido de su madre, ya que la casa era muy grande, y el ama de llaves le prometió guardar el secreto. Hasta que un día volvió a casa y, cuando fue a buscarlo, descubrió que su padre había vuelto de su viaje a las islas Caimán. Supo de inmediato que el perro había desaparecido.

Al enfrentarse a su padre, Min YoonJae se echo a reir y le dio un empujón..

-Niño, en esta casa no se admiten perdedores. Ahora bien, si quieres un perro de verdad, como un pastor alemán... Ese bicho no servía para nada y encima se ha cagado en la casa. Me deshice de él.

Su Padre se marchó y YoonGi aprendió de nuevo la lección. No debía crear lazos sentimentales jamás. Se pasó años pensando todos los días en ese perro. Al final, encerró su recuerdo en un lugar donde no volviera a molestarlo.

Hasta ese momento.

YoonGi titubeó por segunda vez esa noche, ya que ansiaba arriesgarse, pero temía demasiado las posibles consecuencias. El corazón latía rebosante de anhelo, intranquilidad y confusión. Sin embargo, siguió subiendo y les dio la espalda a su esposo y al perro al cerrar la puerta de su dormitorio.

Este capítulo, siempre me recuerda a Kiss me liar.

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