「026 」
Aterrado, dejó el cobertor de lana sobre la silla y cerró la puerta al salir. Acto seguido, corrió por el pasillo y se detuvo justo delante de él.
–Hola.
YoonGi parecía mirarlo con expresión recelosa. Algunos mechones oscuros le cubrían la frente mientras lo observaba con los ojos entrecerrados, como si no se fiara de la cordialidad que demostraba. JiMin se sintió culpable, pero decidió desentenderse del sentimiento.
–Hola– replicó él al tiempo que echaba un vistazo por la casa, un gesto que hizo a JiMin contener la respiración– ¿Que sucede?
–Nada –contesto rapidamente– Estaba a punto de preparar la cena. A menos que estés cansado y quieras acostarte ahora mismo.
El alfa enarco una ceja al percibir el deje esperanzado de su voz.
–Son las seis –Informó.
–Cierto. Bien. Supongo que tienes mucho trabajo que hacer, ¿Verdad? Te subiré la comida al estudio si quieres.
A esas alturas YoonGi ya estaba irritado.
–Ya he trabajado bastante hoy. Quiero relajarme con una copa de vino y ver el partido.
–¿Juegan los Mets?
–No lo sé –respondió el alfa– De todas formas no han pasado de fase y tampoco clasificaron como los primero de su liga. Los Yankees todavía tienen una oportunidad.
JiMin se removió bastante molesto.
–Van demasiado alejados de los puesto de cabeza. No lo lograrán. Los Yankees no llegarán este año a la final.
YoonGi suspiro impaciente.
–¿Por qué no ves a los Mets arriba?
–Quiero la tele grande.
–Y yo.
JiMin se mostró muy gruñón. Se aferró a la emoción, agradecido por el hecho de que el miedo hubiera desaparecido. Le dió la espalda a YoonGi y se marchó hacia la cocina.
–Bien. Pues reclamo el favor que me debes.
YoonGi colgó su abrigo negro de lana en el armario, pero se detuvo en la puerta. Lo observo sacar los ingredientes para la ensalada que después no iba a comerse y cortar la verdura que pensaba preparar en el wok. Después, se acercó al frigorífico, sacó una botella de vino y le sirvió una copa a JiMin.
–¿Qué dijiste?
–Que reclamo el favor que me debes. Quiero ver a los Mets en la tele grande del salón. Quiero que tu te quedes arriba y veas allí el partido de los Yankees. Y no quiero escuchar ni un solo ruido. Ni un grito, ni un silbido, ni un ¡Vamos, Yankees!. ¿Queda claro?
Cuando miro hacia atrás, JiMin vio al alfa que lo observaba boquiabierto, como si le hubieran salido cuernos. Intentó no reparar en lo atractivo que se veía con la boca abierta y con esos increíbles brazos que tensaban la camisa gris. ¿Por qué mierda tenía que ser tan hermoso?. Tanto las mangas de la camisa como el cuello seguían impecables apesar de haberlo llevado el día entero. Se había desabrochado los botones de los puños y se había remangado, como acostumbraba hacer.
El omega se fijo en la pálida piel de sus brazos con diminutos vellos apenas perceptibles y esos dedos fuertes que aferraban la copa con fuerza. Se estremeció al pensar en que dichos dedos podían tocar muchas otras cosas. Intento no comerselo con los ojos como si fuera un adolescente y siguió cortando las verduras.
–Estás Loco– Al parecer el alfa necesito recuperarse de la sorpresa porque tardo un rato en hablar – Se supone que este tipo de favores se reserva para cosas importantes.
–Yo decido cuando solicitó el favor.
YoonGi se acercó. Su calor corporal amenazaba con hacer trizas su cordura. Ansiaba apoyarse en su pecho, esconder su rostro en la curvatura de su cuello y dejar que sus brazos rodearan su cintura. Ansiaba sentir el apoyo de esos fuertes músculos y fingir que eran un matrimonio de verdad. Se estamparian sin cuidado en la cocina y acabarían haciendo el amor en la regia mesa de roble, entre el vino y la pasta. Después compartirían la cena, hablarían tranquilamente y verían el partido de los Mets. Se obligó a tragar saliva y a olvidar la fantasía.
–¿Vas a solicitar el favor para ver un dichoso partido de beisbol?
–Ajá –dijo concentrado en la deliciosa comida que preparaba.
JiMin echó el ajo y los pimientos en el Wok y YoonGi se acerco un poco más, hasta tal punto que él notó el roce de la hebilla del cinturón en la espalda. Pese a estar cubierta por la gruesa tela de los vaqueros, la idea de que pudiera tocarlo de forma más íntima hizo que le temblaran las manos. Su cálido aliento le acarició la nuca al tiempo que apoyaba las manos en la encimera y lo aprisionaba entre sus brazos.
– Los favores son algo valioso. ¿Quieres mal gastar este en un ridículo partido que no tiene menor relevancia?
–Para mi todos los partidos de los Mets son relevantes. Al contrario de lo que les pasa a ustedes, no los toman muy enserio porque ya estan muy confiados. Ganar es fácil para ustedes. Asi que ya dan la victoria por sentada.
YoonGi le gruño al oido.
–Yo no siempre gano.
El omega se aferró al tema de beisbol.
–Mantuvieron su arrogancia incluso después de perder la final con los Sox. Ni siquiera le demuestran respeto a los demás equipos.
–No sabía que los pobres Yankees eran capaces de formar tanto alboroto.
–Son los seguidores, más que el equipo en sí. Nosotros, los seguidores de los Mets, sabemos lo que es perder. Y cada partido que ganamos es una pequeña victoria que sabemos apreciar y que celebramos en su justa medida. También somos mas fieles.
–Ajá. ¿Te refieres a los seguidores o al equipo?
–¿Te das cuenta? Te parece una broma. Si perdieran mas a menudo, serian un poquito mas humildes. La victoria seria aún más dulce.
YoonGi colocó las manos en las caderas y se pegó a él, de modo que sintió el roce de su erección.
–Tal vez tengas razón –lo oyó murmurar.
Soltó el cuchillo, que reboto sobre la tabla de picar. Acto seguido, el omega dio media vuelta, aunque acabo estrellandose contra su pecho. YoonGi lo agarró por los hombros y le levantó la barbilla. La tensión entre ellos subió. JiMin separó los labios, una invitación inconsciente motivado por su replica.
–¿Qué? –le preguntó.
Un brillo salvaje iluminó los ojos oscuros de YoonGi.
–A lo mejor empiezo a apreciar las cosas que no puedo tener. –Acarició su mejila y trazo su labio inferior y presiono el pulgar sobre el voluptuoso centro. –A lo mejor estoy aprendiendo lo que significa anhelar algo.
JiMin tenia la boca seca. Se paso la lengua por los labios para humedecerlos, y la tension sexual aumentó. Se encontraban al borde de realizar un descubrimiento trascendental que cambiaría la índole de su relación, y él tenia que luchar contra su instinto, que le decía que diera un salto al vacío, fueran cuales fuesen las consecuencias.
De modo que se obligó a continuar con la extraña conversacion.
–Entonces ¿estas de acuerdo conmigo? ¿Entiendes que los Mets son los mejores?
El alfa esbozó una sonrisa burlona, enseñandole sus blancos dientes.
–No. Los Yankees son los mejores. Si ganan, es por algo –Y susurró contra sus labios– Porque lo desean con más ganas. JiMin, si se desea algo con desesperación, al final acabas consiguiéndolo.
JiMin le dio un empujón en el pecho y se dio media vuelta, deseando poder clavar el cuchillo en otra cosa que no fuera la verdura. La tipica arrogancia de un seguidor de los Yankees.
–Te avisaré cuando la cena esté preparada. Hasta entonces, espero que te quedes arriba.
La carcajada del alfa resonó en la cocina. Nada más alejarse, JiMin sintió que el frío lo envolvía. Contuvo el aliento mientras lo oía subir las escaleras, pero de momento los perros seguian en siliencio.
Corrió hacia la sala, puso el partido en el televisor, subió el volumen y volvió a la sala de estar para echarles un vistazo a los animales.
El cobertor de lana estaba hecho trizas.
Se lo quitó al labrador negro que aún lo estaba mordisqueando y lo escondio el cajón inferior del mueble. Como las hojas de periódico ya estaban sucias, las cambio por otras limpias, dejó unas cuantas en el sofa y silla a modo de precaución extra. Lleno los cuencos de agua y supuso que tendría que sacarlos de nuevo dentro de una hora más o menos, antes de acostarse.
Cerró la puerta, corrió hacia la cocina y terminó la cena mientras animaba a gritos a su equipo.
YoonGi bajo a cenar, pero no tardó en regresar a la planta de arriba. Agotado por el engaño que estaba llevando a cabo, JiMin se juró a partir de ese momento sería sincero con los encargados del refugio de animales.
Logró sacar a los perros en grupos pequeños durante las primeras horas de la noche.
El partido terminó con un cuatro a tres, determinando la victoria de los Mets. Limpio la cocina, les echo un vistazo a los perros y subio dispuesto a recostarse. Le dolía todo el cuerpo y todo le daba vueltas, pero había ganado.
Tenía que levantarse a las cinco de la mañana para darles de comer a los animales, sacarlos a pasear y limpiarlo todo antes de que YoonGi se fuera al trabajo.
La idea le era espantosa, pero se ducho en un tiempo récord y se metió en la cama. Ni siquiera se molestó en ponerse un camisón. Se metió desnudo bajo el edredon y se quedó dormido.
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