💌 Capitulo dos 💌
Ninguno hizo comentario alguno, ni una sola palabra. Parecían tres estatuas petrificadas, inmóviles.
Taehyung conocía a Jungkook desde pequeño, la primera vez lo había visto jugar detrás de la tela olímpica que los separaba. Era un niño tímido, siempre estaba jugando solo y parecía no querer relacionarse con sus compañeros. Ese mismo día también conoció a YoonGi, quien acababa de mudarse ese mismo mes a Busan y no tenía amigos en la nueva escuela; YoonGi cayó al suelo en aquél entonces, llamando la completa atención de Kim y confesando que lo había estado siguiendo en secreto porque no sabía cómo acercarse a él, que lo veía siempre en las actuaciones en las que participaba y que creía que era alguien genial. Cuando Taehyung volteó a ver al pequeño del otro lado él ya no estaba, y por alguna extraña razón se sintió un poco triste, no lo entendió en ese momento por ser solo un pequeño niño. Y de hecho, no comprendió nada hasta estar en la secundaria, tras varios encuentros casuales con el menor e incontables mariposas revoloteando sin sentido al verlo pasar.
Sin embargo, tal como el chico decía en la carta, ese había sido todo el contacto que habían tenido.
—Le gustas a Jungkook—balbuceó Namjoon finalmente, con la vista clavada en la carta que aún tenía entre manos—, ¿te das cuenta de lo que eso significa?
—¿Qué cosa?
—¡Que debes ir por él!
—Hice una promesa, ¿recuerdan?—suspiró, volteando el rostro hacia la izquierda. Había pasado muchas fechas de San Valentín rogando al universo que si existía la posibilidad de que él también le gustara a Jungkook, nunca se declarara primero.
YoonGi levantó la mirada hacia Taehyung, sorprendido de que él aún tuviera presente aquello.
—Éramos tres niños que no sabían nada—bufó Namjoon—, ¿en verdad vas a tomartelo en serio?
—Las promesas no pueden romperse, Nam.
Una tarde de verano, recostados en la orilla de la piscina, los tres amigos se habían puesto a pensar en que harían si algún día tuvieran oportunidad con la persona que les gustaba, o por la cual sentían atracción. La única condición para el cumplimiento de sus promesas era que fuera la otra persona quien diera el primer paso, si sucedía al revés, la promesa dejaba de importar.
YoonGi prometió algo simple, quizá muy cursi para un adolescente pero no para un pequeño de once años: la haría la persona más feliz y trataría de jamás lastimarla. Namjoon dijo que se realizaría su primer perforación, después de todo si la relación no funcionaba, un arete en la oreja podía llegar a ser su mejor recuerdo.
Pero Taehyung fue muy lejos. Estaba herido por culpa de su primer novia, quien lo había abandonado porque su comportamiento era el de una niña y también porque él nunca quería besarla. Claros indicios de que saldría del armario como Gay, pero en ese tiempo no lo sabía. No pudo tener mejor idea de prometer que si alguien se le declaraba, lo único que haría sería ignorarle. Fingir que nada pasó, y seguir con su eterna soltería porque el amor nunca traía nada bueno.
—Chicos...
—¿Te das cuenta de que estás diciendo una idiotez, verdad?—Namjoom se rió, incrédulo, observando la seriedad en el rostro del peli-castaño—, oh, dios. ¿Así de inmaduro eres?
—Chicos...—YoonGi intentó de nuevo, pero otra vez, no tuvo éxito.
—Has pasado tantos años junto a mi, ¿hasta ahora te das cuenta de eso, Namjoon? Me enseñaron que las promesas no se rompen, así es la tradición de mi familia.
—Alguien acaba de enviarme un regalo—habló fuerte, casi gritándoles mientras golpeaba la mesa con su mano cerrada en un puño. Sus dos amigos, e incluso otros compañeros se voltearon a verle por el ruido—, y no es cualquier persona, ¿saben?
—Acaso... ¿Jimin?—con un poco de temor, Taehyung preguntó. Él era exnovio de Min, se habían separado debido a que el año anterior los señores Park tuvieron que mudarse por trabajo—, e-entonces ¿él volvio? E-eso lo cambia todo. Por ti y Jimin, no por mí.
YoonGi asíntió. Se mostraba muy tranquilo, pero en realidad las manos le temblaban y por ello estaba tratando de mantenerlas bajo la mesa o dentro de sus bolsillos. Hacia más de un año entero desde que su novio y el habían tenido que separarse obligadamente, y no solo eso, sino que los señores Park le tenían prohibido a su hijo de relacionarse con él, puesto que no aceptaban que fueran pareja.
—¿Cómo te sientes, YoonGi?—preguntó Namjoon, conocía perfectamente a sus mejores amigos. Como si fuera la madre de ambos.
—Quisiera salir corriendo en este momento para darle un abrazo—sonrió—. Estoy bien.
—¡¿Y porqué no vas, tonto?!—Taehyung lo miró animado, todos habían extrañado a Jimin, pero Taehyung tenía una conexión especial con él.
—Em tu familia, Tae, si rompes una promesa, ¿Lo que sucede es que debes ir al templo a pedir perdón y todo eso?
—Exactamente—. Tienes que hablar con el monje, y el dirá tu castigo por no ser fiel.
—Entonces, ve a buscar a Jungkook.
—¿Qué estás tratando de...? ¿Quieres que rompa la promesa?
—Piensalo, ¿es mejor ir al templo a orar y tener a Jungkook a tu lado, o quedarte sin el chico?
—Pero igualmente... ¿Cómo es que yo pude gustarle a él? No dejan de acosarme cada vez que salgo del salón, publican cosas sobre mi en la página de chismes de la escuela y yo no sé...
—¡Dejen de hablar tanto, santo cielo, y solo vayan a verlos!—se quejó el moreno. No entendía para que seguían perdiendo el tiempo, luego podían seguir diciendo idioteces.
YoonGi asintió con la cabeza, y Taehyung se rió bajito por la verguenza mientras pellizcaba las mejillas de su mejor amigo para que cambiará su cara malhumorada. Namjoon se quitó las manos de Taehyung del rostro con un manotazo y los tres se pusieron de pie.
Namjoon salió con los chicos hasta el pasillo, y cuando ellos se separaron hacia distintas direcciones soltó un suspiro al ver a un ex-estudiante, graduado a penas el año anterior, junto a su novia saludando a los que habían sido sus profesores en la secundaria.
—Creo que la perforación me la haré en el pecho—bufó, desviando la mirada a cualquier sitio donde Kim Seokjin no estuviera.
Pero si sus amigos estaban felices, era suficiente para él.
©ʏᴏᴏɴɴɪᴇxᴊɪᴍɪɴɪᴇ5
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