³³
Los entrenamientos iban sorprendentemente bien. Los senseis enseñaban sus técnicas, uno al otro, aprendiendo más sobre los dos estilos.
En este momento, Daniel y Sam estaban en combate, mientras Maia, Johnny y todos los demás estudiantes observaban.
-- No está mal. -- Murmuró el rubio hacia su alumna estrella. -- Deberemos demostrar.
Después, fue el turno de que Johnny y Maia pelearan. Su técnica era mucho más ruda y menos defensa, completamente distinta al de los Miyagi-Do.
Finalmente, Maia derribo a Johnny con una patada circular directo hacia el rostro.
La chica rió. -- Ahora no tienes la máquina de pelotas para defenderte...
El rubio sonrio con orgullo. -- Muy bien, Castro.
Ahora si parecían una alianza de verdad.
Luego de que Maia tuviera aquella conversación con Kreese, su mente estaba en cualquier parte, menos donde debía estar.
Sintió como una descarga eléctrica que recorrió todo su cuerpo, dejándola sin aliento y con la mente en blanco. Como si su cerebro estuviera tratando de procesar aquella información, sin mantener el ritmo.
¿Kreese estaba mintiendo, o decía la verdad?
En el caso de que sea verdad, ¿Quien era su abuelo? ¿Su mamá lo conocía?
¿Debería volver a Cobra Kai, simplemente por un legado?
Tenía demasiadas preguntas dentro de ella. Pero, tampoco tuvo la oportunidad de hablar con su madre, sobre esto.
Es por eso que ni siquiera se dio cuenta del momento en que llegaron a casa de los LaRusso, bajo y caminó junto a su madre hasta la puerta, la cual se abrió dejando ver a Daniel. Luego de los saludos, entraron por completo.
Maia estaba tan inmersa en sus pensamientos y dudas, que ni siquiera noto al adolescente frente a ella, concentrado en su teléfono, logrando que ambos chocaran.
-- Oh, cielos... -- Murmuró, tratando de mantener el equilibrio, para luego mirar al chico frente a ella, de pies a cabeza. -- L-lo siento, no te vi... ¿Quien eres?
Anthony LaRusso se sonrojó levemente al verla, pues ya la conocía de antes, y siempre tuvo algún tipo de crush con ella.
-- ¿No sabes quien soy? -- Cuestionó, tímidamente. Maia negó. -- Estás en mi casa y...
Al escuchar aquello, la castaña rió al recordar. -- ¿Eres Anthony, no?
El pelinegro asintió. -- Si, y tu eres la inalcanzable amiga de mi hermana.
-- ¡Wow! Estás muy... -- Habló, tratando de hacer una buena selección de palabras, tratando de no sonar como una asalta cunas. --...Grande.
En ese momento, Sam bajaba de su habitación con una sonrisa, la cual se borró al mismo segundo que vio la manera en que su hermano veía, y le sonreía a su amiga. ¿Le estaba coqueteando?
-- ¿De que están hablando? -- Preguntó Sam, cruzada de brazos.
Anthony la miró con una media sonrisa. -- Nada que te importe, Samantha. -- Respondió de manera engreída, para luego ver a Maia. -- Hablaremos en otro momento, linda.
Sin más, el LaRusso menor se marchó, no sin antes guiñarle un ojo a Maia, dejándola sorprendida.
-- ¿Te acaba de guiñar el ojo?
-- Ahmm... No, seguro se le metió una basurita. -- Dijo algo nerviosa.
-- Si, claro... -- Sam rodó los ojos divertida. -- Sabes que siempre tuvo un enamoramiento contigo.
-- Claro que no...
-- Claro que si, ¿Recuerdas la vez que te regaló chocolates y unas flores?
-- Diablos, había olvidado eso...
Ambas rieron. En ese momento, no les importo cuantas diferencias tuvieron, o la rivalidad en la qué se vieron envueltas por culpa de un chico. Ellas no dejarían que los errores del pasado las controlaran.
No sería fácil volver a la misma relación amistosa que antes compartían, pero no era imposible.
-- Perdón por interrumpir pero, si no te molesta... -- Gabriel llegó junto a ellas, tomando la mano de Sam. -- Quiero hablar con mi chica.
-- Ella era mi chica desde mucho antes. -- Contra atacó Maia, sonriendole de manera engreída.
El chico solo rió y se fue junto a su novia.
Maia volteó, sin borrar su sonrisa, viendo que los Diaz y Johnny ya habían llegado.
Miguel comenzó a acercarse hacia ella de manera tímida.
-- Hola... -- Saludó, para luego dejar un suave beso en la mejilla de su novia. -- Luces preciosa.
La chica sonrió. -- Gracias... Oye, tengo algo para ti.
-- ¿Si? -- La castaña asintió. -- ¿Que es?
Maia saco de su cartera una cajita de terciopelo rojo, y se la extendió a Miguel.
Miguel abrió la cajita y allí vio los dos anillos, los que Maia compró el día anterior.
El chico la miró con una sonrisa divertida. -- ¿Me estás pidiendo casamiento?
La castaña rió levemente. -- Puede que si.
Maia tomó el anillo correspondiente a Miguel y se lo colocó en el dedo, el moreno hizo lo mismo. Diaz miró la hermosa sonrisa de su chica, definitivamente, no podía estar más enamorado de ella.
-- Ahora me siento mal... -- Dijo el chico. -- Yo no te traje nada.
-- Oye, no estás obligado a darme cosas. -- Respondió la chica, tomando sus manos. -- Esto es para que sepas lo mucho que te amo.
Miguel posó sus manos en la cintura de Maia, dispuesto a besarla, pero luego se alejó rápidamente al ver que Francisco se acercaba.
-- Miguel...
-- Señor... -- El chico asintió con nervios.
Al rato, fueron llamados para comer. Todos se sentaron en la mesa con una sonrisa.
-- ¿Como van los negocios? -- Preguntó Carmen.
-- Hace años que nos va bien. -- Daniel sonrió. -- Cuando Sam se haga cargo, debería funcionar, ¿No?
-- ¿Y a ustedes? -- Le preguntaron a Anne.
-- Genial. -- Respondió con una sonrisa de orgullo. -- Logramos abrir otros dos locales, uno en San Francisco y otro en Santa Mónica... Creo que a este paso, ya tendremos nuestra casa en Encinos.
-- Eso es estupendo. -- Habló Amanda.
-- Y también espero que Maia mantenga la cadena, así de bien como está ahora... -- Completó con una sonrisa.
Maia se tenso un poco, ni siquiera había pensado en la universidad, pero seguir con la franquicia de restaurantes, definitivamente, no estaba en sus planes. Ella veía su futuro en otras cosas.
-- Yo pienso lo mismo, también me gustaría que Gab siga con la empresa familiar. -- Continuó Francisco.
-- Por mi parte, si quiero seguir con el negocio familiar. -- Dijo Gabriel sonriendo. -- Es algo que siempre me llamó la atención... Y deja mucho dinero. -- Bromeó.
La latina sonrió forzadamente. -- Si, bueno...
-- Te harás cargo de una gran cadena de restaurantes, ¡Es genial! -- Habló Miguel, mirando a su novia.
-- Es un chiste interno. Maia se paseaba por allí como si fuera la dueña, prácticamente se crío ahí. -- Anne rió.
-- Sam casi nace allí. -- Comentó Amanda.
-- Pero claro que su futuro depende de ellos. -- Dijo Daniel, mirando a ambas chicas. -- ¿Verdad?
-- Si... -- Murmuró Sam.
-- Aún no lo decido completamente... -- Susurró Maia, algo incomoda.
-- Claro que sería bueno que, estuvieran cerca de cada. Tal vez en una universidad cercana, un diplomado en Administración de la industria Gastronómica. -- Habló Anne, mirando a su hija.
-- Estoy de acuerdo. -- Dijo Daniel.
Amanda decidió intervenir, al ver los rostros incómodos de las chicas. -- Miguel, ¿Como va la escuela?
Nunca la he amado tanto, señora LaRusso. —Pensó Maia.
-- Bien... Genial, de hecho... -- Respondió.
-- Solo sacó A, este semestre... -- Dijo Carmen con orgullo.
-- Si, es un friki total. -- Comentó Johnny.
-- Con notas así, puedes estudiar donde quieras. -- Comentó Francisco.
-- Si, me gustaría ir a Stanford. -- Dijo con ilusión.
-- Bien, esa es una universidad increíble. -- Comentó Anne.
-- Si, es la número seis del país. El campus es hermoso. -- Contó con una sonrisa.
-- Es una buena opción, pero la matricula es muy costosa. -- Habló la señora Diaz. -- También estamos pensando en la universidad de Santa Mónica. Ahorrar dinero, vivir en casa y luego ver a donde vamos.
Maia pudo ver como la ilusión, que antes iluminaba el rostro de su novio, se desvanece poco a poco.
-- Santa Mónica también es genial, junto a la playa. -- Animó Anne. -- ¿Has visto el campus?
-- No, la verdad no...
Miguel se puso tan nervioso, que provocó que una copa de vino cayera sobre Anne. Sintiéndose completamente estúpido y avergonzado.
-- ¡Srta. Castro, mierda! Digo, lo siento.
-- Esta bien, es... Solo un poco de vino, saldrá con una lavada, ¿No? -- Dijo, queriendo calmarlo, limpiándose con una servilleta.
La cena transcurrió con normalidad. Solo que Miguel permaneció en silencio. No quería seguir arruinando todo.
Cuando terminaron de comer, todos ayudaron a ordenar y levantar la mesa. Al terminar, todos comenzaron a despedirse.
-- ¿Entonces mañana me hago cargo de los Colmillo de Águila?
Johnny asintió con una sonrisa. -- Si, yo mejoraré los ataques de tus chicos. -- Miró a Miguel y Maia, quienes caminaban detrás de ellos, al igual que Sam y Gabriel. -- Que toda esa defensa no los convierta en unos pastelitos.
-- Mañana será genial. Siempre y cuando, el sensei traiga a todos intactos.
-- No prometo nada.
-- Será mejor que lo prometas.
El lunes, los alumnos de Colmillo de Águila se presentaron en Miyagi-Do, para entrenar con el Sensei LaRusso.
-- Vamos, derramaste una copa de vino sobre tu suegra. ¿Y que?-- Hawk se encogió de hombros. -- No se negó a la relación cuando besaste a tu ex, ¿Por qué se molestaría ahora?
-- No lo se, amigo. -- Dijo Miguel. -- Deberías haberla oído hablar sobre el futuro de Maia... No puedo pagar un auto, menos la universidad. ¿Y si cree que soy poca cosa para su hija?
-- Amigo, Maia te ama porque eres tu, y eso es lo que importa. Además, eres El Serpiente, el campeón del All Valley. Demuestra de que estás hecho. Superarás lo que sea que hagamos hoy.
-- ¿Que onda manga de giles? -- Apareció Maia detrás de ellos, hablando español. Se acercó y chocó los puños con Hawk, luego beso a Miguel, pero este se mantuvo serio. -- ¿Que pasa? ¿Te encuentras bien?
-- Si, Estoy bien.
Maia lo miró con extrañada, ¿Por qué actuaba así?
Volteó hacia Hawk, pero este solo negó con la cabeza.
-- ¿Que creen que hagamos hoy? -- Preguntó Maia.
-- No lo se, pero comparado con el sensei Lawrence, serán unas vacaciones. -- Respondió Mitch.
-- ¿Quien se va de vacaciones? -- Daniel apareció en el dojo, acomodándose la cinta en su cabeza, para iniciar con el entrenamiento.
-- Nadie. ¿Que tiene para nosotros, sensei?
-- Vengan. -- Señaló caminando hasta el estanque, seguido de los estudiantes. -- Se que les han enseñado a golpear primero. Pero, ¿Que hacen cuando su enemigo es más rápido?
Mitch observó lo que había en el agua. -- ¿Esos son Koi?
-- Si, así es. -- Respondió.-- La lección de hoy es simple; atrapar un pez. Pero como se que les gusta la competencia, lo haremos interesante. El que logre atraparlo primero, va a liderar la clase... -- Como vio que nadie se emocionó, decidió agregar algo. -- Y podrán elegir el sabor del Gatorade.
Todos celebraron. -- Espero que les guste la de color azul. -- Dijo Mitch.
-- ¿Y donde están las cañas? -- Preguntó Maia.
-- En mi garaje. Solo usarán sus manos. Es todo lo que necesitan. -- Dijo LaRusso sonriendo.
Todos se acercaron al estanque, con la intención de atrapar algún pez. Pero era estúpido. No podían atrapar ninguno. Incluso Miguel cayó al agua.
-- Creo que te mojaste un poco...
Pasaron toda la tarde intentando atrapar al pez, pero no tuvieron ningún éxito.
Realmente subestimaron a Miyagi-Do.
Luego del entrenamiento, Maia volvió a casa, algo cabizbaja por la distancia que había tomado Miguel de la nada. Pero pensaba que solo necesitaba su propio espacio, y que ella estaba siendo muy intensa o pegajosa, así que solo lo dejó pasar.
En este momento estaba sola en casa, Anne estaba en una reunión de trabajo, y Miguel dijo que estaba ocupado.
Así que, se decidió por llamar a Emily y enseñarle algunas técnicas de Karate. Se ofreció para ir a buscarla a casa, pero la pequeña Smith se negó rotundamente.
La castaña se rindió y le paso la dirección de su casa. Maia preparó un lugar en el patio (Compartido por todos los departamentos), y puso un muñeco, de esos que Johnny tenía en su antiguo dojo, claro que antes lo pidió prestado.
Luego de unos minutos, la niña había llegado.
-- Bien, primero trabajaremos en tu defensa. -- Hablaba Maia. -- Es por eso, que... -- Caminó hasta su camioneta, para luego quitar una gran tela negra. -- Comenzarás con pulir y encerar.
-- Tu solo quieres que lave a Vanessa...
-- No, claro que no. -- La castaña le entregó lo necesario. -- Podría empezar por el estilo de Colmillo de Águila, el cual conozco a la perfección. Pero puede ser demasiado pesado... Así que empezaremos con esto.
La pelirroja suspiró y comenzó con los ejercicios. Hasta que llegó un momento en el que se quejo.
-- Esto apesta. -- Dijo. -- Yo quiero golpear, y esto solo es una tarea doméstica.
-- Se que es raro al principio, Digo, yo también me queje. Pero, con Gabriel llegamos a la conclusión de que es mejor trabajar primero con la defensa, luego el ataque.
-- Pero quiero patear traseros...
-- Créeme, a Miguel le patearon el trasero por la falta de defensa...
Emily se cruzó de brazos, mirandola con reproche.
Maia rodó los ojos, poniéndose frente a ella. -- Golpeame.
-- ¿Que? -- Preguntó.
-- Si, justo aquí. -- Señaló su mejilla. -- Con mucha fuerza. Golpea como si tuvieras pelotas, no como una nenita... -- Elevó una ceja. -- ¿O no te la aguantas?
La pequeña elevó sus puños y lanzó un golpe. Maia esquivó el golpe con la técnica que Gabriel le había enseñado, luego realizó una patada giratoria, tirándola al suelo.
La castaña la ayudó a levantarse. -- Se que se ve estúpido, pero sin defensa, no hay ataque y sin ataque no hay defensa.
Emily arrugó la nariz. -- Creo que ahora lo entiendo.
-- Ahora, cincuenta flexiones. -- Ordenó. -- Por cuestionar mis métodos.
En ese momento, el celular de la castaña sonó, un mensaje le había llegado. Vio de que se trataba y frunció el ceño.
-- Bien... -- Volteó hacia Emily, quien, a duras penas hacia las flexiones. -- ¿Que onda, no tenes clases de gimnasia?
-- Las odio...
-- Okay, sigue practicando el ejercicio de pulir y encerar para el próximo entrenamiento. -- Dijo. -- Si te salen bien, empezaremos con los golpes.
🌹 Tali.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro