
Capitulo 7
Lou se encontraba en la parte trasera de la granja, reparando una cerca que había estado descuidada durante semanas. Era un trabajo que lo ayudaba a pensar, aunque últimamente, sus pensamientos no le daban descanso. Desde que llegó el grupo de Rick, el ambiente en la granja se había vuelto más tenso, y entre todos ellos, Shane era quien más lo inquietaba.
No podía ignorar cómo Shane actuaba cada vez que alguien mencionaba a Otis. Había algo extraño en su actitud: un brillo en los ojos que no era de tristeza, sino de algo más oscuro. La forma en que evitaba los detalles cuando Patricia le preguntaba sobre los últimos momentos de su esposo solo reforzaba las dudas de Lou.
Cuando terminó su trabajo, Lou se limpió las manos en su pantalón y caminó hacia el lugar donde había visto a Shane la última vez, cerca de la caravana. Shane estaba solo, revisando su arma como solía hacerlo, con la mirada fija y distante.
— Shane, — llamó Lou, su tono calmado pero firme.
Shane levantó la mirada, su expresión se endureció de inmediato al notar quién se acercaba.
— ¿Qué quieres, Lou?
Lou cruzó los brazos, estudiándolo por un momento antes de hablar.
— Quiero hablar contigo sobre Otis.
La tensión en el rostro de Shane era evidente, aunque trató de disimularlo.
— Ya lo dije, Otis murió salvando al chico. No sé qué más quieres escuchar.
Lou no se dejó intimidar.
— No creo que estés diciendo toda la verdad.
Shane dio un paso hacia él, sus ojos ahora llenos de advertencia.
— ¿De qué demonios estás hablando?
Lou mantuvo su postura, sin retroceder.
— Desde el día que volviste sin él, algo no encaja. Tú dices que Otis se sacrificó para salvar a Carl, pero la forma en que hablas de ello... no es la de alguien que perdió a un amigo. Es la de alguien que está ocultando algo.
Shane apretó la mandíbula, claramente irritado.
— No tienes idea de lo que estás diciendo.
— Tal vez no, — respondió Lou, su tono más bajo pero igual de firme. — Pero algo en mi interior me dice que tú hiciste algo. ¿Qué fue, Shane? ¿Lo dejaste atrás? ¿O lo mataste?
Shane dio un paso más, ahora casi cara a cara con Lou.
— Cuidado con lo que insinúas, — gruñó. — No tienes ni idea de lo que pasó allá afuera.
Lou no se dejó intimidar.
— Tal vez no lo sé, pero conozco a las personas. Y algo en ti no está bien. Tu culpa, o lo que sea que llevas encima, está empezando a notarse.
Shane lo fulminó con la mirada antes de dar un paso atrás.
— Otis era un buen hombre, y murió para salvar al hijo de Rick. Eso es todo lo que necesitas saber.
Lou dejó que sus palabras colgaran en el aire por un momento antes de asentir lentamente.
— Si tú lo dices, Shane. Pero tarde o temprano, la verdad siempre sale a la luz.
Sin esperar una respuesta, Lou se dio la vuelta y se alejó, dejando a Shane con su arma y sus pensamientos. Aunque no había obtenido una confesión, Lou estaba más seguro que nunca de que algo oscuro rodeaba a Shane. Y en una granja donde cada secreto podía ser mortal, eso era algo que no podía ignorar.
El ambiente en la granja estaba cargado de tensión. La conversación del día giraba en torno a los caminantes encerrados en el granero, pero nadie había llegado a una solución. Para Lou, el comportamiento de Shane se volvía cada vez más errático, pero no podía prever lo que estaba a punto de suceder.
De pie junto al establo, Lou observaba a lo lejos a Shane caminar hacia el granero, su rostro desencajado por la rabia. Algo dentro de Lou se tensó de inmediato. Antes de que pudiera reaccionar, Shane comenzó a gritar, llamando la atención de todos.
— ¡Esto no es vivir! — exclamó Shane, su voz fuerte y llena de ira. — ¡No podemos seguir así, pretendiendo que esto está bien! ¡Esos no son personas, son monstruos!
Hershel, Maggie, y los demás salieron corriendo al escuchar el escándalo. Lou fue uno de los primeros en acercarse, tratando de entender qué estaba pasando.
— ¡Shane, cálmate! — gritó Rick, intentando razonar con él.
Pero Shane estaba más allá de cualquier razonamiento. En un movimiento rápido y violento, corrió hacia el granero y disparó al candado que aseguraba las puertas. Un eco ensordecedor resonó en el aire, seguido del chirrido de las puertas abriéndose lentamente.
— ¡No! — gritó Hershel, horrorizado al ver cómo los caminantes comenzaban a salir.
Lou dio un paso atrás instintivamente, mientras los primeros caminantes tambaleantes emergían del granero. Shane, con el arma en alto, comenzó a disparar sin dudar. Las balas impactaban en las cabezas de los muertos vivientes, uno tras otro.
— ¡Shane, detente! — gritó Lou, pero otros, como Andrea y T-Dog, comenzaron a disparar también, atrapados en el caos.
Lou se quedó quieto por un momento, observando el horror desarrollarse frente a sus ojos. Finalmente, tomó su rifle, pero no disparó de inmediato. Su mirada estaba fija en Hershel, quien se había desplomado de rodillas, destrozado al ver cómo los que alguna vez había considerado personas eran asesinados.
Uno a uno, los caminantes caían, hasta que el granero quedó en silencio nuevamente. Pero el silencio duró poco.
De las sombras del interior, una figura pequeña tambaleante apareció. Los gritos y el caos se detuvieron de inmediato. Todos quedaron paralizados al ver a Sophia salir del granero, su vestido sucio y rasgado, sus ojos muertos y su rostro pálido.
— Sophia... — murmuró Carol, su voz quebrada por la incredulidad. Dio un paso adelante, pero Daryl la detuvo, poniéndose frente a ella.
Lou sintió que el aire se le escapaba del pecho. El pequeño rastro de esperanza que todos habían mantenido se desmoronaba frente a ellos. Rick avanzó lentamente, su rostro marcado por el dolor. Levantó su arma con manos temblorosas.
Nadie dijo una palabra mientras Rick apretaba el gatillo. El disparo resonó en el aire, y Sophia cayó al suelo como el resto de los caminantes.
El silencio volvió, pero esta vez era aplastante, lleno de dolor y pérdida. Lou miró a Shane, cuya expresión no mostraba ni remordimiento ni satisfacción, solo vacío. Supo entonces que ese hombre no solo había abierto las puertas del granero, sino que también había abierto una brecha que sería imposible de cerrar entre todos ellos.
El aire frío de la mañana se mezclaba con el sonido de las palas golpeando la tierra. Lou, con la camisa remangada y el rostro serio, trabajaba junto a Daryl cavando las lápidas para los caminantes que habían sido la familia de Hershel. La tensión en el ambiente aún era palpable después de los eventos del granero.
Daryl clavó la pala en el suelo y se detuvo por un momento, limpiándose el sudor de la frente con el antebrazo. Observó a Lou, quien seguía cavando en silencio, su mirada fija en la tierra frente a él.
— Así que... — comenzó Daryl, con su voz ronca y pausada. — ¿Tú también pensabas que esos caminantes eran gente, como Hershel y los suyos dicen?
Lou se detuvo un momento, apoyándose en la pala mientras miraba el agujero que estaban cavando. Su respiración era pesada, pero su tono al responder fue calmado, aunque cargado de una verdad firme.
— No, Daryl. Nunca lo creí. — Levantó la mirada hacia él, con una expresión seria. — Desde el primer día que vi a uno de esos... no vi nada humano en ellos. No son personas, son cuerpos que caminan porque algo dentro de ellos está roto. Hershel... él quería aferrarse a la idea de que todavía quedaba algo de humanidad en ellos. Yo no lo juzgo por eso, pero no comparto su esperanza.
Daryl asintió lentamente, clavando la mirada en la tierra.
— Hershel se aferraba porque esos eran los suyos. Supongo que cuando amas a alguien tanto, prefieres creer en milagros que aceptar la verdad.
Lou volvió a cavar, dejando que las palabras de Daryl se asentaran en el aire antes de responder.
— Entiendo el porqué lo hacía. Yo también quise creer en milagros cuando era más joven... con mi padre, con Maggie, con muchas cosas. Pero si algo he aprendido de todo esto, es que el mundo no te da milagros. Solo te da realidades, y tienes que enfrentarlas o dejar que te destruyan.
Daryl lo observó con detenimiento, como si tratara de leer más allá de sus palabras.
— Eres un tipo interesante, Lou. Mucha paciencia para un mundo que no la merece.
Lou dejó escapar una breve sonrisa cansada mientras tiraba otra pala de tierra al lado.
— La paciencia no es para el mundo, Daryl. Es para las personas que todavía valen la pena.
Daryl se quedó en silencio por un momento antes de retomar su trabajo, aunque su semblante mostraba algo que se asemejaba a respeto. Trabajaron lado a lado el resto del tiempo, sin necesidad de más palabras. Ambos entendían que en ese mundo roto, las conexiones sinceras eran raras, y en ese momento, entre ellos, se había formado una.
La granja estaba más silenciosa de lo habitual, pero no en calma. Beth estaba encerrada en su cuarto, con la mirada perdida y un vacío en su expresión que preocupaba a todos. Maggie caminaba de un lado a otro, angustiada, mientras Lou la observaba con detenimiento. Algo en su interior se tensó cuando notó la ausencia de Hershel.
— Maggie, ¿dónde está tu padre? — preguntó Lou con un tono serio pero calmado.
Maggie se detuvo en seco, llevándose las manos al rostro antes de responder con un temblor en la voz.
— No lo sé... Lo último que dijo fue que necesitaba un momento a solas. Y ahora... no está.
Lou frunció el ceño, su preocupación creciendo rápidamente.
— ¿Crees que esté bien? ¿Alguna idea de dónde pudo haber ido?
Maggie lo miró, y aunque había tensión entre ellos, confiaba en él más que en nadie en ese momento.
— Hay un bar en el pueblo cercano... Cuando estaba muy mal antes, solía ir ahí.
Lou asintió, colocando una mano reconfortante en el hombro de Maggie.
— Tranquila. Lo traeremos de vuelta. Quédate con Beth, ¿de acuerdo?
Maggie asintió con los ojos llorosos, y Lou se dirigió al resto del grupo para informarles. Rick y Glenn no dudaron en unirse al plan, entendiendo la gravedad de la situación.
— Un hombre como Hershel no debería estar solo en un lugar como ese, — dijo Rick mientras preparaba su arma.
— Y menos con lo que acaba de pasar en el granero, — añadió Glenn, con una mezcla de preocupación y nerviosismo.
Lou, con su habitual calma, aseguró un rifle sobre su hombro.
— Entonces no perdamos tiempo. Entre más pronto lo encontremos, mejor.
Lou se detuvo frente a la tienda de campaña más alejada del campamento. Sabía que encontraría a Daryl ahí, probablemente limpiando o revisando su ballesta como solía hacer en sus momentos de soledad. Con paso firme pero tranquilo, se acercó y lo llamó suavemente.
— Daryl, — dijo, viendo cómo el hombre levantaba la mirada desde donde estaba sentado, afilando un cuchillo con movimientos metódicos.
— ¿Qué quieres, Lou? — respondió Daryl, sin apartar la vista de su tarea, aunque era evidente que sabía que algo importante venía.
— Hershel no está en la granja. Maggie cree que pudo haber ido a beber al bar del pueblo, y con todo lo que ha pasado... no podemos dejarlo solo. Rick, Glenn y yo vamos a buscarlo.
Daryl resopló ligeramente, su tono siendo una mezcla de sinceridad y brusquedad.
— Deberías dejarlo, Lou. A veces un hombre necesita estar solo con su dolor. Dejar que se asiente, procesarlo a su manera.
Lou cruzó los brazos, inclinándose un poco hacia Daryl para llamar su atención.
— Entiendo lo que dices, Daryl. Pero no se trata solo de Hershel. Se trata de Maggie, de Beth, de la granja. Él es la columna que los mantiene unidos. Si lo dejamos solo, podría quebrarse, y todo caerá con él.
Daryl finalmente levantó la vista, evaluando las palabras de Lou con una expresión que mezclaba interés y escepticismo. Sabía que Lou tenía un punto, aunque no lo admitiera en voz alta.
Lou estaba a punto de girarse para irse cuando algo llamó su atención: una botella de licor sobresaliendo de la mochila de Daryl, apenas visible entre la lona. Frunció el ceño, señalándola con la cabeza.
— ¿Eso es tuyo? — preguntó con curiosidad, aunque su tono no era acusatorio.
Daryl siguió su mirada y vio la botella. Volvió a centrar su atención en su cuchillo, como si la pregunta no fuera gran cosa.
— Sí. Está ahí para cuando realmente se necesite.
Lou arqueó una ceja.
— ¿Y qué significa 'cuando realmente se necesite'?
Daryl encogió los hombros, como si el tema no le interesara demasiado.
— Significa que no la bebo por gusto. La tengo por si... bueno, ya sabes. Si algo se pone feo. Si duele demasiado y no hay otra cosa que hacer.
Lou lo observó en silencio por un momento, viendo más allá de las palabras de Daryl. No dijo nada al respecto, pero entendió que la botella era algo más que una reserva de alcohol; era un símbolo del peso que Daryl cargaba consigo, una salida que esperaba no tener que usar.
— Espero que no la necesites nunca, — dijo finalmente Lou, con un tono sincero y firme.
Daryl le lanzó una mirada breve pero significativa, como si aceptara sus palabras sin decirlo en voz alta.
Lou se enderezó, ajustando la correa de su rifle.
— Bueno, será mejor que me vaya. Glenn y Rick ya deben estar esperando. Sólo quería que lo supieras.
Daryl asintió levemente, regresando a su tarea, aunque su mirada lo siguió por un breve instante mientras Lou se alejaba hacia la granja. Había algo en ese hombre que le recordaba a sí mismo en cierto modo, aunque Lou fuera mucho más expresivo y afable.
El viaje hacia el bar fue relativamente silencioso, cada uno sumido en sus propios pensamientos. Glenn parecía inquieto, mientras que Rick mantenía una expresión seria. Lou, por su parte, repasaba mentalmente las palabras que debía decirle a Hershel para que regresara a la granja. Sabía que el anciano estaba devastado, pero también sabía que la granja y su familia lo necesitaban más que nunca.
Al llegar al bar, el lugar parecía desierto. Las ventanas estaban sucias, y la puerta estaba entreabierta. Lou fue el primero en entrar, seguido por Rick y Glenn, quienes tenían sus armas listas.
— Hershel, — llamó Lou, su voz resonando en el espacio vacío.
La figura de Hershel apareció en una de las mesas, una botella medio vacía frente a él. El anciano levantó la mirada, su rostro marcado por la tristeza y el cansancio.
— Lou, — dijo Hershel, con una voz áspera. — No tienen que estar aquí.
Lou caminó hacia él, dejando su rifle a un lado antes de sentarse en la silla frente a Hershel.
— Con todo respeto, sí tenemos que estar aquí. Te necesitamos de vuelta en la granja, Hershel. Tu familia te necesita.
Rick y Glenn permanecieron cerca, dándole espacio a Lou para que hablara. Glenn observaba en silencio, mientras Rick vigilaba la entrada.
— Perdí la fe, Lou, — dijo Hershel después de un largo silencio, mirando la botella frente a él. — Todo lo que creía... se fue. Mi familia, mi hogar, todo está siendo devorado por este mundo.
Lou lo miró con empatía, inclinándose un poco hacia él.
— No puedo decir que sé cómo te sientes, Hershel. Pero sí sé que perderás más si no vuelves. Beth está hundida, Maggie está desesperada... y tú eres la única persona que puede mantenerlas fuertes.
Hershel suspiró profundamente, sus manos temblando levemente mientras sostenía la botella. Miró a Lou, y algo en sus palabras pareció llegarle.
Antes de que Hershel pudiera responder, un ruido proveniente del exterior los alertó. Rick levantó su arma de inmediato, haciendo un gesto para que todos se quedaran en silencio. Lou tomó su rifle, listo para lo que pudiera venir.
— Tenemos compañía, — murmuró Rick, mirando hacia la puerta. Las palabras de Lou tendrían que esperar; el peligro acababa de encontrarles.
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