
Capitulo 63
El aire estaba denso y cargado de polvo cuando Lou y Negan se acercaron a los escombros, sus pasos resonaban pesados entre los restos del santuario. Lou caminaba lentamente, sus ojos no podían apartarse de la destrucción que había quedado después de la explosión. Su pecho se apretaba, y cada paso lo acercaba a una realidad que le era difícil de aceptar. La habitación que había preparado para Caleb, el pequeño refugio que había sido su santuario en medio del caos, ya no existía. En su lugar, había solo ruinas y escombros.
La imagen lo golpeó como una ola, un nudo se formó en su garganta mientras observaba cómo lo que había sido un intento por ofrecerle algo de normalidad al bebé había desaparecido en un segundo. Era como si todo lo que había hecho para protegerlo se hubiera desvanecido junto a esas paredes colapsadas.
Lou se quedó parado, inmóvil, mirando las ruinas. Un sentimiento de impotencia lo ahogaba. No pudo evitar la rabia que se acumuló en su pecho. Su respiración se volvió más agitada y, por un momento, lo único que escuchó fue el latido frenético de su propio corazón. Negan, a su lado, no dijo nada, pero su mano en el hombro de Lou le ofreció un consuelo sombrío. Sabía lo que Lou sentía. Sabía que las palabras no serían suficientes para aliviar la agonía que su hijo estaba atravesando.
Pero cuando Lou finalmente habló, su voz estuvo cargada de dolor y frustración.
— ¿Dónde están tus promesas, papá? — su tono era bajo, pero cargado de una ira contenida —. Me dijiste que protegerías a Caleb, que lo cuidarías. ¡Te lo prometiste a ti mismo y a mí! Y ahora... mira lo que encontramos.
El reproche flotó en el aire entre ellos, y Lou sintió que algo se rompía en su interior. Las palabras que había guardado por tanto tiempo, las promesas que su padre había hecho, todo eso salía a la superficie. Su mirada se clavó en la de Negan, buscando respuestas, buscando algo que lo ayudara a entender cómo había llegado a este punto.
Negan, que generalmente mantenía un control absoluto sobre sus emociones, esta vez vaciló. Su mirada se oscureció, y por un breve momento, Lou pudo ver la tensión en su rostro. El hombre que siempre había sido tan seguro de sí mismo, tan imparable, parecía vulnerable, algo que Lou rara vez había visto.
— Lo sé — respondió Negan finalmente, con un tono grave —. Sé que te fallé, Lou. No sé qué más decir. Sé que te prometí muchas cosas... y ahora no puedo hacer nada más que estar aquí, intentar encontrar lo que queda de la familia... de lo que queda de nosotros.
El silencio que siguió fue pesado, como si las palabras no pudieran llenar el vacío que había entre ellos. Lou cerró los ojos por un momento, respirando profundamente, intentando calmarse, pero el dolor seguía allí, latente, como una herida abierta.
— ¿Cómo puedes esperar que te crea ahora? —preguntó Lou, su voz quebrada, aunque su tono seguía lleno de rabia. El rencor estaba allí, a pesar de su deseo de cambiar las cosas. El chico que quería salvar a su padre de sí mismo, de su propio pasado, ahora se encontraba frente a la realidad de que quizás esa idea era solo una ilusión.
Negan, al ver la angustia en los ojos de Lou, dejó que el silencio lo envolviera un momento más. Finalmente, habló con una voz baja, cargada de pesar:
— Lo siento, Lou. Lo siento por no haber sido el padre que necesitabas. Si pudiera cambiar las cosas, lo haría. No te pido que me perdones. Solo... solo quiero que sepas que aunque todo esto parece un caos, yo... yo quiero que estés a salvo.
Lou lo miró, su enojo todavía presente, pero algo en esas palabras lo hizo vacilar. Sabía que su padre no podía regresar el tiempo, que no podía deshacer el daño hecho, pero en ese momento, por primera vez en mucho tiempo, sentía que Negan estaba siendo sincero.
Pero no importaba. Caleb no estaba allí.
El llanto de Lou era desconsolado, un grito mudo que se colaba entre las grietas de su enojo y su dolor. Sentía que todo lo que había intentado construir con su padre, todo lo que había creído que podían salvar, se desmoronaba en ese mismo instante. Cada palabra que salía de su boca estaba impregnada con años de frustración, de heridas que nunca sanaron. Sus manos temblaban mientras apretaba los puños, pero lo que más le dolía era cómo todo lo que había vivido, todas las promesas rotas, parecían pesar más en ese momento que cualquier otra cosa.
— ¡Siempre encuentras la manera de hacerme daño! — gritó Lou, su voz quebrada, pero firme, como si hubiera estado esperando este momento para liberarse de todo lo que había guardado dentro durante tanto tiempo —. Siempre lo haces, papá. Desde que era pequeño, hasta ahora... ¡Siempre! ¡Nunca cambia nada! ¡Ni siquiera ahora, con Caleb!
Negan estaba quieto, su mirada fija en Lou mientras escuchaba las palabras que le atravesaban como cuchillos. El dolor en los ojos de su hijo le partió el alma. Lo que Lou estaba diciendo era cierto; cada vez que intentaba acercarse a él, algo se rompía, algo se alejaba. La verdad era tan difícil de enfrentar, pero allí estaba, desnuda ante él.
Lou dejó escapar una risa amarga, sacudiendo la cabeza, como si todo fuera un juego que ya no valía la pena jugar.
— Daryl tenía razón... — murmuró, casi para sí mismo, pero lo suficiente para que Negan lo escuchara —. Me advirtió que no podía cambiarte, que no iba a lograrlo... y yo... ¡yo ignoré todo! Me aferré a la idea de que podía salvarte, de que podía recuperar a mi padre, pero no... No lo conseguí, y ahora... ahora lo sé. Nunca vas a cambiar, ¿verdad?
El golpe fue certero. Negan no podía responder, no podía decir nada que hiciera que las palabras de Lou fueran menos dolorosas. La verdad era que Lou lo había intentado, lo había dado todo para cambiar la dinámica entre ellos, pero el caos, las promesas incumplidas, las decisiones erradas de Negan, todo había llevado a este punto.
Lou, con lágrimas en los ojos, dio un paso atrás. Cada palabra que había dicho, cada reclamo, cada acusación, ya no tenía peso. Ahora solo quedaba el vacío que había quedado entre ellos.
Negan, con el corazón destrozado, no pudo hacer nada más que mirar a su hijo. Sabía lo que estaba por venir, pero la pregunta le salió de la boca sin querer.
— ¿A dónde vas? — preguntó con la voz rota, como si aún esperara una respuesta que pudiera cambiar algo.
Lou lo miró fijamente, y por un momento, el dolor y el enojo se hicieron tan grandes que apenas podía respirar. Su cuerpo temblaba, pero se mantuvo firme, la determinación tomando el control.
— No quiero volver a verte — dijo, y sus palabras fueron como un golpe para Negan, tan directo, tan cruel, pero tan necesario para Lou. Él ya no podía seguir buscando algo que nunca existió. No podía seguir aferrándose a una esperanza que lo único que había hecho era dañarlo más.
Las palabras colaron en el aire, pesadas, llenas de dolor. Negan intentó decir algo, cualquier cosa, pero las palabras no salieron de su garganta. ¿Qué podía decirle? ¿Cómo podría reparar algo que él mismo había roto tantas veces?
El corazón de Negan se rompió en mil pedazos, y en ese momento, se dio cuenta de lo que había perdido, de lo que había fallado. Lou estaba dispuesto a irse, a cortar todo contacto, a abandonar a la única familia que le quedaba. Y todo por su culpa.
— Lou... — murmuró, sin saber si había algo que pudiera hacer para cambiar las cosas, para devolverle lo que había destruido. Pero Lou ya había dado el paso, ya había tomado la decisión.
El chico que había querido salvar a su padre, que había luchado durante tanto tiempo por él, ya no podía más. Y mientras Lou se alejaba, con las lágrimas que caían como una lluvia silenciosa, Negan solo pudo quedarse allí, mirando a su hijo, sabiendo que, en ese momento, había perdido más de lo que estaba dispuesto a admitir.
Pero Lou ya no podía mirar atrás. El dolor lo empujaba a seguir adelante, a dejar atrás todo lo que había intentado construir. Y aunque en su corazón todavía quedaba una parte de él que deseaba que las cosas fueran diferentes, él sabía que no había otra opción. Se iría, lo dejaría atrás, y lo haría solo por Caleb. Solo por él.
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