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Capitulo 6

Lou estaba en el establo, ocupado revisando las riendas de uno de los caballos. El aire fresco de la mañana le ayudaba a despejarse un poco, pero el peso en su pecho seguía siendo ineludible. Entonces, escuchó pasos acercándose. Cuando levantó la vista, vio a Glenn entrando con las manos en los bolsillos, visiblemente nervioso.

— Lou, — comenzó Glenn con cautela, — ¿puedo hablar contigo un momento?

Lou suspiró, dejando las riendas a un lado.

— Es Louis — le corrigió Lou. — ¿Qué necesitas, Glenn?

El joven tragó saliva, buscando las palabras correctas.

— Quería pedirte un favor... Bueno, más bien, quería ver si podías hablar con Hershel sobre los caminantes en el granero. Es peligroso tenerlos ahí, Louis. Todos estamos preocupados.

Lou frunció el ceño, su paciencia agotándose.

— ¿Crees que no lo he intentado? Glenn, he hablado con Hershel sobre eso más veces de las que puedo contar. Él los ve como personas, como si todavía fueran quienes solían ser. No importa cuántas veces intente convencerlo, no va a cambiar de opinión fácilmente.

Glenn asintió, sintiendo el peso de la frustración en la voz de Lou.

— Lo entiendo... Es solo que... No sé, pensé que tal vez podrías intentarlo de nuevo. Quizá contigo lo escuche.

Lou lo miró fijamente, su irritación evidente.

— Glenn, sé que intentas ayudar, pero esto no es tan simple como crees. Hershel no va a ceder porque alguien más se lo pida. Para él, esos caminantes siguen siendo su familia, o al menos, lo que queda de ella. Así que si quieres que haga algo al respecto, tendrás que ser tú quien lo convenza, no yo.

Glenn bajó la mirada, incómodo.

— Tienes razón, lo siento. No quería molestarte con esto. Es solo que... bueno, estoy tratando de hacer lo correcto aquí.

Lou asintió lentamente, pero antes de que pudiera decir algo más, Glenn lo interrumpió.

— Y también... quería hablar contigo sobre Maggie.

El nombre de Maggie hizo que Lou tensara los hombros, pero permaneció en silencio, esperando a que Glenn continuara.

— Quiero disculparme, — dijo Glenn con sinceridad. — No sé cómo pasó todo esto entre Maggie y yo, pero... no fue mi intención faltarte al respeto, Louis. No quería... no quería que las cosas terminaran así entre ustedes.

Lou apretó la mandíbula, pero al final dejó escapar un suspiro.

— Glenn, no soy ciego. Puedo ver que tú y Maggie sienten algo el uno por el otro. Y aunque no puedo decir que no me duele... no tiene sentido guardar rencor. Tú no eres el único responsable de lo que pasó. Ambos tomaron sus decisiones.

Glenn se sorprendió por la respuesta de Lou.

— ¿De verdad me perdonas? Porque si estuviera en tu lugar, no sé si podría.

Lou lo miró directamente, su voz tranquila pero firme.

— No gano nada con odiarte, Glenn. Lo que pasó, pasó. Y aunque me duele, no voy a dejar que eso me consuma. Pero déjame ser claro: lo que Maggie y yo tuvimos significó todo para mí. Así que espero que, si decides estar con ella, la cuides como se merece.

Glenn asintió solemnemente, agradecido por la respuesta de Lou.

— Gracias, Louis. De verdad lo digo.

Lou volvió a tomar las riendas del caballo, su expresión más calmada, aunque aún cargada de emociones.

— No me des las gracias. Solo haz lo correcto, Glenn. Eso es todo lo que te pido.

La conversación terminó en un entendimiento silencioso. Mientras Glenn se alejaba, Lou volvió a su trabajo, intentando enfocarse en algo que no fuera el dolor que aún sentía en su interior. Aunque había aceptado las disculpas de Glenn, sabía que todavía quedaba un largo camino para sanar por completo.

Lou estaba en el establo, cepillando a uno de los caballos para distraerse de sus propios pensamientos. Había aprendido que, en momentos de caos interno, el trabajo físico podía ofrecer un alivio temporal. Sin embargo, sus ojos no podían evitar viajar hacia la casa principal, donde el grupo de Rick parecía siempre estar inmerso en conversaciones tensas.

Desde que llegaron, Lou había estado observándolos con atención. Eran un grupo diverso, cada uno llevando consigo una carga de traumas y secretos. Pero fue la dinámica entre Rick, Shane y Lori lo que captó su interés más profundo.

Había algo en la forma en que Shane miraba a Lori, un destello de algo que intentaba esconder pero que Lou reconocía al instante. Era un gesto cargado de nostalgia y posesión. Y Lori... aunque intentaba evitarlo, sus ojos también hablaban. Lou podía ver el esfuerzo que hacía por mantener las distancias con Shane, pero no podía evitar notar que había una historia no contada entre ellos.

Fue entonces cuando todo encajó en su mente: Shane y Lori habían tenido algo, probablemente cuando pensaron que Rick estaba muerto. Ahora, con Rick de vuelta, la tensión entre los tres era palpable.

Lou dejó escapar un suspiro, apoyándose en la pared del establo. "Así que no soy el único que ha sido traicionado," pensó para sí mismo. Había algo extraño en darse cuenta de que no estaba solo en ese dolor, pero eso no hacía que la herida doliera menos.

Más tarde, mientras trabajaba junto a Rick ayudando a mover algunas provisiones, Lou decidió romper el silencio.

— Tienes un grupo fuerte, — comentó, fingiendo que su tono era casual.

Rick asintió, agradecido por las palabras.

— Hemos pasado por mucho juntos. No siempre estamos de acuerdo, pero hacemos lo que podemos para sobrevivir.

Lou observó al hombre más de cerca. Había algo en Rick que admiraba: su resiliencia, su dedicación a mantener a su grupo seguro. Pero también podía ver el cansancio en sus ojos, la lucha interna que seguramente cargaba.

— Debe ser difícil ser el líder, — dijo Lou, eligiendo sus palabras con cuidado. — Tomar decisiones, protegerlos... y lidiar con las cosas que no siempre se dicen en voz alta.

Rick detuvo lo que estaba haciendo por un momento y miró a Lou. Había algo en su tono que lo hizo pensar que esas palabras llevaban un significado más profundo.

— Supongo que todos tenemos nuestras cargas, — respondió Rick con cautela.

Lou asintió, desviando la mirada hacia el horizonte.

— Sí, algunos más que otros.

Aunque no dijo más, Lou sentía una conexión inesperada con Rick. Ambos cargaban el peso de la traición, aunque en diferentes circunstancias. Pero Lou sabía que, al igual que él, Rick continuaría avanzando, no porque fuera fácil, sino porque no tenían otra opción.

Lou estaba sentado en uno de los bancos de trabajo del establo, afilando un cuchillo con movimientos precisos y mecánicos. La hoja brillaba bajo la tenue luz que entraba por la ventana, pero su mente estaba lejos de allí, atrapada en pensamientos que no podía dejar ir.

Unos pasos firmes se acercaron, y Lou levantó la vista para encontrarse con Daryl, quien lo observaba con su típica mirada seria. El cazador se apoyó contra la pared del establo, cruzando los brazos.

— ¿Qué estás haciendo? — preguntó Daryl, aunque la respuesta era obvia.

— Afilando, — respondió Lou sin dejar de mirar el cuchillo.

Daryl lo observó en silencio por un momento antes de soltar un resoplido.

— Eres un idiota, ¿lo sabías?

Lou detuvo sus movimientos, levantando una ceja pero manteniendo la calma.

— ¿Por qué lo dices?

— Por lo de Glenn y Maggie, — respondió Daryl con franqueza. — Los perdonaste como si nada. Si alguien me hiciera eso, no les volvería a hablar. Ni siquiera los miraría.

Lou dejó el cuchillo y la piedra sobre el banco, girándose hacia Daryl con una expresión tranquila.

— Nunca he odiado a nadie en mi vida, Daryl. Ni siquiera a mi padre, y créeme, si alguien merecía mi odio, era él.

Daryl frunció el ceño, intrigado.

— ¿Tu padre?

Lou asintió, su mirada perdiéndose por un momento en algún punto del establo.

— La relación con él siempre fue... extraña. Cuando yo era un niño, se fue de nuestra vida. Se mudó a otra ciudad para estar con su nueva esposa. A veces llamaba, a veces mandaba dinero, pero solo cuando se acordaba. Y eso ya era mucho decir. Nunca hizo el esfuerzo por ser un padre de verdad.

Daryl se quedó en silencio, procesando las palabras de Lou. Finalmente, habló con un tono más bajo, casi sombrío.

— Supongo que eso te hace mejor que yo. Si mi viejo estuviera vivo, te aseguro que lo odiaría con cada fibra de mi ser. Él no se fue, pero tal vez hubiera sido mejor que lo hiciera. Era un pedazo de mierda. Golpeaba a Merle, a mí, a mi mamá... a quien se le cruzara por delante.

Lou lo miró, reconociendo en Daryl un dolor que entendía.

— Tal vez crecimos de forma diferente, pero ambos sabemos lo que es lidiar con padres que no estuvieron ahí de la forma en que deberían.

Daryl asintió, su mirada fija en el suelo.

— Supongo que sí. Pero eso no significa que tengas que dejar que la gente te pase por encima. Glenn y Maggie te hicieron algo jodido, Lou. No deberías perdonarlos tan fácil.

Lou sonrió débilmente, aunque no había alegría en su expresión.

— El odio no cambia nada, Daryl. No me va a devolver lo que tenía con Maggie, ni va a arreglar lo que pasó. Solo me haría cargar con más peso del que ya llevo. Prefiero dejarlo ir.

Daryl lo miró por un largo momento antes de soltar un suspiro pesado.

— Eres más fuerte de lo que pareces, Lou. Pero eso no significa que tengas que aguantar todo.

Lou tomó el cuchillo y continuó afilándolo, sus movimientos nuevamente precisos y mecánicos.

— No es cuestión de aguantar, Daryl. Es cuestión de seguir adelante. Porque al final del día, eso es lo único que podemos hacer.

Daryl no respondió, pero en su mirada había algo que se parecía al respeto. Sin decir nada más, salió del establo, dejando a Lou con sus pensamientos y el sonido rítmico del cuchillo contra la piedra.

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