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Capitulo 59

Lou entró en la habitación donde tenían a Daryl, encontrándolo sentado en el colchón desgastado contra la pared. Daryl levantó la vista al escuchar la puerta abrirse y frunció ligeramente el ceño, como siempre hacía al verlo entrar, aunque había una leve suavidad en sus ojos que solo Lou podía notar.

— ¿Qué haces aquí? — preguntó Daryl, su tono áspero pero curioso.

Lou se apoyó contra el marco de la puerta, con los brazos cruzados y una sonrisa divertida que le iluminaba el rostro.

— Vine a contarte cómo casi muero en otra de las maravillosas aventuras de mi padre, por supuesto —bromeó, aunque la diversión en su tono era real.

Daryl entrecerró los ojos.

— ¿Qué pasó ahora?

Lou se acercó un poco más, sacudiendo la cabeza mientras hablaba.

— Bueno, digamos que mi querido padre decidió que necesitábamos una salida "relajante". Terminé rescatando un perro orejón, un gato callejero y... —Lou hizo una pausa, estudiando la expresión de Daryl antes de soltar la bomba— ahora tengo un hijo.

Daryl parpadeó, claramente confundido.

— ¿Qué dijiste?

Lou se sentó en el suelo frente a él, todavía sonriendo con esa mezcla de orgullo y diversión.

— Encontramos a un bebé en medio del bosque. Negan quería dejarlo, pero, ya sabes, no soy exactamente el tipo de persona que ignora a un bebé rodeado de caminantes. Así que ahora soy oficialmente el padre de "Caleb".

La sorpresa en el rostro de Daryl era palpable. Su boca se abrió ligeramente, y luego la cerró, como si intentara procesar lo que acababa de escuchar.

— ¿Un bebé? ¿Tú? ¿Negan dejó que te lo llevaras?

Lou se encogió de hombros, como si fuera la cosa más normal del mundo.

— Oh, no creas que fue fácil. Papá no estaba muy emocionado al principio, pero creo que el pequeño le está empezando a caer bien. Incluso ya lo viste igual que él. Así que sí, técnicamente, ahora tengo un hijo.

Daryl negó con la cabeza, incrédulo.

— No sé qué es más loco, que Negan permitiera eso o que tú decidieras adoptar a un bebé mientras rescatabas animales.

Lou soltó una carcajada.

— Tú siempre me dijiste que hiciera lo que sintiera correcto. Supongo que todo esto entra en esa categoría.

Daryl lo miró fijamente durante unos segundos, tratando de encontrar las palabras adecuadas. Finalmente, suspiró y dejó caer los hombros.

— Eres un caso, Lou. Pero... me alegra que al menos alguien en este lugar esté haciendo algo bueno.

La sonrisa de Lou se suavizó, y por un momento ambos se quedaron en silencio. Aunque no lo admitiera en voz alta, ver la reacción de Daryl le daba algo de alivio. Quizás, después de todo, no estaba tan loco como pensaba.

Daryl lo miró con una mezcla de frustración y preocupación desde su lugar en la habitación. Había algo en Lou, en cómo hablaba sobre el Santuario y sobre Negan, que le inquietaba profundamente.

— Estás demasiado cómodo aquí, Lou — soltó Daryl de repente, rompiendo el silencio que había entre ellos.

Lou, quien estaba sentado en el suelo con la espalda apoyada contra la pared, levantó una ceja ante el comentario.

— ¿Eso crees? — preguntó con un tono despreocupado, aunque la tensión era evidente en su postura.

Daryl se inclinó hacia adelante, clavando su mirada en la de Lou.

— No estamos aquí porque queramos. Estamos atrapados, ¿recuerdas? Yo estoy encerrado, tú estás bajo la sombra de tu padre, y todo lo que este lugar representa es un recordatorio de por qué debemos largarnos. No te pongas cómodo, porque esto no es un hogar.

Lou apretó los labios y desvió la mirada por un momento. Sabía que Daryl tenía razón, pero no podía evitar sentir lo que sentía.

— No estoy diciendo que esto sea un hogar —respondió Lou finalmente, con un tono más serio —. Pero... estoy empezando a disfrutar el tiempo con mi padre. Y creo que puedo cambiarlo, Daryl. Si logro que vuelva a ser quien era antes de todo esto, podríamos evitar tantas tragedias.

Daryl dejó escapar un suspiro pesado, llevándose una mano a la frente mientras procesaba las palabras de Lou.

— ¿Y qué si no puedes? ¿Qué si Negan nunca cambia? ¿Qué si todo esto, todo lo que estás intentando, no sirve de nada? ¿Vas a seguir quedándote aquí, esperando algo que tal vez nunca pase?

Lou lo miró, con una mezcla de desafío y dolor en sus ojos.

— ¿Y si sí puede cambiar? ¿Qué si hay algo de él que todavía vale la pena salvar? Es mi padre, Daryl. No puedo simplemente rendirme con él.

El silencio entre ellos se hizo pesado, lleno de emociones no dichas. Daryl sabía que Lou hablaba desde el corazón, pero también sabía lo peligroso que era aferrarse a la esperanza en un lugar como este.

— Solo te digo una cosa — dijo Daryl finalmente, con un tono más suave pero firme —: no pierdas de vista quién eres y por qué estás aquí. Porque si pierdes eso, Negan no será el único que se pierda.

Lou bajó la mirada, asimilando las palabras de Daryl. Aunque no respondió, en su interior sabía que esa era una lucha constante: salvar a su padre sin perderse a sí mismo en el proceso.

Daryl se incorporó rápidamente al sentir las manos de Lou sacudiéndolo, sus sentidos despertando al instante mientras sus ojos buscaban en la penumbra al joven que lo había despertado.

— ¿Qué pasa? — murmuró, su voz ronca por el sueño.

Lou, con el rostro decidido pero los ojos cargados de emociones, lo miró fijamente.

— Es hora, Daryl. Tienes que irte esta noche.

Daryl parpadeó, confundido al principio, pero luego asintió al captar el mensaje.

— Bien, entonces vámonos. Ambos.

Lou negó rápidamente con la cabeza, poniéndose en cuclillas frente a él, su expresión firme.

— No. Tú te vas. Yo me quedo.

Daryl frunció el ceño, su mandíbula tensándose mientras las palabras de Lou calaban en su mente.

— ¿De qué demonios hablas? No puedes quedarte aquí, Lou. Este lugar te está consumiendo, ¿no lo ves?

Lou apretó los labios, pero no retrocedió.

— Me quedo, Daryl. Mi padre... Negan... aún hay algo en él que puedo salvar. Si me voy ahora, nadie lo intentará, y las cosas solo empeorarán.

Daryl lo miró incrédulo, con una mezcla de frustración y preocupación evidente en su rostro.

— ¿Y qué pasa si no puedes cambiarlo? ¿Qué pasa si te quedas aquí y pierdes todo lo que eres, Lou? ¿Has pensado en eso?

Lou mantuvo su mirada fija, decidido, aunque su voz revelaba un leve temblor al hablar.

— Lo he pensado. Pero tengo que intentarlo, Daryl. Tengo que hacerlo por él, por mí... por todos. Si puedo hacer que vea las cosas de otra manera, tal vez podamos evitar más muertes, más sufrimiento.

Daryl suspiró pesadamente, pasando una mano por su cabello en frustración.

— Eres demasiado terco, ¿lo sabes? — dijo con un tono más suave, resignado a lo que ya sabía que era una causa perdida.

Lou esbozó una leve sonrisa, casi culpable.

— Lo sé. Pero tú me enseñaste a luchar por lo que creo, Daryl. Esto es lo que creo.

Daryl se acercó, colocando una mano firme en el hombro de Lou, sus ojos fijos en los del joven.

— Si todo esto sale mal, ya sabes dónde encontrarme — dijo con seriedad, dejando claro que no lo abandonaría por completo.

Lou asintió lentamente, su sonrisa ahora teñida de tristeza.

— Lo sé.

Sin decir nada más, Daryl se puso de pie, preparándose para lo que sería un escape complicado pero necesario. Mientras Lou lo observaba marcharse, una parte de él quería detenerlo, pero la otra sabía que estaba haciendo lo correcto, por más difícil que fuera.

Cuando Daryl se giró por última vez para mirarlo, sus ojos parecían decir lo que sus palabras no podían: "Ten cuidado". Lou respondió con una mirada igual de cargada de emociones.

Esa noche, en el silencio del Santuario, cada uno tomó un camino que los marcaría de maneras que aún no podían imaginar.

Daryl avanzaba hacia la puerta, su figura envuelta en sombras mientras se preparaba para la peligrosa tarea de salir del Santuario sin ser detectado. Sin embargo, antes de cruzar el umbral, se detuvo al escuchar los pasos de Lou detrás de él.

— Espera — dijo Lou en un susurro apremiante, alcanzándolo rápidamente.

Daryl se giró, sus ojos reflejando una mezcla de incertidumbre y emoción contenida. Lou lo miró fijamente, como si quisiera grabar cada detalle de su rostro en su memoria antes de separarse.

— No te vayas así — murmuró Lou, su voz quebrándose ligeramente.

Antes de que Daryl pudiera responder, Lou lo tomó por la nuca y lo besó con una intensidad que hablaba de todo lo que no podían decir en palabras. Daryl, sorprendido al principio, se rindió rápidamente al contacto, correspondiendo el beso con igual fervor. Era un beso cargado de despedida, desesperación y promesas no dichas.

Cuando finalmente se separaron, ambos respiraban agitadamente, sus frentes apenas rozándose.

— No puedo creer que esté dejando que hagas esto — murmuró Daryl, con la voz cargada de emociones.

— Tienes que hacerlo — respondió Lou, sus ojos brillando en la penumbra. Su tono era firme, aunque sus manos temblaban ligeramente al apartarse de él.

Lou le entregó un pequeño mapa improvisado que había dibujado en un papel arrugado.

— Toma esto. Es la mejor ruta para salir sin que te atrapen. Evita el ala este y quédate en las sombras. Hay un pequeño túnel al final que te llevará fuera del perímetro.

Daryl tomó el papel, sus dedos rozando los de Lou.

— ¿Y tú? — preguntó en un murmullo, como si aún esperara que Lou cambiara de opinión.

— Yo me quedo — repitió Lou, su voz más segura ahora.

Daryl asintió lentamente, guardando el mapa en su bolsillo. Antes de dar un paso hacia la libertad, lo miró una última vez.

— Cuídate, Lou. No hagas nada estúpido.

Lou sonrió, esa sonrisa ladina que tanto le gustaba a Daryl.

— Lo intentaré.

Y con eso, Daryl se giró y desapareció en la oscuridad, dejando a Lou de pie en el pasillo, observando cómo la persona que amaba se alejaba hacia un mundo peligroso pero libre. Mientras Lou regresaba a su habitación, su pecho se llenaba con una mezcla de esperanza y temor. Sabía que había tomado una decisión difícil, pero también sabía que su lucha por cambiar el Santuario y a su padre apenas comenzaba.

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