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Capitulo 58

El sonido de los disparos resonó como un trueno en el aire cuando el auto de Negan y Lou se desvió violentamente, chocando contra un grupo de árboles. Los neumáticos rechinaron mientras el metal se retorcía, pero, para su suerte, ninguno resultó gravemente herido.

Lou fue el primero en reaccionar. Con los oídos zumbando y el corazón latiendo a toda velocidad, giró en su asiento para asegurarse de que el bebé y el perro estaban bien. El pequeño lloraba desconsoladamente, y el canino ladraba frenéticamente, como si entendiera el peligro que se cernía sobre ellos.

— ¡Cállalo! — gritó Negan desde el asiento del conductor, limpiándose un rastro de sangre de la frente mientras sacaba su bate Lucille de entre los asientos —. Tenemos compañía.

Lou no perdió el tiempo. Sacó al bebé de su silla y abrió la puerta trasera. El perro saltó detrás de él, manteniéndose cerca mientras Lou buscaba un lugar seguro entre los árboles para ocultarlos. Encontró un hueco en el tronco de un árbol caído, lo suficientemente grande para resguardar al bebé y al perro.

— Pequeño, vas a estar bien — murmuró Lou, aunque su voz traicionaba su preocupación—. Tú perrito, quédate aquí. Vigílalo.

El perro ladró una vez como si entendiera, y Lou cubrió el hueco con ramas antes de regresar al auto.

Negan ya estaba fuera, su silueta imponente iluminada por los destellos intermitentes de los disparos.

— ¿Tienes tu arma? — le preguntó Negan, esquivando un tiro mientras usaba el auto como cobertura.

— Siempre — respondió Lou, sacando su pistola del cinturón.

— Bueno, es hora de mostrarles a estos idiotas quién manda.

Padre e hijo se movieron con coordinación instintiva. Lou rodeó el auto por un lado, mientras Negan avanzaba por el otro, Lucille en una mano y una pistola en la otra. Los hombres que los atacaron, un grupo de cinco, no parecían ser más que bandidos oportunistas, pero eso no los hacía menos peligrosos.

Lou fue el primero en abrir fuego, su puntería precisa derribando a uno de los atacantes. Negan, con su característico estilo caótico, cargó hacia otro mientras disparaba y luego remató con un golpe brutal de su bate.

— ¡¿Es todo lo que tienen?! — rugió Negan con una sonrisa salvaje en el rostro.

Lou, por su parte, no dijo nada, manteniendo su enfoque en los movimientos de los atacantes restantes. Disparó a otro que intentaba rodearlos, su expresión estoica pero con los ojos llenos de determinación.

Los últimos dos hombres, al darse cuenta de que estaban perdiendo, intentaron huir, pero Negan no estaba dispuesto a dejarlos ir.

— ¡Oh, no, chicos! Nadie se mete con mi auto, con mi hijo y con mi maldito día libre.

Negan alcanzó a uno de ellos con un disparo en la pierna, y Lou, aunque no le gustaba prolongar el sufrimiento, terminó con el último de un tiro limpio.

Cuando todo terminó, Lou bajó el arma, su respiración pesada mientras miraba el desastre que los rodeaba.

— ¿Todos están muertos? — preguntó, más para confirmarlo que por duda real.

Negan miró los cuerpos, sacudiéndose el polvo de la chaqueta.

— Eso parece. Buen trabajo, chico.

Lou no respondió, en lugar de eso se apresuró de regreso al escondite. Retiró las ramas y suspiró aliviado al encontrar al bebé todavía llorando y al perro lamiéndole la mejilla en un intento de calmarlo.

— Está bien, ya pasó — murmuró mientras tomaba al bebé en brazos.

Negan apareció detrás de él, mirando la escena con una mezcla de exasperación y algo que podría haber sido orgullo.

— Déjame adivinar, no te enseñé esto en las lecciones de supervivencia, ¿verdad? — dijo, señalando al bebé y al perro.

Lou lo miró, sin humor para sus bromas.

— No. Pero no tenía que hacerlo.

Negan rio entre dientes y palmeó a su hijo en el hombro.

— Vamos, genio. Aún tenemos que encontrar la forma de volver al santuario. Y esta vez, intenta no recoger más problemas en el camino, ¿de acuerdo?

Lou solo rodó los ojos mientras seguía a su padre, el bebé en brazos y el canino pisándole los talones.

Negan caminaba unos pasos delante de Lou, refunfuñando en voz baja mientras el llanto del bebé resonaba en el aire. Cada vez que intentaba ignorarlo, el volumen del bebé parecía aumentar, como si lo hiciera a propósito.

— ¿Ese niño no tiene un botón de apagado? —preguntó Negan, girándose para lanzar una mirada exasperada a Lou.

Lou, con el pequeño en brazos y una expresión de paciencia infinita, lo miró sin inmutarse.

— Es un bebé, papá. Llorar es lo que hacen.

Negan levantó las manos al aire, frustrado.

— ¡Claro, claro! Y aquí estoy, cargando a un futuro líder llorón mientras caminamos por un maldito bosque. Esto no estaba en mi plan, Lou. ¡No estaba en mis letras negritas!

Lou reprimió una sonrisa y siguió avanzando, ajustando al bebé en sus brazos para intentar calmarlo. El perro trotaba cerca de ellos, moviendo la cola como si no tuviera una sola preocupación en el mundo.

De repente, Lou se detuvo en seco. Algo llamó su atención entre los arbustos a su derecha.

— ¿Y ahora qué? — preguntó Negan, girándose para mirarlo.

Lou se inclinó y apartó las ramas con cuidado. Entre los arbustos, un pequeño gato de pelaje gris los observaba con ojos grandes y amarillos. Lou lo miró por un momento, y luego dejó escapar una suave risa.

— ¿Qué demonios es tan gracioso? — preguntó Negan, cruzándose de brazos.

— Es un gato, papá. Está solo.

Negan parpadeó, como si no pudiera creer lo que estaba escuchando.

— No. No me digas que...

Lou ya estaba extendiendo una mano hacia el gato, que, para sorpresa de ambos, no retrocedió. En cambio, el felino se acercó, olisqueó los dedos de Lou y se frotó contra su pierna con un suave ronroneo.

— Creo que le gusto — dijo Lou con una sonrisa.

— ¡Por supuesto que le gustas! — espetó Negan, claramente perdiendo la paciencia —. Todo lo que respira parece tener una debilidad por ti. Pero te lo advierto, Lou, no pienso cargar con un circo de animales y bebés.

Lou recogió al gato con una mano mientras sostenía al bebé con la otra.

— No es un circo, papá. Es una familia.

Negan soltó una carcajada amarga.

— ¡Familia! Claro, porque eso es justo lo que necesitamos en medio de un apocalipsis. Un bebé llorón, un perro que ladra a todo, y ahora un gato. ¿Qué sigue? ¿Un maldito loro?

Lou lo ignoró mientras acariciaba al gato, que ronroneaba felizmente en sus brazos.

— Se llama Smokey — anunció Lou con decisión.

Negan se detuvo, mirándolo con incredulidad.

— ¿Smokey? Claro, ponle nombre. Eso lo hace oficial.

— Exacto — dijo Lou con una sonrisa traviesa mientras seguía caminando —. Vamos, papá. El santuario no está tan lejos.

Negan sacudió la cabeza y siguió caminando detrás de él, murmurando para sí mismo.

— Juro por Dios, Lou, si recoges un pez dorado en el camino, voy a perder la cabeza.

Negan se quedó mirando al bebé en los brazos de Lou mientras caminaban, escuchando su llanto constante y mirando cómo Lou intentaba calmarlo con una paciencia que parecía interminable. Aunque lo odiaba admitirlo, algo en el hecho de tener al bebé cerca, incluso con todo el caos que traía consigo, había empezado a tocar algo en su interior.

A medida que avanzaban, Negan se quedó pensativo, sus ojos fijos en el pequeño que lloraba sin cesar. Lou lo miró de reojo, notando que su padre estaba más callado de lo habitual. Sabía que algo estaba pasando por su mente, pero no dijo nada.

Finalmente, Negan respiró hondo y habló, casi como si estuviera decidiendo algo en voz alta para sí mismo.

— Ya basta de llamarlo "el bebé". Necesita un nombre.

Lou levantó una ceja, un poco sorprendido. Sabía que para Negan el tema de "familia" era complicado, pero algo en su tono le decía que estaba hablando en serio.

— ¿Un nombre? — repitió Lou, mirando a su padre.

Negan se detuvo por un momento y miró al pequeño con una sonrisa torcida, como si le estuviera dando su aprobación.

— Sí, un nombre. Pero no cualquiera, Lou. Tiene que ser algo con fuerza, algo que suene importante. Algo que le dé respeto a este pequeño desastre que trajiste.

Lou se encogió de hombros.

— No tengo ningún problema con eso, papá. Solo... ¿alguna sugerencia?

Negan pensó por un momento, mirando al bebé.

— ¿Qué te parece "Caleb"? Tiene un buen sonido, ¿no? Fuerte, confiable. No como el desastre que causó cuando lo encontramos, pero puede crecer en algo grande.

Lou miró al bebé y luego a su padre, un leve brillo de reconocimiento en sus ojos. "Caleb" sonaba bien, y de alguna manera parecía encajar con todo lo que el niño representaba.

— "Caleb"... — murmuró Lou, como probando el nombre. No estaba mal. Nada mal.

Negan asintió y dejó escapar una sonrisa torcida.

— Bien, entonces oficialmente es Caleb. Y no me hagas cambiar de opinión, Lou. A partir de ahora, ese es su nombre.

Lou sonrió, abrazando al bebé un poco más cerca.

— Gracias, papá. Creo que "Caleb" le va bien.

A pesar de todo, un ligero sentimiento de conexión cruzó el rostro de Negan, algo que no había mostrado con nadie desde que el apocalipsis comenzó. El hecho de haber dado un paso al frente y darle al bebé un nombre era, para él, una pequeña pero significativa señal de que tal vez, solo tal vez, podía empezar a reconocer la importancia de las pequeñas cosas en un mundo roto.

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