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Capitulo 57

Lou frunció el ceño al escuchar a su padre, sabiendo que esa sonrisa significativa de Negan indicaba que venía un favor por parte de él. Aunque los métodos de Negan siempre le parecían fuera de lo común, en el fondo sabía que este tipo de peticiones nunca eran sencillas.

— Jadis, ¿eh? — dijo Lou con tono burlón, pero con cierta incredulidad en su voz —. ¿Y qué quieres que haga exactamente? ¿Posar como un modelo para que ella me esculpa? No soy un maldito estante para arte.

Negan se echó a reír, reconociendo en la expresión de Lou la mezcla de molestia y duda. Era una de esas ocasiones en las que le gustaba jugar con los límites de su hijo, pero también podía ver que Lou no se sentía del todo cómodo con la idea.

— No, hijo, no te preocupes. No te voy a pedir que te pongas en una pose ridícula — dijo Negan con una sonrisa ladeada, como si se estuviera divirtiendo con la situación —. Pero, a cambio de lo que me ofreció Jadis, necesitamos que hagas una pequeña... "exhibición". Un trato sencillo. Ya sabes cómo funciona el mundo de las negociaciones, y este tipo de cosas no son gratis. Ella es artista, no está acostumbrada a los hombres como tú, pero sé que puedes hacerlo. Solo se trata de posar y permitirle hacer su trabajo.

Lou no estaba convencido. Su rostro se tornó serio, los recuerdos de tantas situaciones incómodas a lo largo de su vida inundaron su mente, y ahora su padre le pedía que fuera parte de un espectáculo. Aunque no era extraño para él que Negan le pidiera cosas fuera de lo común, esta vez no podía evitar sentirse más reticente.

— ¿Y qué gano yo con todo esto? — respondió Lou, a pesar de que ya intuía que la respuesta de Negan sería más bien una negociación forzada.

Negan se recostó en su silla con una sonrisa de suficiencia. Sabía que Lou siempre se hacía estas preguntas, y le gustaba que su hijo cuestionara las cosas. Pero también le gustaba ver a Lou enfrentarse a las decisiones difíciles, como siempre lo había hecho.

— Lo que ganarás, Lou, es que Jadis estará contenta. Y cuando Jadis está contenta, todos lo estamos. Además, no te preocupes, no tienes que hacer nada que te incomode. Solo una pequeña "presentación". Ya sabes, ser el modelo perfecto... sin hacer un gran esfuerzo.

Lou lo miró fijamente, sabiendo que no tenía muchas opciones si quería mantener la paz, pero aún sentía un leve desdén por la idea. Sabía que su padre no era alguien que aceptara un "no" como respuesta, y que, si se negaba, lo haría pagar de alguna forma.

— Está bien — dijo Lou con un suspiro, sin muchas ganas, pero aceptando el trato —. Haré lo que me pides, pero si esto resulta ser una de tus maniobras raras para hacerme quedar como un idiota, no lo olvidaré.

Negan sonrió ampliamente, como si estuviera esperando una respuesta como esa.

— Lo sabía — dijo con una sonrisa de satisfacción—. Sabía que me entenderías.

Lou, aunque con algo de disgusto, sabía que Negan tenía sus propios motivos para hacer estos tratos, y aunque no le gustara, era un juego que a veces tenía que jugar.

El ambiente del basurero era exactamente lo que Lou esperaba: sucio, desordenado y con un aire tenso que parecía envolver todo. A pesar de lo que había visto en el Santuario y en las comunidades vecinas, el lugar aún le resultaba desagradable, pero sabía que no tenía mucha opción. Negan, con su siempre confiado andar, guiaba a Lou hacia el interior del espacio, donde Jadis lo esperaba con una mirada curiosa, casi evaluadora.

Jadis, con su estética única y fría, lo miró de arriba a abajo mientras Lou intentaba mantenerse firme bajo su inspección. Sabía que el trato no era fácil, pero no esperaba que Jadis fuera tan directa al evaluarlo.

— Hmm... interesante — comentó Jadis con una mirada casi analítica —. Definitivamente, no es lo que esperaba... pero tiene algo. Sí, este será un buen modelo.

Lou no dijo nada, solo se mantuvo en silencio mientras Jadis lo examinaba, consciente de que no podría hacer mucho para cambiar su destino en ese momento.

Negan observaba la escena desde un costado, viendo con satisfacción cómo su hijo cumplía con la parte del trato que había prometido. No le gustaba cómo Jadis operaba, pero entendía que, en un mundo como el suyo, los acuerdos eran vitales para la supervivencia. Y este acuerdo con Jadis era uno que necesitaba cumplir.

Finalmente, Jadis hizo un gesto y sus mujeres se acercaron a Lou.

— Llévalo a la sala — ordenó, su tono autoritario no dejaba lugar a dudas.

Lou, al principio reacio, se dejó guiar por las mujeres hacia la parte del basurero donde Jadis solía trabajar. Era un espacio apartado, lleno de materiales dispersos, lienzos a medio terminar y estatuas a medio esculpir. El olor de la pintura y el polvo llenaban el aire, pero Lou no tuvo mucho tiempo para pensar en ello, ya que se veía rodeado por un grupo de mujeres que lo ayudaban a prepararse para el proceso.

Mientras tanto, Negan y Jadis intercambiaban palabras en una esquina alejada, asegurándose de que el trato se realizara según lo acordado. Ambos eran conocidos por su astucia en los negocios, y aunque Negan intentaba mantener las formas de una negociación cordial, su tono era inconfundiblemente autoritario.

— Asegúrate de que este trato se cumpla. No me gustará que me dejen con las manos vacías — le dijo Negan con una sonrisa que no alcanzaba a disimular la amenaza subyacente.

Jadis lo miró con frialdad, pero con una sonrisa que dejaba claro que no temía a Negan.

— Lo cumpliremos. Pero asegúrate de que tu hijo no sea una molestia. Las esculturas requieren concentración, y no me gusta que me interrumpan. Tú sabes cómo soy.

Negan asintió con una expresión ligeramente burlona.

— No te preocupes. Lou tiene... sus propios métodos. Pero no te preocupes, no te interrumpirá.

Jadis, en un movimiento calculado, le dio un par de instrucciones a sus mujeres, quienes rápidamente llevaron a Lou a una posición cómoda, ya listo para comenzar el proceso de modelado. El trabajo de Jadis, aunque extraño, parecía tener algo hipnótico, y Lou no podía evitar sentirse ligeramente incómodo. Sin embargo, a lo lejos, observaba cómo Negan y Jadis continuaban su intercambio, los dos intercambiando gestos de acuerdo y entendimiento.

Lou se dio cuenta de que su padre había tomado una decisión estratégica en ese momento. Aunque no entendía por completo por qué lo había traído a este lugar, sabía que su padre estaba cumpliendo su palabra. Negan no era alguien que tomara un trato a la ligera.

Pero ahora, estaba claro que Lou estaba atrapado en esa red de intercambios y acuerdos. Sabía que sus opciones eran limitadas y que ese tipo de trato era parte del mundo en el que vivían, aunque eso no lo hacía más cómodo. Lou se permitió relajar un poco los músculos, resignado a su destino por esa hora.

El intercambio de favores entre Negan y Jadis finalmente estaba en marcha. Y Lou sabía que, aunque todo esto lo desconcertaba, lo que estaba por venir no sería fácil. Pero lo que no entendía completamente aún era el precio que tendría que pagar al final.

Jadis hizo acto de presencia, sus ojos se clavaron en Lou y después hizo una seña con su mano.

— Desnúdate — ordenó, la perplejidad fue muy notoria en la expresión de Lou quien solo se quedo rígido en su lugar hasta que luego soltó una risa.

— ¿Qué? Eso no es parte del trato.

— Tú papá dijo que serías buen modelo y que sabrías comportarte — indicó la mujer y Lou tuvo que apretar la mandíbula cuando se dio cuenta que su papá no le había mencionado eso.

Lou se quedó pensativo, mirando a Jadis y luego a las mujeres que estaban en la sala. Era claro que no había muchas opciones. A pesar de la incomodidad que le generaba la situación, sabía que no podía desafiar a Jadis si quería que su padre tuviera el trato. Además, el hecho de que su padre había hecho este trato en primer lugar le causaba un extraño sentimiento de frustración y desconcierto.

Finalmente, y tras un suspiro de resignación, Lou se preparó para hacerlo. Sabía que, aunque lo odiaba, no tenía otra opción en ese momento. Si quería salir de ahí y que su padre mantuviera su palabra, tendría que seguir las reglas de este extraño y repulsivo acuerdo.

Jadis, al ver que Lou no se negaba, sonrió sutilmente, como si estuviera satisfecho con su sumisión, y se acercó para comenzar su trabajo. Lou, aunque incómodo, intentó bloquear su mente, recordando que todo esto era solo un paso más en el complicado mundo que su padre había decidido para él.

Mientras Jadis comenzaba a inspeccionar su cuerpo y a dibujar en su mente cómo lo esculpiría, Lou no pudo evitar pensar en cómo su vida se había transformado en algo tan extraño y surrealista. Pero sabía que no podía cambiar las reglas del juego; simplemente tenía que seguir adelante, aunque le costara aceptarlo.

Lou caminaba a paso firme junto a su padre, los ecos de la conversación con Jadis aún resonando en su mente. La incomodidad de la situación lo había hecho sentir algo extraño, pero no quería mostrarlo. Su mirada estaba fija al frente, pero sus pensamientos iban de un lado a otro.

— No me dijiste nada de esa tontería de desnudarme — dijo Lou finalmente, rompiendo el silencio que se había formado entre ellos.

Negan lo miró de reojo, con una sonrisa sardónica que solo él sabía cómo poner.

— ¿Las letras negritas del contrato? — respondió Negan con tono burlón —. Ya te lo había explicado, Lou. A veces los tratos son así. No siempre es lo que esperas.

Lou lo miró, desconcertado, pero no estaba dispuesto a profundizar más en eso. No quería que lo viera vulnerable. No en ese momento.

— Solo... no le digas nada a Daryl — respondió Lou, con un suspiro. No quería que Daryl se enterara de esa parte del trato. Sabía cómo lo tomaría.

Negan sonrió, una sonrisa que no tenía nada de cálida, sino más bien de complicidad.

— Está bien, Lou. Lo que pasa entre nosotros dos queda entre nosotros. Pero recuerda que todo tiene un precio, y tú ya pagaste el tuyo.

Lou guardó silencio, sabiendo que su padre nunca lo dejaría escapar tan fácilmente. Sin embargo, algo dentro de él sabía que si quería seguir adelante, tendría que lidiar con esas pequeñas humillaciones, porque a fin de cuentas, eso era lo que su padre siempre había esperado de él.

Negan golpeó la llanta con frustración después de que la llave inglesa se le resbalara por tercera vez. Gruñó algo entre dientes mientras se arrodillaba nuevamente para intentar aflojar los pernos. Lou, recargado contra el auto con los brazos cruzados, observaba la escena con una expresión tranquila y divertida.

— ¿Sabes, Lou? — gruñó Negan mientras forcejeaba con la llave —. Podrías, no sé, ser útil por una vez y darme una mano.

Lou alzó las cejas, fingiendo sorpresa.

— ¿Yo? Pensé que eras un experto en todo, papá —respondió con un tono burlón, sin moverse de su lugar —. Además, estoy disfrutando mucho esta vista. Es raro verte sudar por algo que no implique gritarle a alguien.

Negan se detuvo, apoyándose en su rodilla mientras le lanzaba una mirada afilada.

— ¿Sabes qué, pequeño bastardo? — dijo, señalándolo con la llave inglesa —. Esto es culpa tuya. Si no hubieras insistido en recoger a ese perro mugroso, ya estaríamos de vuelta en el Santuario, disfrutando de un buen whisky.

Lou se encogió de hombros, claramente sin remordimientos.

— Bueno, al menos alguien de nosotros hizo algo decente hoy. Además, no es como si estuviera muy emocionado por volver a ese lugar de todos modos.

Negan bufó, levantándose y sacándose el sudor de la frente con el dorso de la mano. Observó a su hijo por un momento, notando la diversión en su rostro, y luego dejó caer la llave con un sonido metálico al suelo.

— Está bien, Lou, me rindo. Muéstrame tus habilidades milagrosas y cámbialo tú, si eres tan listo.

Lou soltó una risa seca y se separó del auto, caminando hacia Negan. Se inclinó para recoger la llave inglesa y comenzó a trabajar con los pernos de la llanta con movimientos hábiles y eficientes. Negan cruzó los brazos y lo observó en silencio, sorprendido pero sin querer admitirlo.

— ¿Desde cuándo sabes hacer esto? — preguntó Negan, frunciendo el ceño.

— Desde siempre — respondió Lou, sin mirarlo —. Pero, ¿para qué arruinar el momento de verte frustrado? Es muy entretenido, ¿sabes? Podría verlo todo el día.

Negan resopló, aunque no pudo evitar que una pequeña sonrisa cruzara su rostro.

— Pequeño demonio... Eres igualito a mí —murmuró.

Lou terminó de ajustar la última tuerca y se incorporó, limpiándose las manos en los jeans. Le lanzó la llave inglesa a Negan, quien la atrapó al vuelo.

— Claro que sí, papá. La diferencia es que yo sé cuándo es mejor quedarse callado y observar. Tú deberías intentarlo alguna vez — dijo Lou con una sonrisa burlona antes de intentar regresar al auto.

Negan lo miró con los labios torcidos entre diversión y fastidio. Había algo en Lou que lo desarmaba, algo que lo hacía sentirse más humano. Negan suspiró, lanzando una última mirada al neumático antes de volver al asiento del conductor. A pesar de todo, no podía negar que Lou lo hacía sentirse orgulloso de una forma que nunca admitiría en voz alta.

Lou se quedó quieto con una mano en la puerta del auto, sus ojos clavados en la dirección de un sonido distante: un llanto agudo, apenas audible a través de los árboles. Su ceño se frunció al instante.

—¿Qué pasa ahora? ¿Escuchaste a un unicornio llorar o qué? — se burló Negan, acomodándose en el asiento del conductor con evidente fastidio.

Lou levantó una mano para indicarle que se callara, su expresión seria. El llanto volvió a sonar, más claro esta vez. Sin dudarlo, Lou se giró hacia el bosque y comenzó a caminar con pasos rápidos.

— ¿Adónde demonios vas? — preguntó Negan, saliendo del auto con una mezcla de irritación y preocupación.

Lou no respondió, sus sentidos aguzados mientras seguía el sonido. Negan soltó un gruñido de frustración y tomó su bate antes de seguirlo.

— ¡Lou! ¿Qué carajos crees que estás haciendo? —llamó Negan, su voz más baja esta vez, como si el tono de su hijo lo hubiera contagiado de la misma cautela —. No voy a quedarme aquí mientras tú juegas al héroe otra vez.

Lou siguió avanzando entre los árboles, moviéndose con agilidad entre las ramas y hojas caídas, hasta que el llanto se volvió más fuerte. Finalmente, se detuvo detrás de un tronco caído y alzó una mano para que Negan también se detuviera. Negan lo alcanzó con el bate listo en su mano, mirando a su alrededor con desconfianza.

— ¿Qué es? — susurró Negan, aunque su tono no era tan bajo como Lou hubiera querido.

Lou señaló hacia adelante sin decir nada. Allí, en un claro, una vieja camioneta oxidada estaba rodeada por al menos seis caminantes, todos golpeando el vehículo con movimientos torpes. Encima del techo, una pequeña canasta estaba inclinada peligrosamente hacia un lado. Desde la canasta provenía el llanto del bebé.

Los ojos de Negan se abrieron un poco más al ver la escena.

— Bueno, no me jodas... ¿Es en serio? — murmuró, con una mezcla de incredulidad y burla en su voz —. Es como si hubiéramos tropezado con una maldita película de terror barata.

Lou le lanzó una mirada afilada, claramente no compartiendo el humor de su padre. Negan levantó las manos en un gesto de rendición.

— Está bien, está bien, cálmate. Entonces, ¿qué hacemos, genio? Porque, en caso de que no lo hayas notado, hay más dientes que cerebro ahí abajo.

Lou sacó su cuchillo y se giró hacia Negan con determinación.

— Sacamos al bebé. Tú los distraes, yo lo tomo —dijo con firmeza.

Negan bufó, pero no discutió. Su hijo tenía esa mirada que indicaba que no se rendiría. Giró el bate entre sus manos y le dedicó una sonrisa torcida.

— Sabes que esto es una locura, ¿verdad? Pero, bueno, al menos será entretenido.

Negan avanzó hacia los caminantes, golpeando el bate contra un árbol cercano para llamar su atención. El sonido hueco resonó en el claro, y los caminantes comenzaron a girarse lentamente hacia él.

— ¡Vengan aquí, bolsas de pus andantes! — gritó Negan, agitando el bate.

Lou aprovechó la distracción y se deslizó hacia la camioneta. Trepó con agilidad al techo, alcanzando la canasta con cuidado. Dentro, el bebé lloraba, su pequeño rostro rojo de angustia. Lou lo envolvió rápidamente en la manta para protegerlo y lo sostuvo contra su pecho.

— Ya te tengo, tranquilo — murmuró, su voz suave y calmante.

Negan, mientras tanto, se movía con habilidad, usando su bate para mantener a los caminantes a raya.

— ¡Lou, apúrate! — gritó, su tono cargado de impaciencia.

Lou bajó del techo con el bebé en brazos, moviéndose con rapidez hacia el borde del claro. Negan lo siguió de cerca después de acabar con los últimos caminantes, limpiando su bate en su pantalón con una mueca de desagrado.

— Bien hecho, huracán — dijo Negan, respirando con algo de esfuerzo —. Pero ahora tenemos otro problema. ¿Qué demonios hacemos con él?

Lou miró al bebé que ahora estaba más calmado en sus brazos. Su mirada se suavizó mientras lo observaba. Luego, levantó la vista hacia su padre, su determinación clara.

— Nos lo llevamos.

Negan golpeó el volante con frustración mientras el llanto del bebé en los brazos de Lou se intensificaba. Para empeorar las cosas, el perro orejón rescatado por Lou estaba saltando entre los asientos traseros, mordisqueando todo lo que encontraba y ladrando ocasionalmente, como si intentara competir con el bebé por atención.

— ¡Por el amor de Lucifer, Lou! Este día no podía ser más irritante — gruñó Negan, apretando los dientes mientras giraba el volante con más fuerza de la necesaria —. Un perro, un bebé... ¿por qué no le agregamos un maldito unicornio para completar el cuadro?

Lou, con el bebé acurrucado en sus brazos, parecía completamente imperturbable. Observaba al pequeño con paciencia, intentando calmarlo al tiempo que mantenía al perro fuera de su rango de visión.

— ¿Sabes qué? — continuó Negan, señalándolo con una mano mientras conducía —. A partir de hoy, quedas oficialmente prohibido de salir del santuario. ¡Prohibido! Porque cada vez que ponemos un pie fuera, terminas trayendo algo que respira. Y no me hagas empezar con ese maldito orejón — espetó, señalando al perro, que en ese momento estaba mordiendo uno de los cojines del asiento.

Lou alzó una ceja, claramente molesto, pero aún mantuvo la calma.

— ¿Quién me sacó del santuario? — replicó con sarcasmo —. ¿Quién me dijo "Vamos, hijo, te hace falta un poco de aire fresco"? Oh, sí, tú y en realidad era para llevarme con Jadis. Así que no te quejes, papá. Esto es tu culpa.

Negan soltó una carcajada seca, incrédulo ante la respuesta.

— ¡Mi culpa! ¿Sabes lo que es mi culpa? — preguntó con sarcasmo, golpeando ligeramente el volante para enfatizar —. Mi culpa fue sacarte del maldito santuario, eso es lo que fue. Porque cada vez que te dejo salir, terminas complicándome la vida. Un perro, un bebé... ¡Diablos, Lou! ¿Por qué no traes una cabra la próxima vez? ¡Hagamos una granja de una vez!

Lou lo miró de reojo, completamente calmado a pesar de las quejas de su padre.

— Podría haber sido peor — respondió, balanceando suavemente al bebé en sus brazos, que comenzaba a calmarse un poco —. Podría haber sido un tigre.

Negan se detuvo, apretando el volante con fuerza mientras soltaba un suspiro exasperado.

— Lou, si trajeras un tigre, te encerraría con él.

Lou sonrió con diversión, ignorando la amenaza vacía.

El perro en el asiento trasero decidió participar en la conversación, ladrando alegremente mientras mordisqueaba la correa del cinturón de seguridad. Negan se giró rápidamente, apuntando con un dedo al animal.

— ¡Tú! Silencio.

El perro, por supuesto, no obedeció, lo que solo aumentó la irritación de Negan. Lou, mientras tanto, se reclinó un poco en el asiento, entretenido con la frustración de su padre.

— Por cierto, papá — dijo Lou, con una sonrisa burlona —. Creo que olvidaste mencionarme las "letras pequeñas" en este paseo familiar.

Negan soltó una carcajada amarga y negó con la cabeza, sin dejar de mirar la carretera.

— Oh, no. Esto no es un paseo familiar, pequeño Louie. Esto es una condena. Una condena que yo mismo firmé al sacarte.

Lou se encogió de hombros, acomodando al bebé con cuidado.

— Bueno, podrías ver el lado positivo.

Negan levantó una ceja, claramente desconcertado.

— ¿Lado positivo?

Lou asintió, con una sonrisa tranquila.

— Ahora tienes un nuevo nieto y una mascota. Felicidades, abuelo.

Negan abrió la boca para protestar, pero se quedó sin palabras. Solo pudo resoplar y centrar su atención en la carretera, murmurando por lo bajo:

— Esto no puede empeorar...

Y, por supuesto, justo en ese momento, el bebé comenzó a llorar nuevamente y el perro saltó hacia el asiento delantero, provocando un grito ahogado de Negan mientras intentaba controlar el volante.

Lou no pudo evitar soltar una carcajada.

— ¡Te dije que podrías ver el lado positivo! —bromeó, mientras el caos continuaba en el auto.

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