
Capitulo 55
Negan y Daryl no podían evitar notar el cambio en Lou. En los días siguientes, parecía que cualquier cosa, por mínima que fuera, podía encender su ira. Ya fuera un comentario fuera de lugar de un Salvador, una mirada sospechosa, o incluso algo tan insignificante como un objeto fuera de lugar, Lou reaccionaba con una intensidad que no era común en él.
Negan, aunque acostumbrado a manejar explosiones de carácter, no podía ignorar que esto no era solo Lou siendo temperamental. Había algo más, algo que estaba carcomiéndolo por dentro.
— Es como si tuviera una mecha más corta que la de mi Lucille — comentó Negan mientras caminaba junto a Daryl por los pasillos del Santuario —. Y créeme, eso ya es mucho decir.
Daryl, por su parte, estaba igual de preocupado. Lou solía ser explosivo, sí, pero también sabía mantener el control en los momentos clave. Ahora, parecía que el control lo había abandonado.
— No es solo enojo — dijo Daryl, su tono más grave de lo habitual —. Algo está pasándole. Está cargando con algo y no nos está diciendo qué.
Negan asintió, aunque con una sonrisa burlona.
— Eso o alguien le robó el postre. Pero en serio, Dixon, tú estás más cerca de él. Si hay algo que lo esté carcomiendo, eres tú quien puede sacárselo.
— ¿Y tú qué? — le replicó Daryl, arqueando una ceja—. Eres su padre.
Negan se encogió de hombros, sin perder su actitud despreocupada.
— Soy su padre, claro, pero soy el cabrón al que la mayoría aquí teme o desprecia. Tú, en cambio, eres la excepción. Si hay algo que le preocupe, probablemente lo comparta contigo antes que conmigo.
Daryl lo miró con desconfianza, pero no podía negar que Negan tenía un punto.
Al día siguiente, mientras Lou repasaba algunos registros en la oficina que Negan le había asignado, Daryl decidió enfrentarlo. Entró sin anunciarse, cerrando la puerta detrás de él.
— Lou.
El joven alzó la mirada, claramente irritado por la interrupción.
— ¿Qué? ¿Ahora vienes a decirme que no golpee más a tus preciosos Salvadores?
— No vine a pelear — dijo Daryl, manteniendo la calma —. Vine a hablar. Algo te está pasando, y no puedes seguir llevándolo solo.
Lou resopló, intentando desviar el tema.
— No sé de qué hablas. Estoy bien.
Daryl cruzó los brazos, sin apartar su mirada de él.
— Lou, no soy estúpido. He visto cómo explotas por cualquier cosa últimamente. Eso no es normal, ni siquiera para ti.
Lou cerró los registros de golpe, visiblemente frustrado.
— ¡¿Y qué se supone que haga, Daryl?! — exclamó, levantándose de golpe —. ¡Estoy atrapado aquí, viendo cómo mi padre controla todo a su antojo, tratando de protegerte a ti y a mí mismo, mientras intento no perder lo poco que queda de mí en este lugar!
Daryl dio un paso hacia él, suavizando su tono.
— Lou, no tienes que hacer todo esto solo. Si algo te está afectando, dilo.
Lou lo miró por un momento, sus ojos grises llenos de una mezcla de ira y tristeza. Pero en lugar de responder, simplemente negó con la cabeza y salió de la oficina, dejando a Daryl con una sensación de impotencia.
Esa misma noche, Negan también decidió intervenir. Encontró a Lou en uno de los balcones del Santuario, mirando al vacío con una expresión que rara vez veía en su hijo.
— ¿Vas a saltar o solo estás buscando dramatismo? — bromeó Negan, apoyándose en la barandilla a su lado.
Lou no respondió, pero tampoco se alejó. Negan lo miró de reojo antes de soltar un suspiro.
— Mira, Louie, sé que algo está pasándote. No soy bueno para estas cosas, pero si necesitas hablar, aquí estoy.
Lou mantuvo la vista en el horizonte, sus manos apretadas en la barandilla.
— ¿Y qué esperas que diga? — murmuró finalmente—. ¿Que estoy harto de todo esto? ¿Que quiero largarme de aquí? ¿Que quiero ser libre?
Negan se quedó en silencio por un momento antes de asentir.
— Si eso es lo que sientes, dilo. Pero sea lo que sea, no lo guardes para ti. Porque créeme, hijo, lo último que quiero es perderte.
Lou finalmente lo miró, sorprendido por la honestidad en las palabras de su padre. Pero en lugar de responder, simplemente asintió, como si esa pequeña confesión fuera suficiente por ahora.
Negan, satisfecho con haber plantado una semilla, dejó que el silencio hablara por ellos. Pero sabía que, tarde o temprano, Lou tendría que enfrentar lo que lo estaba atormentando.
Lou alzó una ceja, claramente confundido por el comentario de su padre.
— ¿Qué demonios estás diciendo? — preguntó con una mezcla de irritación y desconcierto.
Negan se cruzó de brazos y soltó una carcajada profunda, como si acabara de escuchar el mejor chiste del mundo.
— Oh, vamos, Louie, no me hagas explicarlo como si fueras un niño otra vez. Es obvio. Tu tensión, tu mal humor... — Negan hizo un gesto exagerado con las manos — probablemente se deba a que necesitas un poco de acción con tu novio cazador.
Lou abrió los ojos con incredulidad, su rostro alternando entre sorpresa y vergüenza.
— ¡¿Qué?! — exclamó, su tono subiendo una octava más de lo habitual —. ¡Eso no tiene nada que ver!
Negan le dio un golpe amistoso en el hombro, todavía riendo.
— Oh, claro que sí. Mira, hijo, cuando dos abejitas se quieren mucho, tienden a... ya sabes, zumbear juntas de vez en cuando. Es biología, Lou. No puedes luchar contra eso.
Lou lo miró con una mezcla de mortificación y furia, sintiendo que el color subía a sus mejillas.
— Papá, para ya. No necesito escuchar tus... teorías sobre mi vida privada.
Negan levantó las manos en señal de rendición, con una sonrisa burlona todavía en su rostro.
— Está bien, está bien. Solo digo que quizá tu enojo no es por el estrés, sino porque llevas mucho tiempo reprimiendo ciertas... necesidades.
Lou giró los ojos, claramente harto de la conversación.
— No voy a discutir esto contigo.
Negan volvió a reír, satisfecho con haberlo molestado lo suficiente.
— Está bien, Louie. No te preocupes. Pero si necesitas consejos sobre "zumbidos", ya sabes dónde encontrarme.
Lou se alejó murmurando algo ininteligible, mientras Negan lo observaba irse con una sonrisa de satisfacción. Sabía que había tocado un nervio, pero también esperaba que el comentario lo hiciera reflexionar un poco, aunque fuera de la forma más incómoda posible.
Negan, con su característica sonrisa burlona, cruzó los brazos mientras observaba a Lou y Daryl desde la puerta de la habitación.
— Bien, muchachos, aquí está el plan — declaró con un tono despreocupado —. Lou, estás insoportable últimamente, y Daryl, bueno, eres parte del problema. Así que, ¿cuál es la solución?
Lou alzó una ceja, claramente molesto.
— ¿Qué demonios estás diciendo, papá?
Negan ignoró la pregunta, disfrutando el desconcierto de ambos.
— La solución es simple: un día libre... aquí dentro. — Negan señaló la habitación —. Sin interrupciones, sin distracciones, solo ustedes dos. Hasta que el pequeño Louie decida dejar de ser un huracán.
Daryl miró a Lou con el ceño fruncido y luego dirigió una mirada incrédula a Negan.
— Esto es una broma, ¿verdad? — gruñó el cazador.
— Oh, no, amigo, esto no es una broma. — Negan sacó las llaves de su chaqueta de cuero y las agitó antes de guardarlas nuevamente en su bolsillo—. ¿Ves esta puerta? No se abre hasta que mi hijo aquí presente decida comportarse como una persona normal y no como un maldito volcán a punto de explotar.
Lou apretó los puños, claramente irritado.
— ¡Esto es ridículo!
Negan se encogió de hombros.
— Llámenlo como quieran. ¿Ridículo? ¿Genial? ¿Necesario? Todo lo que sé es que no quiero salir del Santuario y regresar solo para encontrar que uno de ustedes explotó por no hablar las cosas como adultos.
Dicho esto, Negan les lanzó una sonrisa burlona y cerró la puerta con un fuerte golpe, dejando a Lou y Daryl encerrados.
Un silencio incómodo se apoderó de la habitación. Lou cruzó los brazos y se dejó caer en una silla, mientras Daryl lo observaba con una mezcla de curiosidad y frustración.
— Tu viejo tiene una forma... única de lidiar con las cosas — murmuró Daryl, rompiendo el silencio.
Lou suspiró, pasando una mano por su cabello.
— No puedo creer que me haya hecho esto.
Daryl se apoyó contra la pared, cruzando los brazos.
— Tal vez deberíamos aprovechar esto, ya sabes, hablar de lo que sea que te está molestando.
Lou lo miró, sus ojos grises brillando con un destello de emoción contenida.
— ¿Hablar? ¿Hablar de qué, Daryl? ¿De cómo mi padre me trata como si tuviera diez años? ¿De cómo estamos atrapados en este maldito lugar sin poder hacer nada? ¿O de cómo intentas manipularme para que elija entre ustedes dos?
Daryl frunció el ceño, pero no respondió de inmediato. En cambio, caminó hacia Lou y se sentó frente a él.
— No estoy aquí para manipularte, Lou. Pero sí estoy aquí porque me importa. Y si estás tan molesto, tal vez deberías decir lo que realmente estás pensando.
Lou lo miró fijamente durante unos segundos antes de suspirar y bajar la cabeza, finalmente dejando salir parte de la tensión que había estado acumulando.
— No sé qué hacer, Daryl. Estoy atrapado entre dos mundos, y no importa lo que haga, siento que voy a perder algo importante.
Daryl lo observó en silencio por un momento antes de colocar una mano firme pero cálida sobre el hombro de Lou.
— Tal vez no se trata de elegir, Lou. Tal vez se trata de encontrar una forma de hacer que ambos mundos funcionen... a tu manera.
Las palabras de Daryl hicieron eco en la mente de Lou mientras el silencio volvía a llenar la habitación, esta vez menos tenso y más reflexivo.
El aire estaba cargado de una tensión palpable que ambos habían estado ignorando durante semanas. La complicidad entre ellos era innegable, pero en ese momento, se sentían más cerca que nunca.
El silencio entre ellos se rompió cuando Lou, como si no pudiera más, se acercó hacia Daryl. Sus ojos se encontraron, y por primera vez en mucho tiempo, Lou permitió que toda la ansiedad y frustración que había estado guardando saliera a la superficie. En un impulso, se acercó y lo besó con una intensidad que sorprendió a Daryl.
El beso comenzó suave, casi cauteloso, como si ambos se tomaran un momento para asegurarse de que esto era real. Pero pronto la urgencia de Lou se hizo evidente. Sus manos recorrieron el cuerpo de Daryl, buscando algo más, algo que aliviara el vacío que había estado sintiendo durante tanto tiempo.
Daryl, sorprendido por la necesidad con la que Lou lo tocaba, correspondió al beso, pero también pudo sentir la tensión y desesperación en cada uno de sus movimientos. La forma en que Lou lo abrazaba y lo apretaba contra sí, casi como si tuviera miedo de perderlo, lo hizo detenerse por un segundo, pero no por mucho. Había algo en ese beso, algo en la forma en que Lou lo buscaba, que lo hizo ceder.
— Lou... — dijo Daryl, separándose un poco para mirarlo, respirando agitado.
Lou, con la mirada fija en él, no dejó que se distanciara. Lo atrajo nuevamente hacia él, y Daryl notó en sus ojos una mezcla de deseo, desesperación y algo más profundo. No era solo atracción, sino algo que iba mucho más allá, algo que ambos necesitaban.
— No puedo... — murmuró Lou, como si le estuviera diciendo la verdad más difícil de admitir, pero también como si estuviera buscando algo en las palabras de Daryl, algún tipo de validación.
Daryl, aun con la urgencia de la situación, lo miró con suavidad, comprendiendo que había algo mucho más complejo en juego. Tomó su rostro con ambas manos, acariciando suavemente sus mejillas.
— No tienes que decir nada, Lou. Solo... — dijo, su voz un susurro bajo —. Solo dime que lo quieres, que lo necesitas, y estaremos bien.
Lou lo miró fijamente por un largo momento, con los ojos brillando por la emoción reprimida, antes de asentir lentamente. Sin decir una palabra más, lo besó nuevamente, esta vez con aún más necesidad, como si el tiempo y las tensiones acumuladas fueran a desbordarse en ese solo momento.
Daryl lo abrazó con fuerza, sin dudar, devolviendo el beso con la misma urgencia, permitiendo que el mundo exterior desapareciera por un rato, dándose permiso para simplemente ser.
La atmósfera entre Lou y Daryl se cargó aún más de tensión mientras el deseo se apoderaba de Lou, un deseo que no solo se reflejaba en sus besos, sino también en sus acciones. Lou, por primera vez en mucho tiempo, parecía estar completamente en control, dejando salir una versión de sí mismo que Daryl no había visto antes.
La necesidad que Lou tenía en su mirada era evidente, pero lo que sorprendió a Daryl fue la forma en que Lou se comportaba. Se volvió más dominante, más seguro de lo que quería, y la forma en que lo tocaba y lo atraía hacia él era totalmente diferente a cómo lo había hecho antes.
Daryl, aunque sorprendido por esta faceta de Lou, no pudo evitar sentirse cautivado por su intensidad. Había algo en la manera en que Lou tomaba el control que despertaba algo en Daryl, algo que le causaba un extraño gusto en el estómago. Aunque la situación le resultaba nueva, algo dentro de él respondía de forma instintiva.
— ¿Te gusta esto, Daryl? — preguntó Lou, su voz baja y cargada de un tono autoritario que Daryl no había escuchado de él antes. La pregunta no era una duda, era una afirmación, como si Lou ya supiera la respuesta.
Daryl respiró hondo, su pecho agitado por la intensidad de la situación. Era difícil admitirlo, pero algo en la forma en que Lou lo dominaba despertaba una chispa dentro de él. Era extraño, sí, pero también... excitante.
— Sí, Lou — respondió Daryl, con una voz algo rasposa, la respuesta saliendo de su boca sin pensar demasiado. Algo en él se estaba entregando, sin dudar.
Lou sonrió, y esa sonrisa fue suficiente para que Daryl sintiera un escalofrío recorrer su cuerpo. No solo estaba atrapado en el deseo, sino también en la nueva dinámica que parecía haberse establecido entre ellos. Algo estaba cambiando, y aunque Daryl no estaba completamente seguro de lo que significaba, no pudo evitar dejarse llevar por el momento.
Lou lo besó nuevamente, esta vez con más intensidad, y Daryl no pudo hacer más que responder de la misma manera. En ese instante, ambos estaban perdidos en el deseo, en la necesidad de conectarse, pero también en el reconocimiento de que algo más, algo más profundo, estaba surgiendo entre ellos.
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