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Capitulo 52

La caravana de los Salvadores se detuvo a las puertas del Reino, y Lou bajó del camión junto a su padre, sintiendo la atmósfera diferente del lugar. A primera vista, parecía algo sacado de un libro de cuentos: las casas decoradas con colores cálidos, los jardines bien cuidados, y un aire de comunidad que no había visto en mucho tiempo.

Negan observó con atención la expresión de Lou mientras este miraba a su alrededor con fascinación, sus ojos grises reflejando la luz del sol que iluminaba el lugar. Era una de las pocas veces que veía algo parecido a una sonrisa en el rostro de su hijo, y por dentro, eso lo llenaba de orgullo.

— ¿Qué te parece, hijo? — preguntó Negan, con ese tono entre burlón y genuino —. ¿No es una maldita obra de arte este lugar?

Lou asintió con la cabeza, todavía observando cada rincón como si quisiera grabarlo en su memoria.

— Es... diferente — respondió con sinceridad, algo que Negan no esperaba escuchar.

El Rey Ezekiel salió al encuentro de los Salvadores, acompañado de Jerry y varios de sus soldados. Aunque su porte seguía siendo regio y firme, su expresión mostraba una evidente incomodidad al ver a Negan y su grupo entrar en su reino.

— Negan — saludó Ezekiel con un tono tenso, intentando mantener las apariencias frente a sus ciudadanos —. Agradezco que hayas cumplido tu palabra de venir sin causar problemas... hasta ahora.

Negan soltó una carcajada, como si las palabras de Ezekiel fueran un cumplido.

— Rey Ezekiel — dijo, inclinándose exageradamente como si se burlara de su título —. Estoy aquí por negocios, claro, pero también para mostrarle a mi hijo este... paraíso que has construido. Quiero que vea con sus propios ojos lo que un hombre con visión puede hacer.

Ezekiel alzó una ceja al escuchar la palabra "hijo" y desvió la mirada hacia Lou, quien lo observaba con curiosidad, aunque sin la arrogancia de su padre.

— Supongo que eso me convierte en anfitrión, entonces. ¿Qué puedo hacer por ti, Negan?

Negan sonrió ampliamente y señaló con un dedo al auditorio del Reino.

— Quiero que le muestres tu as bajo la manga. Ya sabes, la reina de este lugar: Shiva.

Ezekiel dudó por un momento, pero al ver la expresión expectante de Lou, decidió acceder.

— Está bien. Síganme.

Negan, Lou y los Salvadores fueron guiados al auditorio, donde Shiva descansaba en una plataforma elevada. La imponente tigresa levantó la cabeza al escuchar los pasos, sus ojos penetrantes observando a los recién llegados con una mezcla de curiosidad y autoridad.

Lou se quedó completamente embelesado al verla. Nunca había visto algo tan majestuoso y poderoso al mismo tiempo.

— Es... increíble — dijo en voz baja, casi para sí mismo.

Negan, notando la fascinación en el rostro de su hijo, sonrió ampliamente.

— ¿Te gusta, Lou? Porque, si la quieres, solo dilo. Haré que mis hombres se encarguen de traerla al Santuario para ti.

Lou dio un paso atrás, sorprendido por la sugerencia de su padre.

— ¿Qué? ¡No! — dijo rápidamente, sacudiendo la cabeza —. Ella pertenece aquí. Está claro que este es su hogar.

Negan arqueó una ceja, ligeramente sorprendido por la reacción de Lou, pero no dejó que se notara demasiado.

— Está bien, está bien. Solo era una idea. Pero oye, si cambias de opinión, ya sabes que puedo hacerlo realidad.

Ezekiel observó la interacción entre padre e hijo en silencio, preguntándose qué tan profunda era la relación entre ellos y qué tanto influenciaba Negan en el joven.

Lou siguió observando a Shiva por unos momentos más, su expresión calmándose mientras una leve sonrisa se formaba en sus labios. Aunque estaba rodeado de Salvadores y de su padre, ese instante frente a la tigresa le dio una pequeña sensación de paz.

Negan, con un gesto despreocupado, le indicó a Lou que podía explorar el lugar mientras él atendía "asuntos importantes" con Ezekiel y los Salvadores. Lou, acostumbrado a las tensiones y el ambiente opresivo del Santuario, sintió que podía respirar por primera vez en mucho tiempo.

El Reino era diferente. Mientras caminaba por los senderos rodeados de flores y árboles, las personas que vivían allí lo saludaban con sonrisas genuinas. Nadie parecía temerle, ni intentaban ganarse su favor por miedo o conveniencia. Se sentía... extraño. Como si estuviera en un mundo completamente ajeno al caos que había conocido.

— Es hermoso, ¿no crees? — dijo una voz detrás de él.

Lou se giró para encontrarse con el Rey Ezekiel, quien lo observaba con una sonrisa tranquila, su porte regio manteniéndose firme pero cálido.

— Lo es — admitió Lou, mirando alrededor. Luego, con un tono más bajo, agregó —: Es diferente a todo lo que he visto últimamente.

Ezekiel lo invitó a caminar con él, dándole un pequeño recorrido por el Reino. Mientras pasaban por los huertos, los establos y las áreas comunes, Lou no podía evitar sentirse atraído por la sensación de comunidad que se respiraba en el aire.

— Dime algo, joven Lou — dijo Ezekiel mientras caminaban —. ¿Qué opinas de lo que hace tu padre?

Lou frunció el ceño, tomando un momento para responder.

— Es complicado — admitió finalmente —. Sé lo que hace, y no siempre estoy de acuerdo con él. Pero es mi padre, y... bueno, no es fácil desafiar a alguien como Negan.

Ezekiel asintió, estudiando al joven con atención.

— Entiendo el peso de los lazos familiares. Pero también sé que, a veces, esos lazos pueden ser cadenas. Aquí en el Reino, intentamos construir algo diferente. Algo basado en la confianza, no en el miedo.

Lou miró a Ezekiel, sorprendido por la honestidad de sus palabras.

— No creo que mi padre vea las cosas de esa forma — respondió Lou con un leve tono amargo.

— Tal vez no — admitió Ezekiel —. Pero tú no eres tu padre, Lou. Lo noto en la forma en que miras todo a tu alrededor. No tienes la misma sombra que él.

Lou se quedó en silencio, procesando las palabras de Ezekiel mientras continuaban caminando. Llegaron a una pequeña plaza donde un grupo de niños jugaba y reía, sin preocuparse por el peligro que acechaba más allá de los muros.

— ¿Cómo logras que todo esto funcione? — preguntó Lou finalmente, su voz teñida de curiosidad.

— Con esfuerzo, paciencia y sacrificio — respondió Ezekiel —. Pero, sobre todo, con esperanza. Algo que tu padre parece haber perdido hace mucho tiempo.

Lou miró al suelo, reflexionando sobre las palabras del rey. Quizás Ezekiel tenía razón. Quizás Negan había perdido algo esencial en su viaje para convertirse en quien era ahora.

— ¿Sabes? — continuó Ezekiel —. Por lo que he visto, tienes la capacidad de decidir tu propio camino. No tienes que ser como él, Lou.

Lou alzó la vista, encontrándose con la mirada amable de Ezekiel.

— No sé si eso sea posible — dijo con honestidad —. Pero gracias.

Ezekiel asintió, colocándole una mano en el hombro antes de guiñarle un ojo.

— Recuerda, joven Lou: incluso en las sombras más oscuras, siempre hay un rayo de luz.

Mientras Lou continuaba explorando el Reino, sintió algo que no había sentido en mucho tiempo: paz. Aunque sabía que era temporal, se permitió disfrutar de ese momento, al menos por ahora.

De regreso al Santuario, el ambiente volvía a ser el mismo de siempre: oscuro, opresivo y lleno de tensiones que parecían alimentar las paredes mismas del lugar. Lou caminaba por los pasillos en silencio, con las palabras de Ezekiel aún resonando en su mente.

"Tu padre parece haber perdido la esperanza hace mucho tiempo."

Lou apretó los labios, dejando escapar un suspiro mientras ascendía las escaleras hacia su habitación. La figura de su padre, siempre tan segura, tan poderosa, se veía diferente ahora en su mente. Negan no solo era un hombre que dominaba con miedo; también era alguien que había perdido demasiado.

Al llegar a su cuarto, se dejó caer sobre la cama, observando el techo como si las respuestas estuvieran ahí, esperando a ser descubiertas.

"¿Podría papá volver a ser como antes? ¿Podría recuperar algo de lo que perdió?"

Lou recordó momentos de su infancia: las risas, las bromas, la manera en que Negan lo cargaba sobre sus hombros mientras corrían por el parque. Esa persona que lo amaba incondicionalmente, que lo protegía y lo hacía sentir como si nada malo pudiera tocarlo.

Pero todo eso se había desvanecido. El hombre que era su padre ahora parecía una sombra de lo que solía ser. Una sombra que usaba la violencia y el control como armas para mantener un reino construido sobre miedo y sumisión.

Lou se sentó en la cama, con las palabras de Ezekiel latiendo como un tambor en su cabeza.

"Incluso en las sombras más oscuras, siempre hay un rayo de luz."

Quizás... tal vez su padre podría recuperar algo de lo que había perdido. Pero no sería fácil. Lou sabía que el hombre que Negan era ahora no cambiaría de la noche a la mañana. Sin embargo, si había algo que podía devolverle algo de esa humanidad, de esa luz que una vez tuvo, era recuperar lo que realmente había perdido: a su hijo.

Lou pasó una mano por su rostro, sintiendo una mezcla de determinación y tristeza. Sabía que Negan todavía lo amaba, que detrás de esa fachada de brutalidad y control, aún existía un hombre capaz de sentir.

"Tal vez si me ve... si ve que todavía estoy aquí para él, podría cambiar algo," pensó.

Pero no sería suficiente con estar ahí físicamente. Negan necesitaba ver más. Necesitaba ver que su hijo no solo era una extensión de su poder o un símbolo de lo que podía controlar. Tenía que ver a Lou como un individuo, como alguien que aún creía en él, a pesar de todo.

Lou cerró los ojos y tomó una decisión. Haría lo que estuviera en sus manos para intentar traer de vuelta a ese hombre que recordaba de su infancia. Incluso si solo era un fragmento de lo que una vez fue.

"Si recuperar lo que perdió significa recuperar a su hijo, entonces haré que me vea como lo hacía antes. Haré que recuerde quién era, porque no puedo quedarme con esta versión rota de él," pensó.

Con esa determinación en mente, Lou se levantó de la cama. Sabía que no sería fácil, pero por primera vez en mucho tiempo, sintió que había un propósito en todo esto. Y tal vez, solo tal vez, ese propósito podría devolverle algo de esperanza a su padre... y a él mismo.

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