
Capitulo 49
Lou había recorrido el Santuario varias veces desde su llegada, pero aquella era la primera vez que se aventuraba al famoso "harem" de su padre. Sabía que era un lugar que hablaba mucho del poder y el control que Negan ejercía sobre todos a su alrededor. Sin embargo, lo que no esperaba era la reacción de las mujeres cuando lo vieron entrar.
La sala se llenó de un silencio tenso. Las mujeres, que estaban sentadas charlando en voz baja o simplemente pasando el tiempo, se enderezaron de inmediato. Sus miradas se cruzaron con la de Lou, y la preocupación fue evidente en sus ojos. Parecían analizarlo, intentando descifrar si sería igual que su padre, si compartiría esa misma energía intimidante y autoritaria.
Lou se sintió incómodo bajo su escrutinio, pero no dejó que eso lo detuviera. Se acercó con paso seguro, aunque su mirada era amable.
— Hola, — dijo, su voz calmada pero firme. — Solo estaba explorando un poco. Espero no interrumpir nada.
El silencio continuó unos segundos más, hasta que una de las esposas, Tanya, habló, su tono más reservado de lo habitual.
— ¿Qué... qué necesitas?
Lou negó con la cabeza, notando la tensión.
— Nada. Solo quería presentarme. Soy Lou... ya sé que saben quién soy, pero... bueno, no soy mi padre, si eso ayuda. — Su sonrisa intentó romper el hielo, aunque no pareció tener mucho efecto al principio.
Fue Sherry quien finalmente rompió la tensión con una ligera risa.
— Bueno, eso es evidente. Te pareces bastante a él, eso sí. Solo que... tú tienes esos ojos grises. Él siempre ha tenido esa mirada oscura que te hiela el alma.
Lou parpadeó, algo sorprendido por el comentario, pero asintió.
— Supongo que eso es un alivio, ¿no? Ya tengo suficiente con que me comparen todo el tiempo. — Sus palabras fueron sinceras, pero no amargas, lo que pareció calmar un poco el ambiente.
— ¿Entonces no eres como él? — preguntó Frankie, todavía cautelosa.
Lou dejó escapar un suspiro.
— Miren, sé que no confían en mí, y está bien. No vine aquí a cambiar su percepción de Negan o a prometerles cosas que no puedo cumplir. Pero una cosa es cierta: no estoy aquí para jugar con nadie ni para imponerme. Solo... estoy aquí porque las cosas son complicadas. No espero que me vean como diferente de inmediato, pero quiero que sepan que lo soy.
Las mujeres intercambiaron miradas, y aunque no todas parecían convencidas, el ambiente comenzó a relajarse. Sherry fue la primera en dar un paso hacia él.
— ¿Sabes? No estábamos seguras de qué pensar cuando supimos que Negan tenía un hijo. Pensamos... bueno, que sería otra versión de él.
Lou la miró directamente a los ojos, con una leve sonrisa.
— Créeme, estoy tan lejos de eso como se puede estar. Y si alguna vez necesitan algo... pueden decírmelo. Yo no muerdo.
La sinceridad en su voz hizo que algunas de las mujeres se relajaran un poco más. Sherry asintió y sonrió débilmente.
— Bueno, tal vez tengas más de tu madre que de él.
Lou no respondió de inmediato, pero el comentario le arrancó una sonrisa melancólica.
— Tal vez. Y eso es algo de lo que me siento orgulloso.
Al salir del harem, Lou sintió una mezcla de emociones. Había conseguido abrir una pequeña brecha en la desconfianza, pero sabía que el camino para demostrar quién era realmente sería largo, tanto con las esposas de su padre como con él mismo.
La cena transcurría en silencio, como muchas de las que compartían últimamente. Negan comía despacio, ocasionalmente lanzando comentarios sobre el Santuario o anécdotas sobre su día, pero Lou apenas respondía. Estaba absorto en sus pensamientos, jugueteando con el tenedor en el plato sin mucho interés.
Finalmente, rompió el silencio con una pregunta que había estado rondándole desde hacía tiempo.
— ¿Papá... realmente llegaste a amar a mi madre alguna vez?
Negan se detuvo en seco, con el tenedor a medio camino hacia su boca. Levantó la mirada hacia Lou, sorprendido por lo directo de la pregunta. Dejó el cubierto en el plato y suspiró, pasándose una mano por la mandíbula.
— Sí, Lou. La amé. Claro que la amé.
Lou frunció el ceño, como si no terminara de creerlo.
— ¿De verdad? Porque no lo parece. Siempre hablas de Lucille como si ella fuera lo único que importó en tu vida.
Negan se inclinó hacia atrás en la silla, su expresión tornándose seria.
— Lucille fue... diferente. Ella fue el amor de mi vida, eso no lo voy a negar. Pero eso no quita lo que sentí por tu madre. Cuando las cosas estaban bien entre nosotros, ella me hacía sentir... completo. Y cuando tú naciste, bueno, fue como si ella me hubiera dado el mejor regalo que alguien pudiera darme.
Lou lo observó en silencio, tratando de leer más allá de las palabras de su padre. Había una honestidad cruda en su tono, algo que no escuchaba a menudo en él.
Negan continuó, su voz algo más suave.
— Mira, Lou, las cosas entre tu madre y yo terminaron porque yo era un imbécil. No estaba listo para ser el tipo de hombre que ella merecía. Y, sí, cometí muchos errores, pero nunca la odié. Siempre la recordé con cariño. De hecho, todo lo bueno que tienes, lo sacaste de ella.
Lou parpadeó, sorprendido por la declaración.
— ¿Todo lo bueno?
Negan asintió, esbozando una sonrisa melancólica.
— Oh, sí. Esa paciencia que tienes... esa capacidad de cuidar a los demás. Todo eso es de ella. Yo no soy exactamente conocido por ser un tipo amable, ¿sabes? — Bromeó, intentando aligerar el momento, pero su voz tenía un tinte de tristeza.
Lou bajó la mirada, procesando las palabras de su padre. Había algo reconfortante en saber que, aunque Negan no había sido el mejor esposo, su madre había sido una influencia importante en su vida.
— Gracias por decirme eso, — murmuró Lou finalmente, levantando la mirada para encontrar los ojos de su padre. — Es bueno saber que ella... significó algo para ti.
Negan asintió, su expresión más seria de lo habitual.
— Siempre significará algo, Lou. Y, aunque a veces me cueste admitirlo, tú también significas mucho para mí. Aunque no lo creas, intento... no cagarla tanto contigo como lo hice con ella.
La sinceridad en las palabras de Negan le llegó a Lou, aunque no lo expresó en ese momento. Simplemente asintió y retomó su comida, con la sensación de que, aunque su relación con su padre seguía siendo complicada, había pequeñas ventanas que se abrían para intentar sanar lo que estaba roto entre ambos.
La cena transcurría en silencio, con el leve sonido de los cubiertos contra los platos como única interrupción. Negan observaba a Lou con cierta curiosidad, esperando a que su hijo dijera algo. Había algo en su actitud esa noche, algo que lo tenía inquieto.
Finalmente, Lou rompió el silencio.
— ¿Realmente llegaste a amar a Lucille como dices? — preguntó, manteniendo la mirada fija en su plato.
Negan dejó su tenedor en la mesa y lo miró con una expresión mezcla de sorpresa y seriedad.
— Más de lo que puedas imaginar. Ella era... lo único bueno que tenía en este mundo. Hasta su último respiro, fue todo para mí.
Lou asintió, tragando con algo de dificultad.
— Así como tú amaste a Lucille... yo amo a Daryl.
El comentario de Lou cayó como un balde de agua fría en la mesa. Negan dejó el tenedor sobre su plato con un sonido seco, mirando a su hijo con una mezcla de sorpresa y curiosidad.
— ¿Así que amas a Daryl como yo amé a Lucille, eh? — Negan repitió las palabras con un tono burlón, pero sus ojos denotaban algo más profundo. Era como si estuviera evaluando cada expresión de Lou, buscando alguna fisura en su convicción.
Lou mantuvo la mirada firme, sin retroceder.
— Sí, exactamente así. Lo amo de una forma que no puedo describir, pero sé que es real. Lo sé porque, incluso con todo lo que está pasando, él es lo único que me da esperanza.
Negan se reclinó en su silla, cruzando los brazos mientras una sonrisa peculiar se dibujaba en su rostro.
— Interesante... Muy interesante. Pero, ¿estás absolutamente seguro de eso, Lou? Porque... bueno, no quiero sonar como un imbécil, pero amar es fácil. Ser amado de vuelta... ahí es donde las cosas se complican.
Lou frunció el ceño, sintiéndose ligeramente irritado por el tono de su padre.
— Daryl me ama. Puede que no lo diga todo el tiempo, pero lo demuestra. Siempre lo hace.
Negan inclinó la cabeza, como si analizara esas palabras con cuidado.
— ¿Sí? ¿Es eso lo que crees? Porque, hijo, hay una gran diferencia entre creer algo y saberlo con certeza. Y te digo esto porque, cuando yo conocí a Lucille, no había duda. Todo lo que hacía, todo lo que decía, me demostraba que me amaba más que a nada. ¿Daryl te ha dado eso mismo? ¿O estás viendo lo que quieres ver?
Lou apretó los puños sobre la mesa, claramente molesto.
— Sé lo que siento, y sé lo que siente él. No necesitas cuestionarlo.
Negan levantó las manos, como si se rindiera, pero la sonrisa calculadora seguía en su rostro.
— Está bien, está bien. No voy a discutir contigo sobre eso. Pero, ya que amas a Daryl tanto como yo amé a Lucille, supongo que no hay nada malo en... probarlo. Solo para asegurarme de que ese tipo siente lo mismo por ti.
Lou lo miró con desconfianza.
— ¿Qué estás planeando?
Negan se encogió de hombros, agarrando un pedazo de pan de su plato.
— Nada demasiado complicado. Solo quiero... observar. Ver cómo reacciona. Porque, Lou, te guste o no, quiero lo mejor para ti. Y si ese hombre realmente te ama, no tendrá nada que ocultar. Si no lo hace... bueno, digamos que será mejor que lo sepas ahora, antes de que sea demasiado tarde.
Lou no respondió, pero el malestar se reflejaba en su rostro. Negan volvió a comer, aparentemente tranquilo, pero en su mente ya estaba trazando un plan. Quería comprobar si Daryl era realmente digno del amor incondicional que Lou parecía ofrecerle. No porque quisiera interferir, sino porque, en su retorcida manera de cuidar, Negan estaba decidido a proteger a su hijo, incluso de sí mismo.
Negan estaba sentado en una silla de cuero desgastada en una pequeña sala contigua, donde un monitor brillaba tenuemente en la oscuridad. Sus ojos se fijaron en la pantalla mientras tamborileaba los dedos sobre el brazo de la silla, expectante. Dos días de preparación culminaban en ese momento, y no iba a perder detalle de lo que estaba por suceder.
En la sala de reuniones, Lou estaba de pie, con los brazos cruzados, impaciente. Había llegado puntualmente, pero no entendía por qué su padre lo había citado allí ni por qué todo se sentía tan... extraño. La tensión en el aire era casi palpable.
Entonces, la puerta se abrió de golpe, y dos Salvadores empujaron a Daryl al interior. Vestía un uniforme limpio, su cabello aún húmedo por el baño que le habían dado a la fuerza. Su mirada estaba oscura, llena de resentimiento, pero al mismo tiempo, sus ojos buscaron instintivamente a Lou. Cuando lo encontró, su expresión se suavizó, aunque solo un poco.
Lou dio un paso hacia Daryl, sorprendido.
— ¿Daryl? ¿Qué es esto? ¿Por qué estás aquí?
— preguntó, su tono lleno de preocupación.
Daryl, a pesar de la situación, no apartó la mirada de Lou.
— No lo sé. Tus amigos me trajeron aquí. Supongo que tu papá tiene algo que ver con esto.
En el monitor, Negan observaba cómo Lou se acercaba a Daryl, su lenguaje corporal completamente abierto, lleno de emoción. Se inclinó hacia adelante, estudiando cada detalle.
Lou extendió una mano hacia Daryl, que dudó un momento antes de tomarla.
— ¿Estás bien? ¿Te han hecho algo? — preguntó Lou, su voz temblando ligeramente.
Daryl negó con la cabeza.
— Nada físico. Solo... ya sabes cómo es este lugar. Pero estoy bien. — A pesar de su resistencia habitual, su tono se ablandó al hablar con Lou.
Negan entrecerró los ojos, observando cómo Lou rodeaba a Daryl con los brazos y lo abrazaba con fuerza. El contacto hizo que Daryl cerrara los ojos por un momento, como si encontrara algo de consuelo en ese gesto. Negan notó el ligero movimiento de los brazos de Daryl, devolviendo el abrazo, aunque de manera contenida.
— Te extraño, — murmuró Lou contra el hombro de Daryl. — Esto no está bien. No puedo soportar verte así.
Daryl dejó escapar un suspiro profundo y colocó una mano en la espalda de Lou.
— Yo también te extraño, pero no te preocupes por mí. Puedo aguantar esto. Lo único que me importa es que estés bien.
En el monitor, Negan frunció el ceño con fastidio. Había algo en la forma en que Daryl miraba a Lou, en la manera en que sus palabras resonaban, que lo hacía cuestionar sus propios prejuicios.
— ¿Por qué haces esto, Lou? — preguntó Daryl, con un tono más bajo. — ¿Por qué sigues aquí, con él? Podrías irte... podrías venir conmigo.
Lou negó con la cabeza, apartándose lo suficiente para mirarlo a los ojos.
— No puedo. Si me voy, Negan... mi papá... nunca me dejaría en paz. Pero no te preocupes, estoy buscando la manera de sacarte de aquí. Haré lo que sea necesario.
Daryl lo miró fijamente, como si quisiera decir algo más, pero finalmente solo asintió.
— Confío en ti.
En la otra sala, Negan apagó el monitor, su expresión completamente neutral. Había visto lo que necesitaba ver. Lou no mentía sobre lo que sentía por Daryl, y aunque no le agradara el cazador, no podía negar que había algo genuino entre ellos. Algo que, para su pesar, recordó el vínculo que él mismo había tenido con Lucille.
De alguna manera, el resultado le dejó más preguntas que respuestas. ¿Estaba dispuesto a aceptar lo que acababa de presenciar? ¿O haría algo para separarlos? Una cosa era segura: no iba a dejar el asunto ahí.
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