
Capitulo 48
Negan se había instalado cómodamente en el sillón de su habitación, su bate descansando a un lado, mientras observaba a Lou sentado frente a él con los brazos cruzados y una expresión de duda en su rostro. Había algo en la manera en que Negan lo miraba, expectante pero sin apurarle, que hacía difícil ignorarlo.
— Lou, muchacho, he estado pensando... No tengo idea de cómo llegaste hasta aquí, de qué demonios pasaste antes de que nos encontráramos de nuevo. — Negan inclinó la cabeza ligeramente, su tono se tornó más serio. — Así que, ¿qué tal si me lo cuentas? Todo. Desde el principio.
Lou se quedó en silencio, sopesando la idea. Había guardado esas partes de su vida durante mucho tiempo, pero quizá, por primera vez, podría intentar abrirse. Al menos, para que Negan entendiera que no era el niño de seis años que recordaba.
— Está bien, — comenzó Lou, dejando escapar un suspiro. — Supongo que todo empezó en la granja de Maggie. Estuve con ella por años. Desde la secundaria. Nos prometimos estar juntos toda la vida.
Negan arqueó una ceja, curioso.
— ¿Maggie? ¿Esa Maggie?
Lou asintió con una mueca.
— Sí, esa Maggie. Pero entonces llegó el grupo de Rick. Cambiaron todo. En ese momento, pensé que lo arruinaron todo... hasta que me di cuenta de que quizá solo sacaron a la luz algo que estaba roto desde antes.
Negan dejó escapar una risa seca.
— Así que Rick y su grupo llegaron y te patearon el castillo de arena, ¿eh?
— Algo así, — continuó Lou, ignorando el sarcasmo. — Ella conoció a Glenn, y aunque al principio me dolió esa traición... eventualmente entendí que era lo mejor. Que... yo no era su persona, y ella no era la mía.
Lou hizo una pausa, su mente viajando a esos días.
— Después de la granja, nos mudamos a la prisión. Ese lugar fue como un hogar por un tiempo. Pero todo se vino abajo cuando apareció Woodbury, cuando apareció el Gobernador.
Negan hizo una mueca de disgusto al escuchar el nombre.
— Ese bastardo se escucha como un loco.
— Sí, — asintió Lou. — Perdimos mucho por su culpa. Después... vino Terminus. ¿Sabes lo que hicieron ahí?
Negan negó con la cabeza, esperando una respuesta.
— Eran caníbales — dijo Lou con dureza, su mandíbula apretada al recordar. — Nos tendieron una trampa y casi nos matan. Pero lo logramos. Escapamos, y Daryl siempre estuvo ahí para mi.
El tono de Lou se suavizó al mencionar a Daryl, y Negan no pudo evitar notarlo.
— Ah, claro. El perro rabioso, — dijo Negan con un tono seco. — Déjame adivinar: fue cuando empezaste a olvidarte de tu querido papá y te enamoraste de ese tipo.
Lou rodó los ojos.
— No es así de simple. Daryl me mostró cosas que no había visto en nadie más. Fue diferente. Él... me hizo sentir vivo.
Negan no respondió de inmediato, pero su mirada se oscureció mientras asimilaba las palabras de su hijo.
Lou prosiguió, hablando de su tiempo en Alexandria, las pérdidas, las victorias, los sacrificios que tuvieron que hacer. Le contó todo, incluso las partes que eran difíciles de recordar.
Finalmente, terminó con un suspiro.
— Y ahora... estoy aquí. Contigo. Pero, si soy honesto, a veces no sé qué pensar de todo esto.
Negan se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en las rodillas, y lo miró fijamente.
— Hijo, has pasado por mucho más de lo que pensé. No voy a pretender que entiendo todo lo que has sentido o hecho. Pero déjame decirte algo: me alegra que estés aquí. Y aunque no me guste ese maldito de Daryl, no significa que no quiera que seas feliz.
Lou lo miró con una mezcla de sorpresa y escepticismo.
— Eso es lo más cercano a un 'lo siento' que he escuchado de ti.
Negan sonrió, pero había algo de melancolía en su mirada.
— No soy perfecto, Lou. Pero al menos ahora sé por qué llevas todo ese peso. Tal vez... podamos encontrar una forma de dejarlo atrás. Los dos.
La escena en Alexandria era caótica. Los Salvadores vaciaban las casas con una eficiencia fría, llevándose todo lo que podían cargar mientras Negan paseaba tranquilamente por las calles de la comunidad, disfrutando cada momento de su dominio. Rick lo seguía de cerca, su mandíbula apretada mientras intentaba contener su ira.
Negan giró la cabeza hacia él con esa sonrisa burlona característica.
— Vamos, Rick, relájate un poco. Sé que esto duele, pero, oye, podría ser peor. Créeme, he tenido días más crueles.
Rick lo miró con un odio palpable, pero no respondió.
Negan, disfrutando del silencio de su rival, continuó:
— Sabes, Rick, he estado pensando. Entre toda esta... porquería que te rodea, hay algo bueno que hiciste.
Rick frunció el ceño, claramente desconfiado.
— ¿De qué hablas?
Negan se detuvo, girándose para mirar a Rick directamente, esa sonrisa burlona nunca desapareciendo.
— Recuperar a mi hijo, Lou. Si no fuera por ti, ni siquiera sabría que sigue vivo. Así que, gracias por eso.
La sorpresa cruzó el rostro de Rick, y aunque intentó ocultarlo, Negan lo notó. Se echó a reír, señalándolo con el bate envuelto en alambre.
— ¡Oh, vaya! No lo sabías, ¿verdad? Me encanta cuando puedo dejarte sin palabras, Rick. Es todo un espectáculo.
Rick recuperó su compostura rápidamente.
— Lou no es como tú, — escupió con firmeza.
Negan levantó las manos en un gesto de falso asombro.
— ¿No es como yo? Oh, Rick, ¿por qué todos dicen eso? Lou es... bueno, digamos que es un poco más suave que yo. Pero sigue siendo mío.
Mientras hablaban, uno de los Salvadores llamó a Negan desde una de las casas, sosteniendo una cámara. Negan levantó una ceja y tomó la cámara, observándola con curiosidad antes de encenderla. Se rió en voz alta al ver las grabaciones de las entrevistas que Deanna había hecho a los nuevos residentes de Alexandria.
— ¡Oh, esto es oro puro! — exclamó, mientras las imágenes de Maggie y Glenn aparecían en pantalla. — Mira eso, Rick. La dulce y fuerte Maggie, la misma que engañó a mi hijo. ¡Qué joya!
Rick se tensó, pero Negan no se detuvo. Señaló la cámara, como si hablara directamente con un público invisible.
— ¿Sabes qué es lo realmente irónico de todo esto? Que fui yo quien terminó matando a la persona con la que lo engañó. ¡Dios, el destino tiene un sentido del humor retorcido, ¿no crees, Rick?!
Rick no pudo contenerse más.
— ¡Cállate! — espetó, dando un paso adelante.
Negan giró el bate en su mano con un aire casual, su sonrisa ampliándose.
— Cálmate, Rick. Solo estoy diciendo las cosas como son. Es una pena que Lou no esté aquí para escuchar esto, ¿no? Pero bueno, siempre hay una próxima vez.
Y con esa última burla, Negan dejó la cámara sobre una mesa, caminando hacia la siguiente casa mientras Rick lo miraba con un fuego contenido en sus ojos, la ira y el dolor ardiendo bajo su piel.
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